Un comentarista brasileño de derechas bastante influyente escribió un artículo para O Estado de São Paulo atacando a Chávez desde la derecha y trazando su evolución desde los primeros días hasta su último giro a la izquierda. Mientras lo hace, el autor nombra a Alan Woods, editor de marxist.com, como una de las principales influencias responsables del giro a la izquierda de Chávez. Publicamos a continuación el artículo original, así como la respuesta de Alan Wood.
Un comentarista brasileño de derechas bastante influyente escribió un artículo para O Estado de São Paulo atacando a Chávez desde la derecha y trazando su evolución desde los primeros días hasta su último giro a la izquierda. Mientras lo hace, el autor nombra a Alan Woods, editor de marxist.com, como una de las principales influencias responsables del giro a la izquierda de Chávez. Publicamos a continuación el artículo original, así como la respuesta de Alan Wood.
El 4 de febrero, se publicó un artículo en O Estado de São Paulo, uno de los principales periódicos burgueses de Brasil. El autor es considerado como una de las cien personas más influyentes de Brasil, asesor de presidentes anteriores, conferencista internacional, etc. Obviamente, es un derechista que odia a Chávez y está preocupado por la creciente influencia del marxismo en el movimiento bolivariano.
El artículo menciona a Alan Woods, editor de marxist.com, como una de las principales influencias en el giro de Chávez a la izquierda, y Alan ha enviado una respuesta al periódico O Estado de São Paulo, que publicamos a continuación.
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El tercer Chávez.
Demetrio Magnoli
Carlos Marx fundó la Primera Internacional; Friedrich Engels, participó en la fundación de la II internacional. Lenin creó la III; León Trotsky fundó la Cuarta y Hugo Chávez acaba de enarbolar la bandera de la quinta (5 ª). "Asumo la responsabilidad ante el mundo, porque creo que es tiempo para reunir la 5ª International y por eso hago este llamamiento", dijo en un discurso de cinco horas, en la sesión de apertura del congreso extraordinario del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ante el aplauso de 772 delegados que lucían franelas rojas.
El congreso se celebró en noviembre. Luego, Chávez impuso el racionamiento de energía en el país, devaluó la moneda e introdujo un doble tipo de cambio, estatizó una cadena de supermercados, ha suspendido las emisiones de televisiones por cable y desencadenó una sangrienta represión contra las protestas estudiantiles. La Internacional chavista nacerá en una conferencia mundial en Caracas en abril, y las elecciones parlamentarias venezolanas están programadas para septiembre. Pero el futuro del hombre que quiera suceder Marx, Lenin y Trotsky será amoldado por un evento que está totalmente fuera de su influencia: las elecciones presidenciales brasileñas de octubre.
Chávez vive su tercera encarnación, que es también la última. El primer Hugo Chávez surgió después del fallido golpe de 1992, bajo el disfraz de caudillo nacionalista y anti-americano hipnotizado por la imagen de un imaginario Simón Bolívar. Bajo la influencia del sociólogo argentino Norberto Ceresole, el chavismo original que coqueteó con el antisemitismo y soñaba con el establecimiento de un Estado autoritario, de corte fascista, que reunificaría Venezuela, Colombia y Ecuador en una Gran Colombia restaurada.
El segundo Chávez emergió en la primavera de su primer mandato en 1999 a partir de la ruptura con Ceresole y la aproximación del caudillo al alemán Heinz Dieterich, el profesor de sociología en México, que dejó la oscuridad para formular el concepto del "socialismo del siglo 21". El chavismo reinventado adquirió tonos izquierdistas, firmó una alianza con Cuba y se enzarzó en el proyecto de construir un capitalismo de Estado como parte de una larga transición a un socialismo no contaminado por el legado soviético.
Blandiendo una copia de El Estado y la Revolución, —obra escrita por Lenin— en el congreso extraordinario del PSUV, Hugo Chávez anunció su conversión al programa de destrucción del Estado "burgués" y la construcción de un "Estado revolucionario". Este tercer Chávez se insinuó en el 2004, cuando el caudillo conoció al trotskista británico: Alan Woods, y se configuró completamente en el momento de la derrota en el referéndum de diciembre de 2007, poco después de la ruptura con Dieterich. El PSUV es el fruto del chavismo de la tercera reencarnación, así como también lo es la proclamación de la: V Internacional.
La palabra palimpsesto viene de las palabras griegas palin (de nuevo) y psao (raspado o borrar). Un palimpsesto es un manuscrito reescrito varias veces, la superposición de capas sucesivas de texto, en el que las capas antiguas no desaparecen completamente y mantienen las complejas relaciones con la escritura más reciente. Para horror del sofisticado Alan Woods, el chavismo es una doctrina de palimpsesto que mezcla de manera extraña la Patria Grande Bolivariana, la alianza estratégica con Irán, los impulsos bárbaros de caudillismo y el difícil aprendizaje del lenguaje del marxismo. El texto más nuevo tiene, sin embargo, precedencia sobre los antiguos e indica la dirección de la "revolución bolivariana". Chávez reacciona a la crisis causada por sus propio régimen apretando las tuercas de la dictadura y lanzándose desenfrenadamente a las expropiaciones.
El chavismo es un régimen revolucionario, no un gobierno populista tradicional ni un mero fenómeno de caudillismo. El PSUV, en el papel, tiene 7 millones de miembros, de los cuales 2,5 millones participaron en la elección de delegados al congreso extraordinario. El declive de Chávez, agravado por la crisis económica en curso, sustenta la profecía de su derrota electoral en septiembre, pero los regímenes revolucionarios no son expulsados del poder por el voto. " o admitiré que mi liderazgo sea desafiado porque yo soy el pueblo, ¡carajo!" rugió semanas atrás, el caudillo de Caracas. Este hombre no va a permitir que el pueblo lo contradiga en las urnas. La caída inexorable del chavismo será amarga, dramática, tal vez cruenta. Sin embargo, su duración dependerá esencialmente de la dirección de la política exterior del nuevo gobierno brasileño.
Varias veces el gobierno de Brasil extendió una red protectora sobre Chávez. El gobierno Lula y Celso Amorim protegieron al venezolano en el cierre de RCTV, en el frustrado referéndum constitucional, en la crisis de los rehenes colombianos, en la controversia sobre las bases americanas y en la fracasada aventura del regreso al poder de Manuel Zelaya en Honduras. En nombre de los intereses del chavismo, el presidente brasileño ha desperdiciado la oferta de cooperación estratégica con Barack Obama.
En el ciclo de desestabilización de la "revolución bolivariana", Brasil aisló regionalmente a la oposición venezolana, contribuyendo a consolidar el régimen de Chávez. Ahora comenzó el ciclo de desmontaje de las bases políticas y sociales del chavismo. En el nuevo escenario, Brasil se convirtió en imprescindible por ser el único en América del Sur que dispone de los medios y la influencia para cargar unos pocos kilómetros más el ataúd del iracundo líder.
La mayoría oficialista en el Senado aprobó el ingreso de Venezuela al Mercosur, bajo el argumento cínico de que la democracia en el país vecino será mejor conservada con la supresión virtual de la clausula democrática del Mercosur. En la OEA, tras una maniobra diplomática brasileña para evitar una fuerte condena de la ofensiva de Chávez contra los estudiantes y la libertad de prensa. En Caracas, una misión técnica enviada por el gobierno brasileño articula un plan de rescate del colapsado sistema eléctrico venezolano. La declaración de apoyo de Chávez a la reelección de Lula fue recibida con desprecio por los chavistas revolucionarios. Hoy en día—incluso Woods debe estar en secreto, orando por el triunfo de Dilma Rousseff.
Demetrio Magnoli es sociólogo y doctorado en Geografía Humana en la USP.
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A la atención de Demétrio Magnoli
Estimado señor,
En su artículo de 4 de febrero, usted presenta una versión apocalíptica del Presidente Chávez, que en su opinión ha experimentado “tres encarnaciones”. Con esto, presumiblemente, lo que quiere decir es que sus puntos de vista han evolucionado en los últimos años – hacia la izquierda. Esto es un hecho, pero el que uno considere este cambio como positivo o negativo dependerá del punto de vista político y los intereses que cada uno defienda.
Del contenido de su artículo no puedo más que concluir que usted se coloca a la derecha del espectro político y está tratando de defender el statu quo, mientras que por mi parte, como marxista defiendo la revolución socialista. En consecuencia es bastante natural que nuestras respectivas actitudes hacia Chávez sean radicalmente opuestas. No hay nada malo en defender puntos de vista opuestos, pero por lo menos uno se tiene que basar en los hechos no en la ficción.
Usted escribe: "el chavismo original coqueteó con el antisemitismo y soñaba con la creación de un Estado autoritario, de estilo fascista". No hay ninguna base en absoluto para tal afirmación. Una de las primeras acciones que tomó Chávez tras ganar por amplia mayoría las elecciones de 1998 fue convocar un referéndum constitucional que introdujo una Constitución que sigue siendo la más democrática del mundo. Esta no es precisamente la acción de alguien que desea establecer un Estado de estilo fascista.
Durante la última década, Chávez ha ganado más elecciones y consultas populares que cualquier otro líder político en el mundo. Nadie puede argumentar que estas elecciones y referendos estaban manipulados. En ninguna otra parte del mundo se ha sometido a los procesos electorales a un escrutinio mayor que en Venezuela. Y a pesar de eso nadie ha podido producir la más mínima prueba de que las elecciones fueran fraudulentas.
¿Qué es lo que hizo la oposición "democrática" por la que usted muestra tan tierna simpatía? En 2002 la oligaquía venezolana derrocó al gobierno democráticamente elegido en un golpe de Estado, que fue reconocido inmediatamente por Washington. Si la oposición hubiera tenido éxito, Venezuela habría terminado como Chile.
Este no es el lugar para rebatir las falsas nociones de Heinz Dieterich, que usted menciona. Las he tratado extensamente en mi libro Reformismo o Revolución, que ha sido recientemente publicado en Brasil. Sea suficiente decir que el error básico de Dieterich y otros reformistas es asumir la posibilidad de lograr el socialismo sin expropiar la tierra, los bancos y las grandes industrias. Ésta idea, compartida por algunos en Brasil, es una receta acabada para el desastre.
Usted escribe que el “tercer Chávez se insinuó en el 2004, cuando el caudillo conoció al trotskista británico: Alan Woods, y se configuró completamente en el momento de la derrota en el referéndum de diciembre de 2007, poco después de la ruptura con Dieterich. El PSUV es el fruto del chavismo de la tercera reencarnación, así como también lo es la proclamación de la: V Internacional.”
Me complace esta declaración, pero con toda honestidad, creo que usted sobreestima enormemente mi influencia sobre el Presidente, quien piensa con cabeza propia y está acostumbrado a tomar sus propias decisiones. Mis puntos de vista sobre el proceso revolucionario se pueden resumir de la siguiente manera: No es posible hacer media revolución. O bien la Revolución quita el poder económico a los terratenientes, los banqueros y los capitalistas, o fracasará. O bien la Revolución derrota a la oligarquía, o la oligarquía destruirá la Revolución.
He explicado estos puntos de vista muchas veces en Venezuela y son bien conocidos por muchas personas, incluido Hugo Chávez. Pero nunca me he propuesto decirle a nadie qué tiene que pensar. Sobre la base de la experiencia, los trabajadores de Venezuela pueden decidir por sí mismos quién tiene razón y quién está equivocado, y lo están haciendo. El ala reformista, que representa la influencia de la burguesía en el movimiento bolivariano, está perdiendo apoyo, mientras que la audiencia para las ideas del marxismo crece. Naturalmente, usted considera que esto es algo positivo, pero yo lo veo como un fenómeno extremadamente positivo.
Usted se contradice cuando escribe: “El chavismo es un régimen revolucionario, no un gobierno populista tradicional ni un mero fenómeno de caudillismo.” Pero tres cuartas partes de su artículo tratan precisamente de presentar a Chávez como un mero caudillo, un autoritario, sino un fascista abierto. Habla de que Chávez está “apretando las tuercas de la dictadura y lanzándose desenfrenadamente a las expropiaciones,” de la “destrucción del estado burgués” y demás. Esto sería suficiente para hacer que se pararan los pelos de los respetables burgueses brasileños. Pero estoy convencido que muchos trabajadores y campesinos brasileños verán las cosas desde una óptica diferente.
Usted se queja de las medidas tomadas contra RCTV, la cadenca televisiva de ultra-derecha que participó activamente en la preparación del golpe de estado de abril del 2002. No estoy familiarizado con las leyes que rigen los medios de comunicación de masas en Brasil, pero puedo decir lo siguiente. E mi propio país (que generalmente se considera que tiene una larga tradición democrática), si una cadena televisiva apoyara activamente acciones sediciosas, incluyendo la apología del asesinato del jefe de estado, se le revocaría la licencia inmediatamente y los responsables serían encarcelados.
Usted anticipa ansiosamente "El declive inexorable del chavismo será amargo, dramático, tal vez sangriento". Sí, durante años todos los reaccionarios en el Norte y en el Sur de América han estado esperando esto. Pero en cada etapa sus esperanzas se han visto frustradas por el movimiento de los trabajadores y campesinos de Venezuela.
¿Puede ser que esta vez las esperanzas de los imperialistas estén justificadas? Es imposible contestar. La revolución venezolana, como todas las revoluciones, es una lucha de fuerzas vivas. Puede estar influida por muchos factores, como la actual crisis económica mundial, el agotamiento de las masas después de más de una década de lucha, la enorme presión del imperialismo y, por último, pero no menos importante, los errores de los dirigentes.
Usted dice que la duración del chavismo “dependerá esencialmente de la dirección de la política exterior del nuevo gobierno brasileño”. ¿Cual es el significado de esta afirmación críptica y misteriosa? Usted critica al gobierno de Lula por no sumarse a los ataques a la revolución bolivariana. Usted afirma: "En nombre de los intereses del chavismo, el presidente brasileño ha desaprovechado la oportunidad de una cooperación estratégica con Barack Obama". (El énfasis es mío, AW).
El odio de los imperialistas hacia Hugo Chávez no tiene nada que ver con su supuesto “autoritarismo” (¿desde cuando a Washington le han asustado los regímenes autoritarios?). El motivo es porque se ha levantado de manera valiente ante ellos y ha negado a las grandes compañías multinacionales el derecho a continuar con su expoliación incontrolada del petroleo venezolano. Durante generaciones, el imperialismo estadounidense ha ejercido un dominio brutal sobre el continente americano, explotando a sus pueblos, agotando sus recursos, interfiriendo en sus asuntos internos, derrocando gobiernos democraticamente elegidos e instaurando dictaduras.
La burguesía brasileña está bastante satisfecha con poder jugar el papel de chico de los recados del imperialismo, de agentes locales de las grandes multinacionales americanas. Odian a Hugo Chávez por el mismo motivo que sus amos en Washington. Pero cuando los obreros y campesinos brasileños ven lo que está sucediendo en Venezuela dirán: !gracias a Dios que alguien está dispuesto a desafiar a estos vampiros! Y añadirán: ¿cuando vamos a hacer algo similar en Brasil?
Brasil, con su enorme población y vastos recursos, está destinado a jugar un papel clave en moldear el futuro de América Latina. El pueblo de éste gran país debe decidir qué tipo de gobierno quiere y en qué tipo de sistema quiere vivir. El voto masivo por Lula muestra que el pueblo brasileño quiere un cambio fundamental – lo mismo que el pueblo venezolano.
Estoy firmemente convencido que el futuro de Brasil, de América Latina y del mundo entero, solo puede ser el socialismo – no la caricatura burocrática del estalinismo, sino una democracia socialista sana y vibrante, en la que la tierra, los bancos y las principales industrias estén en manos del estado, y el estado esté en manos del pueblo trabajador
Es el gran mérito de la revolución bolivariana el haber mostrado a los pueblos de América Latina que es posible que las masas provoquen un cambio fundamental a través de un poderoso movimiento desde abajo. Los trabajadores han demostrado que es posible tomar control de las fábricas y dirigirlas bajo control obrero.
Es el gran mérito de Hugo Chávez que estuvo dispuesto a decirle al mundo entero que la única alternativa ante la humanidad es socialismo o barbarie. Puedo entender, señor Magnoli, que no le guste este mensaje. Pero eso no quiere decir que no sea cierto.
Para terminar, usted dice que "incluso Woods debe estar rezando secretamente por el triunfo de Dilma Rousseff". Hace ya mucho tiempo que yo haya rezado por algo, sea en secreto o en público, pero huelga decir que voy a apoyar a la candidata del PT contra los partidos de la derecha burguesa, igual que huelga decir que voy a apoyar al PSUV en Venezuela contra la oposición contrarrevolucionaria.
Pero así como en Venezuela voy a luchar porque el PSUV lleve a cabo un programa auténticamente socialista, igualmente en Brasil espero que la candidata del PT, elegida por los votos de los obreros y campesinos, lleve a cabo una política en interés de quienes la eligieron, y no en los del imperialismo de EE.UU. y de los capitalistas de Brasil. Y no hay nada secreto en eso.
Londres, 10 de febrero de 2010
Fuente: In Defence of Marxism