Se cumplen 29 años de los Acuerdos que le dieron fin a una guerra sangrienta en El Salvador. Hoy que el oficialismo trata de desvirtuar está historia, los revolucionarios debemos dejar claro qué defendemos y que rechazamos de estos acuerdos.
Para empezar, hay que tener en cuenta que este acuerdo significó el final de años de oscuridad, sangre y muerte para las clases trabajadoras, donde el Estado salvadoreño a través del Ejército, Policías, los Escuadrones de la Muerte y otros órganos represores financiados por años por los EEUU desataron una sangrienta guerra contra la guerrilla y el mismo pueblo. Quienes realmente ponían los muertos, era siempre el pueblo explotado. Por lo tanto el simple cese al fuego significó un paso y uno muy grande.
Los acuerdos permitieron la desaparición de órganos represivos del Estado como la Guardia Nacional, Policía Nacional, Policía de Hacienda y los Escuadrones de la Muerte responsables de actos atroces, de masacres y el asesinato de niños, mujeres y hombres indefensos e incluso el asesinato de Monseñor Romero. Con los Acuerdos, la dominación de la clase dominante pasó de una forma violenta a una forma más sutil, las desapariciones, la persecución y los asesinatos de civiles por el Estado disminuyeron y la izquierda pudo participar en procesos electorales, pasamos de la bota militar a la mano de seda de la democracia burguesa.
Se puede criticar muchos puntos sobre los acuerdos, desde un punto de vista de clase hay muchísimas tareas pendientes, por la cuales debemos luchar. Por ejemplo hay que tener siempre en cuenta que en los acuerdos no se conquistó la paz y tampoco se pasó a la democracia, como se nos dice.
Pues seguimos en un país realmente violento, con una explotación miserable, niveles de exclusión elevados, pobreza extrema, y los pobres no somos parte de las decisiones políticas del país. Se nos llama cada tres o cinco años a elegir a quienes queremos poner en los gobiernos para que hagan las leyes que benefician a los ricos, esto no puede ser la democracia y tampoco la paz por la que miles de combatientes entregaron su vida combatiendo. Estos escenarios están muy alejados de lo que realmente soñaron nuestros combatientes. Hay democracia, pero una democracia a la medida de los ricos, de los responsables de las miles de muertes en el pasado, democracia para los ricos y opresión para los pobres.
Por tanto, retomamos el enorme legado de los héroes mártires de la guerra civil, que ofrendaron su vida para que nosotros tuviéramos una sociedad distinta. La sociedad que tenemos no es ni por cerca, la sociedad por la que ellos y ellas lucharon, pero no sé puede negar que las condiciones que nos legaron, son ahora más favorables para la lucha y esto debemos conmemorarlo como revolucionarios. Además su legado histórico, es un arsenal invaluable para las futuras generaciones revolucionarias, sin el estudio de su lucha es imposible conquistar una sociedad distinta.
El intento de la clase dominante y del gobierno de Nayib Bukele en la actualidad por desvirtuar y borrar de la memoria colectiva de estas conquistas, tienen la intención de negar y desaparecer cualquier atisbo de la idea de que un día un pueblo heroico se alzó contra el régimen, contra los poderosos oligárquicos que estaban mejor preparados para una guerra de tal magnitud. El pueblo demostró no solo valentía, sino también capacidad de dirigir, de organizar, de gestionar, de producir y auto sostenerse a pesar de la miseria que la guerra le imponía. Este hecho sin duda, es lo que más temen las clases opresoras, reconocer que un día el pueblo organizado pudo rivalizar al poder del régimen, que luego de años obligaron a la oligarquía a negociar un cese al fuego y conquistar demandas que hoy debemos defender.
Los revolucionarios luchamos por una sociedad distinta, por una sociedad socialista, el alzamiento del pueblo en el pasado, su osadía, sus triunfos, pero también sus errores y fallas son nuestras mejores armas para luchar contra el capitalismo en la actualidad, para evitar otro baño de sangre. Solo el reconocimiento de nuestra memoria y la asimilación del proceso en su conjunto podrán brindarnos las armas para conquistar una sociedad diferente y así heredar a las futuras generaciones una sociedad, libre de explotación, de opresión y violencia, una sociedad realmente humana.
Sí, hay muchas tareas que completar, pero también hay muchas conquistas que defender y conmemorar.
Por nuestras conquistas
Por nuestra memoria revolucionaria
Por nuestros mártires y héroes
¡Completemos las tareas pendientes de la gesta revolucionaria del pasado!
¡Avancemos hacia el socialismo por nuestros mártires y héroes de los 70, 80 y 90!