En medio de turbulencias de la economía mundial, el país se encuentra en vísperas del default y para “evitarlo” se procede a un mayor endeudamiento pautado con el FMI.
La sucesión de corridas cambiarias en los últimos meses tuvo como escenario la suba de las tasas de la Reserva Federal yanqui, que jugó como una poderosa aspiradora, absorbiendo los capitales volátiles que aterrizan a quien mejor pague y brinde mayor seguridad, y a la crisis mundial que acelera los ritmos de caída de la economía de Argentina como también de los países llamados emergentes.
La totalidad de los representantes políticos del régimen capitalista y los asesores del FMI no discuten si es posible entrar en default o no, sino cuándo el país entrará en cesación de pagos. La economía se encuentra literalmente paralizada, tasas de créditos con un costo final del 70% resultan sencillamente inalcanzables, con un funcionamiento de la industria por debajo de 2001 llegando a porcentajes que apenas pasan el 60%.
Como consecuencia, los salarios y las mesas obreras se encuentran al borde de la pulverización, el peso resulta papel mojado a la hora de acceder a la canasta básica de alimentos.
Impuestos y servicios al ritmo de los tarifazos. La salud pública cayendo como un bólido a niveles impensados. Apertura sin más de las importaciones, inflación descontrolada, pérdida de empleos, disparada del dólar a $40 – que en tan solo tres días devaluó el salario en un 25%-, es la realidad de un país que su deuda pública y privada llega al 70% del PBI.
La corrupción
Los acontecimientos políticos que involucró a un abanico de ex funcionarios del anterior gobierno en casos de corrupción ligado a la obra pública destapó la mugre del conjunto de capitalistas. La misma que brota a cada paso y momento y se estrella en la cara y en la vida de millones de trabajadores y sectores populares. Así el velo de esta “democracia” de ricos y para ricos, comienza a correrse lentamente.
Esta suciedad de las coimas, sobreprecios y arrepentidos no puede tapar la inmensidad de reclamos que levantan los trabajadores privados y estatales, y así las luchas obreras y populares acrecientan la temperatura social.
¡Damos batalla!
Las movilizaciones se suceden días tras días, CABA se encuentra asediada por los reclamos de los diferentes sectores en lucha de estatales, privados y movimientos sociales.
En las últimas semanas, vivimos movilizaciones que demuestran que los trabajadores y la juventud tienen una inmensa voluntad de lucha. El 8A encontró a cientos de miles de personas que salimos a las calles por el aborto legal, con el movimiento de mujeres a la cabeza; luego protagonizamos el 30A de docentes y estudiantes alrededor de la gran huelga universitaria y en defensa de la universidad pública, gratuita y laica.
En Córdoba, el sindicato de Luz y Fuerza movilizaron 20 mil obreros contra la privatización de Epec y en defensa de los salarios y el convenio colectivo del histórico gremio cordobés. En la misma Córdoba más de 100.000 docentes, estudiantes y obreros marchaban por la defensa de la Educación Pública Gratuita y Laica. Los obreros del Astillero Río Santiago protagonizan varios paros y movilizaciones y marcharon junto a docentes y estudiantes en La Plata y ciudad de Buenos Aires, en los últimos días lograron con la ocupación de Astilleros, imponer una reunión con los gerentes y arrancar un compromiso de suministros para que Astilleros siga funcionando.
Los obreros del Sutna iban al paro general de 24 horas por el reclamo del 30%. Los despidos masivos de Agroindustria y las amenazas en el Enacom, terminaron disparando una movilización.
Las 57 Universidades del país resultaron un elemento distintivo de la lucha y su respuesta al ajuste al gobierno de Cambiemos. En todos los casos, se debatieron y votaron consignas políticas contra el gobierno, el FMI y su ataque a la ciencia y la universidad pública. La participación estudiantil se ha amplió a Rosario, Córdoba y Ciudad de Buenos Aires y se sumaron a los sectores docentes de la educación universitaria y de la educación básica y terciaria, representando los batallones ligeros del enorme ejército de trabajadores que están prestos a dar pelea, jugando como un aglutinante del conjunto de las luchas.
La clase dominante aprende el repertorio
El 2001 fue una inmensa y profunda rebelión popular, el grito de que ¡se vayan todos!, suena aún en los oídos de las masas.
Pero también suena en los oídos de la burguesía y de sus representantes políticos, ambos han aprendido la lección. ¿Qué han aprendido? Esta lección les ha enseñado que no quieren otra explosión social. Por haber aprendido la lección, se encuentran codo con codo en un gran frente común, un gran acuerdo nacional -con matices y diferencias-, con el solo objetivo de sostener a Macri que llegue al 2019. Las clases explotadoras necesitan de la dominación política para mantener la explotación, es decir, en provecho egoísta de una insignificante minoría contra la inmensa mayoría del pueblo trabajador. ¡Sacarlo con los votos es su premisa!
Un gran temor y pánico recorre a los representantes y a la propia clase dominante, un Fantasma recorre Argentina: el Fantasma de las Asambleas Populares, el Fantasma del quiebre de la gobernabilidad, del descredito de las Instituciones de la burguesía: Parlamento, Justicia, Ejecutivo, etc. Y que las masas irrumpan y se organicen nuevamente la clase obrera y la juventud, los desocupados y los movimientos sociales en las calles.
¿Qué necesitamos?
Hoy, a diferencia del 2001, la clase obrera y sectores populares no cargan con la derrota de los ’90. Pero a diferencia de ese momento, hoy, existe una “oposición viable” ante los ojos de grandes sectores de masas; y esa “oposición” está en manos del kirchnerismo, ¡el mismo que aporta al operativo 2019!
A ellos se suma todo el arco político que va desde los gobernadores peronistas, pasando por masistas y demás “opositores” que sostienen a Macri hasta el 2019. Pero hay más, en el operativo 2019, encontramos a todo el arco sindical. Desde Gordos e Independientes, pasando a los sindicatos kirchneristas, tanto unos como otros conteniendo las luchas.
Pero de los que se trata es de potenciar los reclamos de las masas, hasta derrotar a Macri y el acuerdo con el FMI. Potenciar lo que se encuentra a flor de piel en las masas, lo que anida en el corazón de millones de trabajadores y de la juventud, y que sigue flotando desde el 2001 ¡que se vayan todos!
El gran acuerdo nacional para sostener la gobernabilidad intenta empujar la situación hacia un impasse, pero la fuerza del ajuste llevará nuevamente a las masas a las calles.
La crisis es hoy, el hambre, los salarios a la baja y la desocupación también. La educación y la salud están siendo arrasadas y el 2019 está muy lejos.
Se trata de desarrollar lo que ya está en funcionamiento, las asambleas en Astilleros, así como las de Telam, las de Fabricas Militares y la de los docentes de educación básica, terciaria y universitaria; desarrollar lo que anida en la práctica cotidiana de los millones de trabajadores: las asambleas, las mismas que definen las medidas de lucha en nuestro trabajo y nuestras fábricas.
Las mismas que deben dar un paso más, en la perspectiva de tomar el poder y transformarse en órganos que concentren en sus manos el poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial que definan un programa de gobierno, decidido democráticamente y que ponga al servicio de la mayoría los resortes fundamentales de la economía, gestionada y controlada por la clase obrera y sectores populares.
El 2001 nos enseñó también que ¡el que se vayan todos debía seguir!
¡Fuera Macri y el FMI!
¡Fuera el Parlamento del ajuste y la entrega!
¡Por un gobierno de los trabajadores!