Por Oleg Bulaev – CMI Rusia
Las elecciones del fin de semana en Rusia trajeron un resultado significativo, con el Partido Comunista como principal fuerza de oposición. Este artículo fue escrito en vísperas de estas elecciones, pero ya anticipó el resultado, donde explica las circunstancias en que se celebraron. En próximos días, proporcionaremos un balance detallado de los resultados de estas elecciones y de los tormentosos procesos que están por venir en Rusia.
Las actuales elecciones en Rusia han estado marcadas por la campaña más sucia desde hace décadas. Después de haber declarado extremistas a los partidarios del líder de la oposición liberal, Alexei Navalny, el régimen de Putin ahora ha volcado toda la fuerza de su aparato de propaganda y policía contra el Partido Comunista.
Contra la voluntad del líder Gennady Ziuganov, el Partido Comunista de la Federación de Rusia se está convirtiendo en un punto focal de la oposición al régimen, alrededor del cual se están reuniendo todas las corrientes, tanto liberales como de izquierda.
En estas condiciones, la necesidad de ideas marxistas y de un programa comunista claro está creciendo dentro del partido. Se puede decir con confianza que los resultados de estas elecciones determinarán fundamentalmente el lugar del Partido Comunista en el proceso político ruso durante los próximos años.
Cómo hemos llegado a este punto
Las próximas elecciones a la Duma estatal de la Federación de Rusia prometen convertirse en un importante punto de inflexión en el desarrollo del régimen político que ha existido en Rusia desde 1993, y en la situación sociopolítica general. El momento actual está marcado por varias tendencias importantes.
En primer lugar, el proceso que estaba tomando forma gradualmente en la Rusia postsoviética, a saber, la concentración de poder y la protección de los intereses del capital oligárquico nacido en los años 90, se ha desarrollado ahora en su forma final y más completa. Esto coincide con un colapso de la confianza en el sistema por parte de las masas.
Este sistema, que comenzó a surgir tras el golpe militar yeltsinista de 1993, finalmente se fusionó en tres partidos parlamentarios: Rusia Unida, LDPR y Rusia Justa, los cuales dominan por completo la escena política de Rusia en la actualidad. Desde los años 90, han estado subordinados sin ambigüedades e, incuestionablemente, a la voluntad del poder ejecutivo y del gran capital, con líderes bonapartistas y autoritarios como Vladimir Putin a la cabeza.
El presidente y sus perros falderos parlamentarios son los administradores decididos y defensores rabiosos de los intereses de las grandes empresas. El dominio del capital oligárquico y la concentración del poder político en manos de la camarilla de Putin se consolidaron aún más con el referéndum constitucional de junio-julio de 2020, que permitió a Putin postularse para períodos presidenciales adicionales.
La autoridad de Putin se basa en el aparato de seguridad del Estado ruso. Pero durante un tiempo también pudo depender de su popularidad personal, que tenía sus raíces en sus primeros días como presidente, tiempos en los que Rusia vivió un crecimiento económico como consecuencia de la profunda crisis económica de los años 90 tras el colapso de la Unión Soviética. Sobre esta base, una gran parte de la población mantenía la ilusión de que Putin era un «buen zar» rodeado de «boyardos malvados». Sin embargo, la crisis del capitalismo ruso está haciendo que la absoluta podredumbre del régimen de Putin sea cada vez más imposible de ignorar.
Parte de la oposición liberal, en la persona de Navalny, realizó investigaciones sobre la corrupción personal de Putin y su séquito. Esto ayudó a socavar la imagen propagandística de Putin como un «líder nacional ascético». La imagen completa de la enorme polarización de clases de la sociedad rusa, donde la terrible pobreza extrema de la mayoría de los trabajadores coexiste con las opulentas vidas de la clase dominante y el presidente, está emergiendo a la vista de todos.
A estas revelaciones se superpone el colosal empobrecimiento de la población trabajadora, combinado con el aumento desenfrenado de los precios de los bienes de consumo básicos. A finales del año pasado, según Rosstat, una cuarta parte de la población gastó la mayor parte del presupuesto familiar en necesidades básicas, como alimentos, facturas de servicios públicos, etc. En segundo lugar, en el primer trimestre de 2021, el número de préstamos de nómina vencidos pasó de 5 millones de deudores a 7 millones.
Estos dos hechos están claramente relacionados, ya que en la mayoría de los casos los préstamos tomados a través de tarjetas de crédito o microcréditos se utilizan para cubrir la vivienda y la alimentación de las familias, que antes eran provistas por los salarios de los hogares. En un corto período, millones de trabajadores se han visto obligados a recurrir a préstamos de adelanto de sueldo solo para sobrevivir, y ahora no pueden pagarlos en su totalidad, ya que el nivel real de sus salarios está cayendo cada vez más bajo, atándolos de pies y manos cada vez más con los bancos.
Esto explica la creciente comprensión de las masas sobre la esencia del capitalismo en sí. Represión, pobreza, degradación, desesperanza y estancamiento histórico es todo lo que los representantes de los intereses capitalistas, es decir, el presidente y la mayoría de las facciones de la Duma, pueden ofrecer al pueblo.
Es este entendimiento el que genera un creciente sentimiento de protesta entre las masas contra todo el orden existente. De momento, parece albergar ilusiones parlamentarias, o formas totalmente irracionales, pero la tendencia hacia la desconfianza radical del sistema actual está claramente madurando en la sociedad. Es inexorable e inevitablemente conducirá a un aumento generalizado de los conflictos de clases en el próximo período.
Este ambiente crea las condiciones ideales para que el Partido Comunista obtenga importantes logros electorales. Pero se enfrenta a dos obstáculos poderosos: la política conciliadora de la camarilla de Ziuganov en la dirección del partido y la represión política por parte del régimen.
Represión y trampas sucias
El primer signo obvio del creciente descontento de la gente es la colosal disminución del apoyo al partido gobernante, Rusia Unida, y sus satélites. Es más, según las estimaciones de las agencias sociológicas promovidas por el Kremlin, en la actualidad su índice de aprobación ronda el 30 por ciento.
Incluso antes de estas elecciones, el partido gobernante no pudo alcanzar el poder y la mayoría deseada en las elecciones de otro modo que recurriendo a métodos como la falsificación, la violencia policial, la manipulación de votos, la destitución de candidatos fuertes de la oposición, el soborno, obligando a los funcionarios a votar, etc…
Por el momento, están duplicando estos métodos y combinándolos con la represión directa de la izquierda más radical, así como de los sectores liberales de la oposición. Luchan con todo tipo de tácticas políticas sucias contra el único partido de oposición que opera legalmente (CPRF) y usan la pandemia como excusa para restringir el control independiente sobre el proceso de votación.
Para sacar a los candidatos más peligrosos de las elecciones, las autoridades han utilizado una serie de trampas solapadas. Se abrieron procedimientos legales por cargos de extremismo contra el miembro más famoso del Partido Comunista de la Federación de Rusia, Nikolai Bondarenko, cuyo canal de YouTube es el canal político de izquierda más grande de Rusia.
Se abrió un caso penal contra Bondarenko por “extremismo” por un vídeo que expone el manifiesto Rusia Unida, ¡publicado hace 10 años! Además, el vídeo fue calificado de extremista en 2013, es decir, dos años después de que Bondarenko lo publicara. Bondarenko tardó más de un mes en defenderse de estos cargos fraudulentos. La misma técnica se utilizó anteriormente contra el diputado de Tyumen Yukhnevich, quien planeaba ser nominado como candidato al parlamento. Tuvo menos suerte que Bondarenko, ya que fue multado y deshabilitado. La lista continúa.
Además, con el fin de socavar las actividades del Partido Comunista tanto como sea posible, la policía detiene regularmente a los simpatizantes del partido y los somete a multas administrativas y arrestos cuando asisten a manifestaciones y se reúnen con candidatos. Por ejemplo, el 29 de julio, un miembro de la Corriente Marxista Internacional (CMI) en Moscú fue detenido por la policía en un mitin junto con otros 30 participantes acusados de violar las reglas para la celebración de eventos públicos. Tales detenciones en Rusia pueden tener graves consecuencias: una persona detenida tres veces puede enfrentar cargos penales.
En estos ejemplos, vemos una expresión práctica del miedo de las autoridades a los comunistas. En particular, lo que temen es que el Partido Comunista, o elementos dentro de él, se convierta en un punto focal para la lucha de clases, que se está gestando bajo la superficie de la sociedad.
¡Luchar en un frente único!
Este hostigamiento y represión estatal solo refuerza nuestra determinación, y la de la izquierda en el Partido Comunista, de luchar contra el régimen de Putin y por un futuro socialista.
Con ese espíritu, cada semana, Valery Rashkin y varios diputados de izquierda realizan una manifestación en el centro de Moscú contra la represión política y el gobierno existente. Los simpatizantes de la CMI participan regularmente en ellas, distribuyendo nuestro periódico y folletos entre la audiencia. Bajo el impacto de la represión, cada vez más miembros del Partido Comunista de la Federación de Rusia y del Komsomol se están abriendo a nuestras ideas.
Los marxistas también se han aprovechado del plano electoral para difundir nuestro programa. En Tver, el miembro de la CMI, Georgy Jovansky, ha sido elegido para presentarse al consejo de la ciudad por el Partido Comunista. Y en Moscú, a pesar de nuestras fuerzas limitadas, jugamos un papel activo en las campañas de dos candidatos del Partido Comunista de la Federación de Rusia que son representantes de los sindicatos universitarios, Mikhail Lobanov y Nikolai Volkov. Hoy, en sus distritos electorales, tienen una oportunidad real de derrotar a los lacayos de Putin.
Como parte de la campaña de Volkov, la CMI organizó una gran manifestación anticlerical en el distrito moscovita de Zyuzino. Nuestro camarada Volkov y un diputado independiente del consejo local, Konstantin Yankauskas, pudieron participar en los discursos. Este exitoso encuentro se logró a pesar de la orden que dieron las autoridades a los trabajadores de servicios públicos locales de derribar nuestros carteles.
Todo esto no significa que nos hayamos limitado a las campañas electorales de los candidatos comunistas de izquierda. Hemos utilizado estas elecciones como plataforma para promover nuestra política revolucionaria. Por ejemplo, en una gran manifestación en el centro de Moscú el 15 de agosto, pedimos al Partido Comunista que llevara a cabo un programa coherente basado en el legado de la Revolución Rusa: la nacionalización completa de los medios de producción y la organización de una economía democráticamente planificada; la sustitución de la policía por una milicia obrera; la expropiación total de los oligarcas y los mayores monopolios rusos bajo el control del pueblo trabajador, y la liberación de los presos políticos de izquierda reprimidos.
Estas ideas están recibiendo un eco importante entre las capas más decididas y militantes del movimiento comunista.
¿Qué sigue?
Ya está claro que estas elecciones aguardan un nivel de fraude sin precedentes. Como escribimos anteriormente, desde 1996 no ha habido una campaña tan sucia de difamación y mentiras dirigidas contra la oposición comunista. Todo esto se debe a que la clase dominante ve, a pesar de la continua apatía política relativa, que las simpatías del pueblo se inclinan lenta pero decididamente hacia la izquierda.
Así se pudo ver en una encuesta reciente, que indica que casi dos tercios de los rusos (62 por ciento) afirman que su sistema económico preferido es la planificación y distribución estatal. Este es el nivel más alto de aprobación jamás registrado. Por el contrario, el 24 por ciento se inclina hacia un sistema basado en la propiedad privada y las relaciones de mercado.
Además, poco menos de la mitad de los rusos (49 por ciento) dijeron que preferirían el sistema político soviético. Esta es la proporción más alta registrada desde principios de la década de 2000. Solo el 18 por ciento eligió el sistema político actual, una cifra que se ha reducido a la mitad desde 2015. Mientras tanto, tan solo un 16 por ciento cree que el mejor sistema político es la “democracia de los países occidentales”.
¿Cómo planea responder la dirección del Partido Comunista a la represión política intensificada a la que se enfrentan? Anunciaron con anticipación que planeaban realizar protestas en todo el país. Hemos escuchado esto antes. De hecho, hemos estado escuchando esto durante los últimos 10 años. Al final, se ha reducido a mítines únicos, donde se pronunciaron grandes palabras que no llevaron a ningún resultado práctico. Para la camarilla de Ziuganov, el significado de estos hechos es dar rienda suelta al creciente ánimo de protesta para luego traicionar a los trabajadores, como hemos visto muchas veces. Si no fuera por la actitud conciliadora y poco entusiasta de los altos dirigentes del Partido Comunista de la Federación de Rusia, podríamos incluso hablar de una posibilidad real de una mayoría comunista en la Duma actual, aunque no absoluta.
Hay figuras más decididas y sinceras como Rashkin, Bondarenko, etc. Sin embargo, a pesar de todo su radicalismo, se restringen firmemente al marco de la política burguesa institucional, y por tanto, en última instancia, no ofrecen una verdadera vía alternativa hacia adelante.
Nuestra tarea como marxistas es participar en las protestas del Partido Comunista, pero también les decimos a los trabajadores que los actuales dirigentes del partido los traicionarán, como lo han hecho en el pasado. ¡La única solución es restablecer el Partido Comunista sobre la base de las verdaderas ideas marxistas y leninistas, con la reintroducción de un programa socialista revolucionario!
La crisis del capitalismo ruso se refleja dentro del Partido Comunista, que es visto por una capa creciente como el principal punto de oposición a Putin en el frente político. A pesar de las limitaciones de sus dirigentes, el partido ha reunido a su alrededor a los elementos más militantes y progresistas de la sociedad. Luchando junto a los candidatos del Partido Comunista en estas elecciones y defendiendo las tradiciones genuinas del Partido Bolchevique, podemos ganar lo mejor de estos elementos para las ideas del marxismo revolucionario.