Desde la Corriente Marxista Internacional saludamos el ampliado de la FSTMB. Ahora más que nunca, frente a la difícil coyuntura que atraviesa el país, es necesario extraer las tendencias fundamentales que la caracterizan y traducirlas en un plan de acción. Confiamos con que el ampliado del sector decisivo del proletariado boliviano sepa cumplir con esta tarea.
Desde la Corriente Marxista Internacional saludamos el ampliado de la FSTMB. Ahora más que nunca, frente a la difícil coyuntura que atraviesa el país, es necesario extraer las tendencias fundamentales que la caracterizan y traducirlas en un plan de acción. Confiamos con que el ampliado del sector decisivo del proletariado boliviano sepa cumplir con esta tarea.
La crisis mundial del capitalismo no está afectando la principal fuente de ingresos del Estado, los hidrocarburos, que depende fundamentalmente del desenvolvimiento de las economías de Brasil y Argentina y mantiene a flote la economía nacional justificando las políticas gubernamentales. Sin embargo las bruscas oscilaciones de precios y la contracción de mercados generan situaciones de crisis en otros sectores productivos, que desincentivan las inversiones y se convierten en nueva presión ejercida sobre el movimiento obrero mientras provocan una siempre más profunda diferenciación en líneas de clase en el campesinado.
El gobierno sigue implementando medidas que podemos enmarcar en un capitalismo de Estado, justificado como etapa “transitoria” al socialismo. La parcial nacionalización de recursos y empresas de servicio, asimismo la creación de empresas productivas de Estado, ha permitido una redistribución de la riqueza hacia los estratos más pobre de la población. Sin embargo los medios de producción siguen en manos de una especuladora burguesía nacional y de multinacionales, que acaparran la cuota mayor de la riqueza nacional en la forma de lucro, indemnizaciones, intereses a la deuda pública interna, inflación, incentivos y subvenciones a la producción, contrabando etc.
En la medida en que el Estado se hace cargo solo de sectores marginales de la producción e interviene en los sectores estratégicos solo para incentivar la iniciativa privada, la carga principal de los planes de desarrollo es sobrellevada por la clase obrera, los beneficios mayores son acaparrados por empresarios nacionales y multinacionales, mientras se acentúan las tendencias populistas en el gobierno y la independencia de la burocracia estatal frente a los movimientos y organizaciones sociales en general, a la clase obrera y el campesinado pobre en particular.
Este es el fondo de clase de los conflictos que atraviesan el país. Que la derecha intenta capitalizar aprovechando: a) las escisiones en el movimiento de masa y la defensa de intereses corporativos que el mismo gobierno fomenta con políticas desacertadas, como en el caso del TIPNIS y de salud; b) la ausencia de una alternativa con carácter de masa para la reconducción socialista del proceso.
Las manifestaciones de apoyo al gobierno (Cochabamba, Tarija) han venido principalmente de sectores de la burocracia pública y cocaleros, que comparten con multinacionales y terratenientes los mismos intereses a un mayor control de los sindicatos y a la ampliación de la frontera agrícola, en desmedro de la productividad agrícola y del campesinado pobre. Esto inevitablemente prepara nuevos y más agudos conflictos, aunque por el momento oculta tras el apoyo al gobierno las contradicciones en el campesinado, sin dejar de debilitar al proceso.
Subjetivamente, hace falta el mismo papel activo de la clase trabajadora que fue fundamental en las jornadas de Octubre de 2003 para plasmar una Agenda en que se reconociesen los diferentes sectores sociales, bajo la consigna de la nacionalización y la industrialización de nuestros recursos. Y que sirva realmente a evitar infiltraciones de la derecha y a definir los contornos de la lucha de clase en el país.
El documento aprobado en el Congreso de la COB en Tarija representa un enorme paso adelante en este sentido. El proletariado minero está haciendo carne de la propuesta estratégica de la completa nacionalización de los recursos y la reactivación del aparato productivo a partir del Estado. Lo demuestra el caso de los mineros de Colquiri y también de la lucha contra los retiros del sindicato de Tres Amigos en Potosí, cuyos activistas reivindicaban las Tesis de Pulacayo en su movilización.
Actualmente esta propuesta estratégica es la única realmente capaz de ir al fondo de las contradicciones del proceso, sin quedarse en la superficie donde proliferan los intentos de la derecha de instrumentalizar la protesta social. Como ocurre evidentemente tanto con la marcha por el TIPNIS que en el conflicto en salud.
La posición de los mineros debe ser por la afirmación de la independencia de clase del proletariado, lo cual en el actual coyuntura solo es posible en base a la autónoma capacidad de iniciativa para pasar “del apoyo [al gobierno del MAS] a la participación efectiva, orgánica y militante para avanzar hacia un proceso socialista” (documento de Tarija). Es necesario
- Preparar y organizar desde el sector minero una movilización nacional para la nacionalización sin indemnización y bajo control obrero de los principales recursos del país, como planteado en el documento político del congreso de Tarija. Para que esta consigna se convierta en el eje de la movilización popular (por el salario, el control de los recursos y contra la burocratización), resaltando las contradicciones internas al gobierno y el MAS y elevándose como dique contra la derecha, el oportunismo y el sectarismo. Esto debe servir también a preparar el proletariado minero a la tempestad que se aproxima con la tendencia generalizada a la baja de los precios de los minerales y las inevitables agudizaciones de la lucha que esto conllevará;
- Hacer de este eje el fulcro articulador de alianzas sociales, promoviendo desde las bases asambleas populares, cumbres sociales, comités de lucha, a los cuales puedan adherirse corrientes, militantes políticos y sectores sociales huérfanos de dirección y norte político;
- Intervenir en las contradicciones en las filas del campesinado, exigiendo una política de industrialización y dotación de insumos a favor de las comunidades agrarias; por un verdadero poder para el campesinado pobre de determinar las políticas agrarias del país; por la definitiva liquidación del latifundio; por la subvención a la producción y al consumo de las comunidades agrarias.
¡Viva la vanguardia minera del proletariado boliviano!
¡Viva la FSTMB!
Fuente: El Militante – Bolivia
15 de mayo de 2012