El anuncio del posible ingreso de Bolivia al Mercosur está suscitando un debate digno del que dividió proteccionistas y librecambistas en los primeros años de la vida republicana de Bolivia. Esta analogía histórica nos permite concluir: como ni el proteccionismo ni el librecambismo removieron las causas últimas del subdesarrollo de Bolivia, fortaleciendo en cambio la opresión nacional y la explotación; al igual hoy para el movimiento obrero la única posición posible para defender realmente sus intereses es una perspectiva revolucionaria e internacionalista.
El anuncio del posible ingreso de Bolivia al Mercosur está suscitando un debate digno del que dividió proteccionistas y librecambistas en los primeros años de la vida republicana de Bolivia. Esta analogía histórica nos permite concluir: como ni el proteccionismo ni el librecambismo removieron las causas últimas del subdesarrollo de Bolivia, fortaleciendo en cambio la opresión nacional y la explotación; al igual hoy para el movimiento obrero la única posición posible para defender realmente sus intereses es una perspectiva revolucionaria e internacionalista.
La posición comercial de Bolivia
En la última década las exportaciones de Bolivia se han sensiblemente modificado en cuanto a rubro y destino. Los mercados europeos, que en 2000 absorbían el 33% de nuestras exportaciones, han declinado hasta un 8% en 2012. El intercambio comercial de Bolivia es ahora siempre más orientado hacia Sudamérica (65%) y a los productos tradicionales – hidrocarburos y minerales – que representan hoy el 81% de nuestras exportaciones (eran el 48% en 2000).
La menor dependencia de Bolivia de los mercados europeos y norteamericanos, en fin su baja inserción en el mercado mundial, es una de las razones por las cuales la crisis en estas áreas no ha tenido un efecto desestabilizante en nuestro país. Sin embargo se puede decir que el desarrollo de Bolivia se está convirtiendo siempre más en una variable dependiente del desarrollo de las economías más fuertes de la región, Brasil y Argentina, con las cuales, excluyendo las materias primas, Bolivia tiene un déficit comercial de aproximadamente 2 mil millones de dólares. Estas economías dependen en larga medida de los mercados asiáticos, cuyo desarrollo es a su vez vinculado al de Norteamérica y Europa. La cadena esta vez se está rompiendo en el eslabón más fuerte y las repercusiones – como se ve por ejemplo en la reducción de las tasas de crecimiento chinas – se profundizarán a medida que la crisis se profundice.
Dentro de Sudamérica, Bolivia es miembro titular de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), que permite la libre circulación de mercancías sin gravámenes arancelarios entre nuestro país, Colombia, Ecuador y Perú. Al mismo tiempo, Bolivia reconoce preferencias arancelarias a los productos procedentes de los países del Mercado Común del Sur (Mercosur), es decir Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela. El comercio con la CAN absorbe el 33% de nuestras exportaciones no tradicionales, excluyendo hidrocarburos y minerales. El temor que un ingreso de Bolivia al Mercosur haga perder estos mercados sin sustituirlos ha sido expresado de manera transversal por empresarios y trabajadores, exponentes del oficialismo y de la oposición.
CAN vs. MERCOSUR
El mayor dinamismo de las economías del Mercosur– junto a factores políticos – ha hecho crecer del 157% las exportaciones bolivianas no tradicionales hacia estos países. Si bien es cierto que – excluyendo siempre el gas – Bolivia mantiene un déficit comercial con los países del Mercosur de más de 2 mil millones de dólares, es también cierto que ahora el Mercosur absorbe el 26% de las exportaciones no tradicionales de nuestro país.
Por otro lado no se puede realmente decir que la permanencia en la CAN desde el punto de vista estrictamente económico haya solo beneficiado a Bolivia. El activo comercial de Bolivia con los países de la CAN es sobre todo por la agroindustria, principalmente de oleaginosas como la soya. Desde 2010 en nuestro país rige un nuevo sistema de aranceles para las importaciones con un gravamen del 35% para los productos de la industria textil y del cuero. Esta medida debía servir a proteger la manufactura nacional, pero cómo este gravamen arancelario no puede aplicarse integralmente a los países de la CAN, solo ha servido a sustituir las importaciones de otras partes del mundo con importaciones desde los países andinos, principalmente el Perú con el cual – solo en el sector textil – Bolivia tiene un déficit comercial de 30 millones de dólares.
Es muy probable que, ante esta situación, el gobierno intente negociar un ingreso en el Mercosur con algunas “clausulas de salvaguardias”, de las que proliferan hace tiempo en esta “unión aduanera” siempre más desunida, para poder mantener los mercados andinos para su agroindustria. Por otro lado hay que recordar que si un ingreso en el Mercosur hace peligrar los mercados andinos, una permanencia en la CAN ahora que Venezuela es oficialmente parte del Mercosur, podría tener un efecto igualmente negativo sobre la economía nacional, ya que el solo mercado venezolano representa el 18% de las exportaciones no tradicionales de Bolivia.
La Alianza del Pacifico
Hasta aquí hemos hablados de datos económicos para tener un cuadro de la situación sin caer en el sensacionalismo de las oposiciones que ayer regalaban la industria nacional y hoy se proclaman sus defensores. Sin embargo las cuestiones en este caso son solo secundariamente económicas y principalmente políticas. Para entenderlo mejor antes que preguntarse si a Bolivia le conviene ingresar al MERCOSUR, hay que preguntarse que se propone el Mercosur invitando a Bolivia.
Tras el retiro de Venezuela en 2006, por sus diferendos con Colombia sobre la suscripción de Tratados de Libre Comercio con los EEUU, la CAN ha recibido otro duro golpe en junio de este año con la firma del acuerdo denominado “Alianza del Pacifico” entre los presidentes de Chile, México, Perú y Colombia. Este enésimo bloque regional oculta los intereses del imperialismo tras el solito discurso de la integración y la cooperación multilateral.
La Alianza del Pacifico entre países con Tratados de Libre Comercio con los EEUU, debería funcionar como un filtro a las exportaciones del Mercosur hacia los países asiáticos, cerrándole oportunamente el transito. Por esto mismo ha sido significativamente invitado también Panamá. La Alianza del Pacifico – principalmente orientada contra el liderazgo regional de Brasil – sepultará la CAN o la reducirá a simple tarifa aduanera.
El Mercosur y Bolivia
La invitación del Mercosur a Bolivia es en primer lugar una respuesta de estas maniobras del imperialismo en la región. Incorporando a Bolivia el Mercosur y principalmente Brasil mueven un primer paso hacia la Alianza del Pacifico. Esto quiere decir que desde Brasilia aumentarían las presiones para la realización de las infraestructuras del IIRSA, los corredores y ferrocarriles que unan el Atlántico al Pacifico, en la esperanza de poder atraer con estos los intereses de Lima y Santiago y de poder maniobrar con los conflictos entre las burguesías chilena y peruana aprovechando las relaciones comerciales con Chile y si, como es probable, el imperialismo no pudiera garantizar a las dos el mismo trato.
Por otro lado Bolivia representa el destino natural para la exportación y la reexportación de las inversiones extranjeras que llegan al Mercosur y son la razón principal del “milagro brasilero”. Un interesante estudio de la Fundación Tierra (M. Urioste, Concentración y extranjerización de la tierra en Bolivia, Fundación Tierra, 2011) demostraba como tres grupos agroindustriales brasileros hayan concentrado más del 10% (300 mil hectáreas) de la superficie cultivada en Bolivia. Empresarios y grupos brasileros y argentinos controlarían más de un millón de hectáreas de tierra agrícola y para ganadería en el Oriente boliviano. Esta expansión se vería naturalmente facilitada si los inversionistas del MERCOSUR pudieran contar en Bolivia con las mismas condiciones que gozan en sus países de origen.
Bolivia y el MERCOSUR
Con Venezuela que se convierte en miembro pleno del Mercosur, el creciente flujo comercial de Bolivia hacia el Mercosur, la CAN que vive un proceso de disgregación y el estancamiento de la disputa marítima con Chile. El ingreso de Bolivia al Mercosur es casi una “elección obligada” para el gobierno boliviano, la única posible para mantenerse alejado de la influencia directa del imperialismo. Como ha explicado el ministro Arce, el objetivo de aceptar la invitación del Mercosur es colocar a Bolivia en una mejor posición para la atracción de inversiones. Por las asimetrías de las economías del Mercosur esto solo quiere decir colocar a Bolivia como terreno de expansión para las multinacionales que operan en Brasil y Argentina y las burguesías de estos países. Con todas las inevitables consecuencias que vendrán, en primer lugar la agudización de la cuestión agraria – y medioambiental – en el Oriente.
Las inversiones se mantienen como el principal problema de la economía boliviana, donde se demuestra el carácter parasitario de su burguesía. El ingreso de Bolivia al Mercosur podría facilitar el flujo de inversiones pero estas se concentrarían en los sectores más dinámicos – hidrocarburos, agroindustria, construcciones y minería – proponiendo una competencia impar con los más débiles, la industria manufacturera en primer lugar que es entre todos la que genera más empleos. El único pronóstico que puede hacerse al respecto está referido al camino que toman los “procesos emancipadores” latinoamericanos.
La integración latinoamericana
En los últimos años hemos visto un florecer de organismos regionales, cada uno saludado con gran entusiasmo como el ejemplo de integración emancipadora latinoamericana, hasta que no sea fundado otro. Un balance de organismos como Unasur y CELAC (que publicamos en un anterior artículo de los camaradas argentinos) no puede que ser negativo. Aunque pueda decirse que el alcance de estos organismos haya sido frenado por gobiernos de derecha, es igualmente cierto que de estos organismos los gobiernos de derecha han salido legitimados con la retorica integracionista, como es el caso de Piñera, primer presidente de la CELAC.
En el terreno económico las cosas están todavía peor. Ya dijimos de los conflictos entre los diferentes bloques y sus móviles, queda decir que al interior de los mismos la integración es todavía una utopía en las actuales condiciones. Estos renovados impulsos a la integración suscitan entusiasmo en las masas obreras, campesinas y populares de nuestros países. Pero la razón verdadera por la cual las burguesías nacionales han abrazados la bandera de la integración es por el crecimiento de las economías latinoamericanas, particularmente de las más fuertes, las cuales empiezan a sufrir al estar enjauladas en los estrechos confines nacionales. En la medida que las economías sigan capitalistas, es decir que incluso las nacionalizaciones sirvan en última instancia a la acumulación privada de capital, los conflictos entre las diferentes burguesías nacionales son inevitables. La superposición de organismos creados unos sobre otros es el reflejo de estos conflictos.
Así para hacer solo un ejemplo, Argentina es el país más proteccionista al mundo después de EEUU, con 44 demandas (2 de Brasil) ante la Organización Mundial del Comercio. En el Mercosur se discute ahora la posibilidad de una moneda común diferente del dólar para el comercio regional. Una moneda que sea utilizada confiablemente en los intercambios comerciales podría solo ser la moneda de la economía más fuerte. Se repetiría aquí – como farsa – lo ocurrido en Europa donde el Euro fue creado sobre el marco alemán, llevando la Unión Europea a una situación próxima a la implosión entre resentimientos nacionalistas.
Dentro de una perspectiva nacionalista, los diferentes gobiernos progresistas están tomando el peligroso camino de maniobrar entre las contradicciones del imperialismo. Así por ejemplo Bolivia, ante la crisis que enfrenta los imperialismos, toma posición ofreciendo a los capitales una válvula de escape con la emisión de bonos soberanos; ante los conflictos latentes entre los países de la costa atlántica y pacifica de Sudamérica, trata de utilizar su posición geográfica para mantener su comercio con los unos y los otros. Esta apuesta a la recuperación del capitalismo antes que a su derrocamiento tiene evidentemente un solo ganador: el imperialismo. Que luego, más temprano que tarde, cobra factura, como hemos visto en Libia y en Oriente Medio.
La verdadera integración latinoamericana se hará solo cuando el terreno será barrido de los “intereses nacionales” que en régimen capitalista no son otra cosa que los intereses de las burguesías nacionales. El primer paso necesario a esta integración es romper con el capitalismo y el burocratismo y marchar al socialismo a partir de los procesos políticos más avanzados, en primer lugar Venezuela y también la propia Bolivia.
¡Por una política internacionalista y revolucionaria del movimiento obrero!
Como demasiadas veces ha ocurrido en nuestra historia son los propios dirigentes del movimiento obrero a dar voz a la fracción más débil de la burguesía nacional boliviana. Han sido dirigentes fabriles los que han expresado las preocupaciones del empresariado industrial ante el anuncio del ingreso de Bolivia al Mercosur. Las concepciones políticas que han educado sus cuadros a la lucha antiimperialista desligada y anterior a la lucha por el socialismo, a apoyar a la “burguesía productiva nacionalista”, en fin al nacional-reformismo, podían solo obtener como resultado este oportunismo.
¿Qué deben defender los obreros? Si defienden las empresas que temen la competencia con las economías de Brasil y Argentina están defendiendo la condición sobre la que estas empresas se fundan: pésimas condiciones laborales y bajos salarios para compensar la falta de inversiones. Si defienden que Bolivia debería aceptar el reto de competir con economías más fuertes que la suya, están defendiendo la perdida probable de su fuente de empleo. Esta es la disyuntiva que la crisis del capitalismo pone frente al movimiento obrero.
Una autónoma posición de clase de los trabajadores, que defienda realmente sus intereses, puede solo ser asumir un programa que rompa con el nacional-reformismo. Como los empresarios imponen a los gobiernos sus propias clausulas de salvaguardias en los acuerdos comerciales, así los trabajadores deben imponer las suyas: ¡ningún despido! ¡Fabrica cerrada, fabrica nacionalizada bajo el control de los trabajadores! Como primer paso hacia la verdadera emancipación: una economía democráticamente planificada y administrada por trabajadores y campesinos en beneficio de las mayorías.
Ante el fracaso de las políticas arancelarias de protección de la manufactura textil nacional, el gobierno, considerando este como un sector estratégico de la industria nacional y bajo la presión de los propios trabajadores, ha creado la Enatex, asumiendo a los trabajadores despedidos por empresas grandes como Ametex. Son estos los espacios que es necesario ensanchar ante un gobierno cuya única verdadera fuerza es el apoyo de las masas.
Fuente: El Militante (Bolivia)
1° de diciembre de 2012