Los trágicos acontecimientos en Iguala la noche del 26 de septiembre han consternado al mundo. Tres estudiantes, un niño, un chofer de autobús y una pasajera de un taxi asesinados, 24 heridos y 43 estudiantes desaparecidos es el saldo de este brutal ataque.
Las muestras de solidaridad e indignación no se han hecho esperar. Miles de estudiante se sumaron a la primera jornada de lucha los días 15 y 16 de septiembre. 42 escuelas pararon sus labores, las normales rurales están en paro indefinido en apoyo a sus compañeros. Los profesores de Guerrero agrupados en la CTEG han iniciado marchas, plantones, un paro indefinido y toma de alcaldías en todo el Estado.
Los trágicos acontecimientos en Iguala la noche del 26 de septiembre han consternado al mundo. Tres estudiantes, un niño, un chofer de autobús y una pasajera de un taxi asesinados, 24 heridos y 43 estudiantes desaparecidos es el saldo de este brutal ataque.
Las muestras de solidaridad e indignación no se han hecho esperar. Miles de estudiante se sumaron a la primera jornada de lucha los días 15 y 16 de septiembre. 42 escuelas pararon sus labores, las normales rurales están en paro indefinido en apoyo a sus compañeros. Los profesores de Guerrero agrupados en la CTEG han iniciado marchas, plantones, un paro indefinido y toma de alcaldías en todo el Estado.
¿Qué hay detrás de este ataque brutal?
No es para menos, el cobarde asesinato y la desaparición de nuestros hermanos normalistas es la masacre más grande contra estudiantes después del triste 2 de octubre del 68. Los estudiantes, los jóvenes, del país y el mundo se sienten agredidos y ofendidos por estos actos de barbarie.
Lo que hay detrás de este acto de horror es la muestra más acabada y fiel de la bancarrota del sistema capitalista y sus gobiernos títeres. A la juventud –que en nuestro país es el 75% de la población total- se le ha destinado lo peor de esta sociedad: desempleo, bajos salarios, poco acceso a la educación, violencia y miseria. Es una generación que está entendiendo que sin lucha no hay futuro, sin organización somos presa de esta barbarie.
El otro lado de la moneda también es esclareceros. Un gobierno, un aparato estatal, unos supuestos “representantes” de la comunidad al frente de las alcaldías, unos soldados y políticas que supuestamente tienen la obligación de cuidar a la ciudadanía. Todos sin excepción hundidos en el fango del descredito, la corrupción, el nexo con el narcotráfico, el asesinato y agresión. El estado mexicano, el gobierno, están en bancarrota; no solo son inútiles para gobernar o satisfacer la demanda de aparición, sino que ahora ellos mismos asesinan a los que consideran sus enemigos, la juventud.
Estamos hablando que un gobierno asesino, infiltrado por el narco, dirigen una política contra todo el pueblo trabajador y la juventud atacándoles de todas las formas posibles: las recientes reformas –energética, hacendaria, laboral, educativa- han hecho retroceder el reloj de nuestra historia a las épocas del porfiriato. Sus leyes de corte jurídico-militar –la ley bala, ley mordaza, ley de movilidad, política de de seguridad, etc.- están terminando con el inestable régimen democrático que han tratado de construir.
En pocas palabras podemos decir que el truculento ataque a nuestros compañeros normalistas es el resumen del callejón sin salida a donde nos ha empujado el capitalismo a la juventud. Las movilizaciones de apoyo reflejan el hartazgo que hay acumulado, el ¡Ya basta! a todas sus políticas que nos mantienen en la miseria.
La lucha del IPN
Justamente en esa semana en que se da esta masacre, estalló en la Ciudad de México uno de los movimientos más grandes que ha habido en la historia del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Las causas de esta huelga que ya dura un mes y que mantiene paradas todas las escuelas de nivel superior y medio superior son inciertas para algunos. El accidente que desbordo esta lucha fue la imposición de un nuevo plan de estudios en algunas escuelas, se sumo a esto las modificación al Reglamento Interno. Estos dos ataques pretendían asestar un golpe más a la educación de calidad, a las libertades democráticas de los estudiantes y trabajadores.
La respuesta por parte de los estudiantes ha sido increíble. El paro en las escuelas se extendió rápidamente por todos los sitios, una vez organizada la Asamblea General Politécnica se han incrementado las demandas con vías a democratizar al IPN y luchar por un aumento a lo destinado a la educación pública, etc. Después de un mes los estudiantes aun siguen en las calles manteniendo un espíritu de lucha, y siguen insatisfechos por las respuestas por parte del gobierno federal.
Algunos periodistas pagados por el gobierno dicen que este movimiento solo se mantiene para favorecer intereses obscuros, que el gobierno ya respondió las demandas más importantes. El problema que hay de fondo es que está lucha está expresando ese hartazgo que pervive en los jóvenes. Hay un malestar general derivado por las carencias, por la violencia, por la imposibilidad de tener un futuro digno.
Ahora que se pretende abrir un dialogo con el gobierno, el movimiento intentará hacer cumplir sus demandas de democracia interna y la de involucrarse sobre lo que se debe cambiar, o no, en los planes de estudio. Pero lo que no se debe olvidar es que lo de hoy solo es el preludio de otras manifestaciones de insatisfacción. Que dentro de los límites de este sistema no puede haber una cura real para los problemas de la educación pública. No se puede transformar la educación al margen de la sociedad, por el contrario, la tarea es convertir esta lucha en la punta de lanza del cambio social y solo así se podrá tener una mejor educación pública, gratuita y de calidad. En este momento cualquier reforma progresista duradera es un sub producto de la lucha revolucionaria.
El movimiento de solidaridad con Ayotzinapa
La lucha del IPN y particularmente la demanda de que aparezcan con vida nuestros compañeros de la Normal Ayotzinapa han desatado un movimiento de solidaridad a nivel nacional e internacional. En Guerrero las movilizaciones han tomado tintes abiertamente insurreccionales donde la Asamblea Popular de Guerrero ha organizado un plan de lucha que en la práctica implica desconocer el gobierno, tomar por asalto las alcaldías y paralizar su funcionamiento. Si la lucha sigue avanzando veremos cómo se construye un órgano de poder alterno de los jóvenes, campesinos, profesores y policías comunitarios los cuales tendrán que extender su lucha a otros estados. Saben que la única posibilidad de terminar con este estado de cosas es echar a Peña de los pinos y pugnar por un gobierno de los trabajadores.
A nivel internacional diversas organizaciones, estudiantes y trabajadores se han manifestado por la aparición con vida de los normalistas. En la primera jornada de lucha hubo mensajes de solidaridad y mítines en las embajadas de México en diferentes países. En esta segunda jornada internacional se incrementaran los mitin en las diferentes embajadas –la Corriente Marxista Internacional está convocando mítines en por lo menos 15 países- y seguramente que esto irá creciendo.
En el caso de las universidades del país, entre los jóvenes en general, la desaparición de los chicos de Ayotzinapa ha sido una chispa en pradera seca. Cientos de miles de jóvenes han participado en asambleas masivas en sus escuelas y han decidido sumarse al paro de 48 horas. Se habla de un aproximado de 150 escuelas participaran en alguna acción de apoyo, habrá manifestaciones masivas en las ciudades más importantes del país. En la UNAM se espera una participación masiva, las Normales están paradas, el IPN está en paro y se solidariza, las UAM también cerraran sus puertas, la UAMC, etc. El grito de apoyo, de YA BASTA, es un profundo rugir por todo lo que hay alrededor. El ambiente es muy explosivo porque el gobierno ha hecho todo lo posible por poner a la juventud al límite.
Este fermento en la juventud no lo veíamos desde el 68, pero ahora el contexto es muy diferente. Los jóvenes, los estudiantes, tenemos que buscar extender está lucha al movimiento obrero, tenemos que buscar a los sindicatos para que se sumen. Lo que ha comenzado como actos de solidaridad se puede convertir en un movimiento político muy profundo que pueda plantear una alternativa a este régimen de opresión y violencia.
La rabia se tiene que convertir en organización
Este sufrimiento, rabia e indignación que cunde entre los jóvenes no puede ser ahogado con llanto. Tenemos que sacar las conclusiones de estos acontecimientos. Si los jóvenes no nos organizamos y luchamos por nuestro futuro: por mejor educación, por trabajos y salarios dignos, contra la violencia, por cambiar está sociedad capitalista, etc. simplemente seremos presas de esta espiral de violencia y dolor.
El ataque que sufrieron los normalistas de Ayotzinapa es una afrenta contra la organización, la lucha y la vida misma; lo que sacude al IPN es un ataque a la educación de calidad; lo que viven los estudiantes de la UNAM, la UAM y cualquier otra universidad pública de nuestro país es un ataque constante a los niveles de vida, a una vida libre de violencia; lo que viven los más de 7 millones de jóvenes que no pueden estudiar ni trabajar es un ataque al desarrollo integro más necesario como lo puede ser la educación y el empleo. Todos nosotros estamos bajo el mismo problema y el culpable de esto también es uno: el capitalismo y sus gobiernos títeres
Nosotros, estudiantes de diferentes escuelas del IPN, de la UNAM, de la UACM, de la UAM, de la Benemérita Normal de Maestros hemos sacado la conclusión de que tenemos que organizarnos y luchar por formar una nueva organización de estudiantes para dar la lucha contra todos los ataques que se nos han impuesto. Para luchar por una nueva sociedad libre de violencia y miseria.
¡Vivos los queremos!
La indignación y rabia se tienen que convertir en organización y lucha