Con la primera vuelta de las elecciones en Uruguay y la seria hipoteca del candidato del Frente Amplio Vázquez sobre la victoria final, se cierra con el ciclo de comicios de este año en Sudamérica. El sacudón a los equilibrios regionales deseado por un frente conservador que va desde Washington hasta la derecha continental pasando por la CNN y otros medios, puede seguir esperando. La necesidad de un viraje hacia cambios estructurales más profundos no.
Con la primera vuelta de las elecciones en Uruguay y la seria hipoteca del candidato del Frente Amplio Vázquez sobre la victoria final, se cierra con el ciclo de comicios de este año en Sudamérica. El sacudón a los equilibrios regionales deseado por un frente conservador que va desde Washington hasta la derecha continental pasando por la CNN y otros medios, puede seguir esperando. La necesidad de un viraje hacia cambios estructurales más profundos no.
La victoria del FA
Con el conteo ya al 99% de las mesas, en Uruguay Vázquez y el Frente Amplio (FA) ganan con 1.088.339 preferencias, que corresponden al 41,53% de los electores habilitados (2.620.791), y al 47,11% de los votos emitidos (2.309.746), que incluyen poco más de un 4% de blancos y nulos. Aunque la segunda vuelta es ya inevitable, un poco menos claro resulta todavía el mapa del nuevo parlamento. En la asignación de los escaños parlamentarios, el sistema electoral uruguayo toma en cuenta solo los votos válidos emitidos, excluyendo nulos y blancos. De esta manera el porcentaje del FA subiría al 49,38%, cerca de reconfirmar la mayoría absoluta que ha acompañado sus primeros dos gobiernos.
Con relación a sus triunfos en las primeras vueltas de las presidenciales de 2004 y de 2009, el FA perdería alrededor de un 4% y entre 30 y 50 mil votos. El Partido Nacional de Lacalle, que era anunciado como el principal adversario de Vázquez, recuperaría algo menos de 40 mil votos con relación a 2009, quedando de igual manera 50 mil votos por debajo de los resultados de 2004. Sobre todo esta recuperación relativa es a costa de la caída libre del Partido Colorado, el otro pilar del bipartidismo uruguayo hasta la llegada del FA al gobierno en 2004. Para la segunda vuelta el Partido Colorado ya ha anunciado el apoyo activo a Lacalle, sin embargo, al estado actual, este resultaría insuficiente; la suma de la votación del Partido Nacional y del Colorado en primera vuelta, sigue quedando unos 80 mil votos por debajo del FA, principal favorito a la victoria final.
El nuevo parlamento
Según José Arocena, presidente de la Corte Electoral, el nuevo mapa del parlamento se definirá en el segundo escrutinio por la “exigua diferencia” que existe. Sin embargo la mayoría de los analistas y políticos coinciden en que el FA perdería la mayoría absoluta, lo cual abriría a “una posibilidad, no tan prevista en los últimos sondeos, de negociar cada proyecto de ley” (La Diaria, 27/10/2014). Con los datos actuales el nuevo parlamento sería el más plural desde el 1958, con 5 partidos representados. Además del FA, colorados y PN, obtendrían una banca tanto el Partido Independiente, de centro, como la Unidad Popular (Partido de la Asamblea Popular), coalición entre el Movimiento 26 de Marzo (ala comunista de los tupamaros) con maoístas, humanistas y otras agrupaciones departamentales escindidas del FA criticando tanto la perspectiva neoliberal de Vázquez como su acercamiento, político y comercial, a los EEUU.
Este escenario de mayorías variables, de las cuales quedaría excluida solo la banca de Unidad Popular que probablemente llame al voto nulo en la segunda vuelta, tendrá efectos también sobre los equilibrios del propio FA, con las corrientes neoliberales que contarán con un apoyo al centro y la derecha del FA. Como señalaba el editorial de La Diaria antes mencionado “los datos que manejaban anoche en la interna del FA indicaban que el Movimiento de Participación Popular repetiría sus niveles de votación de 2009, y que, por lo tanto, el presidente José Mujica conservará un papel de liderazgo, ahora desde el Senado. También queda por ver en qué lugar se pararán Raúl Sendic, en caso de que sea vicepresidente, el líder del Frente Liber Seregni, Danilo Astori, y algunos más que querrán tallar en las decisiones. En cualquier caso, nada será igual”.
El Uruguay del FA
La fuerza electoral del FA descansa en las mejoras sociales experimentadas por Uruguay a lo largo de los últimos diez años. Con un crecimiento económico promedio del 6% se han generado aproximadamente 360 mil nuevas fuentes de empleo, el paro se ha reducido de la mitad (del 13 al 6,8 por ciento), la cantidad de obreros agrícolas con cobertura de la seguridad social se ha incrementado de 60 mil a 100 mil y la pobreza se ha reducido del 32 al 11,5 por ciento, mientras el salario mínimo ha llegado a los 372 dólares estadounidenses. Además el FA ha promulgado leyes por la institución de un subsidio de desempleo extraordinario pagado por el sistema de seguridad social; contra la discriminación y por la protección de la actividad sindical; por el reconocimiento de derechos a la jubilación para las víctimas de las dictaduras etc.
Como todos los países americanos beneficiados por la favorable coyuntura internacional de precios de materias primas (que en el caso charrúa son agrícolas, ganaderas y madereras) el gobierno uruguayo ha aplicado una política expansiva para atraer inversiones internacionales movilizadas por el bajo costo del dólar determinado por el banco central estadounidense. Las inversiones extranjeras representan el 36% del PIB y son indispensables a financiar el déficit de la balanza comercial. Las multinacionales controlan más del 40% de la industria frigorífica y la faena del ganado. En Uruguay no ha habido nacionalizaciones como en Bolivia y la promesa de un frigorífico público no se ha cumplido. El flujo de inversiones se ha favorecido potenciando las Zonas Francas, áreas libres de impuesto creadas en los años ’80 a las cuales en la actualidad corresponde el 5% del PIB uruguayo, y con facilitaciones tributarias que han acabado por regalar a las empresas privadas alrededor de 3.000 millones de dólares (el 7% del PIB) en los primeros diez meses de 2013. Alrededor de 1,5 mil millones de dólares dejan el país cada año como utilidades repatriadas por las multinacionales.
En cuanto a la propiedad agraria, la redistribución de la tierra comprometida en el programa del FA se ha cumplido solo parcialmente (60.000 hectáreas de las 250.000 anunciadas). Así se tiene que el 9% de los propietarios detiene todavía el 60% de la tierra, mientras el 56% se reparte el 5%. Un elevado porcentaje de los propietarios (el 43%) son sociedades que así gozan de las facilitaciones tributarias del gobierno a las inversiones. El acceso a la tierra no ha mejorado: su aumento hasta 6 veces del valor de hace 10 años permite los mismos fenómenos registrados en Bolivia de extranjerización y concentración en pocas manos asociadas a propietarios locales.
Un panorama diversificado
Los pronósticos más optimistas sitúan el crecimiento uruguayo entre el 2,2 y el 2,9 por ciento. Una brusca ralentización que, advierte la CEPAL, ejercerá inevitablemente presiones sobre la seguridad social y el gasto público, en “controlado” déficit desde hace algunos años. Combinando esto con una inflación que desde hace años está alrededor del 8% y la depreciación de la moneda nacional frente al dólar, es evidente que se prepara una gestión más borrascosa para el FA, con una muy probable agudización de las irresueltas diferencias a su interior.
El responso de las elecciones ha demostrado que la oposición tradicional al FA (colorados y blancos) ni es erosionada ni avanza, quedándose a un reequilibrio de las relaciones de fuerza a su interior. En el campo mayoritario el relativo retroceso del FA da espacio a la emersión de nuevas fuerzas, principalmente el PI y la UP que tendrían representación parlamentaria. Como escribe el editorial de El País “Vázquez, con mayor número de legisladores, deberá igualmente plantearse una estrategia negociadora. Tendrá dificultades en la interna para esta tarea y no hay que descartar que los grupos más radicales intenten pasarle factura por lo que consideran “su corrimiento hacia el centro” en las elecciones” (El País de Uruguay, 27/10/2014).
Una mirada continental
En fin, la idea que estos comicios simplemente ratifiquen la situación anterior parece muy superficial. En primer lugar la economía continental, con contadas e inevitablemente temporáneas excepciones como Bolivia, ya no navega con los vientos a favor de la década anterior. Además las mismas elecciones inciden a modificar el escenario. Dilma por ejemplo vence por la mínima al segundo turno en medio de los porcentajes más altos de abstención del voto de las últimas décadas, y los más bajos para el PT que sufre un colapso en algunos Estados importantes económica y electoralmente.
Los 6 punto porcentaje dejados por la Bolsa de Valores de Sao Paulo el lunes, algo que no ocurría desde la primera elección de Lula, señalan que los “mercados financieros” (es decir la burguesía y el imperialismo) no ven en la reelección un gobierno con la fuerza y las posibilidades de realizar los ajustes que ellos esperan para relanzar la economía a su vigor anterior. Los escándalos en PETROBRAS repercutirían en las negociaciones con Bolivia sobre el precio del gas. Asimismo un gobierno uruguayo más expuesto a su derecha por la necesidad de ir negociando cada ley, en medio de la ralentización económica, reabriría el debate sobre el futuro del MERCOSUR. No se podrá gobernar como antes, no es posible solo redistribuir y la reactivación económica en el marco de la competencia capitalista hace inútiles los pasos hacia la integración latinoamericana.
El “corrimiento al centro” reivindicado en Bolivia como estrategia política triunfante, y consecuencia en Uruguay y Brasil de la misma naturaleza de las coaliciones que sostienen a Vázquez y Dilma, expresa el deseo de estabilidad de poderes económicos asociados a los respectivos gobiernos y de un sector de las bases que ha encontrado posibilidades de movilidad social inéditas. Pero no vamos hacia la estabilidad, al contrario.