El derecho de los trabajadores a organizar sindicatos está regulado por leyes nacionales e internacionales. El convenio 87 de la OIT firmado por El Salvador en 2006 y el artículo 47 de La Constitución son instrumentos jurídicos que garantizan, por lo menos en el papel, el derecho de la clase trabajadora a organizarse libremente en las empresas públicas o privadas.
El derecho de los trabajadores a organizar sindicatos está regulado por leyes nacionales e internacionales. El convenio 87 de la OIT firmado por El Salvador en 2006 y el artículo 47 de La Constitución son instrumentos jurídicos que garantizan, por lo menos en el papel, el derecho de la clase trabajadora a organizarse libremente en las empresas públicas o privadas.
Adicionalmente tenemos El Código de Trabajo que regula en lo específico todo este proceso. En el sector público es donde tenemos un nivel de sindicalización más elevado; podemos asegurar que acá se respeta ese derecho, por supuesto que hay dificultades, pero los trabajadores estatales pueden asociarse libremente. Tanto así que en algunas instituciones hay varios sindicatos como el magisterio, ANDA, etc.
El panorama es muy diferente en la empresa privada, el nivel de sindicalización con respecto a la cantidad de empresas es muy bajo. Los patrones huyen de los sindicatos como los demonios al agua bendita. Utilizan muchas formas para evitar sindicatos en sus empresas. Despidos injustificados sin ninguna contemplación a trabajadores que osen intentar organizarse, utilizar sindicatos patronales u organizaciones cuyos dirigentes se venden fácilmente a intimidaciones, amenazas, etc. Los trabajadores aprenden de la dura experiencia de la vida, la vida en las fábricas no les deja tiempo para leer. Pero como decía Lenin “La vida enseña”. Con el tiempo llegan a la conclusión que la única forma de defenderse de los abusos patronales es a través de la lucha colectiva.
A pesar de esto NO es tan sencillo formar un sindicato. Como decía mi abuelita “no es solo de soplar y hacer botellas”. Es cien veces más cierto en las maquilas donde más del 80% de la fuerza laboral son mujeres y los salarios más bajos. En las empresas donde con mucho esfuerzo y superando todos los peligros se levanta un sindicato, los miembros de la directiva se ven sometidos a duras presiones.
Algunos patrones al no poder quebrar la voluntad de los trabajadores por su emancipación, recurren a métodos en verdad grotescos. Hemos conocido de primera mano las experiencias de la fábricas F&D y APPLE TREE entre otras maquilas de la Zona Franca San Marcos, donde los “empresarios” han contratado miembros de pandillas para intimidar a las obreras sindicalistas. Con amenazas a muerte por medio de llamadas telefónicas e incluso personales. De hecho en una ocasión se salvaron de milagro cuando al bajarse del bus varios pandilleros les dijeron que las matarían por andar protestando, pero al encontrase con policías las dejaron tranquilas.
Las organizaciones delictivas son un arma en manos de la clase dominante. Por su naturaleza lumpen proletaria tienden a venderse fácilmente a la reacción. En realidad son un producto de la sociedad de clases. El capitalismo al no poder garantizar condiciones de vida digna para la mayoría de la sociedad, gesta las condiciones ideales para la proliferación de estos grupos. Los jóvenes son carne de cañón en los barrios y colonias pobres. ¿Cómo se arreglara está situación si más de la mitad de la Población Económicamente Activa (PEA) trabaja en el sector informal de la economía?
Debemos unirnos y apoyar a los compañeros sometidos a ataques patronales. La fuerza de la clase obrera está en su número, pero sin organización no sirve de nada. Los sindicalistas del sector público quienes tienen más recursos y unas condiciones laborales envidiables para los camaradas del sector privado deben apoyar no solo de palabras sino con hechos.
¡La emancipación de la clase obrera es obra de ella misma!
¡Sólo el pueblo salva al pueblo!