Para ser precisos el término de la revolución democrática deja muchas dudas a quien lo escucha ya que lo puede pronunciar ya sea alguien que es considerado de izquierda como incluso intelectuales de derecha, y al final deja la sensación de que si hay algún tipo de revolución, ésta tiene que ser dentro de los límites de la democracia burguesa. Pero entonces los más inquietos preguntarán ¿de qué tipo de democracia estamos hablando?
Para ser precisos el término de la revolución democrática deja muchas dudas a quien lo escucha ya que lo puede pronunciar ya sea alguien que es considerado de izquierda como incluso intelectuales de derecha, y al final deja la sensación de que si hay algún tipo de revolución, ésta tiene que ser dentro de los límites de la democracia burguesa. Pero entonces los más inquietos preguntarán ¿de qué tipo de democracia estamos hablando? Conocida de esa forma, la revolución democrática no es ni proletaria, ni burguesa.
Para los trabajadores la democracia en la que vivimos en el país, no es otra que el tipo de democracia en la cual se puede decir más o menos lo que se quiera, elegir en una urna a alguien de su simpatía cuando hay elecciones y verlo asumir sus puestos de dirección dentro del Estado y la obtención de ingresos debido a ello, y ¡ya está! estamos haciendo funcionar la democracia.
Pero entonces, ¿en qué radica lo revolucionario en este proceso? Diremos que la democracia que tenemos en nuestra sociedad y en la mayoría de países capitalistas ya sea avanzados o atrasados es la democracia de la burguesía, sus normas y su dominio son los que prevalecen por encima de los de la mayoría de la población eminentemente trabajadora quien no tiene ningún tipo de influencia en las decisiones que se toman al final del día en cualquier institución del Estado burgués.
Así pues el término parte desde hace un tiempo ya, en un periodo en donde el estadio de evolución de la sociedad conocido como feudalismo daba paso de forma violenta a otro modelo de producción que ha prevalecido hasta nuestros días, y la clase social que encabezó dicha revolución no es otra que los antepasados de la actual clase dominante, que no ha sido capaz en muchos países hasta la fecha de completar las tareas de su revolución democrática: una reforma agraria que quite el poder a los terratenientes, la industrialización amplia de la sociedad, la separación de la iglesia y el Estado, el derrocamiento total de las monarquías y castas dominantes dentro de la sociedades antiguas y la liberación del dominio de las naciones imperialistas.
Esto es aún más cierto en todos o casi todos los países de capitalismo atrasado del mundo colonial. La burguesía nacional de estos países no ha hecho avanzar en absoluto a la sociedad a diferencia de sus cuentas bancarias. Y ha estado subordinada por años a sus antiguos amos colonialistas y los nuevos amos imperialistas dependiendo en gran medida de este capital extranjero. Está entrelazada como en una telaraña por sus hilos a los terratenientes locales y el capital foráneo, formando un bloque reaccionario que es una barrera contra el progreso de la mayoría de la sociedad.
Los actuales dirigentes del movimiento obrero, como del partido que aglutina mayormente a amplios sectores de la clase trabajadora y clase media plantean que la actual etapa en la que se encuentra el país es la de la revolución democrática, se cuidan de incluir la palabra “burguesa” ya que aspiran a que bajo esta bandera se consolide la consigna de la “unidad nacional” y que se le apueste a los sectores progresistas de la burguesía nacional quienes serían la punta de lanza para la concreción de la tan ansiada revolución dentro de los límites del estado de derecho o dicho de otra forma dentro de los límites que plantea el marco jurídico de la Constitución de la República, valga la pena recordar, redactada por la clase dominante de nuestro país.
Esta capitulación la hemos visto antes en la historia, anteriormente los dirigentes del Partido Comunista Salvadoreño PCS, le apostaron a esta teoría de la Revolución Democrática en la cual los objetivos de la revolución tenían que ser llevados a cabo por la burguesía progresista y las demás clases tenían que luchar junto a ella por su consecución, convirtiéndose así en una revolución abiertamente burguesa. Previo a la Revolución Rusa de 1905 y en concreto uno de sus líderes León Trotsky formuló en su momento la teoría de la revolución permanente en donde se reconocía que las tareas que enfrentaba dicho periodo eran precisamente las de una revolución burguesa, y era ésta la que tenía que dar los pasos necesarios para derrocar el antiguo régimen zarista, pero la burguesía en ese contexto tampoco era capaz de llevar a cabo su propia revolución, entonces ¿quién tenía que dar el paso al frente? «El problema agrario, y con él el problema nacional, asignan a los campesinos, que constituyen la mayoría aplastante de la población de los países atrasados, un puesto excepcional en la revolución democrática. Sin la alianza del proletariado con los campesinos, los fines de la revolución democrática no sólo no pueden realizarse, sino que ni siquiera cabe plantearlos seriamente. Sin embargo, la alianza de estas dos clases no es factible más que luchando irreconciliablemente contra la influencia de la burguesía liberal-nacional.»…
…»Esto significa, a su vez, que la revolución democrática sólo puede triunfar por medio de la dictadura del proletariado, apoyada en la alianza con los campesinos y encaminada en primer término a realizar objetivos de la ¡revolución democrática!”
(Trotsky, La Revolución Permanente.)
Si los trabajadores se ponen a la cabeza de la nación y dirige las masas oprimidas de la sociedad, puede llegar a la toma del poder y llevar a cabo las tareas de la revolución democrático-burguesa; pero una vez ha logrado hacerse del poder, no puede detenerse allí, debe avanzar en líneas socialistas y comenzar a expropiar a los capitalistas.
Pero lastimosamente ante la confusión teórica actual de la dirección del principal partido de izquierda, se han abierto las puertas de par en par a posturas reformistas y de colaboración de clase elaboradas hace más de un siglo por el ala de derecha del movimiento obrero ruso, es decir los mencheviques quienes plantearon la famosa teoría de las dos etapas en su perspectivas para la Revolución Rusa, en concreto esta teoría afirma que, como las tareas de la revolución son las tareas de la revolución democrática-burguesa, el papel dirigente le pertenece a la burguesía nacional en la revolución.
Lenin batalló arduamente contra todo este tipo de posturas que buscaban una alianza con las burguesías nacionales progresistas del resto de países y defendió siempre una política revolucionaria basada en la independencia de clase; pero luego de la muerte de Lenin, los Partidos Comunistas bajo la orientación de la burocracia estalinista le apostaron nuevamente a esta teoría para llevar a cabo la revolución democrática y luego, en un posible futuro lejano, cuando ya una nación haya conseguido un desarrollo de la economía capitalista, entonces se debería luchar por el socialismo.
“El 23 de febrero de 2015, Miguel Sáenz Varela, ideólogo del FMLN, dijo al periódico digital El Faro.net: ¨Las reformas son cambios importantes y tienen repercusiones en la mejora de la situación de la vida, aunque no llegan a tener una magnitud que produzcan transformaciones sociales, políticas y económicas; pero el proceso acumulativo de reformas y cambios produce un efecto que genera las condiciones para pegar un salto cualitativo, para eso es necesario contar con la correlación de fuerzas¨. Expresó claramente que dentro del programa histórico que tiene el FMLN, la actual etapa por la que atraviesa El Salvador se llama revolución democrática”
(Diario El Mundo, La imparable revolución democrática.)
Esto evidencia claramente que estos líderes se han posicionado a favor de las posturas reformistas de la transformación de la sociedad y de apoyarse en sectores ajenos a la clase trabajadora, hemos explicado en muchas ocasiones los límites de dichas reformas y no profundizaremos en ello en esta oportunidad. Al mismo tiempo le apuestan a tener la correlación necesaria con otras fuerzas, sin apoyarse en la mayoría de la clase obrera que los han llevado al poder.
El jugar con los márgenes de la democracia burguesa en el parlamento y otras instituciones del Estado, les hace perder el rumbo y creer que los cambios tan anhelados se conseguirán bajo esa lógica. Desde luego que si estuviesen guiados por una orientación claramente revolucionaria, podrían utilizar estos espacios de forma que pudieran movilizar a los miles de trabajadores para la consecución de verdaderos cambios radicales, y al mismo tiempo denunciar a la famosa burguesía tanto reaccionaria como la progresista que son declarados enemigos abiertos de todo proceso en el cual la clase obrera busca la consecución del poder.
El hecho de apoyarse también en la mediana, pequeña y micro empresa como agentes principales de los cambios, de negar la existencia de un proletariado fuerte y concentrado en las ciudades como pilar fundamental para la revolución socialista pone al descubierto también la influencia de otras corrientes que pretenden otorgarle a la clase media o la pequeña burguesía un papel destacado en el proceso de la revolución democrática. La historia nos demuestra que la pequeña burguesía carece de un programa propio para llevar a cabo su revolución, y que en periodos de estabilidad social donde funcionan las instituciones del Estado y sus formas de democracia sigue a la burguesía, y en periodos abiertamente revolucionarios que ponen sobre la mesa un cambio radical en la sociedad, se posicionan al lado del proletariado.
Si verdaderamente lo que se busca es lograr mejores niveles de vida para la mayoría de trabajadores asalariados de este país, esto definitivamente tiene que entrar en contradicción abierta con la dictadura del capital financiero e industrial del país, la búsqueda de “correlaciones de fuerza necesarias” o mejor dicho la política de colaboración de clase para lograr sus objetivos demostrará sus límites y la bancarrota de estas teorías que han sido derrotadas ya pero que las han sacado del cubo del basurero de la historia y son anunciadas como lo más actualizado dentro de los amplios procesos históricos y sociales. Si se quiere beneficiar a la mayoría, se debería hablar de una revolución proletaria, ¿acaso existe otra revolución, aparte de la revolución proletaria que sea capaz de destruir la estructura del capitalismo salvaje? Es necesario desatar la batalla ideológica y llevarla hasta las últimas consecuencias si se quiere rectificar el rumbo y comenzar a establecer la dictadura del proletariado, no debemos temer a la reacción histérica de la burguesía.
«La dictadura del proletariado, que sube al poder en calidad de caudillo de la revolución democrática, se encuentra inevitable y repentinamente, al triunfar, ante objetivos relacionados con profundas transformaciones del derecho de propiedad burguesa, La revolución democrática se transforma directamente en socialista, convirtiéndose con ello en permanente.» (León Trotsky, La Revolución Permanente.)
¡Es momento de la revolución proletaria!
¡Trabajadores unidos al poder!
San Salvador 02 de septiembre de 2015.