Las elecciones del próximo 20 de diciembre son la gran oportunidad que tenemos millones de trabajadores, jóvenes y desempleados de tirar a la basura esta pesadilla de gobierno del PP de Rajoy, el más antiobrero, antisocial y corrupto desde el inicio de la llamada Transición.
Las elecciones del próximo 20 de diciembre son la gran oportunidad que tenemos millones de trabajadores, jóvenes y desempleados de tirar a la basura esta pesadilla de gobierno del PP de Rajoy, el más antiobrero, antisocial y corrupto desde el inicio de la llamada Transición.
Balance de un gobierno reaccionario
En estos cuatro años hemos sufrido una avalancha de contrarreformas antidemocráticas: la Ley Mordaza, el endurecimiento del código penal, o la reforma del Tribunal Constitucional, que permite destituir a cargos públicos que no acaten leyes cada vez más reaccionarias. Todo un arsenal dispuesto contra la rebelión social.
El "cerrojo" del régimen del 78 al problema catalán quedó en evidencia por parte del españolismo reaccionario del gobierno. España es “Una, Grande y Libre”, y no se hable más.
La catarata de retrocesos sociales ha sido enorme:
– En Sanidad, se recortó el presupuesto en 24.500 millones de euros desde el 2011, desaparecieron 20.500 empleos y se perdieron 6.000 camas hospitalarias.
– Los funcionarios vieron incrementada su jornada laboral sin apenas reposición de empleo público.
– En Educación tuvimos aulas masificadas, y la privatización avanzó en todas las etapas educativas. En la Universidad, las matrículas subieron entre un 75%-100%.
– El IVA general pasó del 18% al 21%. Y la luz subió un 20%.
– La Reforma laboral rebajó la indemnización por despido y permitió a las empresas despedir y cambiar las condiciones laborales arbitrariamente. El número de empresas con convenio es el menor en 40 años. El sueldo medio (18.420 euros anuales en 2014, según Hacienda) es el más bajo desde 2007. Y el salario mínimo quedó congelado.
– De los 4 millones de parados registrados, sólo 783.000 cobran prestaciones contributivas (785 euros de media); 1,4 millones cobran algún tipo de ayuda (subsidio, renta de inserción, programa de empleo) por importes medios de 450 euros. Dos millones de parados registrados carecen de ayuda institucional. 700.000 hogares viven sin ningún ingreso.
Todo ello resume la desigualdad creciente en la sociedad, donde las grandes empresas del IBEX35 tienen beneficios insultantes, 26.638 millones hasta septiembre, un 22,6% más. Pagan solamente el 7,3% de impuestos por sus beneficios, en vez del 28% establecido legalmente, mientras sus directivos son retribuidos con millones de euros anualmente.
Quieren más ajustes después del 20D
El déficit de la Seguridad Social puede llegar al 1% del PIB al final de 2015, con una brecha cada vez mayor entre ingresos y gastos. Las cotizaciones empresariales caen por las exenciones impositivas y las de los trabajadores por la extensión del empleo precario con salarios bajos. El diario El País, principal vocero de la burguesía española, no se mordía la lengua sobre esto: “habrá que trabajar más para financiar nuestro modelo social, o bien recortarlo, u obtener recursos alternativos”. (Joaquín Prieto. El País, 24/11/15).
Al final, los recortes masivos no sirvieron para reducir la deuda pública, que alcanza prácticamente el 100% del PIB nacional, la tasa más alta desde 1909. La amenaza de una nueva recesión mundial en el horizonte, agravaría aún más la situación.
En ausencia de un crecimiento económico fuerte, la burguesía española empujará al gobierno entrante a realizar nuevos recortes en el gasto social. El País vuelve a marcar la pauta: “la política de ajuste presupuestario, coartada de tantos recortes de servicios públicos (educación y sanidad sobre todo), o ha sido insuficiente o no se ha aplicado correctamente” (Editorial El País, 19/11/15).
Podemos y las elecciones
La izquierda, lamentablemente, se presenta dividida a estas elecciones con Podemos por un lado, e IU (Unidad Popular) por otro. Ambos sí van juntos en Catalunya en una candidatura amplia de izquierda, En Comú Podem (con Barcelona en Comú e ICV). También en Galicia, En Marea (con las Mareas y Anova). En el País Valenciano, van juntos Podemos y Compromís.
Está claro que Podemos y las otras candidaturas donde participa agruparán la gran mayoría del voto a la izquierda de la socialdemocracia. Pero debemos hablar claro. Hace 9 meses, Podemos encabezaba las encuestas de intención de voto porque un sector significativo de la clase trabajadora y de la clase media empobrecida lo veían como una alternativa radical dispuesta a cambiarlo todo. Desde entonces, los dirigentes de Podemos han ido moderando su tono y el contenido del programa, pensando que así incrementarían su apoyo electoral. Lo que ha pasado es justo lo contrario.
A esto se añade el vaciamiento interno del partido ante el tutelaje extremo de la dirección, donde todas las decisiones importantes aparecen impuestas desde arriba, como la elección y asignación de los candidatos a diputados que encabezan numerosas provincias. Ha habido una caída drástica de la participación. Hace un año, más de 100.000 militantes participaron en la votación de los órganos dirigentes en la Asamblea Ciudadana, el 50% de los inscritos entonces; ahora, sólo 15.000 votaron el programa electoral del partido, ¡el 4% de los inscritos!
Para entusiasmar en esta campaña a la militancia del partido y al grueso de su base social de apoyo hay que volver a enarbolar un mensaje radical de cambio profundo. Aún hay tiempo. Si no se hace así, Podemos puede quedar lejos de la victoria, con posibilidades menores de incidir en el parlamento.
Afortunadamente, hay algunas señales de recuperación en las posibilidades electorales del partido. Las últimas encuestas señalan un ascenso. Los apoyos y la implicación directa en la campaña electoral que han comprometido dirigentes sociales como Ada Colau, Diego Cañamero, y alcaldes de los “Municipios del Cambio” como Valencia, Cádiz, Coruña o Santiago, además de Barcelona, también son un refuerzo importante para Podemos y sus candidaturas aliadas.
Pese a las deficiencias en la elaboración del programa, éste propone derogar toda la legislación reaccionaria del PP, aumentar los salarios, eliminar la precariedad del empleo, aumentar los gastos en Sanidad y Educación, terminar con los desahucios, subir los impuestos a los ricos, etc. Ahora bien, sin arrebatarle su poder económico a la clase dominante (los bancos, grandes empresas y latifundios), ésta dispondrá de instrumentos poderosos para boicotear una futura acción de gobierno de Podemos. Habría que avanzar hacia una política socialista clara para hacer efectivas las medidas progresistas que propone Podemos, como única manera de evitar una claudicación como la de Syriza.
Pese a todo, el resultado electoral probable no está definido. La opinión pública está sometida a cambios bruscos y repentinos. La conmoción por los atentados yihadistas de París y la amenaza de una implicación militar española en Siria está agitando a toda la sociedad, que mantiene una actitud muy crítica hacia esa intervención, y Podemos aparece como la única fuerza relevante opuesta a la misma, frente a los partidos del régimen.
Indudablemente, la burguesía querría mantener un gobierno de la derecha. Piensa que, jubilando a los dirigentes más desprestigiados del PP, combinado con el lifting que supone Ciudadanos, podría darse una colaboración PP-Ciudadanos. Al PSOE podrían reservarlo para el futuro, manteniéndolo como oposición leal para vigilar el “flanco izquierdo”.
Dependerá de la magnitud del apoyo a Podemos y a sus candidaturas aliadas que se forme algún tipo de tripartito PP-PSOE-Ciudadanos que asegure a la clase dominante un gobierno mínimamente estable después del 20D.
Después del 20D
El principal elemento que contribuyó a "dar aire" al gobierno del PP fue la política desmovilizadora de los dirigentes sindicales de UGT y CCOO tras la huelga general del 14 de noviembre de 2012. Éstos, permanecen recluidos en sus despachos, ajenos al padecimiento y a la indignación de millones de familias obreras.
En estas circunstancias, desde hace un año y medio, tras años de lucha incesante que no condujeron a un cambio decisivo en la situación, la atención de las masas trabajadoras se orientó a la lucha política, tras el surgimiento vertiginoso de Podemos. Y aunque llegamos a estas elecciones con un movimiento obrero, social y juvenil que ha bajado sensiblemente su presión social en la calle, no está en modo alguno derrotado, desmoralizado ni disgregado. Las impresionantes movilizaciones del 7 y 28 de noviembre, contra la violencia machista y contra la intervención militar española en Siria y en defensa de nuestras libertades, prueban esto.
Si el gobierno resultante del 20D resultara ser una coalición inestable y precaria de los partidos del régimen, se enfrentará a un movimiento en las calles lleno de vigor y ganas de revancha social por todos los ataques padecidos en estos 4 años. Las masas virarán su eje de acción, de la urna electoral a la movilización social.