En nuestra sociedad capitalista, con una economía de producción anárquica y subproductos criminales –el lumpen como las pandillas- no es novedad tener, cada día y a toda hora, calles atiborradas de vehículos. En El Salvador, al menos en la capital y carreteras o arterias principales es común y ya una costumbre verse atrapado en el tráfico asfixiante durante horas.
En nuestra sociedad capitalista, con una economía de producción anárquica y subproductos criminales –el lumpen como las pandillas- no es novedad tener, cada día y a toda hora, calles atiborradas de vehículos. En El Salvador, al menos en la capital y carreteras o arterias principales es común y ya una costumbre verse atrapado en el tráfico asfixiante durante horas.
Causas materiales
La necesidad del proletario de seguir trabajando a costa de un salario de hambre paralelo a la necesidad del capitalista de seguir acumulando riqueza, genera en la industria automovilista -de la que son dueñas las grandes potencias mundiales, como China que produce anualmente 22.11 millones de vehículos y Estados Unidos, más o menos 11.04 millones- una sobreproducción exorbitante, aunque los mercados estén agotados por la crisis, se sigue produciendo solo por producir, pero siempre existen pequeñas adquisiciones que palian en cierta forma la sobreproducción, entonces, podemos decir que a esta sobreproducción le abren las puertas -en escala pequeña y desacelerada anualmente- de adquisición las economías subdesarrolladas o dependientes, entre ellas nuestro país. La tremenda oferta de vehículos y la poca demanda –debido al bajo nivel de vida de la mayoría de la población-, sumados a la sobreproducción que no se detiene –que aumenta a la crisis interna del capitalismo actual- mantienen los precios de los vehículos relativamente bajos-.
Según datos de El Diario de Hoy: “Cada año se incrementa en miles la cantidad de automotores que circulan en el país. Hasta la primera semana de enero, la cifra era de 925,264 vehículos.”1 Sin contar las motocicletas, con una población de 6,288,899 habitantes, podríamos decir que por cada habitante del país existe: 0,14 autos, esto no nos dice nada, no es un dato que se refleje a ciencia cierta la cantidad de autos por persona en el país, pues, es bien sabido, que la burguesía posee hasta 6 carros por persona, mientras la clase trabajadora viaja en transporte colectivo, ya que posee un miserable poder adquisitivo. Pero bien, a todo lo anterior agreguémosle la estreches de las calles y carreteras de nuestro país, incapaces de conglomerar a todos los vehículos y personas que existen en nuestro territorio, junto con el transporte de mercancías de las grandes empresas e industrias que, por no poseer vías alternas o exclusivas para su transporte o de poseerlas no las utilizan por su factibilidad de tránsito, se aglutinan junto a los demás vehículos en las arterias principales que, no cumplen con sus requisitos para transitar creando un caos y congestionamiento inimaginable. Claro que esto no es culpa de los trabajadores, ellos solo cumplen el ultimátum de sus jefes, los grandes empresarios. Solo son un medio a sacrificar para llegar a sus fines: las ganancias. Por tanto, una causa del caos vehicular es producto de la acumulación de riqueza en un polo y el aumento de miseria en otro.
Factores subjetivos: otras causas del tráfico
La sobrepoblación producto de la mala o nula educación sexual que responde a intereses específicos del capitalismo, junto a la violencia del lumpen que nos asedia a diario, la cual es también producto mezquino de este sistema, sumados a las condiciones paupérrimas del transporte público y sus horarios desajustados y programados a capricho de los empresarios de esta rama, que generan más congestionamiento y malos hábitos en la población, crean en las personas la idea de intentar conseguir e invertir cierto porcentaje extra de su amargo trabajo para apropiarse de su propio vehículo para evitar ser robados, para evitar el aglutinamiento en los buses, para evitar las llegadas tarde a sus empleos, entre otras cosas. Lo que no pasa por las mentes de estas personas es que entre más vehículos se adquieren, la sobreproducción se mantiene, las calles no se amplían, la ciudad no es ordenada, etc., en lugar de evitar el terrible tráfico se convierten en agentes reproductores de este, no lo piensan inconscientemente debido a que su ideología hasta cierto punto es la ideología de la clase dominante, -esto puede aplicarse en una gran escala para la pequeña burguesía, pues la inmensa mayoría de la clase trabajadora se vería más beneficiada con un metro público- quien se seguirá beneficiando mucho mientras el negocio jugoso de la producción y venta de vehículos no colapse, pero esto es inevitable, pues, la crisis aumenta cada día más.
El caos vehicular lo sufre en su mayoría la clase explotada, somos a quienes el congestionamiento vehicular nos asfixia día con día, somos quienes sufrimos los descuentos, malos tratos e incluso despidos por nuestras “llegadas tardes”, somos quienes, para variar, después de un larga jornada laboral o estudiantil, sufrimos los frecuentes robos durante el caos vehicular. Es toda una red caótica del capitalismo que le toca cargar sobre sus espaldas al proletariado.
Grosso modo: Reordenamiento o Desorden
En San Salvador, el famoso rescate al Centro Histórico, ha generado un cambio en el tránsito de muchas de las rutas de transporte público que hacen su recorrido en esa zona, este cambio aunque “brusco” para algunos transportistas, relativamente ha funcionado, no ha habido mayor desorden y confusión, pues la municipalidad ha puesto a empleados a orientar a la población, y el tránsito de las rutas con nuevo recorrido ha sido fluido, en cierta forma, el caos vehicular es en misma cantidad de cómo se percibía antes, en este sentido, creemos que con esta medida las cosas ni mejoraron ni empeoraron para el tránsito del Centro Histórico.
En Soyapango, las cosas son distintas, es severa la situación, el reordenamiento debido a la puesta en marcha del proyecto SITRAMMS, en su nueva etapa, ha generado un descontento tremendo para la población, a la aplastante mayoría de las rutas de transporte público que transitan en Soyapango se les ha otorgado un nuevo recorrido, enviados por calles que no son aptas para que estos vehículos realicen su recorrido por sus condiciones de infraestructura, porque ni siquiera poseen semáforos (adecuados y sincronizados) y que no tienen la capacidad espacial para los autobuses grandes. Frente a esto, consideramos que todo el desorden que se ha creado en el municipio de Soyapango, es producto de una guerra de empresarios, por un lado, los inversionistas del SITRAMSS y por otro la camarilla de Genaro Ramírez aglutinada en la AEAS (Asociación de Empresarios de Autobuses Salvadoreños).
Esta guerra entre empresarios afecta a toda la clase trabajadora que reside en Soyapango, que debido a la confusión que sufre actualmente cree por un lado que los personajes del proyecto SITRAMSS, respaldados por el gobierno, son los “malos” y “los autobuses de los pobres” -como ellos les llaman- representan lo bueno, esto no debe satanizarse ni mal interpretarse, por eso explicamos que es una guerra por quien percibe más ganancias, por tanto las medidas paliativas que se plantean para detener este caos no son la solución, una solución viable sería la nacionalización del transporte público y un verdadero ordenamiento de sus rutas de tránsito. El gobierno tanto local como nacional aún no otorga una respuesta clara, aún no se sientan para llegar a un acuerdo con la empresa SITRAMSS y con la AEAS, y darle una alternativa viable a la población, mientras tanto el caos vehicular socava a Soyapango a diario, hoy más que antes.
Soluciones y alternativas
Normalmente, escuchamos cosas como “ampliar las calles”, “modernizar el transporte”, etc., son propuestas demasiado buenas pero si no van acompañadas de la planificación de la economía al final son medidas paliativas que atacan la enfermedad y no sus causas. La cuestión de ampliar las calles no servirá de nada, sino se ordena los horarios del transporte público, la cuestión de modernizar el transporte no consiste en privatizarlo (caso el SITRAMSS, asocio público-privado, más privado que público) sino, al contrario, estas acciones solo serán posibles nacionalizando al transporte público, estableciéndole horarios regulares y eficaces, para no atiborrar las nuevas calles que pueden construirse con el excedente de la economía planificada, esto evitaría también el viajar hacinados.
Atacando otra de las causas, la importación de carros debe ser regulada y establecer un límite considerado para la entrada anual de vehículos al país, solo para satisfacer las necesidades existentes de todos sus habitantes, pues, al tener un sistema de transporte nacionalizado, seguro, eficaz y ordenado, la concepción de huir de la paupérrima situación de estos medios se acabará y no se creará la ilusión de un transporte privado propio, sino la mayoría tendrá la visión de viajar en transporte colectivo, en metros públicos con condiciones aptas para satisfacer la necesidad de un viaje adecuado de la clase trabajadora. Todo esto acompañado de una educación sexual laica y correcta para acabar con los índices de sobrepoblación y otras medidas que garanticen la seguridad en el transporte público.
Por último, respecto al transporte anárquico de mercancías de las grandes empresas, las empresas que no utilicen las vías alternas que El Estado les asignen, deben ser expropiadas y mediante estas medidas ordenar dicho tránsito de mercancías. Por lo tanto, reconocemos que existen medidas viables dentro del sistema capitalista pero si estas no van acompañadas de la agitación revolucionaria por la toma del poder por parte del proletariado, serán efímeras e insuficientes. Solamente con un Estado proletario que ordene el tráfico vehicular como es debido y garantice mediante la economía planificada seguir innovando el transporte, se verán beneficios verdaderos para las mayorías explotadas que día con día se enfrentan al horrible espectro del caos vehicular en El Salvador.
1. http://www.elsalvador.com/articulo/nacional/sabes-cuantos-vehiculos-circulan-salvador-101970