La lista de mártires obreros norteamericanos es infinita, los más celebres son los mártires de Chicago de 1886 -como resultado de los cuales la clase obrera norteamericana legó el primero de mayo al resto del mundo, los patrones enfrentaron el movimiento de los trabajadores con extrema violencia. Es irónico que en los EEUU, "El día de los Trabajadores" está ahora ubicado a comienzos de septiembre, alejado de su fecha más significativa: 1º de mayo. Está considerado generalmente como el último fin de semana largo del verano, con grandes parrilladas y muchos litros de cerveza. Las movilizaciones sindicales en las grandes ciudades han disminuido al reducir la importancia del 1º de mayo con su traslado a septiembre y al convertirlo en un fin de semana festivo. De ese modo la clase dominante en EEUU hace todo lo posible para que la clase obrera olvide su propia historia y sus tradiciones.
La lista de mártires obreros norteamericanos es infinita, los más celebres son los mártires de Chicago de 1886 -como resultado de los cuales la clase obrera norteamericana legó el primero de mayo al resto del mundo, los patrones enfrentaron el movimiento de los trabajadores con extrema violencia. Es irónico que en los EEUU, "El día de los Trabajadores" está ahora ubicado a comienzos de septiembre, alejado de su fecha más significativa: 1º de mayo. Está considerado generalmente como el último fin de semana largo del verano, con grandes parrilladas y muchos litros de cerveza. Las movilizaciones sindicales en las grandes ciudades han disminuido al reducir la importancia del 1º de mayo con su traslado a septiembre y al convertirlo en un fin de semana festivo. De ese modo la clase dominante en EEUU hace todo lo posible para que la clase obrera olvide su propia historia y sus tradiciones.
El 1º de mayo de 1886 Albert Parsons, dirigente de los Caballeros del Trabajo de Chicago—Chicago Knights of Labor— (su esposa Lucy era una activista infatigable que hizo una campaña para conseguirle el indulto), encabezó una manifestación de 80.000 personas a través de las calles de la ciudad en reclamo de la jornada laboral de 8 horas. Unos pocos días después se les acoplaron en toda la nación unos 350.000 trabajadores que entraron en huelga en 1.200 fábricas de todo el país, incluyendo 70.000 obreros de Chicago. El 4 de mayo, Spies, Parsons y Samuel Fielden estaban hablando en un acto de 2.500 personas convocado para repudiar la masacre policial del día anterior en la fábrica McCornik, cuando llegaron 180 agentes, liderados por el jefe de policía de Chicago. Mientras él trataba de dispersar la manifestación explotó una bomba, matando a un agente de policía. La represalia policial ocasionó la muerte de otros siete policías en el tiroteo, además de otros cuatro hombres; y casi doscientos resultaron heridos. La identidad del autor del atentado continúa siendo desconocida.
Por supuesto que fue invocado otro Terror Rojo ("¡Comunismo en Chicago!") mientras todos los trabajadores estaban luchando por la jornada de 8 horas. El 21 de junio de 1886, ocho líderes obreros, incluidos Spies, Fielden y Parsons, fueron procesados, acusados por la responsabilidad del atentado. El juicio estuvo lleno de mentiras y contradicciones, y el fiscal general del estado dirigió estas palabras al jurado:
"Condenen a estos hombres, para que sirva de ejemplo, cuélguenlos, y salven nuestras instituciones."
Aunque sólo dos de ellos estaban presentes en el momento de la explosión (Parsons había ido a una taberna cercana), siete fueron sentenciados a muerte y el restante a quince años de prisión. El colegio de abogados de Chicago revisó el juicio, y varios años después el gobernador John P. Altgeld exculpó a los ocho, liberando a los tres sobrevivientes (dos de ellos habían visto reducida su pena de horca a prisión perpetua). Desafortunadamente, los hechos que rodearon a la ejecución de los mártires de Haymarket alimentaron el estereotipo de activistas radicales, extranjeros y violentos, contribuyendo de esa manera a incrementar la represión. El 11 de noviembre de 1886, cuatro líderes anarquistas fueron colgados; Louis Lingg se había suicidado horas antes. Doscientos mil personas tomaron parte en la procesión por el funeral, haciendo filas en las calles o marchando detrás de las carrozas fúnebres.
A medida que se desarrolla la crisis, los trabajadores necesitan armarse con un programa que pueda responder a sus necesidades y aspiraciones. Es necesario rescatar la tradición de lucha del Primero de Mayo. Esa misma fecha nació con la campaña por la jornada laboral de 8 horas en los Estados Unidos que en la década de 1880 tuvo el papel de hacer nacer el Día Internacional del Trabajador. En 1884 la Convención de la Federación de Organizaciones Sindicales había tomado una resolución que actuó como una señal para toda la clase obrera: "estas ocho horas deben constituirse legalmente en la jornada laboral de los trabajadores a partir del 1º de mayo de 1886". Este llamado fue tomado por el movimiento obrero con la creación de la Liga por las Ocho Horas, que consiguió importantes concesiones de la patronal, y la multiplicación de los miembros de los sindicatos.
Poco después de la tragedia de Chicago de mayo de 1886, los representantes obreros formaron la Segunda Internacional (Socialista) en 1889, bajo la bandera del internacionalismo obrero. Una resolución clave de ese Congreso fue que cada 1º de mayo los trabajadores de todos los países vayan a huelga, manifestándose por la jornada de 8 horas. El 1º de mayo de 1890 hubo huelga en toda Europa, con 100.000 manifestantes en Barcelona, 120.000 en Estocolmo, 8.000 en Varsovia, mientras millares no fueron al trabajo en Austria y Hungría donde las movilizaciones estaban prohibidas. Las huelgas se extendieron a través de Italia y Francia. Diez trabajadores fueron asesinados a tiros en el norte de Francia. En palabras del líder de la socialdemocracia austriaca, Adler, "sectores enteros de la clase obrera con los que nunca habíamos contactado, despertaron de su largo letargo."
En Inglaterra y Alemania, se realizaron grandes manifestaciones el domingo posterior al 1º de mayo. La importancia de estos hechos no fue ignorada por Frederich Engels, el viejo camarada de Karl Marx, que había vivido el largo período de quietud del movimiento obrero británico desde los grandiosos días de los Cartistas, en la década de 1840. Él escribió entusiastamente sobre el 1º de mayo: "con una columna de más de 100.000 trabajadores, el 4 de mayo de 1890, la clase obrera inglesa se sumó al gran ejército internacional, su largo sueño invernal terminó al fin. Los nietos de los viejos Cartistas están entrando en combate." Una vez más, una gran tradición obrera internacional es "Made in USA" (originaria de EEUU).