“…Lo mismo se hizo con los funcionarios de las demás ramas de administración. Desde los miembros de la Comuna para abajo, todos los servidores públicos debían devengar salarios de obreros. Los intereses creados y los gastos de representación de los altos dignatarios del Estado desaparecieron con los altos dignatarios mismos.”[1]
“…Lo mismo se hizo con los funcionarios de las demás ramas de administración. Desde los miembros de la Comuna para abajo, todos los servidores públicos debían devengar salarios de obreros. Los intereses creados y los gastos de representación de los altos dignatarios del Estado desaparecieron con los altos dignatarios mismos.”[1]
Hace 145 años Marx elaboraba la teoría del poder obrero basado en la experiencia de la efímera, pero instructiva Comuna de París. En dicha teoría planteaba en esencia que si bien la clase trabajadora debe apoderarse del Estado burgués en tanto sirva para someter a clase dominante la cual ha sido desplazada de sus posiciones en dicha estructura, éste como tal no podía servir como instrumento para cambiar la sociedad en favor de las masas proletarias. Debía ser destruido y sustituido por un nuevo poder estatal, un estado de los trabajadores, totalmente diferente a la vieja estructura estatal, es decir diferente a aquel donde prevalece “el poder estatal centralizado, con sus órganos omnipresentes de ejército permanente, policía, clero y judicatura ”.[2]
El presidente Sánchez Cerén anunció en el mes de agosto que ya había muchas voces que sugerían que los funcionarios debían bajarse los salarios, lo cual dijo que le parecía una “buena medida” con la que estaba de acuerdo. Las palabras de Marx suenan ahora con mucha fuerza y validez en las afirmaciones del presidente Cerén. Saludamos esta medida con beneplácito y esperamos que se ejecute en el corto tiempo, habrá que ver si es aceptada por el resto de funcionarios que laboran en el Estado. Por el momento creemos que tendrá un alcance limitado si sólo se habla del gabinete de gobierno y no se tocan las otras instancias del Estado burgués como la Asamblea Legislativa y el Ministerio de Justicia en su complejidad, donde por cierto hay intereses de clase muy marcados.
No se sabe con certeza a cuánto ascenderá esta reducción de dichos funcionarios; sin embargo, Eugenio Chicas planteaba hace unas semanas que “Este gobierno va a recortar los salarios de los altos funcionarios en una cifra considerable». De ser cierto tales aseveraciones, tendremos por primera vez, un Estado donde ya no será muy atractivo hacer carrera y buscar la forma de tener asegurado el futuro. Esta propuesta también viene a ser el resultado de las presiones tanto de las masas descontentas que por años han visto como miles de personas llenan sus bolsillos con mucho dinero desde posiciones del Estado, y por el otro de los organismos financieros internacionales que piden “austeridad” al gobierno para precisamente, pagar la deuda externa que se tiene a nivel internacional. Sería muy difícil aseverar que nuestros líderes estén poniendo en práctica medidas de carácter socialista como las que sugería Marx o Lenin en su obra “El Estado y la Revolución”. Pero al fin y al cabo es un avance, aunque tímido, un avance al fin de cuentas.
Esto debería ir acompañado por otras medidas que consideramos necesarias, como las que planteaba Lenin en la obra mencionada arriba: “Reduciremos a los funcionarios del Estado a ser simples ejecutores de nuestras directivas, ‘inspectores y contables’ responsables, amovibles y modestamente retribuidos (en unión naturalmente, de técnicos de todas las clases, de todos los tipos y grados); he ahí nuestra tarea proletaria, he ahí por donde se puede y se debe empezar a llevar a cabo la revolución proletaria”. Somos conscientes también que dichas medidas difícilmente se pueden llevar a cabo por decreto, o tendrán un impacto leve en lo que persiguen, en la medida que se mantenga intacta la compleja estructura del Estado burgués, para que esto sea significativo es la misma clase trabajadora, las personas comunes y corrientes las que deben tomar las riendas de la administración estatal de forma alterna, un arte que no debe ser un libro sellado con siete sellos para nadie. Como dijera Lenin hasta un cocinero debe aprender a ser un embajador, cuando todos son burócratas, nadie es un burócrata.