Ayer por la mañana se realizó la segunda actividad de protesta en contra de las resoluciones de la Sala de lo Constitucional, unos 1,500 trabajadores provenientes de organizaciones sindicales como el Frente Social y Sindical Salvadoreño (FSS), Movimiento Popular de Resistencia 12 de Octubre (MPR-12), y otras organizaciones de la clase trabajadora marcharon desde la estación del SITRAMSS del Parque Infantil hasta la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para mostrar su rechazo a las resoluciones de la Sala. El ambiente estuvo muy combativo desde tempranas horas, al paso de cada una de las unidades del SITRAMSS por el carril segregado no cesaba los aplausos al grito de: “¡Queremos SITRAMSS, queremos SITRAMSS!”.
Sin duda, a muchos de los manifestantes les parece correcto defender enérgicamente el moderno sistema de transporte. Al lugar también se hicieron presente algunos funcionarios y el diputado del FMLN Blandino Nerio quien acompañó toda la marcha, entre otras personalidades también se encontraba el exarenero Walter Araujo, quien había hecho el llamado a movilizarse desde que se anunció la resolución de la Sala.
Como hemos declarado en nuestra publicación del pasado 10 de mayo (click aquí), creemos que la única forma de darle salida a los constantes bloqueos de la clase dominante a la modernización del sistema de transporte es solo a través de que el Estado administre y controle el SITRAMSS en primera instancia, y el sistema de transporte colectivo en general en segunda instancia.
El sistema de transporte colectivo privado es un desastre, debe ser modernizado y ordenado. “La CEPAL, destaca que la contaminación de las emisiones de los buses en El Salvador ha estado causando efectos adversos en la salud de la población: mortalidad de adultos, bronquitis aguda en menores de 15 años, bronquitis crónica en adultos, incremento de admisiones hospitalarias por afecciones respiratorias y aumento de accesos de asma, todo lo cual redunda en pérdida de días laborales y escolares, además de gastos de atención médica”. Por años, los empresarios de autobuses chatarras se han negado a modernizar sus unidades. ARENA y la ANEP siempre cantan alabanzas a la administración privada de los servicios sociales, pero la muestra reaccionaria de la mezquindad y de la incapacidad de desempeñarse como una fuerza progresista de los capitalistas se expresa en la paupérrima condición del sistema de unidades de transporte colectivo. Durante décadas han demostrado su incapacidad para administrar este sistema. En realidad hoy en día es la propiedad privada el principal freno a la modernización y a la innovación de la movilidad. ¿Se necesitan más argumentos para lanzar la consigna de la nacionalización? La banca rota de los capitalistas y su sistema está más que dada, empecemos a darle el toque de gracia.
¿Qué permitiría la estatización del transporte colectivo y a quién beneficiaría inmediatamente? Como revolucionarios internacionalistas nuestro punto de referencia siempre deben ser los países en donde los gobiernos de izquierda han dado grandes pasos en el avance de medidas en favor de los explotados, partiendo de esta premisa, la posibilidad de un sistema de transporte estatal se presenta como una oportunidad viable y necesaria para nuestro país, esto es algo que ha sido implementado en muchos países latinoamericanos que lucharon bajo el mandato de gobiernos progresistas en contra de la privatización de los servicios sociales como salud, educación, pensiones, etc., en la década recién pasada, entre estos países podemos mencionar, Argentina y Venezuela. La característica común de estos procesos es que han sido el impulso de arduas luchas de la clase obrera y ha sido, por lo tanto, el producto de la lucha obrera con una correcta orientación de sus dirigentes que supieron poner sobre la mesa la importancia de que el Estado tenga el control de la movilidad obrera.
Un sistema de transporte colectivo estatal permitiría, en un primer momento, reconsiderar el valor del pasaje según los costes de la gasolina, el mantenimiento y depreciación de las unidades e infraestructura, los gastos de administración, etc. Algo que no se puede hacer bajo el sistema de transporte actual, por tratarse de un sistema privado que especula con los precios de la gasolina y priorizan sus ganancias antes que los intereses de la clase obrera, es esto lo que ha definido un costo de $0.33 ctvs., en el SITRAMSS actualmente; este precio no es tan asequible a la clase obrera más pobre. Además, con un sistema estatal no solo se reduciría considerablemente el valor del pasaje, sino que las tarifas incluso podrían dejar de ser únicas y podrían establecerse precios especiales para los sectores más vulnerables, tales como: estudiantes, adulto mayor, personas con discapacidades y desempleados. La inversión y modernización seria el objetivo de cualquier superávit en los ingresos —es contradictorio que con el SITRAMSS la inversión en la infraestructura y unidades modernas de transporte sea el privilegio de un sector de empresarios que se beneficia a costa de los impuestos del Estado y la ayuda solidaria de países como Brasil que han pasado por procesos revolucionarios para poder tener esa facilidad de contribuir con el desarrollo del país—. Entre otras cosas, un sistema estatal podría organizar de una mejor manera la jornada laboral garantizando la inserción al campo laboral a una parte de los trabajadores en situación de desempleo, reduciendo la jornada laboral de los actuales trabajadores del sector de transporte sin que esto signifique una reducción salarial (en algunos casos mejorándolos y garantizado otras prestaciones), y por lo tanto mejorar la relación del trato entre usuarios y empleados del sistema. El sistema estatal de transporte colectivo también contribuiría al ordenamiento de las ciudades y a la calidad de vida de la clase trabajadora en general.
Pero los beneficios de esta medida no se quedan hasta aquí, un sistema estatal de transporte nos permitiría también desarrollar el control obrero en las empresas, esto reduciría la corrupción y el mal manejo de los recursos, algo que desde la óptica de la derecha genera la nacionalización de las empresas de administración de bienes y servicios, lo que no dicen es que esto solo pasa bajo el modelo de Estado burgués, y no de un Estado en manos de los trabajadores.
El control obrero sobre las empresas nacionales, es el paso principal a la construcción de un Estado obrero que se rija bajo la democracia revolucionaria. La implementación de administración obrera, entre trabajadores del sistema de transporte estatal y la representación de una parte de los obreros sindicalizados del país, sería un ejemplo para demostrar que los recursos bajo la conducción de la clase trabajadora se optimizan mucho más y permiten un avance en el nivel de vida. Esto se debe a que la inversión de las ganancias estarían bajo la iniciativa del desarrollo social y no bajo el interés de unos cuantos burócratas, dejando de lado la democracia burguesa ya caduca y dando paso a la democracia obrera. Controlando así los destinos de nuestros recursos para el bien de la mayoría, y no para la mezquindad de una minoría parasita.
Ningún proceso de nacionalización y control obrero ha fracasado en donde se ha dado, todo lo contrario, nos han mostrado que es viable y necesario. Se debe tener en cuenta que todos los beneficios no solo están definidos por la extensión territorial ni los recursos de un país, sino también por la amplitud de los procesos. Obviamente un proceso de nacionalización del transporte colectivo no puede verse aislado en El Salvador y en todos los países de un plan general y estatal, en donde la gran propiedad privada vaya siendo eliminada y que los grandes recursos del país empiecen a beneficiar desde las instancias públicas a la mayoría que es excluida ahora bajo el capitalismo. La nacionalización de las vías de tren en Argentina y del Metro en Venezuela no han sido un problema en los procesos revolucionarios, lo que sí ha sido un problema es no llevar hasta las últimas instancias la revolución socialista en estos países, en no acabar completamente con la gran propiedad privada, o sea con el poder de los banqueros, empresarios y terratenientes sobre los explotados, y oponerles la fuerza del proletariado organizado controlando los medios de producción bajo la democracia proletaria.
Si bien es cierto el SITRAMSS ha sido un paso adelante para la solución al problema, este debe seguir el camino a la modernización sin ninguna traba, hoy que vemos los bloqueos por la clase dominante debemos darle el impulso que necesita, arrancándolo de las manos privadas pasándolo al control estatal.
No es válido el argumento que la nacionalización del transporte es inviable, o una medida descabellada que no parte de una realidad concreta, cualquiera que razone de esta manera y pretenda con ella ser realista está totalmente equivocado. Es idealismo puro pensar que debemos luchar ahora solo porque la Sala nos devuelva el carril segregado para que un pequeño grupo de empresarios se beneficie, quien no quiera reconocer esto esta engañado. La verdad es que si queremos plantearnos la transformación de este país y hacer avanzar nuestra lucha revolucionaria, debemos empezar a dar pasos decisivos. Pueda que nos llamen ridículos que vivimos en otro mundo, que no tenemos en cuenta el momento actual de la lucha, pero lo cierto es que nosotros como verdaderos revolucionarios no podemos mentirle a las masas, hablamos con la verdad aunque sea esta la más dura. Sabemos que la clase obrera entenderá tarde o temprano, que el SITRAMSS no es nuestro y que debemos hacerlo nuestro, que las únicas luchas se definen en la calles y no en el parlamento, que la Sala no nos representa, que la democracia burguesa es un obstáculo que debemos superar a través de la participación directa de los explotados en la decisión del destino de la sociedad acabando así con sus instituciones burguesas.
Como marxistas tenemos la ventaja de contar con una alternativa real, sobre aquellos que quieren bloquear la modernización del transporte, pero también sobre aquellos que confían aun en las manos privadas, nuestra alternativa se basa nada más en la confianza a la clase obrera. Muchos dicen que con estas medidas “radicales” lo único que haremos es que la burguesía desate la violencia y se intensifique el bloqueo a cualquier medida, esto es una falsedad, la burguesía tiembla ante la fuerza de la clase obrera organizada, sino que me respondan quienes defienden lo contrario, por qué la Sala saco esta resolución días después del primero de mayo, cuál es la explicación de este interesante punto. La verdad es que la burguesía tiembla ante la posibilidad de una lucha más profunda y cuando ve en las calles a las masas decididas a defender sus conquistas e ir por más.
El posible fallo de inconstitucionalidad no era algo nuevo, sino algo que ya había sido anunciada desde hace mucho tiempo, así como otras resoluciones que han pasado. Debemos ser audaces y preparar a las bases con antelación a los acontecimientos y no hasta que estos se presentan, movilizando como un acto de lucha ofensiva revolucionaria y no de apaga fuego. Este es un gran momento para impulsar medidas revolucionarias, una explicación paciente y agitación revolucionaria en las ciudades obreras sobre la necesidad de la nacionalización del sistema de transporte y de pensiones generaría la correlación de fuerzas en favor de las medidas revolucionarias. Cada manifestación, cada marcha, cada piquete debe ser un acto informativo y formativo para las masas, con información clara y revolucionaria, llamando a las cosas por su nombre. Solo esto nos puede garantizar la permanencia de los trabajadores y la disciplina revolucionaria en cada lucha, mostrándoles porqué y para qué luchamos. No podemos argumentar que las masas no están dispuestas a luchar, cuando no les hemos dado la oportunidad de hacerlo, las últimas luchas se han reducido a arreglos en el parlamento entre la aritmética de los votos de los diputados: negociando por aquí, comprometiéndonos con este y con el otro. Puede que esto funcione en determinados momentos, pero a medida que los intereses de clase se cristalizan por los efectos de la crisis esto se vuelve imposible. La lucha en el parlamento solo es una parte de la lucha revolucionaria, hace falta la más elemental, la que es con las bases obreras en las calles, con huelgas y manifestaciones masivas.
Las resoluciones de la sala obedecen a intereses de clase y debemos detenerlas, estas solo se detendrán si ocupamos la fuerza revolucionaria de la clase obrera. La última resolución en contra de la clase obrera que ha indignado al pueblo se presenta como una oportunidad única de preparar a las bases para una lucha frontal y aguerrida para defender las pensiones en el próximo periodo. La dirección del movimiento (sindicatos y FMLN) debe empezar de aclarar bien quién es nuestro enemigo y cuáles son nuestros métodos y por qué tipo de democracia debemos luchar, pues la democracia burguesa está mostrando sus limitaciones y se muestra como un freno para defender nuestros intereses. No hay lugar para la ambigüedad, el pacifismo parlamentario y la apostasía. Las luchas del próximo periodo definirán el rumbo y el futuro de la clase obrera, todo en el cuadrilátero de la lucha de clases. Debemos confiar en nuestras fuerzas pues somos los herederos de esta sociedad en ruinas y los únicos que podemos transformarla.