La suerte de los jóvenes árabes está empeorando: se ha vuelto más difícil encontrar un trabajo y es más fácil terminar en una celda. Sus opciones son típicamente la pobreza, la emigración o, para una minoría, la yihad. Sorprendentemente, en el sistema quebrado de Egipto, los graduados universitarios tienen más probabilidades de estar desempleados que el resto del país casi analfabeto". (The Economist, agosto de 2016).
La suerte de los jóvenes árabes está empeorando: se ha vuelto más difícil encontrar un trabajo y es más fácil terminar en una celda. Sus opciones son típicamente la pobreza, la emigración o, para una minoría, la yihad. Sorprendentemente, en el sistema quebrado de Egipto, los graduados universitarios tienen más probabilidades de estar desempleados que el resto del país casi analfabeto". (The Economist, agosto de 2016).
Estas palabras tienen ahora un año y la situación de los jóvenes árabes en general, y especialmente de los jóvenes egipcios, solo ha empeorado. En su artículo principal de un titulado "La ruina de Egipto", The Economist mostró un gráfico que ubica la tasa de empleo juvenil de Egipto centre 40% y 46% en los últimos seis años. Los únicos países árabes cuya juventud tuvo peores resultados entre 2010 y 2016 fueron Libia y Mauritania.
Egipto es incomparable, respecto a su vecino que ha sido devastado por una bárbara guerra civil y frente a una nación menor de África occidental. Un país que ha estado muy industrializado desde la década de 1960, es la segunda economía más grande de África y una de las más grandes de Medio Oriente. Su población es de casi 100 millones, de estos casi el 40 % están asentados en los principales centros urbanos, y dos tercios de los cuales son menores de 30 años. Tiene además algunas de las instituciones de enseñanza más reconocidas fuera del mundo desarrollado.
Los jóvenes de Egipto son un grupo demográfico altamente educado en comparación con el resto de la población, y constituyen la mayoría de los 28 millones de angloparlantes en el país. Llevaron a las masas egipcias a las calles, una y otra vez, en uno de los mejores ascensos de la lucha de clases jamás presenciados entre 2011 y 2013. ¿Cómo es que ahora sólo pueden ver cómo su país se desliza hacia atrás, hacia un nivel de pobreza que nunca antes habían experimentado en sus vidas?
Los jóvenes de la clase media están siendo duramente golpeados
Los precios de la gasolina están más allá de los límites de un salario superior al promedio, las importaciones de alimentos esenciales y médicos ya no están en existencia, y los trabajos son pocos y distantes. ¿Cuántos de los que se mantuvieron valientemente al frente de sucesivos movimientos de masas pudieron haber previsto que años más tarde su propia generación sufriría los mismos flagelos sociales y económicos, plagando a la sociedad egipcia a un nivel aún más alto?
Desde que la Libra egipcia fue liberada en noviembre pasado, esta capa de la sociedad que fue capaz por primera vez de encender la llama de la revolución -la juventud de clase media- ha visto colapsar sus condiciones de vida. Esta es la capa cuyos trabajos o ingresos familiares dependen más del comercio exterior, de los mercados de servicios y de la inversión.
Mientras que la flotación de la moneda, la actitud humilde del gobierno hacia las potencias del Golfo, y su política de puertas abiertas para los especuladores inmobiliarios chinos, han permitido recuperar parte del reciente colapso de las reservas de divisas, nadie más que la clase dominante egipcia ha visto los beneficios de esta recuperación.
La venta del Estado continúa a puertas cerradas, los recortes a la salud y la educación se están profundizando, hay una creciente crisis de vivienda en El Cairo y Alejandría, y los salarios, a pesar de toda la inflación y el abaratamiento de la moneda, siguen siendo bajos, particularmente en el sector privado.
Mientras tanto, muchas de las generaciones mayores al menos tienen casas, empleo a largo plazo y planes de jubilación. La juventud no tiene nada de esto asignado. Han conocido solo las privatizaciones y el declive económico durante toda su vida, fueron relegados desde el comienzo de la edad adulta, y casi la mitad de ellos han estado luchando por el empleo más sórdido desde entonces.
Amr, un graduado de contabilidad de 26 años que trabaja como guardia de seguridad, le dice al Consejo Atlántico: "En Egipto no tenemos opciones. Ninguna opción para elegir tu trabajo. Cada día de mi vida pienso en salir de Egipto". Mientras Maged Ali, otro guardia de seguridad graduado, bromea con una periodista de El Cairo: "Señora, necesitamos más cafés para mantener ocupada a la horrible cantidad de personas sin empleo".
La realidad, no sólo bajo el gobierno de Abdel Sisi, sino bajo las condiciones de una crisis general del capitalismo de la que no hay ningún país en la tierra protegido, es que las cosas seguirán empeorando para los egipcios comunes, especialmente para los jóvenes. En un artículo para la Revista Identity a finales del año pasado, Farah Kedre resumió las preocupaciones de muchos jóvenes egipcios:
"Hay un aumento de precios en todos los ámbitos de la vida, lo que resulta en facturas inestables de electricidad y agua, así como en los precios de los productos, desde papel higiénico hasta automóviles y casas. Los precios se disparan mientras que los cheques de pago siguen siendo los mismos. Entonces, ¿qué pasará cuando los graduados comiencen a pensar en el matrimonio? No podrán vivir una vida en la que puedan ofrecer a sus hijos una buena educación, planear vacaciones o vivir una vida estable. El futuro en Egipto no está garantizado y la situación solo empeora".
Necesidad generalizada
El mismo escenario está generalizado en todo el mundo hasta cierto punto, y se pueden establecer paralelismos inmediatos con el sur de Europa, sobre todo la difícil situación de los jóvenes en Grecia y la situación política respectiva. En Egipto, el estado de ánimo de desesperación entre los jóvenes de clase media es muy pronunciado, comprensible dado el reflujo constante en el movimiento revolucionario que lideraron y los extremos de la recesión económica.
La respuesta para la mayoría de los jóvenes que pueden incluso considerar la idea es emigrar lo más pronto posible. En una encuesta realizada por CAPMAS en 2013, la mitad de los jóvenes egipcios dijeron que iban a emigrar en cuanto tuvieran la oportunidad, la mayoría para encontrar empleo.
Eso fue inmediatamente después del movimiento del 30 de junio que derrocó a un régimen odiado y que subió a Sisi al poder. Si hoy se llevara a cabo la misma encuesta, después de cuatro años de crímenes económicos y políticos aún más atroces contra el pueblo egipcio, el número dispuesto a irse se habría disparado.
La emigración también es la respuesta para muchos jóvenes empobrecidos en países como España, Italia, Portugal y Grecia. Bajo el capitalismo, a menudo el objetivo de su viaje consiste en un trabajo de salario inferior al mínimo con largas horas, pocos derechos y un alojamiento hacinado para sobrevivir y poder enviar dinero a casa.
La mayoría de los egipcios, dadas las políticas racistas de inmigración de la UE y las demás potencias imperialistas, lucharían incluso por encontrar estas escasas recompensas si intentaran viajar. La opción, en realidad, está abierta a una pequeña fracción de los más de 60 millones de egipcios menores de 30 años. La única opción real para la gran mayoría es aceptar el país en el que se encuentran y luchar por derrocar el sistema que está causando su ruina.
¿Dónde está la salida?
Los egipcios que se quedan en su país no aceptarán el saqueo de sus servicios, el aumento gradual de los precios y la reducción de las condiciones de vida de forma indefinida. El terreno se está preparando para una explosión monumental de la lucha de clases. La revolución, que sigue invicta, elevará las tradiciones de 2011 y 2013 a un nivel aún más alto.
La mayoría de los que planean irse, muchos de los cuales estaban en las calles la última vez, están muy al tanto de estos acontecimientos. Debido a la desmoralización y a la confusión derivadas del fracaso de los movimientos anteriores para tomar el poder, no ven ninguna conclusión en esta lucha, excepto una guerra civil sangrienta y fratricida similar a la situación que vive Siria desde 2011.
Esta actitud demuestra la falta de fe en la clase obrera egipcia y una comprensión errónea del Estado egipcio, sus capas componentes y la medida real de la (falta de) fortaleza del régimen dentro de la sociedad.
Sin embargo, lo más importante es que tales temores no tienen en cuenta la tarea imperativa de organizar una dirección revolucionaria seria, equipada con las estructuras del partido y del programa capaces de hacer desaparecer una fuerza aparentemente poderosa como el aparato estatal burgués egipcio.
Egipto tiene una enorme capa de jóvenes privados de derechos y una clase trabajadora aún más grande, todos los cuales comparten intereses comunes fundamentales. Es una tarea enorme intentar unir a estas poderosas fuerzas de la sociedad sobre la base de tales intereses y canalizar su ira y amargura contra el statu quo hacia el derrocamiento de todo un sistema. Pero tiene que hacerse: no hay otra alternativa excepto la que los aspirantes a emigrar temen más.
La juventud egipcia, mostrando una valentía notable, se encargó de liderar la lucha después de la batalla contra un aparato estatal colosal. Ahora deben reunir la misma valentía, aprender las lecciones de los últimos seis años, volverse hacia la clase obrera egipcia y prepararse para llevarla un paso más allá, en una lucha contra el mismo sistema capitalista.
Hay más que suficientes reservas de fuerza entre las masas egipcias para tener éxito, y su valentía nunca estuvo en duda.