Aunque la educación no es el único camino para el desarrollo individual, es uno de los medios para la transformación colectiva. Sin embargo, tradicionalmente es uno de los instrumentos al servicio de las clases dominantes para mantener y justificar su dominación, para fomentar el adoctrinamiento de las masas, para que estas conciban su sistema como algo natural y permanente dentro de la sociedad y acepten de manera inconsciente la versión capitalista del desarrollo de la humanidad.
Nuestro pequeño país no es la excepción, como una característica de la utilización del sistema educativo para los intereses de la clase dominante, históricamente no se le ha dado la prioridad que requiere la formación científica, crítica, humanista y cultural de sus ciudadanos y ciudadanas. A través de las diferentes etapas que ha atravesado nuestra sociedad, es decir desde la época colonial, el estado cafetalero, las dictaduras militares, hasta el estado “democrático” burgués de la actualidad, la inversión y las renovaciones en el sistema de educación han sido mínimas e insuficientes para propiciar el desarrollo humano al que debe aspirar toda sociedad.
En general, el modelo educativo formal, escolarizado preponderante a nivel nacional, surge en un momento histórico dominado por el modo de producción capitalista y en este sentido hereda de él muchos de sus valores, los centros educativos, sin proponérselo, son instrumentos que reproducen, justifican y defienden los intereses de la clase dominante. Las políticas educativas implementadas han convertido a la educación en un medio idóneo, para poner al ser humano al servicio de la economía y no a la economía al servicio del ser humano. Lo más importante para los modelos económicos neoliberales no es el desarrollo integral de los seres humanos, sino lograr a través de la educación, la formación del recurso humano que formará parte, como una pieza más, del engranaje productivo de la cadena mundial que dominan los grandes países industrializados.
Y aun así, desde una perspectiva socio-económica, la mera inversión en educación no puede solucionar, por sí sola, los problemas estructurales y multifactoriales como la pobreza, la marginación y el desempleo. Todos ellos afectan la eficiencia de la educación en su labor desarrolladora de las condiciones de vida de los individuos y de la sociedad en su conjunto.
Ante lo cual la transformación educativa es necesaria como reivindicación de la revolución socialista. Es decir hacia la construcción de una sociedad consciente de sus facultades revolucionarias, en donde la principal preocupación durante la formación de los ciudadanos con vistas a su futuro no sea la de sobrevivir a través de un empleo sino más bien el crecimiento humano en un entorno en donde sus necesidades, elementales y superiores, puedan ser satisfechas con la riqueza de los recursos y la producción que nos pertenece a todos y todas.
Consideramos la educación como uno de los pilares para la construcción socialismo, dado que es un medio esencial para la emancipación de las masas en cuanto a sus libertades y también para el desarrollo de sus capacidades, lo cual es necesario para hacer desaparecer las brechas de desigualdad económica, marginación social, explotación infrahumana, criminalidad galopante, y así construir una sociedad socialista donde todos tengamos una existencia digna.
El sector docente, estudiantil y los trabajadores en general deben comenzar a fomentar la organización es sus centros de estudio y trabajo y luchar por una educación de calidad, integral -multifacética- como le gustaba llamarla a Marx, sin el sesgo de la iglesia y la religión, es decir laica, integradora y gratuita, la cual solo puede conseguirse dentro de una sociedad libre de las ataduras del capitalismo.