El 2020 ha sido un año revelador para toda la economía mundial, el impacto del virus de la Covid-19 aceleró la crisis mundial del capitalismo que años previos se había estado preparando, atravesamos ya más de la mitad de este año y las proyecciones económicas de cómo terminará la economía mundial aún no es certera del todo, esto tiene que ver con la incapacidad que se tiene para medir los efectos que tendrá la crisis de la Covid-19 en las economías. Ninguna proyección puede tomarse como fija, el futuro es realmente incierto y todo conduce a un desastre sobre el cual los más afectados, como siempre, seremos los más pobres.
El último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronosticaba que la región se contraería 9,1 en este año y se elevará la tasa de desempleo hasta el 13,5 %, sin embargo, estos datos aún no son firmes, en muchos países latinoamericanos el virus aún está en su etapa temprana y los efectos devastadores aún están por verse, sin duda las cifras pueden aumentarse en los próximos meses.
Para El Salvador, la CEPAL pronostica una contracción de la economía del -8,6 %, el séptimo país más afectado de la región latinoamericana y el más afectado de la región centroamericana, también el informe afirma que cuatro de cada 10 salvadoreños estará en situación de pobreza. Y la pobreza extrema aumentará, en puntos porcentuales, 4,5% pasando del 7,4 % al 11,9 %.
Siendo una economía que depende en gran medida de las remesas, así como de las exportaciones tenemos que tener en cuenta que la contracción de la economía en EEUU de la cual pronosticaban en junio una contracción de 6,5%, cifra que puede cambiar con los futuros acontecimientos, afectará en todos los sentidos a nuestra débil economía aumentando así el desempleo, la pobreza y la explotación.
Como marxistas nos interesan, más que las cifras, los efectos de estos datos en la conciencia de las masas, que sin duda ya se están manifestando, las masas trabajadoras se puede decir permanecen en estado de shock ante las muertes por la pandemia, el hambre y la escasez, este estado de shock en el que esperan que los gobernantes resuelvan de la mejor forma sus problemas, será solo transitorio y no durará mucho.
En toda la historia de las crisis del capitalismo ningún gobierno capitalista ha podido lidiar con ella, esto es así porque la economía del capitalismo es anárquica y no obedece a ningún orden, más que al orden de las ganancias de un pequeño grupo de la sociedad. Lo que hace imposible controlar sus crisis y sus efectos en los niveles de vida de las masas, por lo tanto, toda esperanza de los trabajadores sobre algún plan del gobierno para evitar los golpes sobre los niveles de vida se ira diluyendo paulatinamente.
Al contrario de que el gobierno tenga un plan claro que pueda beneficiar a las masas trabajadoras lo que vemos es que cada vez más la situación se recrudece, cada periodo que avanza del año la presión sobre el Estado tiende a incrementarse.
Recientemente hemos sido testigos como para enfrentar a la Covid-19 el gobierno salvadoreño ha tenido que endeudarse por más de 3 mil millones de dólares, esta alternativa parece que es la preferida de los gobiernos o la única desde la perspectiva de los intereses por los que trabajan. Pero el endeudamiento no resuelve nada, al contrario, solo recrudece la situación, lo central aquí es entender que quienes pagan la deuda son los mismos trabajadores a través de impuestos, lo cual significa más ataques a los niveles de vida sobre la mayoría aplastante en el futuro próximo.
El nivel de endeudamiento, según el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), del Estado salvadoreño podría llegar este año a representar el 92 % del PIB, lo que significa que por cada 100 dólares de producción 92 estarán destinados a deuda. A pesar de esta situación complicada, no dudamos que el próximo año el gobierno nuevamente eche mano de más adquisición de deuda para resolver el déficit fiscal.
El endeudamiento es la única salida que al parecer tienen todos los gobiernos, incluyendo el gobierno de los Estados Unidos que ha inyectado billones de dólares a la economía con dinero estatal, contradiciendo su vieja máxima que dice que el Estado no debería intervenir en la economía; a lo que podemos agregar, sí, el Estado no debe intervenir en la economía cuando los capitalistas están acumulando fortunas a costa de la explotación, pero cuando están sufriendo pérdidas pues las debemos socializar, al final estamos juntos en este barco llamado mundo.
Estas son las contradicciones de los gobiernos capitalistas que protegen los intereses de la burguesía, obviando que durante años han acumulado millones de dólares a través de nuestra explotación. Nuestra política no debe estar basada en lo que se puede hacer desde el marco capitalista, ni tampoco creernos la reaccionaria consigna de que todos debemos unirnos, al contrario, la situación de crisis exige medidas revolucionarias y la clase obrera debe organizarse de manera independiente en los sindicatos y otras organizaciones de lucha para impulsar medidas directas contra los grandes ricos del país.
La solución a los grandes problemas de la sociedad no se hará por decretos en los salones ministeriales de este gobierno. En el próximo periodo el Estado y sus poderes intentará defender a toda costa a la clase privilegiada de nuestro país, imponiendo una serie de medidas reaccionarias, la defensa de nuestras conquistas y la exigencia de nuestras demandas ante programas privatizadores, reducciones salariales, despidos masivos y la imposición de impuesto reaccionario debe expresarse en las calles de manera organizada y con claridad de quienes son nuestros enemigos de clase y sobre cuales debe recaer la crisis: los más ricos de este país.
Ante esto debemos exigir: nacionalización inmediata de todas las empresas privatizadas durante los gobiernos de ARENA, FMLN y Gana; una banca nacionalizada y única para ofrecer créditos a los micros y pequeños empresarios; la expropiación y nacionalización de fábricas que amenacen con el cierre dejando a sus empleados sin sustento; la puesta en marcha de estas bajo el control de los trabajadores mismos, bajo un plan económico que pueda garantizar mejoras en las condiciones de vida de la clase obrera.
Solo la unidad y la fuerza de los oprimidos puede garantizar un futuro diferente ante el colapso inminente de la economía capitalista y los ataques del Estado, como explotados no podemos temerle a la ruina, si el empresario, el banquero, o el terrateniente ante la ruina pretende abandonarlo todos los trabajadores debemos tomar las riendas de las empresas y tierras y echarlas a andar en beneficio de todos y todas. Los estudiantes, desempleados y empleados informales deben estrechar lazos para luchar en contra de nuestros enemigos de clase y por un programa de lucha que incluya todas nuestras demandas de empleo, salarios acordes al costo de la vida, vivienda, salud, educación y recreación. Debemos luchar por una economía racional y planificada por los trabajadores mismos.