Tras 8 meses de gobierno PSOE-Unidas Podemos (UP), necesitamos hacer un balance y sacar las conclusiones pertinentes. Lucha de Clases se opuso a la entrada de UP en el gobierno. Éramos partidarios de facilitar la investidura de Sánchez y pasar a la oposición, apoyando las medidas progresistas que pudieran acordarse, y oponernos a las regresivas. Así, UP habría mantenido su libertad de crítica y agitación para defender su propio programa.
Explicamos que los hilos que atan al aparato del PSOE con la clase dominante y el aparato del Estado, harían que aquél se plegara a sus presiones, y se frustraran las promesas más avanzadas del pacto de gobierno PSOE-UP. Así ha ocurrido. También previmos que UP jugaría un papel subalterno en este gobierno y que sería obligada a renunciar gradualmente a su programa y convicciones. El aplauso al discurso de Felipe VI en el inicio de la legislatura fue la primera señal de esto.
Es cierto que la mayoría de las familias trabajadoras vieron con simpatía, e incluso entusiasmo, la formación de este gobierno. Y somos conscientes de que muchas de esas expectativas siguen presentes, y que hay preocupación e indignación por los ataques de la derecha. Pero, como también avisamos, si al final esas expectativas no se transforman en avances sustanciales, vendrá la insatisfacción con la actual política de medias tintas, provocando el desprestigio del gobierno y de Unidas Podemos, preparando así el retorno de la derecha el poder, con una izquierda debilitada y su autoridad quebrantada ante las familias trabajadoras.
El acuerdo de gobierno, papel mojado
Así, con la excusa de la crisis económica y la epidemia de Covid-19, la derogación de la reforma laboral y de la Ley Mordaza han desaparecido del horizonte, igual que las subidas de impuestos a los ricos. No es el momento, dicen. Pero si el momento no es ahora, en medio de la crisis, cuando faltan recursos para atender necesidades sociales, y no se sacan de quienes más tienen, la conclusión es que habrá que reducir el gasto social, incluidas las pensiones; o sacar recursos, no de los empresarios, sino de las familias trabajadoras y la clase media con el incremento de los impuestos indirectos.
La reciente ayuda europea no será un sustituto de esto. De los 140.000 millones que supuestamente se recibirán en el plazo de 3 años, una parte se destinará a tapar los agujeros dejados estos meses por la crisis y la pandemia, pero algo más de la mitad son préstamos que habrá que devolver, y con intereses. Además, estas ayudas están condicionadas a cumplir ciertos objetivos y “reformas” no especificadas. Es decir, la “generosidad” europea se concretará finalmente en más deuda y más dinero público para devolver esos préstamos, eternizando las políticas de recortes sociales y de austeridad ante la ausencia de un horizonte de crecimiento económico sólido.
No es enteramente cierto, como dice Pablo Iglesias, que la presencia de UP en el gobierno está impidiendo la aplicación de políticas de ajuste. Realmente, el gasto social extra de esos meses, en ayudas directas a trabajadores, parados, autónomos y también empresarios, no son una característica española, lo están haciendo todos los gobiernos del mundo: desde Macron y Merkel en Europa hasta Trump en EEUU. Necesitan apaciguar a las familias trabajadoras con migajas para tratar de evitar explosiones sociales y situaciones revolucionarias, como se ha visto en muchas partes del mundo, incluso antes de la pandemia.
Incluso, avances claros, como el aumento del salario mínimo a principios de año, podrían haberse conseguido con UP presionando en la oposición, como ya sucedió un año antes.
Seamos claros, la política de ajuste sigue ahí: la reforma laboral, los medios escasos en sanidad y educación, en dependencia, la dificultad para acceder a una vivienda, etc. Medidas “estrella” como el Ingreso Mínimo Vital apenas han llegado a varios miles, frente a los 350.000 previstos. Para colmo, se anuncia ahora la privatización de Bankia.
Y UP acepta todo esto con bochorno, como la huida del rey emérito, sin hacer mucho ruido. Y ya empezamos a ver costes políticos, alejando a votantes y simpatizantes, como ocurrió en las elecciones vascas y gallegas.
Giro a la derecha
Ahora Sánchez ha iniciado un idilio escandaloso con Ciudadanos, una de las patas de la derecha, humillando a UP, para llegar a todo tipo de acuerdos en Presupuestos, nuevas leyes, etc. Sí, es el mismo Ciudadanos que sostiene al PP, junto a la ultraderecha de Vox, en Andalucía, Madrid, Murcia, y Castilla y León, el que bloquea cualquier salida política al conflicto catalán. Es vergonzoso, y un fraude político. La mayoría de la población votó por un bloque de izquierdas en las elecciones de 2019. Y es tanto más escandaloso porque Ciudadanos es irrelevante social y políticamente, no es necesario para articular una mayoría parlamentaria. La izquierda se basta ella sola con su mayoría absoluta de 179 diputados en el Congreso.
Sánchez está en una componenda con el Ibex35 para “resucitar” a Ciudadanos, quien ha cambiado de estrategia para sustituir a medio plazo a UP como socio de gobierno, con su giro al “centro”. Por supuesto, hasta que este fortalecimiento de Ciudadanos no esté concretado, y para impedir la contestación social, Sánchez todavía necesita a UP en el gobierno, con el apoyo de las cúpulas de CCOO y UGT, para que le cubran su flanco izquierdo y mantener sus credenciales “progresistas” entre el electorado.
Ara és l’hora
Por mucho que los dirigentes de UP renuncien a su programa, se humillen, y traten de justificar que debemos tener paciencia ante los avances sociales que vendrán, la burguesía nunca se reconciliará con ellos. Sus críticas a la monarquía, al aparato judicial, a los ricos, o su apuesta por negociar una salida al conflicto catalán, aunque no pasen de las palabras a los hechos en organizar acciones de masas en la calle, son un peligro existencial porque apuntan contra el corazón del régimen capitalista español y, en determinada etapa, dichas críticas pueden focalizar hacia estos elementos constitutivos del régimen el malestar social inevitable que tarde o temprano se expresará en la calle.
Como se dice en Catalunya: Ara és l’hora. El momento es ahora. UP debe denunciar este giro a la derecha de Sánchez, darle un ultimátum para que rompa todo acuerdo político con Ciudadanos y el PP, apoyarse en la mayoría parlamentaria de izquierdas, y exigirle un calendario exacto para aplicar los puntos principales del acuerdo de gobierno, antes del final del año: derogación integral de la reforma laboral del PP, de la Ley Mordaza, de la ley educativa LOMCE, aprobar el aumento de impuestos a los ricos comprometido, etc. De no obtener una respuesta afirmativa e incondicional a esto, en un plazo que no debe prolongarse más de dos semanas, UP debería anunciar su salida inmediata del gobierno, para volver a la oposición en las condiciones que describimos al principio.
Nadie podrá acusarla de deslealtad o irresponsabilidad. Al contrario, esto debe aplicarse a la dirección socialista que ha faltado a su acuerdo de gobierno, se ha postrado ante el Ibex35 y quiere usar a UP como cobertura de izquierdas conveniente para sus maniobras.
UP debería, entretanto, lanzar una campaña de agitación para dejar claro que ha luchado hasta el final para que se cumpla lo pactado, y mostrar cómo el aparato del PSOE y Sánchez están cediendo a los intereses de los grandes empresarios y banqueros. Encontrará el apoyo y la comprensión en millones de familias trabajadoras.
Si, en respuesta, Sánchez disuelve las Cortes y convoca elecciones será su responsabilidad, no de UP, que vería reforzada su credibilidad y su apoyo social y electoral. Lo peor que podría suceder es que UP termine atada a una política de “unidad nacional” de ajustes y recortes que terminen hundiéndola y destrozándola.
Salir a la calle, que cumplan su programa
Este emplazamiento que hacemos a la dirección de UP es también una obligación de todo trabajador y joven que confió en su palabra. Fueron los dirigentes de UP quienes hicieron creer a millones que sería posible una política progresista en un gobierno con el PSOE. Les exigimos que cumplan su compromiso, no ya un programa socialista acabado, sino su propio programa de reformas limitadas acordado en noviembre de 2019. Pero la experiencia ha demostrado que no hay margen bajo el capitalismo español, atrasado y en crisis, para llevarlas a cabo, sin romper con el capitalismo mismo.
En la crisis orgánica capitalista actual, o se avanza decisivamente contra el gran capital con políticas de nacionalizaciones, o no hay alternativa, como prueban los cierres anunciados en Nissan y Alcoa.
La tarea del momento, de la dirección de UP, de los sindicatos y de todos los activistas obreros y sociales, es organizar la movilización de los trabajadores y demás capas oprimidas de la sociedad por sus derechos, contra la explotación capitalista, y exigir que la crisis la paguen los ricos y no las familias trabajadoras.