Oliver Brotherton
El domingo por la tarde, Aaron Bushnell, miembro en activo de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, se auto inmoló frente a la embajada israelí en Washington en protesta por la complicidad del imperialismo estadounidense con la guerra contra Gaza. La noticia de este valiente acto de sacrificio de un solo hombre ha resonado con fuerza en los corazones de cientos de millones de hombres y mujeres.
Sienten la misma profunda desesperación ante las escenas del genocidio que se está cometiendo en Gaza; impotencia cuando el poder militar colectivo del imperialismo occidental se utiliza para aplastar y asesinar a un pequeño pueblo oprimido; sienten la misma rabia asfixiante contra nuestros sanguinarios políticos capitalistas aquí en Occidente que han permitido esta matanza.
El jueves por la mañana, Aaron Bushnell, de 25 años, ingeniero informático y de ciberseguridad de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, se puso en contacto con varios periódicos para declarar su intención de entregar su vida en señal de protesta:
«Me llamo Aaron Bushnell, soy miembro en servicio activo de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos y ya no seré más cómplice del genocidio. Estoy a punto de participar en un acto de protesta extremo, pero en comparación con lo que el pueblo ha estado experimentando en Palestina a manos de sus colonizadores, no es nada extremo. Esto es lo que nuestra clase dominante ha decidido que será normal».
Ante la hipocresía descarada de los imperialistas, que predican la «democracia» y los «derechos humanos» mientras arman hasta los dientes al régimen asesino de Netanyahu, Bushnell, que era un anarquista, colocó correctamente la culpa donde corresponde: en la clase dominante.
El vídeo de los últimos momentos de Bushnell, cuando se acercaba a las puertas de la embajada israelí, es estremecedor. Inicialmente visto en Twitch por sólo unas pocas docenas de espectadores, las posteriores cargas de las imágenes han sido vistas por millones. Mientras las llamas envolvían su cuerpo, Bushnell gritaba: «¡Liberad Palestina! Palestina libre!» Estas fueron sus últimas palabras.
Junto a esta escena de un joven en la flor de su vida que lo deja todo para llamar la atención al sufrimiento del pueblo palestino, el vídeo también captó el espectáculo de un policía o un miembro de la seguridad de la embajada apuntándole con un arma, exigiéndole que «se tirara al suelo».
Insinuaciones de los medios de comunicación
Inmediatamente, las autoridades y los medios de comunicación han tratado vergonzosamente de enturbiar las aguas, utilizando la típica neolengua orwelliana, a la que estamos tan acostumbrados desde que estalló la guerra contra Gaza.
ABC News se refirió a una «aparente ‘protesta política’, las comillas son totalmente suyas. Otros señalaron que «ningún miembro del personal de la embajada israelí resultó herido», y que un equipo de desactivación de bombas fue llamado para comprobar un «vehículo sospechoso» en la zona – insinuaciones que sugieren que la seguridad de la embajada y su personal estaban de alguna manera bajo amenaza.
La Policía Metropolitana de Washington, por su parte, publicó un informe de incidentes hablando de un hombre en «angustia mental» caminando fuera de la embajada antes de la autoinmolación de Bushnell. El Servicio Secreto informó de que había recibido informes de alguien «experimentando una posible emergencia médica / de salud mental». Muchos medios recogieron obedientemente esta narrativa, en un sucio intento de socavar la protesta de Bushnell sugiriendo que eran las acciones de un hombre que no estaba en su sano juicio.
Estas acciones no fueron el resultado de una enfermedad mental, sino de una profunda frustración y rabia, el mismo sentimiento con el que arden los corazones de millones de trabajadores y jóvenes. Estamos hartos de los asesinatos en masa y de las mentiras de los medios de comunicación capitalistas y de los políticos, en EEUU y en todas partes, que intentan ensuciar la reputación de los que apoyan a Palestina, mientras justifican la matanza de Israel.
Pero el mensaje de Bushnell al mundo no era simplemente de rabia, también mostraba la desesperada e hirviente necesidad de hacer algo ante toda esta injusticia. Con palabras poderosas, escribió en su último mensaje en las redes sociales:
«A muchos de nosotros nos gusta preguntarnos: ‘¿Qué haría yo si estuviera vivo durante la esclavitud? ¿O en el sur de Jim Crow? ¿O durante el apartheid? ¿Qué haría si mi país estuviera cometiendo un genocidio?’ La respuesta es: lo estás haciendo. Ahora mismo».
Ante los horrores del imperialismo, millones de personas sienten la necesidad de actuar. Pero como individuos, parecemos impotentes para detener la fuerza aplastante del gigante imperialista.
No se puede imaginar un ejemplo más poderoso de protesta individual que el de Aaron Bushnell, que será recordado para siempre. Lo que se necesita ahora es una expresión organizada, para reunir toda esta rabia en una fuerza poderosa, invencible: un partido revolucionario que pueda desafiar y derrocar este podrido sistema capitalista, y a toda la banda de criminales de guerra imperialistas, desde Biden a Sunak, Macron, Scholz, Trudeau – a todos ellos.
«Una revolución volcánica»
El impacto de la muerte de Bushnell se muestra en la inmensa avalancha de condolencias y apoyo en sus redes sociales. Los mensajes de solidaridad de miles de comentaristas revelaron lo profundamente que se habían sentido sus actos:
«He sentido lo que tú sientes, nadie parece escuchar o preocuparse lo suficiente para detener este genocidio».
«Qué vergüenza, Joe Biden. Qué vergüenza, Blinken. ¡Asesinos!»
«La ignición de tu buen cuerpo será el comienzo de una revolución volcánica para detener la injusticia y apoyar a los oprimidos».
Este es el estado de ánimo entre millones. Los gritos de Bushnell de «Palestina libre» resonarán mucho después de su muerte. Lo que se necesita es precisamente, como señala el comentario anterior, una «revolución volcánica», que canalice la justa ira de los millones de personas que se oponen a la incesante opresión engendrada por el capitalismo y el imperialismo dentro y fuera de sus fronteras.
La protesta de Bushnell es la más reciente de una larga historia de autoinmolaciones contra la guerra y la opresión imperialistas. Protestas similares fueron famosas durante la guerra de Vietnam, tanto por parte de manifestantes estadounidenses como vietnamitas.
Más recientemente, la autoinmolación del vendedor ambulante tunecino Mohamed Bouazizi en 2010 -contra la miseria y la humillación que él, como millones de personas, sufría bajo el régimen- fue la gota que derramó el vaso del movimiento revolucionario que estalló en Túnez, dando paso a la Primavera Árabe y el derrocamiento de dictadores.
Hoy, la destrucción de Gaza está radicalizando a millones de personas en Oriente Medio. Los regímenes de toda la región penden de un hilo. La posibilidad de una nueva Primavera Árabe está en el aire, aterrorizando a los imperialistas.
En todo el mundo se están produciendo acontecimientos revolucionarios similares. La cuestión de Gaza se ha convertido en un factor clave en la radicalización de cientos de millones de personas. En todas partes se está creando el mismo ambiente. Lo que hace falta es organización y un programa revolucionario claro para expropiar a los capitalistas y llevar a cabo una revolución comunista. Sólo esto puede convertir la rabia y la desesperación en esperanza revolucionaria y en una fuerza que cambie la sociedad.
¡Palestina libre!
¡Intifada hasta la victoria!
¡Revolución hasta la victoria!