23 de junio de 2025
«AHORA ES EL MOMENTO DE LA PAZ», escribió el presidente estadounidense Donald Trump en Truth Social el sábado. Ese mismo día, Estados Unidos llevó a cabo el mayor ataque militar contra Irán en la historia moderna. Trump contó con el respaldo de los líderes europeos, incluido su obediente siervo en Downing Street, todos los cuales han estado pidiendo a Irán que muestre «moderación», que «desescale» y que vuelva a la mesa de negociaciones.
Bertolt Brecht dijo una vez que «cuando los líderes hablan de paz, el pueblo sabe que se avecina la guerra». Se refería a la propaganda bélica cuidadosamente elaborada que se emplea al comienzo de cada guerra. Su objetivo es justificar la guerra ante los ojos de las masas como justa, defensiva y librada en interés de la nación en su conjunto, cuando en realidad se trata de una guerra criminal librada en interés de la clase dominante, por la que los más pobres tendrán que pagar el precio más alto.
Presentar cada acto agresivo como defensivo es un método que se ha perfeccionado a lo largo de la historia de la lucha de clases. Aun así, la arrogancia grosera y presuntuosa con la que se presenta hoy la guerra contra Irán es asombrosa. El viejo Brecht habría puesto los ojos en blanco con incredulidad. Si no está absolutamente claro para todos, dejemos las cosas claras.
La guerra de Israel contra Irán fue un ataque militar monstruoso y no provocado, y la orden de Donald Trump de que Estados Unidos se uniera a ella es una apuesta temeraria que amenaza con provocar consecuencias desastrosas para los pueblos de la región y del mundo entero.
Irán no representaba ninguna amenaza militar para Israel ni para Estados Unidos. Según la propia CIA, el programa nuclear iraní estaba, como mínimo, a tres años de estar en condiciones de fabricar una bomba nuclear. Además, el régimen iraní nunca indicó que tuviera realmente la intención de fabricar una bomba nuclear. Al contrario, indicó que prefería negociar un acuerdo para levantar las sanciones occidentales contra Irán a cambio de limitar su programa nuclear al uso civil. De hecho, ese era todo el contenido del acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán que Trump echó por tierra en 2018.
Así pues, los llamamientos occidentales a la negociación van en contra de los hechos: Irán no necesita «volver» a la mesa de negociaciones porque nunca la abandonó. Fue Benjamin Netanyahu quien decidió torpedear las negociaciones, y el «presidente de la paz» estadounidense le siguió. Con ello, el imperialismo estadounidense e israelí han vuelto a agravar las tensiones en una región cuya estabilidad ya era precaria.
En los últimos dos años, Israel ha atacado Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria y Yemen, destruyendo la vida de millones de personas en el proceso. Ha amenazado con desatar todo el poderío de su maquinaria militar contra cualquiera que se atreva a plantarle cara. Durante todo este tiempo, Netanyahu ha recibido todo el apoyo material y político de Estados Unidos y de Occidente en su conjunto, que tiene su propia historia de intervenciones sangrientas en Oriente Medio: en Irak, Afganistán, Siria, Libia y Yemen.
Han dejado un rastro de muerte y destrucción. Naciones orgullosas y con ricas culturas han sido arrastradas a la barbarie más humillante. Ninguna fuerza ha destruido jamás tantas vidas como el imperialismo estadounidense.
Y, sin embargo, se ataca a Irán por ser «un factor desestabilizador». El verdadero crimen que ha cometido el régimen iraní contra Estados Unidos e Israel es haber desarrollado la capacidad de hacer frente a sus maquinaciones caprichosas y egoístas.
Tras haber construido una importante base militar y política, Irán pide ahora que se le permita sentarse a la mesa como potencia reconocida en Oriente Medio. Pero Estados Unidos e Israel no quieren compartir su pastel con nadie. Eso es, en pocas palabras, lo que ocurre.
Democracia
En los últimos días se ha hablado mucho en la prensa occidental sobre la falta de democracia en Irán. Flanqueado por sus partidarios occidentales, Netanyahu ha estado llamando al pueblo de Irán a que se libere de su «régimen malvado y represivo» y recupere su «libertad».
Pero antes de nada debemos preguntarnos con qué mandato actúan Netanyahu, Trump y sus lacayos europeos. Netanyahu es odiado por gran parte de la población israelí. Su Gobierno ha ido tambaleándose de crisis en crisis. Hace solo dos semanas, estaba al borde del colapso. Es un hecho público en Israel que Netanyahu ha estado saltando de una guerra a otra, esencialmente para chantajear a la población israelí y mantenerse en el poder. Su mayor logro es haber atado al imperialismo estadounidense a una guerra contra Irán, algo que lleva persiguiendo desde el 7 de octubre de 2023.
Trump mordió el anzuelo de Netanyahu a pesar de haber sido elegido con un programa para poner fin a las guerras, en particular las de Oriente Medio. El 60 % de la población estadounidense se opone al ataque de Estados Unidos contra Irán. ¡Solo el 16 % está a favor! Ahora está recogiendo el testigo dejado por Biden.
Las acciones irresponsables de estos individuos, respaldadas por los regímenes europeos, amenazan ahora con una devastadora conflagración regional que podría sumir a la economía mundial en una recesión, todo ello a un coste terrible para millones de personas. ¿Dónde están los derechos de esas personas?
Y, sin embargo, estas mismas damas y caballeros intentan enseñar al pueblo iraní lo que es la democracia, ¡a punta de pistola! El pueblo iraní solo tiene que mirar a Irak, Afganistán y Libia para ver dónde acaba ese tipo de «democracia».
Los verdaderos objetivos de la guerra
El verdadero propósito de esta guerra no es la estabilidad, la paz, la democracia ni la destrucción de las armas nucleares. Se trata de que la clase dominante israelí y sus aliados occidentales se reserven el derecho indiscutible de hacer lo que quieran en la región: intimidar, bombardear e invadir a cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento, sin encontrar resistencia alguna.
Al alinearse con Israel, el imperialismo estadounidense ha revelado una vez más su naturaleza como la fuerza más brutal, asesina y desestabilizadora del mundo. Es una fuente de reacción que vomita su podredumbre contagiosa en todos los rincones del planeta. Como tal, es el principal enemigo de la clase obrera mundial. La liberación de los trabajadores y los pobres iraníes es tarea de los propios trabajadores y pobres iraníes. No puede ser llevada a cabo por el imperialismo occidental. Por el contrario, su liberación solo puede tener lugar como parte de una lucha contra el imperialismo estadounidense.
Los imperialistas, que llevan décadas violando y saqueando Oriente Medio, son los mismos que explotan y oprimen a los trabajadores en Occidente. Ahora nos dicen que Irán representa la mayor amenaza para nuestra seguridad. Pero tienen mucha más sangre en sus manos que cualquier otro régimen del mundo. En otras palabras: el enemigo principal está en casa, y la lucha por la liberación de las naciones oprimidas es la misma que la lucha contra la clase capitalista en Occidente.
¡Abajo la guerra contra Irán!
¡Abajo el imperialismo estadounidense!
¡Trabajadores del mundo, uníos!