Actualmente, la situación política y económica del país es demasiado volátil, y bajo la lógica de que cada uno de los contendientes a la presidencia plantea solventar la crisis es que podemos analizar qué tan ciertas son sus palabras a partir de sus posiciones. La posición debe articularse desde lo económico a lo político y social, y partiendo de esto vemos claramente que de los tres candidatos presidenciales ninguno ofrece eliminar las relaciones de explotación dentro del capitalismo, mucho menos piensan implementar reformas estructurales que saquen de la miseria a los desposeídos y la clase trabajadora del país.
Pero, partiendo de lo anterior, el más hipócrita de estos resulta ser el representante predilecto de la burguesía: Carlos Calleja. Con spots publicitarios por doquier espera impactar en la psique de la gente, finge sentir la miseria del pueblo salvadoreño, mientras que su candidata a vicepresidenta dice que el salario mínimo no se aumentara sino aumenta la productividad, argumento falaz y miope de una representante de la burguesía, donde vierte este tipo de argumentos para no mostrar la verdadera esencia burguesa de sus propuestas. La productividad no aumentara en tiempo de crisis, no por la incapacidad de la clase trabajadora, sino simplemente porque a la burguesía no le parece rentable las inversiones dentro de los procesos productivos y se dedica mejor a las especulaciones financieras.
La burguesía acostumbra a vender sus intereses a la población como si fueran los intereses de todo el país, ocultando el propósito de fondo, “si nosotros los burgueses poderosos estamos bien, ustedes los que no tienen nada tal vez lo estarán también”. La burguesía cuando habla de sacar de la crisis, habla de sacar de la crisis a su clase y no a la clase trabajadora, pero les resulta muy útil hablar de conciliación, de unidad y una serie de patrañas que solo aplican para sus posiciones privilegiadas.
El abogar por la unidad para salir de una crisis que la burguesía ha creado, el hablar de olvidar los conflictos de clase, siempre resulta útil para el que posee todo, porque ideológicamente desarma al que debe de luchar porque no tiene nada que perder más que las cadenas que lo atan a la explotación y a la miseria. Decir que ahora es tiempo de olvidar los errores del pasado es fácil para la burguesía desde el momento que ellos no fueron afectados. En veinte años de gobierno, ARENA desfalcó al Estado, por montos que oscilan aproximadamente los 38 mil millones de dólares, a esto se le debe sumar la corrupción pública que representó 12,515 mil millones de dólares y una corrupción privada (elusión y evasión) que alcanzó los 24, 597 mil millones de dólares. Estos montos hubieran sido utilizados para desarrollar áreas estratégicas, como salud y educación, hubieran permitido una completa modernización del sistema educativo del país.
Ahora como los lucrados de dicha corrupción son los miembros burgueses de ARENA y sus lacayos, hoy hacen un llamado a la unidad por un nuevo país, nuevo país que se quiere cimentar bajo la premisa que la burguesía primero, la burguesía después y por décimo lugar, remotamente, el pueblo salvadoreño. Es decir, lo pernicioso de esta demagogia de unidad es que, a muchos sectores atrasados políticamente del país, los desarma y caen en el juego ideológico creyendo que la mejor alternativa es ARENA.
Desgraciadamente con la política conciliacionista entre explotados y explotadores, el FMLN se ha vuelto cómplice del atraso del proceso de toma de conciencia de las masas, se ha vuelto de alguna manera, un freno para despertar el animo de lucha de las masas contra los intereses de los capitalistas. Como marxistas creemos en la organización consciente del pueblo, en estos tiempos es lo único que nos garantizará una victoria sobre la burguesía en defensa de nuestros propios intereses. Organízate junto a nosotros y luchemos contra el capitalismo.
¡Por la independencia de clase!
¡Por la unidad del proletariado!
¡Por un programa revolucionario que nos saque de la crisis!
Han utilizado tres anglicismos. Deben tomar en cuenta que siempre habrá lectores acucioso, como yo, que detestan los anglicismos innecesarios.