Las estadísticas son abrumadoras. Son 135 mujeres las asesinadas en los primeros cuatro meses de este año, según declaraciones de la Fiscalía General de la República y la Policía Nacional Civil, y cada día siguen en aumento. El año pasado eran 124 hasta el 30 de abril, lo que muestra un incremento de 16 asesinatos más, algo totalmente indignante, que es una expresión de que las instituciones burguesas son incapaces de resolver esta problemática. Además, se estima que cada día, en promedio, 16 mujeres denuncian casos de violencia, ya sea violencia intrafamiliar, social, sexual, institucional, económica, entre otras. Hay 1,519 denuncias de violencia intrafamiliar, 3,290 por violencia sexual y en promedio una mujer es asesinada cada 10 horas (según ORMUSA, 2017).
Muchos de estos asesinatos son considerados como feminicidios. Pero, ¿qué es un feminicidio? Se denomina así cuando se efectúan los crímenes y las mujeres son asesinadas por su condición de género. Es decir, cuando se muestran signos de abuso sexual, cuando se tiene antecedentes o indicios de que el homicida ejercía violencia en contra de la víctima, o bien, un vínculo emocional con ella. En El Salvador contamos con la Ley Especial para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV), ella establece que la violencia feminicida es aquella que se produce por continuas acciones de violación a derechos humanos a raíz de conductas misóginas o sexistas. Esta es la última etapa de la violencia de género, que puede partir desde una frase que menosprecie el rol de la mujer hasta su asesinato.
Los recientes casos de feminicidio han servido para que se le haya prestado más atención a esta problemática en los últimos días. “Reforzar a los Tribunales Especializados para una Vida Libre de Violencia y Discriminación para las Mujeres y los servicios de las oficinas Unimujer-ODAC de la Policía Nacional Civil son acciones claves para garantizar que las niñas, adolescentes y mujeres puedan acceder a la justicia”, dice el comunicado que ha emitido la ONU. Y aunque ésta se presenta como facilitadora en la cooperación de asuntos como la paz y seguridad, el desarrollo económico y social, los asuntos humanitarios y los derechos humanos; guarda total silencio y muestra una enorme indiferencia a los conflictos focalizados a nivel mundial como consecuencia de la crisis sistémica.
La FGR ha anunciado que creará una nueva unidad encargada de las investigaciones en caso de feminicidios, lo ha indicado el fiscal general, Douglas Meléndez. Aunque la Fiscalía ya tiene una Unidad de Atención Especializada para las Mujeres, claramente, se ha visto que tales mecanismos no resuelven nada en absoluto, sobre todo porque en ellos prima el carácter clasista siempre en favor de la clase dominante y porque quienes se encargan de ellas son elegidos de forma antidemocrática respondiendo a sus mismos intereses y para mantener el poder en sus manos. Cabe mencionar que es recurrente culpabilizar ese fracaso a que las instituciones son manejadas únicamente por hombres, creyendo o sugiriendo que se necesitan mujeres en esos cargos para solventar esta situación de violencia contra las mujeres, pero en realidad esto no se trata de si una mujer o un hombre este al frente de estas instituciones, el problema es que igualdad formal como tal es ineficiente para solventar la situación angustiosa de las mujeres de la clase trabajadora.
Consideramos necesario luchar con todas nuestras energías contra estos males engendrados por el capitalismo, creemos que es imposible en líneas capitalistas acabar de raíz con la opresión de la mujer, pero solo en la medida en que seamos conscientes de que la raíz de la opresión de la mujer deviene de la propiedad privada iniciaremos el camino para su erradicación total. A la par de la lucha contra los feminicidios debemos también desarrollar la lucha contra el sistema capitalista, la historia nos ha mostrado repetidas veces que no existe tal cosa como un “capitalismo más humano” y tampoco existe una tercera vía, solo una lucha socialista podrá detener la ola de barbarie. Incluso dentro del socialismo será necesaria una ofensiva cultural para extirpar milenios de cultura machista, pero sin acabar con la explotación del hombre por el hombre cualquier campaña cultural será impotente o, peor aún, una campaña burguesa para evadir eliminar la raíz clasista que origina el problema.
Barbarie contra las mujeres
Entre los asesinatos más destacados está el de la periodista Karla Turcios asesinada por su esposo Mario Huezo, según las más recientes investigaciones de la Fiscalía. Seguido de otros dos casos de feminicidios, uno en San Salvador y otro en Santa Ana. El de San Salvador ocurrió sobre el Bulevar Constitución, la víctima se dirigía hacia su lugar de trabajo cuando fue interceptada y asesinada a balazos. En el caso de Santa Ana, este ocurrió específicamente en El Congo; sobre este caso se conoció que la ahora fallecida regresaba de poner la denuncia por violencia, pero su expareja ya la esperaba para asesinarla a machetazos.
A estos se suman los casos de violencia contra mujeres policías, uno de ellos es el caso de Lorena Hernández asesinada por su pareja y compañero de trabajo, luego de un enojo por celos en el interior de la Subdelegación de la PNC en Mejicanos. Otro es el de Irma Julia García de Leonor, quien fue inducida al suicidio por su pareja, también miembro de la PNC, en diciembre pasado. Y el caso más controversial, el de la agente Carla Ayala quien fue desaparecida por un agente del extinto Grupo de Reacción Policial (GRP), luego de una fiesta de fin de año en diciembre de 2017.
Según los reconocimientos realizados por el Instituto de Medicina Legal, entre los lugares donde ocurren estos hechos se encuentran: la calle, autobuses, barrancos, cañales, lotificaciones, carreteras, fincas, predios baldíos, quebradas, vías públicas, terrenos, entre otros. Acá se evidencia estadísticamente y territorialmente qué clases son las más afectadas: las clases oprimidas.
Nuestro país se ha convertido en una gran fosa común, día tras día aumenta de manera severa el número de personas que son víctimas de la perpetuación de la crisis del capitalismo. En esta oleada de sangre y violencia, la juventud, los trabajadores y mujeres somos quienes ponemos los muertos, las desapariciones y los ultrajes. Con las mujeres es particular, pues relegada al papel de mercancía, se genera una cultura que ve en la mujer un objeto, legitimando los atropellos en su contra. Siendo así, por ejemplo: cuando una mujer es violentada sexualmente, además de defenderse de su agresor debe hacer lo mismo respecto al Estado quien puede incluso señalarla como la responsable a consecuencia del propio funcionamiento del sistema en que nos encontramos. En este sentido Marx dice en El capital que: “La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva“. Y es que, a pesar de la brutalidad con la que se efectúan estos hechos y de la presión que está ejerciendo la sociedad en contra de los feminicidios o los abortos obstétricos el Estado y los medios de comunicación en lugar de admitir la alerta de género han llevado una campaña contra las víctimas, criminalizando y justificando sus muertes o encarcelamientos; ésta es una situación expresada incluso en el contexto internacional, siempre en consecuencia de esta crisis del capitalismo.
Hacer justicia a las mujeres asesinadas es luchar contra el capitalismo; vinculemos las luchas del pueblo con la lucha contra el feminicidio y el machismo, esta debe ser una lucha revolucionaria de toda la clase trabajadora.