1.
Sit Situación de las niñas y adolescentes salvadoreñas
Para las niñas y adolescentes salvadoreñas la situación se agrava de manera más particular. Los altos índices de embarazos demuestran el fracaso de los sistemas educativo y de salud, la poca voluntad política para garantizar condiciones de vida digna, etc. Además del fracaso del sistema capitalista, que mientras promete prosperidad, condena a la miseria a la población a causa de su mecanismo de explotación y degradación.
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Sit Situación de las niñas y adolescentes salvadoreñas
Para las niñas y adolescentes salvadoreñas la situación se agrava de manera más particular. Los altos índices de embarazos demuestran el fracaso de los sistemas educativo y de salud, la poca voluntad política para garantizar condiciones de vida digna, etc. Además del fracaso del sistema capitalista, que mientras promete prosperidad, condena a la miseria a la población a causa de su mecanismo de explotación y degradación.
Uniones en niñas y adolescentes
A pesar de la diversidad de consecuencias negativas y a la persistencia de esta práctica en diversos países, las uniones en niñas y adolescentes no ha recibido la atención adecuada en América Latina y el mundo. En el caso específico de El Salvador es un problema de salud sexual y reproductiva y además de derechos humanos, componentes que reproducen relaciones de poder, desigualdades y violencia de género.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) considera que aproximadamente un 16 % de las mujeres de los países pobres se unen ante de los 18 años. Según proyecciones, de no reducirse esta práctica de uniones tempranas en el mundo más de 280 millones de niñas corren el riesgo de unirse antes de alcanzar los 18 años y, a causa del incremento poblacional, esta cifra podría aumentar a 950 millones para 2030 (UNICEF, 2013). Son sobre todo mujeres social y económicamente más desfavorecidas, sin mucha o nula escolarización, y que residen en regiones rurales; esto a su vez, incrementa las tasas de natalidad en adolescentes de manera significativa. Es decir, este problema afecta sobre todo a las niñas pertenecientes a la clase trabajadora.
Estas uniones y embarazos de niñas y adolescentes constituyen una verdadera amenaza y vulneración de sus derechos humanos, que influyen negativamente en su calidad de vida, en su salud sexual y reproductiva; además, las condena a la miseria, explotación y discriminación, pues son más propensas a la deserción y el rezago escolar, entre otras cosas. Son una barrera para su desarrollo inclusivo y autónomo e imposibilita el desmantelamiento de las desigualdades de género. Las mujeres que se casan antes de los 18 años tienen mayores probabilidades de ser contagiadas de VIH y de verse condenadas por embarazos no deseados, y cuentan con menos habilidades y posibilidades de determinar con sus parejas las circunstancias bajo las cuales ocurren los encuentros sexuales, en los cuales muchas son violentadas.
Todo lo anterior hace que, en términos generales, las uniones en niñas y adolescentes tiendan a ser definidas como uniones forzadas, partiendo del hecho que las niñas menores son incapaces de decidir si consentir o rechazar dicha unión. Por eso, las declaraciones y normas de derecho internacional, en las cuales participa el Estado salvadoreño tales como la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Convención Internacional de los Derechos de los Niños y Niñas, las reprueban como forma de violencia. Las niñas que son forzadas a casarse son privadas de sus libertades fundamentales, son más vulnerables a sufrir violencia física y sexual, daños a su salud física y mental. Para el 2008, en El Salvador el 37 % de las niñas que se unieron antes de los 15 años sufrió violencia física en manos de su pareja, y de las que se casaron después de los 25 años un 18 %.
Esta práctica reproduce relaciones de poder que al articularse con normas y patrones culturales, patriarcales y sexistas dificultan que los derechos humanos y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres se reconozcan y se ejerzan. Por tanto, estas uniones son parte del continuum de violencia, cultural y estructural, de desvalorización, subordinación y cosificación de las niñas y adolescentes, contribuye además a la normalización de diversas formas de violencia sexual, física y psicológica hacia las mujeres.
Detrás de todo esto, se encuentra la construcción social del “ser niñas y adolescentes” –y de las mujeres en su conjunto- como personas dependientes emocionales, económica y sentimentalmente, necesitadas de la protección de los hombres.
A pesar de todos los marcos legales a los que se ha adherido el Estado salvadoreño para la defensa de los derechos de Niños, niñas y adolescentes, sus derechos siguen siendo vulnerados. Esto demuestra la falta de voluntad política, y la ineficacia en la aplicabilidad de dichas leyes, pues las instituciones encargadas, en lugar de ser parte de la solución contribuyen a la agudización del problema.
Embarazos y maternidad en niñas y adolescentes
Según recientes estimaciones de las Naciones Unidas, la tasa de fecundidad adolescente en América Latina y el Caribe se encuentra entre las más altas del mundo, con un promedio de 66 nacimientos por cada mil mujeres de entre 15 y 19 años, estos niveles de fecundidad son asociados con una agudización de la desigualdad social. En El Salvador según estudios presentados por UNFPA, durante el 2015 se registraron 83,478 embarazos a nivel nacional, de los cuales 25,132 eran de niñas y adolescentes entre los 10 y 19 años de edad. En ese año, aproximadamente, una niña quedo embarazada cada 21 minutos.
Los estudios médicos han demostrado que el embarazo a edades tempranas pueden representar un riesgo biopsicosocial para la madres y el recién nacido, y una mayor mortalidad materno-infantil. Las implicaciones de salud son nefastas, los niños nacen con menos peso y una mayor posibilidad de nacer prematuramente. El riesgo de muerte por complicaciones durante el embarazo y el parto es mucho mayor en adolescentes menores de 16 años, alrededor de 70,000 adolescentes en países empobrecidos mueren cada año por esta causa. Esta es la realidad de miles de niñas y adolescentes salvadoreñas, limitadas y degradadas por un sistema infame que no ofrece ninguna alternativa a su situación.
Los embarazos en niñas y adolescentes limitan su continuidad en el sistema escolar, en El Salvador el 47 % de las madres adolescentes ya no continúan sus estudios. Esto implica la precarización de estas mujeres que serán futuras trabajadoras, y las condena a percibir salarios de hambre, con escasa o nula posibilidad de poder mejorar sus condiciones de vida. Para contrarrestar esto, es necesario la medida de acciones urgentes, como mayor presupuesto a la educación, educación sexual y reproductiva libre de prejuicios, la aplicación de condena según la ley para personas que sostengan relaciones sexuales con menores de edad, etc.
Agresión sexual en niñas y adolescentes
acoso sexual es una amenaza que deben enfrentar constantemente las niñas y adolescentes, de acuerdo al número de denuncias se estima que cada tres horas una niña, niño o adolescentes es víctima de violencia sexual, y se da en un contexto que, además, amenaza constantemente su integridad y desarrollo.
Las niñas y adolescentes entre 0 y 19 años se encuentran en mayor riesgo de experimentar algún tipo de agresión sexual (violaciones sexuales, estupro, tocamiento genital o anal, sexo oral, intento de penetración, etc.). El CONNA registró en su Sistema de Información de Denuncias, entre 2015 a septiembre de 2016, un total de 2948 casos de amenazas y vulneraciones a la integridad sexual de niños, niñas y adolescentes, de las cuales el 93 % fueron cometidas contra niñas y adolescentes. Estos datos no demuestran la realidad verdaderamente, hay un fenómeno de la no denuncia de estos actos muy marcado, que se puede explicar en parte por la normalización cultural de la violencia.
Gran parte de las agresiones sexuales contra las niñas y adolescentes se da en el ámbito familiar, el 23 % de las agresiones son perpetradas por un familiar, especialmente por padres, padrastros, tíos, abuelos, primos, entre otros, demostrando la degeneración de la sociedad.
La vulneración de los derechos de las niñas y adolescentes en El Salvador son consecuencias de políticas ineficaces e incompetentes, de una sociedad con índices de machismo insospechados. La lógica del capitalismo es la degradación constante de la integridad de las personas, para mantener la dominación de unos sobre otros, por eso bajo este sistema es impensable dar solución por completo a los grandes problemas de las niñas y adolescentes salvadoreñas.
Mujeres organizadas, sindicatos y FMLN
Las mujeres organizadas pueden llegar a ser más combativas y disciplinadas que muchos hombres, esto en parte por las exigencias de demostrar que no son inferiores frente a organizaciones dominadas por hombres, y también por la conciencia de su doble explotación por el capitalismo y el patriarcado. Sin embargo, las dificultades materiales y culturales juegan un papel decisivo en la organización de las mujeres. Como marxistas sabemos que sin la participación de las mujeres es impensable que avance la revolución socialista, por eso hacer un trabajo especial de agitación entre las mujeres trabajadoras es necesario.
A pesar de que las mujeres proletarizadas en El Salvador alcanzan un buen porcentaje respecto a los hombres, esto no es proporcional al porcentaje de mujeres sindicalizadas. Esto se debe a muchos factores, entre ellos los que más destacan según ORMUSA son: el temor a la discriminación sindical por parte de la patronal; las mujeres consideran que el sindicalismo es un espacio casi exclusivo de hombres; campañas de afiliación bajo amenazas; estructuras sindicales de corte patriarcal; resistencia de los sindicatos a incorporar demandas específicas de las mujeres en sus plataformas; no hay consideración por las responsabilidades familiares de las mujeres en la planificación del trabajo sindical, ni se adoptan medidas para facilitar la conciliación entre la vida personal y la vida sindical.
Todos estos obstáculos deben ser superados en los sindicatos; hay algunos que desarrollan talleres de género para sensibilizar a sus afiliados, el impacto de estos no se ha medido aún, pero sin duda son un pequeño paso de los muchos que deben darse para asegurar la participación de las mujeres en los sindicatos del país.
La participación de las mujeres en las organizaciones sindicales y sociales, ha sido siempre limitada debido a la subordinación a los patrones machistas de las distintas sociedades en la historia. Hablando estrictamente del sindicalismo, esta se remonta a los años sesenta, setentas y ochentas, donde el auge revolucionario era la norma, muchas de las mujeres, en muchos caso esposas de los trabajadores sindicalizados, jugaron un papel importante sobre todo como organizadoras de la solidaridad de los huelguistas, como el caso de los obreros en Bolivia, Gran Bretaña y El Salvador en el caso de las luchas obreras de los setenta y ochenta así como otros países, sin embargo con el reflujo revolucionario a posteriori de esta ola revolucionaria, mino todo el avance por la incorporación de las mujeres, todo este retroceso trae consigo la inevitable burocratización de las organizaciones obreras y con ello también algunos de los viejos prejuicios machistas que impiden que las mujeres se mantengan organizadas o bien dentro de los sindicatos o fuera de estos como elementos de agitación revolucionaria.
En El Salvador y Centro América juega un papel fundamental de freno, la inversión de los organismos internacionales, que se inmiscuye en los procesos de toma de conciencia de las mujeres, sobre todo en sus centros de trabajo y fuera de ellos, estos organismos que se expresan a nivel de ONG, tienen la estrecha limitante de basarse fundamentalmente, en mejorar las condiciones laborales de las mujeres y educar a las mujeres acerca de sus derechos de salud y reproductivos, que no está mal, pero que en la mayoría de los casos nunca se proponen la lucha más allá de los estos estrechos límites, nos referimos a la lucha por reivindicaciones políticas que incluyan a todo el conjunto de la clase obrera, los programas de lucha de estos organizadores a sueldo, suelen llegar hasta donde llegan los objetivos de sus financistas, objetivos que no trastocan las verdadera condiciones que generan la opresión de las mujeres en la sociedad: las relaciones de producción.
En cuanto al FMLN, este se proclama como el único partido político que desde sus inicios ha garantizado la participación de mujeres y jóvenes en cargos de dirección del partido, y aspirantes a cargos de elección popular. De hecho para los comicios de marzo 2015 hubo una alta participación de mujeres en candidaturas. La nueva Ley de Partidos Políticos obliga a los partidos a tener una representación del 30 % de mujeres, el FMLN según declaraciones de su secretario general, tiene una representación del 35 % en la dirección, directivas municipales y departamentales, entre otros espacios, es decir sobrepasa lo que la legislación nacional exige.
Si bien es cierto la paridad por sí sola no es garantía de nada para mejorar la vida de las mujeres trabajadoras, creemos que la participación política de las mujeres por estar en desventaja debe garantizarse.
Por otra parte, debemos agitar para que dentro del partido las Secretarias de la Mujer sean un espacio de formación política para las mujeres, y no simplemente lugares donde se convoca únicamente para conmemorar fechas especiales, lo cual no está mal, pero debe avanzarse en el nivel político de las compañeras.
Las demandas de las mujeres han entrado en una fase de aceptación, sus reivindicaciones aparecen asumidas en los discursos capitalistas como algo necesario para avanzar a un mundo “más igualitario”. Debido a esto, hay una tendencia muy grande a conformarse con simples participaciones institucionales de las mujeres, lo cual no cambia absolutamente nada en la lógica capitalista, pues esta presunción de “igualdad” sigue siendo a costa de la explotación de millones de mujeres trabajadoras, de su desvalorización simbólica y material.
Es necesario decir que para la plena participación de mujeres en política se deben despatriarcalizar los espacios de participación política. Pues estos son espacios que históricamente se han constituido desde una lógica androcéntrica, han sido reservados casi exclusivamente para hombres, esto ocasiona que la incorporación de las mujeres es diferencial, lenta, y deben necesariamente adaptarse a una estructura muy patriarcal. Como consecuencia de esto hay una tendencia a la expulsión de mujeres mayoritariamente de los espacios políticos por ser insostenibles con la conciliación de la vida personal, laboral y familiar. Pero también por las lógicas absurdas de competición por el poder y la violencia en forma de discriminación sexista, por el machismo, que transgreden e imposibilitan la autonomía y el empoderamiento de las mujeres. La experiencia ha demostrado que la participación política de las mujeres esta mediada por la socialización de género, y por la sobrevaloración de habilidades y practicas propias de la socialización de género masculina, que son el resultado de los roles sociales que se le atribuyen a hombres y mujeres bajo la sociedad divida en clases, así la mujer no puede involucrarse en actividades que no sean las labores del hogar y la iglesia a lo mucho. Ante esto, debemos plantearnos firmemente el compromiso para que más mujeres puedan organizarse con nosotros.
Como toda organización revolucionaria y socialista sabemos que, como Marx y Engels señalaron, una de las principales razones de la opresión de la mujer devienen de la posición social que ocupa, el trabajo doméstico y la reproducción de la fuerza de trabajo, por tanto una de las bases de la reproducción de la opresión viene del tipo de familia que reproduce la sociedad burguesa y de todos los vínculos culturales que se han creado por una cultura milenaria y clasista fundamentada hoy por el capitalismo. Toda lucha para que sea emancipadora debe de exponer de manera clara estos puntos fundamentales y trazar soluciones objetivas, desde las mínimas hasta las máximas para solucionar los principales problemas de la opresión de la mujer.
La forma como los socialistas creemos que se puede empezar a acabar con esta opresión es a través de la incorporación de la mujer a la producción social, pues a pesar que durante el capitalismo la incorporación de la mujeres ha sido más o menos proporcional con los hombres en comparación con otros modos de producción (pero que hoy en medio de la crisis esto vaya en retroceso, debido al desempleo galopante), los puestos de trabajo de las mujeres están siempre vinculados a la reproducción de los roles que la sociedad de clases le asigna a las mujeres en la familia, hablamos de empleos como cocina, enfermeras, profesoras, etc. Así como también mayoritariamente los trabajos en la maquila, además la remuneración del trabajo de la mujer es más bajo que el del hombre lo cual impide que se desarrolle una igualdad laboral y salarial.
10 El socialismo no tiene motivos para mantener esta situación luchamos por eliminar todo este tipo de opresión contra la mujer y debemos explicarlo en cada una de nuestra propaganda, luchamos contra cualquier tipo de discriminación o abuso por motivos de sexo, por la integración de términos igualitarios de todos los miembros de la sociedad en la producción social.
Esto no será posible si seguimos manteniendo el rol de la mujer en la familia –el trabajo doméstico- por esto debemos de luchar porque desde el Estado se creen guarderías, lavanderías y comedores públicos. La socialización del trabajo doméstico impulsará en gran medida la incorporación de la mujer a la producción así como también en la participación política, en la medida en que esto no llega a la sociedad, es un deber como socialistas introducir en las organizaciones obreras estas demandas, sobre todo para lograr la participación de nuestras camaradas en actividades partidarias, (manifestaciones, asambleas y congresos). Esto elevará los niveles de participación de manera democrática y equitativa más que cualquier ley de paridad en la participación de las mujeres en puestos de dirección, de esta manera atacamos la raíz del problema.
Nuestro programa debe de incluir la eliminación del matrimonio burgués y la sustitución de este por la unión voluntaria y fácilmente disociable, principalmente para la mujer, ya que esto es un elemento coercitivo para las mujeres. Esto también debe de estar acompañado por la educación colectiva e individual sobre las condiciones de la mujer para reproducirse, como también el establecimiento de condiciones necesarias para las labores de parto y de la libertad para el aborto, en caso de que sea necesario, esto también implica una reivindicación sobre la educación sexual y reproductiva libre de prejuicios religiosos en las escuelas, centros de trabajo y salud, la libertad de decisión de las mujeres sobre sus cuerpos, algo que en la sociedad burguesa es imposible.
La emancipación de la mujer no puede darse al margen de la lucha del proletariado por liberarse del trabajo asalariado, así como también las reivindicaciones de las mujeres no pueden esperar hasta el advenimiento del socialismo. Por este motivo un programa integral sobre todas las reivindicaciones de las mujeres debe de ser punta de lanza en nuestra lucha, en la medida que luchamos por todas estas reivindicaciones mínimas, también elevamos el nivel político de las masas y mostramos las limitaciones de la sociedad burguesa y la necesidad de transformar esta podrida sociedad, por eso nuestro programa debe de incluir estar reivindicaciones importantes:
- A igual trabajo, igual salario.
- Guardería, jardín de niños y escuelas primarios gratuitos en cada municipio, colonia, barrio, bien dotado y subsidiado por el gobierno bajo el control de profesores, padres y organizaciones sindicales. Guarderías gratuitas en las universidades para que estudiantes con hijos puedan continuar sus estudios.
- Derecho a guardería gratuita para cualquiera de los padres decidido por ellos.
- Licencia de un año por maternidad para cualquiera de los padres, decidido por ellos, recibiendo el 100 % de salario real.
- Creación de centros de planificación familiar y atención sexual a la juventud en todas las colonias y zonas del país, educación sexual desde la secundaria. Instalación de centros de educación sexual.
- Legalización total del derecho al aborto, gratuito y a cargo del Seguro Social.
- Regularización de los procedimientos para dar en adopción para las mujeres que dan a luz pero no quieren o pueden criar el hijo.
- Lavanderías, comedores públicos y otros servicios básicos baratos a cargo de las alcaldías e instituciones del Estado.
- Formación de Comités de fábricas y secciones sindicales que asuman la lucha contra discriminaciones y hostigamiento sexual. En todas las fábricas y oficinas debe haber personas elegidas por los trabajadores y trabajadoras que reciben las quejas relacionadas con el hostigamiento sexual y las investigan.
- Por un divorcio gratuito y sin trabas burocráticas.
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