Al menos 98 personas han muerto por dos explosiones en el mayor ataque terrorista de la historia turca, cientos más han resultado heridas. Esta es una clara continuación de la campaña de terror contra las fuerzas de izquierda en Turquía, pero ha provocado una reacción enérgica de decenas de miles de personas que han salido a las calles para protestar contra el gobierno y sus matones.
Al menos 98 personas han muerto por dos explosiones en el mayor ataque terrorista de la historia turca, cientos más han resultado heridas. Esta es una clara continuación de la campaña de terror contra las fuerzas de izquierda en Turquía, pero ha provocado una reacción enérgica de decenas de miles de personas que han salido a las calles para protestar contra el gobierno y sus matones.
El trágico suceso se produjo en el exterior de la estación de tren de Ankara, donde miles estaban reunidos para participar en una manifestación por la paz organizada por la Confederación de Sindicatos del Sector Público (KESK), la Confederación de Sindicatos Revolucionarios de Turquía (DISK), la Asociación Médica de Turquía (TTB) y la Unión de Cámaras de Ingenieros y Arquitectos de Turquía (TMMOB).
Una de las dos explosiones se produjo durante el paso de los manifestantes del Partido Democrático Popular (HDP) que acababan de comenzar la marcha, y la otra durante el paso de los manifestantes que simpatizan con el partido Partizan Kaldiraç. Entre los fallecidos hay ocho miembros del partido EMEP, incluyendo un miembro de la Comisión Ejecutiva de esta organización de izquierda. Los brutales ataques fueron planificados para causar la máxima cantidad de estragos y muerte.
Un comunicado del partido izquierdista y pro-kurdo, HDP, dice: «Hay que señalar que no había ningún policía alrededor de la escena del crimen cuando se produjo la explosión. La policía antidisturbios llegó al lugar después de 15 minutos. Pero cuando llegaron, atacaron con bombas de gas lacrimógeno a las personas que pretendían ayudar a los heridos».
El presidente de la Asociación de Periodistas Contemporáneos, CGD, Ahmet Abakay, dijo: «Los vehículos policiales blindados llegaron incluso antes de que se mandara ninguna ambulancia. Los autores son muy bien conocidos. Nos están diciendo que nos pueden matar y luego impedir cualquier noticia de los asesinatos».
Huseyin Demirdizen, de la Asociación de Médicos de Turquía, TTB, dijo, «mientras que los médicos de la Unión de Trabajadores de la Salud pedían donaciones de sangre, el gobierno anunciaba que no había necesidad de sangre. Si los trabajadores de la salud no hubieran estado en el lugar de los hechos el número de muertos y heridos habría sido mucho mayor».
Al mismo tiempo se dio una orden para bloquear que se informara del acontecimiento en todos los medios de comunicación y las redes sociales turcas.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan «condenó enérgicamente» el ataque, pero sus palabras hedían a hipocresía. Que el ataque haya sido llevado a cabo bajo la supervisión directa del régimen o fuera organizado de manera «independiente» por fuerzas islamistas –con apoyo de Erdogan– es irrelevante.
Selahattin Demirtas, co-líder del pro kurdo Patido Democrático del Pueblo (HDP), culpó al gobernante AKP.
«Las manos del AKP están rojas de sangre y apoyaron este acto terrorista (…) En este país, al que habla contra el gobierno se le dispara … [I] si tú no el apoyas al gobierno se te priva de tus derechos humanos básicos y de tus medios de prosperidad (…) Si un niño lanza una piedra a la policía, ellos le responderán con una bala. (…) Nos enfrentamos a un estado de bandas asesinas. ¿Cómo es posible que un estado con una red de inteligencia tan fuerte no tuviera información previa del ataque?»
Este ataque no es más que una continuación de la campaña de terror que Erdogan ha desatado contra las fuerzas kurdas y de izquierda en el período pasado. Similares, aunque menos letales, fueron los ataques con bombas lanzados contra reuniones del HDP durante la campaña electoral previa en la primavera. Un ataque similar que tenía vínculos claros con el gobierno turco fue llevado a cabo en el distrito de Suruç, en julio, matando a 32 jóvenes activistas de izquierda. Desde entonces, una ola de cientos de pogromos violentos y ataques terroristas contra las zonas kurdas de Turquía ha tenido lugar bajo la clara protección de las fuerzas del Estado. Una campaña violenta del ejército turco en las zonas kurdas también ha producido más de 1.000 muertos, mientras que el gobierno ha iniciado un procedimiento judicial para encarcelar a los líderes del HDP.
Todo esto está claramente dirigido a las elecciones turcas que deben tener lugar el 1 de noviembre. El aumento de la lucha de clases y la oposición a Erdogan se ha reflejado en el aumento del apoyo al partido de izquierda HDP, que entró el parlamento con el 13 por ciento de los votos. Incapaz de aceptar que perdió la mayoría en el Parlamento en la primavera, Erdogan ha estado presionando para provocar una guerra civil con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y avivar un estado de ánimo anti-kurdo entre la parte turca de la población. El hecho de que el ataque terrorista de hoy coincida con la convocatoria de un alto el fuego unilateral por parte del PKK no puede haber sido una coincidencia. Se especula que el ataque habría sido programado para provocar al PKK y que éste rompiera el alto el fuego.
El verdadero objetivo del terrorismo es dividir a los trabajadores y jóvenes turcos y kurdos, permitiendo así a Erdogan aplastar a ambos. Pero parece que las acciones de Erdogan están dando lugar a una respuesta enérgica. Decenas de miles de personas han salido a las calles espontáneamente para protestar contra el gobierno de Erdogan. En Estambul, decenas de miles de personas marcharon a la histórica plaza de Taksim coreando «Conocemos a los asesinos» y «No tenemos miedo». Otra pancarta decía: «El Estado es el asesino». Al mismo tiempo, las federaciones sindicales de izquierda han convocado una huelga general de 48 horas el lunes y el martes.
En un llamamiento conjunto para la acción, la Confederación Sindical Obrera Revolucionaria (DISK), la Confederación de Sindicatos de Trabajadores Públicos (KESK), la Cámara de Ingenieros y Arquitectos y la Asociación de Médicos de Turquía (TTB) expresaron su indignación y han declarado que tienen acordada una huelga general contra el gobierno y por la paz. El llamamiento subrayó: «Para protestar por la masacre fascista y para conmemorar la muerte de nuestros amigos estaremos de luto durante 3 días. La huelga general es el 12 y 13 de octubre.»
La Corriente Marxista Internacional expresa su plena solidaridad a los familiares, compañeros y amigos de las víctimas, y a sus organizaciones. Hacemos un llamamiento a todos nuestros seguidores a que participen en las protestas que ya se están organizando.
La arrogancia despiadada del régimen Erdogan podría tener el efecto contrario al que se pretende. Las masas turcas están cansadas de la pobreza, la miseria y del gobierno corrupto y arrogante del régimen de Erdogan. Si estuviera organizado sobre una base radical, este movimiento podría convertirse potencialmente en un levantamiento revolucionario que barriera al aspirante a dictador y comenzara un nuevo capítulo en la historia de Turquía.
¡Abajo el terrorismo de Estado!
¡Hay que vengar la muerte de los mártires organizando un levantamiento revolucionario contra sus asesinos!
¡Abajo el gobierno de los asesinos y ladrones!