El reaccionario terrorismo fundamentalista islámico ha golpeado de nuevo ayer por la noche en un ataque coordinado en diferentes lugares de París, dejando más de 128 muertos y más de 100 heridos graves. Este es un ataque totalmente reaccionario contra trabajadores comunes, muchos de ellos jóvenes, disfrutando de una noche en los restaurantes, salas de conciertos y en un estadio de fútbol. Condenamos a la banda criminal que llevó a cabo estos ataques y expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de París.
El reaccionario terrorismo fundamentalista islámico ha golpeado de nuevo ayer por la noche en un ataque coordinado en diferentes lugares de París, dejando más de 128 muertos y más de 100 heridos graves. Este es un ataque totalmente reaccionario contra trabajadores comunes, muchos de ellos jóvenes, disfrutando de una noche en los restaurantes, salas de conciertos y en un estadio de fútbol. Condenamos a la banda criminal que llevó a cabo estos ataques y expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de París.
La extrema derecha y los reaccionarios en Francia y en otros lugares ya están tratando de obtener provecho político de esto, al culpar a los refugiados que recientemente han venido a Europa. Podemos esperar más de esto y no sólo de la extrema derecha, sino también de los políticos burgueses de derechas "convencionales". También utilizarán estos ataques para culpar a las comunidades musulmanas.
Por otra parte, la clase dominante, como en ocasiones anteriores, usará este ataque brutal para restringir las libertades democráticas, aumentar los poderes de las fuerzas de seguridad, legalizar más vigilancia, etc. Medidas similares tomadas después de los asesinatos de Charlie Hebdo en enero no han servido para prevenir el ataque de ayer.
El movimiento obrero debe resistir cualquier intento de culpar a los refugiados, a los migrantes y a las comunidades musulmanas. y no debe caer en la trampa de la "unidad nacional". Los trabajadores y la juventud de Francia y de otros lugares, sin duda, estarán embargados por auténticos sentimientos de horror, repugnancia y pena. Ya ayer hubo una efusión de solidaridad del pueblo de París que abrió sus hogares a los que huían de los ataques y quedaban varados por la falta de transporte.
La clase dominante intentará utilizar estas emociones para reunir a la totalidad de la población detrás de ella. Pero la libertad, la fraternidad y la igualdad no significan lo mismo para el trabajador de Air France que acaba de ser despedido, que para su jefe de Air France que cruelmente ha despedido a miles de ellos. No puede haber unidad nacional entre los dos.
También debemos rechazar la hipocresía de la clase dominante y de sus representantes, en Francia y en otros lugares, que no son víctimas inocentes de estos ataques. Estos ataques terroristas no están separados del auge reciente del fundamentalismo islámico reaccionario en países como Siria, Irak, Libia, etc., que es la consecuencia directa e indirecta de la intervención imperialista en estos países. Estados Unidos, Reino Unido y también el imperialismo francés y sus aliados de Turquía, Qatar, Arabia Saudita, han armado, apoyado y entrenado al Ejército del Estado Islámico (ISIS), Al Nusra, a los talibanes y a otros grupos yihadistas reaccionarios similares con el fin de promover sus propios intereses y socavar a sus rivales en la región.
Debemos rechazar cualquier intento de presentar estos ataques en el marco de un "choque de civilizaciones" o del "Islam contra los valores europeos", en un intento de justificar la unidad nacional contra el "enemigo común". Esto es falso. Los trabajadores y los pobres del Líbano, Siria, Yemen, Afganistán, Pakistán, Turquía, Nigeria y otros países de Oriente Medio y más allá también sufren este mismo terrorismo reaccionario de manera regular. El jueves, los terroristas del ISIS llevaron a cabo un ataque suicida en Beirut en el que murieron decenas de personas. Esta misma semana, cientos de miles de personas han marchado en Afganistán contra las atrocidades de los talibanes. En Afganistán, por supuesto, fueron los EE.UU., quienes primero financiaron y apoyaron a las fuerzas de la reacción negra en su lucha contra el régimen del PDPA y la URSS en la década de 1980.
Por lo tanto, la lucha contra el terrorismo no se puede separar de la lucha contra la intervención y la guerra imperialista, ni de la lucha contra el sistema que crea las condiciones para que el fanatismo religioso prospere.