La Corriente marxista Lucha de Clases manifiesta su simpatía y apoyo al pueblo catalán contra las amenazas, la chulería y la fanfarronería fascistoide de que está siendo objeto por la derecha y la oligarquía española, su aparato de Estado heredado del franquismo, sus obispos, y su «troupé» de politiquillos, periodistas e intelectuales a sueldo.
La Corriente marxista Lucha de Clases manifiesta su simpatía y apoyo al pueblo catalán contra las amenazas, la chulería y la fanfarronería fascistoide de que está siendo objeto por la derecha y la oligarquía española, su aparato de Estado heredado del franquismo, sus obispos, y su «troupé» de politiquillos, periodistas e intelectuales a sueldo.
No tenemos ninguna duda a la hora de elegir entre la Catalunya popular que combate por ampliar derechos democráticos, y la España siniestra de Rajoy y de los Felipes; entre esa Catalunya que se ha atrevido a desafiar el «statu quo» dejando en evidencia una Constitución anti-democrática, y la España gobernada por los herederos del franquismo; entre esa Catalunya que ha puesto en pie un movimiento democrático de millones de personas con un peso sustancial de familias trabajadoras, y la España oficial que amenaza, reprime e impone. Estamos con esa Catalunya y rechazamos esta España.
¡Sí al derecho de autodeterminación, no a los chantajes ni a la represión!
Ratificamos nuestro compromiso con el derecho de autodeterminación de las nacionalidades históricas del Estado español y nuestro rechazo frontal a cualquier tipo de imposición de una unión forzada de los territorios y pueblos que lo integran actualmente. Como en el caso de Grecia en meses pasados, denunciamos el terrorismo mediático y psicológico de aquéllos que, desde el gobierno y las grandes empresas y las organizaciones patronales, tratan de introducir el pánico en la población catalana amenazando con las mayores calamidades en la hipótesis de una Catalunya independiente o en el ejercicio de su derecho democrático a la autodeterminación.
Rechazamos como despreciables las insinuaciones y amenazas del Ministro de Defensa, Pedro Morenés –asociado al lobby de la industria de armamento– de sacar el ejército a las calles de Catalunya; y las declaraciones de Felipe González –agente de las multinacionales españolas y del imperialismo de EEUU– que ha comparado el movimiento democrático del pueblo catalán a favor del derecho a la autodeterminación, con el fascismo de Hitler y Mussolini y con el régimen estalinista en la antigua URSS.
Para que no faltara nadie a la fiesta –igual que ocurrió en Grecia- hemos visto la intromisión intolerable de los jefes de la Unión Europea, como Jean-Claude Juncker, avisando de la inmediata expulsión de Catalunya del euro y de la UE en caso de independencia.
Particular bochorno nos provoca que los máximos dirigentes de UGT y CCOO, Méndez y Toxo, que permanecen mudos y quietos ante la mayor ofensiva anti-obrera y anti-social que sufrimos desde la caída de la dictadura, hayan salido públicamente a alinearse con la clase dominante y el gobierno del PP contra el ejercicio del derecho de autodeterminación de Catalunya.
Para redondear la faena, los negros cuervos de la jerarquía eclesiástica han salido a graznar, como lo hacen siempre que sienten amenazados sus intereses y los de sus amos, impulsando una “plegaria nacional” por la “unidad de España”.
En esta cadena de provocaciones y chantajes, el gobierno de Rajoy está ultimando una reforma del Tribunal Constitucional –nombrado a dedo por los políticos del régimen– para otorgarle el poder de destituir presidentes autonómicos y disolver autonomías, e incluso, para destituir al Presidente del Gobierno español, pasando por encima del Parlamento. Este reforzamiento de las prerrogativas represivas y autoritarias del aparato del Estado –que se suma a la reaccionaria Ley Mordaza y a la introducción de la cadena perpetua revisable– es un aviso gravísimo a la clase trabajadora y demás sectores progresistas de la sociedad española de hasta dónde está dispuesta a llegar la clase dominante española para defender sus privilegios e intereses. Hoy, utilizan la excusa de Catalunya, mañana usarán toda esta legislación contra el movimiento obrero y contra toda lucha por transformar esta sociedad injusta y explotadora.
El único aspecto jocoso de este tema es el espectáculo patético que está desplegando en todo esto el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy ¡verdadera prueba viviente del lamentable nivel intelectual de los representantes políticos de la burguesía española! En una entrevista en Onda Cero, Rajoy tuvo que ser corregido por el periodista -al que terminó preguntando- sobre el «status» legal de los catalanes en relación a España y Europa en una eventual Catalunya independiente.
El interés de clase de la “Unidad de España” de la burguesía española
Ante esto, tenemos que decir lo siguiente: los intereses de la oligarquía española, de la oficialidad del ejército y de la jerarquía eclesiástica por la «unidad de España» no son los nuestros ¡Ellos son los mismos que impulsaron la «santa cruzada nacional» contra los obreros y campesinos españoles en 1936 y sostuvieron 40 años de dictadura franquista! Son los mismos defensores del actual régimen capitalista corrupto y explotador.
Para ellos, la “Unidad de España” es una cuestión de negocios e intereses económicos, de privilegios materiales y de prestigio moral. Para ellos, “perder” Catalunya es perder acceso directo a un mercado, a materias primas, a infraestructuras y a industrias. La burguesía española también perdería el excedente que le transfiere Catalunya a la caja central, lo cual sería un golpe para la financiación de su aparato estatal y de otros gastos. Pero tan importante como esto sería el golpe moral que sufriría su prestigio y el del nacionalismo español. El prestigio nacional es importante, tanto para desviar la atención de las masas trabajadoras de los problemas sociales y reconciliarlas con sus explotadores burgueses, como para la diplomacia y los intereses económicos de la burguesía en el exterior. Tampoco conviene olvidar que el nacionalismo de la oligarquía española tiene una tradición reaccionaria, que apela a la pasada grandeza imperial, al nacional-catolicismo, y al fascismo de la “España una, grande y libre”, que se caracterizó por su desprecio a las nacionalidades históricas y su cultura en Catalunya, Euskadi y Galicia. El aparato burocrático-militar del Estado español se ha nutrido durante siglos de esta tradición. Vemos así que la oposición feroz de la burguesía española y de su Estado a conceder el derecho democrático a la autodeterminación a Catalunya obedece exclusivamente a la defensa de sus intereses, privilegios y prestigio de clase y casta dominante.
El interés de los trabajadores españoles por Catalunya
La clase obrera española debe abominar del sentimiento de propiedad sobre las tierras y los pueblos que sí tiene la clase dominante. Tratan de hacernos creer que España, y Catalunya, nos pertenece. Pero esto es falso. España, y Catalunya, pertenecen a las 200 grandes familias españolas, y catalanas, que controlan las palancas fundamentales de la economía: los grandes bancos, los monopolios y grandes empresas del IBEX35, los grandes latifundios. Sus jueces les defienden a ellos y les amparan en su labor de explotación y corrupción. Sus altos jefes militares y policiales les protegen a ellos cuando millones nos lanzamos a la calle y a la lucha por cambiar la sociedad y terminar con sus privilegios. Sus obispos les garantizan un lugar en el cielo mientras infunden el miedo y la condena en el infierno a los pobres y trabajadores que nos revelamos contra su sistema de explotación y opresión.
Los trabajadores no adquirimos nuestros medios de vida explotando a otros trabajadores, sino trabajando duro y sufriendo la explotación de nuestros patrones, sean españoles o catalanes. Los trabajadores españoles no vivimos de explotar al pueblo catalán ni a ningún otro; lo mismo que los obreros catalanes no viven de explotar a los obreros del resto del Estado. Ni unos ni otros tenemos interés en mantener vínculos de unidad forzados, ni en taparnos la boca, ni en limitar los derechos democráticos de expresión y opinión de nadie.
La unidad que queremos
La unidad que pedimos a los trabajadores catalanes es la unidad en la lucha y en la organización para ¡echarlos a todos!, a los oligarcas españoles y catalanes y construir juntos, voluntariamente, junto con los demás pueblos del Estado español y de Europa, un futuro socialista. Nuestra respuesta es: ¡Que el pueblo catalán decida! Y si el pueblo catalán decide probar una vía de vida independiente, a través de un Estado propio ¿qué problema hay? Estamos seguros que la experiencia les hará ver las ventajas de permanecer unidos, dados los vínculos económicos, sociales y culturales forjados durante siglos. La unidad será mucho más profunda, verdadera y fraternal en la medida que adquiera un carácter voluntario, y nunca forzado.
Aquellos que, en la izquierda española, se asustan porque, de manera pérfida, un sector de la burguesía catalana se ha aupado encima del movimiento, confunden lo accesorio con lo fundamental. Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), Artur Mas, y el sector de la burguesía catalana que los apoya, solo esperan el momento de detener este movimiento y traicionarlo, en cuando puedan alcanzar un acuerdo con la oligarquía española que satisfaga sus intereses. Los vínculos económicos entre ambas burguesías son demasiado profundos, y la incertidumbre y peligros que avizoran de un movimiento independentista que, por momentos, parece escapar a su control, y donde las masas tratan de imponer su propia agenda de demandas sociales, es algo que llena de intranquilidad a Mas y a CDC. Los dirigentes pequeñoburgueses de ERC, que podrían prescindir de CDC y Mas si quisieran, tienen pánico a ponerse a la cabeza ellos solos al frente del movimiento independentista que ayudaron a forjar, por eso se mantienen agarrados a Mas.
PODEMOS y Catalunya Sí que es Pot
mitin-catalunya-si-que-es-potSólo la clase obrera tiene un programa integral para solucionar el problema catalán y resolver los acuciantes problemas sociales que genera la crisis capitalista. Los compañeros de PODEMOS y de Catalunya Sí que es Pot se acercan bastante a esta solución, y por eso merecen nuestro apoyo. Proponen que el pueblo catalán debe decidir su grado de relación con el resto del Estado español, incluida la opción de la independencia, y plantean que la resolución de los problemas sociales debe ir de la mano de la resolución del problema nacional. Defienden, correctamente, que el pueblo catalán luche conjuntamente con los trabajadores y demás sectores populares del Estado español para echar a Rajoy y a Mas.
Ahora bien, tanto PODEMOS como Catalunya Sí que es Pot, deben despejar algunas ambigüedades sobre cómo llevar a cabo el “derecho a decidir”. El pueblo catalán no puede esperar a que un futuro gobierno de PODEMOS, o de la izquierda española, se instale en La Moncloa. Catalunya Sí que es Pot debe dejar claro que en caso de llegar al palacio de la Generalitat llevaría a cabo ese referéndum, independientemente de lo que diga la Constitución española y que aceptaría su resultado, fuese el que fuese. Es la única manera de ganar la confianza de amplias masas de la sociedad progresista catalana que aún no están convencidas de romper con Mas o de luchar conjuntamente con la izquierda española para echar al odiado gobierno de Rajoy.
La alternativa socialista
Parafraseando a Lenin cuando hablaba del problema nacional en el antiguo imperio ruso, Pablo Iglesias ha declarado muchas veces que con un gobierno de PODEMOS en Madrid (o de la izquierda española que reconozca el derecho a decidir), Catalunya no querrá separarse del Estado español. Pero, para ello, PODEMOS debe avanzar en su programa. La oligarquía española es enemiga acérrima de todo lo que hay de vivo, progresista y avanzado en la sociedad. Hay que romper decisivamente con ella y con su aparato de Estado, y ello sólo puede hacerse expropiando sus riquezas, bajo el control democrático de la sociedad, utilizando esas palancas económicas fabulosas en manos de los bancos, los monopolios y los terratenientes para planificar la economía y resolver todos los problemas sociales. Esto es lo que permitiría resolver el “déficit social” en España y Catalunya, lo cual tendría un impacto eléctrico en el resto de Europa y significaría la caída de un gobierno tras otro, y el desarrollo exponencial y meteórico de movimientos radicales de izquierda anti-austeridad en todos los países, como anticipa el movimiento organizado alrededor de Jeremy Corbyn en Gran Bretaña. Pablo Iglesias, lo dijo en el mitin de Cornellà:
«El futuro de Cataluña deben decidirlo los catalanes… Pero soberanía implica hacer políticas socialistas. Nosotros estamos dispuestos a hacer políticas socialistas».
Ahora, de lo que se trata es de pasar de las palabras a los hechos.
Sólo la propuesta de una Federación socialista y voluntaria de nacionalidades ibéricas, a través de una República Socialista Federal, en el marco de una Europa unida socialista, puede dar solución plenamente al problema nacional catalán (como el vasco o el gallego) junto con la emancipación social de la clase trabajadora en todo el Estado y más allá