Aun sin datos oficiales del Organismo Electoral Plurinacional la victoria de Evo Morales y del MAS es evidente y rotunda como era de esperarse. El cambio ha demostrado su autentico apoyo en la sociedad, del cual los 2/3 alcanzados en las elecciones son la expresión grafica.
Aun sin datos oficiales del Organismo Electoral Plurinacional la victoria de Evo Morales y del MAS es evidente y rotunda como era de esperarse. El cambio ha demostrado su autentico apoyo en la sociedad, del cual los 2/3 alcanzados en las elecciones son la expresión grafica.
La derecha está al desbando desaparecida una vez más del mapa político nacional. Este resultado, como reconocido por el propio compañero Evo Morales “obliga a acelerar con el proceso de cambio… que beneficie a los distintos sectores de trabajadores”.
Razones de una aplastante victoria
Estas elecciones son parte ya de la historia republicana de Bolivia. 5,2 millones de habilitados en el país – frente a los 3,8 millones del anterior padrón electoral – y por primera vez alrededor de 200 mil bolivianos votando en el exterior, en Argentina, Brasil, EEUU y España. Una tasa de participación ciudadana del 94% y solo un 4% de voto blanco o nulo. Tomando en cuenta los datos del conteo rápido en boca de urna Evo Morales contaría con un respaldo entre los 2,5 y los 3 millones de votos, cuando en 2005 obtuvo 1,5 millones de votos, un 54% del anterior padrón electoral que le permitió ser el primer Presidente elegido directamente por el pueblo sin necesidad de acuerdos parlamentarios entre los partidos. En estos datos está la razón de la aplastante victoria de Evo y del MAS. El proceso de cambio, esto es, ha avivado las esperanzas de la juventud y de todos los escépticos, trabajadores, campesinos y pequeña burguesía empobrecida tanto del área urbana como rural que en el pasado se abstenían, no se inscribían o anulaban su voto desconfiando en el circo de la política. Otras opiniones que escuchamos verter nos parecen fuera del simple análisis de la realidad.
Santa Cruz y la desorientación de la derecha
Hemos escuchado representantes de la derecha, como el analista político Sergio Antelo, atribuir la victoria electoral del MAS al voto étnico y prebendalista o a divisiones regionales inculcadas en Oriente, como en el caso del Chaco Tarijeño. Esta clase de comentarios expresan solo la desorientación de la derecha y su forma de entender la política como maniobras que pasan por encima de la voluntad del pueblo. Cabe recordar que en dos de las siete circunscripciones especiales indígenas (en Beni y Santa Cruz) ganaron los candidatos de la oposición, mientras que en el Chaco Tarijeño sacó uno de sus 3 diputados el AS. En cuanto a la eficacia de prebendas repartidas entre nuevos aliados de la Unión Juvenil Cruceñista pues no podemos decir que estas hayan dado el resultado esperado. Tomando en cuenta los mismos datos que antes los votos por el MAS en el Departamento de Santa Cruz habrían pasado de los 250 mil del Referéndum Constitucional de Enero a una cifra entre 400 y 500 mil en estos comicios. La derecha por su parte habría pasado de los 400 mil del referéndum a los aproximadamente 700 mil de las actuales elecciones. En la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, cuando se han computado el 40% de las mesas, el MAS obtiene 77 mil votos frente a los 131 mil del Referéndum Constitucional. Es decir que en Santa Cruz – como pronosticamos – las alianzas con ex unionistas no erosionó el apoyo electoral de la derecha que más bien incrementó sus votos reales. Con estos resultados de la derecha es legitimo suponer que la campaña hacia “la clase media” en Santa Cruz, campaña hecha de alianzas espurias y caravanas en barrios residenciales como Equipetrol no haya tenido éxitos significativos. Más bien veremos confirmado el ya creciente apoyo en barrios periféricos y populares, barrios de trabajadores como el Plan 3000, Pampa La Isla, Palmasola etc. donde en el revocatorio se alcanzó ya un pico del 57%. La ciudad de Santa Cruz de la Sierra sigue fuertemente polarizada social y políticamente. El voto cruceño no expresa una voluntad de conciliación como declarado por la flamante senadora Ana María Romero, sino por el contrario manifiesta la necesidad de avanzar sin vacilaciones en los cambios estructurales en una ciudad hacinada con fuertes problemas de trabajo, vivienda, salud y educación exacerbados por un impetuoso proceso de urbanización capitalista y por profundas contradicciones sociales.
El peso de la clase media
En general consideramos sea una enredo este énfasis sobre la clase media que ha animado parte de la campaña electoral y las declaraciones tras los comicios de exponentes del oficialismo como el Ministro Arce. Clase media ya no es una definición sino una olla en la cual todos meten lo que quieren. Cuando hablamos de clase media indicamos una masa informe que va desde el minorista con su carrito de chicharrón al profesional con un trabajo autónomo, del pequeño propietario agrícola hasta el campesino intermediario que monopoliza la comercialización de la cosecha de su comunidad, del taxista al funcionario público o dirigente de empresa que organizan el trabajo de sus subordinados. Pensar que todos representen un mismo interés social es simplemente ceguera frente a la realidad de nuestro pueblo. Así en estas elecciones – y el dato de Santa Cruz lo demuestra – los sectores de clase media empobrecidos han buscado en el cambio una salida a su inseguridad económica y social, a sus problemas que los acomunan con los de los explotados por el capitalismo. Los demás – una minoría en la sociedad como demuestra el voto a la derecha – solo piensan en cómo defender sus privilegios frente a esta arremetida “plebeya” como la definió Álvaro García Linera. La idea de ganar el voto de estos últimos es – y se lo ha demostrado – una peligrosa ilusión. Estos no son los que se han acercado ahora a la política despertados por las nuevas esperanzas inducidas por nuestro proceso de cambio. Son los empresarios grandes y pequeños, los letrados y acomodados que de la política y del gobierno han sido, hasta hoy, dueños.
El voto étnico
Tampoco se puede reducir una victoria de semejantes dimensiones al voto étnico o al indudable protagonismo que los pueblos indígenas mantienen en la lucha por la emancipación nacional. Como si no bastara el dato sobre las circunscripciones especiales indígenas cabe recordar que en una de las cunas del indianismo boliviano, Jesús de Machaka, la autonomía indígena habría sido aprobada por un puñado de votos y que en 6 de los 12 municipios donde se votaba por el referéndum autonómico indígena habría ganado el NO. Uno de los intelectuales del MAS, el sociólogo Félix Paxti entendía la derrota de la derecha por su “carácter modernizante al estilo occidental y su incapacidad de reflejar una visión plurinacional del país”. La derrota de la derecha ha germinado de la destrucción del aparato productivo nacional propiciada por el neoliberalismo, en el espíritu antiimperialista forjado en la defensa del último recurso para colonizadores y relocalizados, el cultivo de coca, en el empobrecimiento campesino provocado por la competencia capitalista, en la lucha de trabajadores y campesinos por la soberanía y la dignidad nacional que se resume en la Agenda de Octubre (nacionalizar e industrializar), en las movilizaciones contra el Referéndum Separatista y el Golpe de Estado en Santa Cruz. Eventos donde los pueblos originarios han jugado un papel protagónico por dar a su lucha aquel carácter anticapitalista que le ha permitido marchar codo a codo con la clase trabajadora y su tradición revolucionaria.
Cumplir con el mandato del pueblo; Avanzar al socialismo
El que mejor ha entendido el voto y el mandato del pueblo ha sido el propio compañero Evo Morales que en su discurso de agradecimiento declaraba “ahora tenemos una enorme responsabilidad con Bolivia y también con la humanidad de profundizar y acelerar el proceso de cambio y proclamar el socialismo”. Como aspiramos el gobierno que deberá implementar la nCPE nace con la fuerza necesaria para profundizar el proceso de cambio sin negociarlo y enfrentar los efectos de una crisis económica que ya se avizoran. El Ministerio de Hacienda advertía que el 2010 podría cerrarse con un déficit fiscal de 4500 millones de bolivianos. Ya estamos frente a una caída del 50% de la inversión extranjera directa, que será aun más marcada en futuro si las multinacionales, de hidrocarburos y minerales, siguen anunciando inversiones que no llegan o en su caso se reducen drásticamente, como anunciado por la Jindal a propósito de El Mutún. Los bancos privados expropian pequeños productores en quiebra concentrándose en actividades especulativas antes de ser un motor del desarrollo. Las multinacionales del sector minero están engordándose con el saqueo del país, habiendo generado en 2008 algo como 2000 millones de dólares de los cuales solo 94 quedaron al país, un monto apenas suficiente para cubrir los gastos públicos por año en saneamiento del medioambiente. En las comunidades campesinas cerca de los grandes centros mineros el silencio frente a la devastación medioambiental vale un saco de fideo y uno de arroz al mes. 1 trabajador cada 3 está por debajo del umbral de la pobreza y el 54% de los trabajadores bolivianos en la empresa privada son precarios. El socialismo es la única solución a estos problemas pero el socialismo no se lo proclama simplemente, debemos construirlo. El mismo compañero Evo Morales decía en otra ocasión que el capitalismo nos trae solo crisis y la única solución es el socialismo, un socialismo pero que no afecte la propiedad privada y el derecho de los inversores a la ganancia. Sin embargo es justamente la propiedad privada de bancos, empresas, minas, latifundios etc. lo que provoca las crisis del capitalismo y no nos permite avanzar en la construcción del socialismo. El contexto de crisis capitalista en que vivimos nos demostrará claramente que la economía plural, en fin la coexistencia con el capitalismo, es incompatible con la construcción de una sociedad donde no exista explotación y todos podamos decidir verdaderamente y directamente nuestro futuro, una sociedad socialista. 2/3 de los bolivianos encomiendan ahora la construcción de esta sociedad. Para luego es tarde.
El MAS y la reelección
El resultado electoral demuestra que el MAS representa en este momento el canal en que políticamente se expresan las expectativas y la lucha del pueblo por el socialismo. Loayza y los que de manera confundida buscaban un espacio a su izquierda han sido derrotados por su sectarismo. Evo encarna las expectativas populares por su trayectoria de dirigente formado en el vivo de la movilización popular. Sin embargo el MAS, si quiere ser el instrumento de la lucha concreta para la construcción del socialismo, y nosotros luchamos para que lo sea, no puede tener dueños. Debe en cambio ser un partido en que la base tenga canales auténticos de participación democrática. Un partido en el cual el debate sea político e ideológico y no como pasa ahora en muchos casos simple pugna de poderes. Que tenga los cuadros dirigentes capaces de transformar el apoyo electoral de trabajadores y campesinos en participación viva al proceso de cambio, el único antídoto a la corrupción, al oportunismo y al celo corporativo de algunas organizaciones sociales. Semejante partido es una necesidad urgente para evitar que sobre el entusiasmo popular se consolide una burocracia agarrada al poder que en Venezuela está peligrando la revolución como el propio Chávez tuvo que reconocer. No veríamos ningún escándalo si Evo planteara el tema de la reelección que ahora parece descartar. Sin embargo el MAS no puede depender de Evo y esto es claro a todos los activistas comprometidos con el socialismo. Queremos construir el partido en la cotidiana labor política como cualquier activista, en la batalla al oportunismo, al burocratismo y a las ideas que defendiendo la compatibilidad con el capitalismo nos alejan del socialismo. Esta es la tarea que asumimos y a la cual llamamos todos los compañeros, los jóvenes, los campesinos y los trabajadores que de la construcción del socialismo quieren, como es nuestro derecho, ser protagonistas.
10 de diciembre de 2009
Fuente: El Militante – Bolivia