El nuevo avance de la pandemia ha profundizado la crisis interna y el desgaste del gobierno de Bolsonaro. Aunque distorsionadas y realizadas en nombre de la estabilidad política burguesa, las últimas encuestas sobre la popularidad del presidente muestran una caída en el apoyo a su mandato.
No es de extrañar, después de los eventos más recientes relacionados con la pandemia – el uso no total del presupuesto disponible para combatir el Covid-19, las pruebas almacenadas cuya fecha de vencimiento estaba a punto de expirar y la actitud negacionista explícita sobre la vacuna – que haya quedado demostrado, incluso a sectores bolsonaristas, que a Bolsonaro le importa poco la vida de las personas.
Esta postura frente a la pandemia, que se suma a los ataques sistemáticos contra los derechos de los trabajadores y la amenaza permanente de privatización de organismos y servicios públicos, ha fortalecido en los últimos meses la consigna “Fora Bolsonaro” (Fuera Bolsonaro), ya sea en las redes sociales, o en actos y luchas públicas que se libraron a lo largo de 2020, lo que obligó a toda la “izquierda” a unirse al “Fora Bolsonaro”, aunque fuera de mala gana.
El «Fora Bolsonaro», lanzado por Esquerda marxista en los primeros meses del gobierno, en 2019, fue duramente combatido por todos los sectores de la izquierda, desde los principales partidos reformistas hasta los pequeños grupos sectarios. Estos sectores afirmaron que se debía respetar el mandato de Bolsonaro o que los trabajadores aún no estaban preparados para esta acción. En otras palabras, una parte de la izquierda defendió la estabilidad de la institucionalidad burguesa y otra se negó a actuar en la preparación subjetiva y organizativa de los trabajadores para el derrocamiento del gobierno.
Por lo tanto, en lo que respecta al debate sobre la preparación para el derrocamiento del gobierno, el consenso de casi toda la izquierda, a lo largo de meses, fue que no se debe luchar por ello. En consecuencia, cuando estos sectores enarbolaron la bandera de “Fora Bolsonaro” buscaron maniobrar hacia una salida institucional, primero desviando las expectativas de una salida electoral en 2022 y luego, ante la profundización de la crisis, equiparando esta lucha a la propuesta legislativa de impeachment (juicio político). Esta propuesta ha ido unificando sectores de la burguesía (Estadão, PDT, PSB, NOVO, etc.), pasando por la izquierda reformista (PT, PCdoB y dirección del PSOL), e incluso incluye organizaciones que dicen ser revolucionarias (PSTU).
Desviar el «Fora Bolsonaro» a una propuesta de juicio político no se debe a una confusión política de los sectores de izquierda que la defienden, sino a una clara perspectiva de desviar la lucha obrera para recomponer el régimen. Bolsonaro se presenta como una gran amenaza para la democracia burguesa, lo que lleva a la izquierda reformista a buscar forjar alianzas con sectores de la burguesía que en esta coyuntura lo combatirán. Un ejemplo de ello es la presencia de PT y PCdoB en el bloque de Baleia Rossi (MDB) en la elección a la presidencia de la Cámara de Diputados. La disputa por la presidencia del Congreso Nacional muestra incluso el papel traicionero de los reformistas en su adaptación a la institucionalidad burguesa, al fin y al cabo el emedebista ni siquiera se comprometió a abrir el proceso de juicio político, y demostrando que nada de esto realmente cambia nada en la elección al Senado, el PT se alió con el mismo candidato apoyado por Bolsonaro.
Por tanto, la perspectiva que se tiene es la de fingir que se lucha por el juicio político de Bolsonaro, alegando que Maia – y luego Baleia Rossi o Lira – no formaliza los pedidos en la Cámara y arrastrando todo hasta las elecciones de 2022, donde la intención es elegir una candidatura de unidad nacional contra Bolsonaro, preservando el régimen y sus instituciones. Es decir, sin movilizar y organizar a los trabajadores para que tomen las calles, derroquen la democracia burguesa y construyan nuevas formas de poder. El “Fora Bolsonaro” que defiende Esquerda Marxista desde el inicio del gobierno pone como perspectiva estratégica el derrocamiento del gobierno de Bolsonaro y la movilización y organización de los trabajadores para construir un gobierno sin patrones ni generales.
En este sentido, entendemos que, a pesar de ser una de las posibles expresiones de indignación de los trabajadores hacia el gobierno, “la lucha por el impeachment” es una política limitada que apunta a preservar la democracia burguesa. Ciertamente, si se va a votar en el Congreso Nacional, cualquier parlamentario que defienda los derechos de los trabajadores no debe dudar en votar a favor del juicio político. Sin embargo, es un intento de resolver dentro de las instituciones la polarización que ha marcado la lucha de clases, como se hizo a través de las elecciones en Bolivia y el plebiscito en Chile. El bloque parlamentario que se organiza en torno a la propuesta del juicio político no se opone a la política de ataques contra los trabajadores y a la privatización de organismos y servicios públicos, pero argumenta que este programa debe aplicarse más lentamente para no provocar la revuelta popular.
La voluntad de luchar contra el gobierno se expresó en las caceroladas, en las caravanas y ahora en los actos en la calle. Llamamos a todos a participar en estas movilizaciones. Solo con la lucha y la organización de la clase trabajadora y la juventud derrocaremos al gobierno de Bolsonaro y construiremos un gobierno obrero sin patrones ni generales.