La crisis política se acelera. Bolsonaro está cada vez más aislado y su gobierno tambalea. La prensa sube el tono y presiona para que se investigue. Fernando Henrique Cardozo* le pide renuncia. Los políticos de la derecha que fueron elegidos en la estela de Bolsonaro (Doria, Witzel etc.), dejaron el barco hace tiempo como buenos oportunistas. Mandetta se ha ido, Moro se ha ido. Y la pregunta que muchos se hacen es: ¿cuánto tiempo dura Paulo Guedes?
Cuando Bolsonaro invitó a Moro a ser su «súper-ministro» de Justicia y Seguridad Pública, hizo una jugada arriesgada. La presencia de Moro reforzó la credibilidad del gobierno, pero el juez de la Lava Jato ya era más popular que Bolsonaro, habiendo sido convertido por la burguesía y sus medios de comunicación en un héroe en la lucha contra la corrupción, el juez despiadado contra los políticos y los poderosos. En cierto modo, Bolsonaro se convirtió en rehén de su ministro. Y esto se ha hecho evidente, con la renuncia de Moro y sus acusaciones.
Si Bolsonaro ya se encontraba sacudido por una serie de crisis desde que asumió el cargo, el inicio de la pandemia empeoró todo. Con actitudes, declaraciones y posiciones desastrosas, la aprobación popular del gobierno cayó aún más, y «Fora Bolsonaro» se convirtió en un grito cotidiano con los cacerolazos que han tomado varias ciudades del país, como lo que ocurrió en el día 24 de abril durante el discurso del Presidente.
Al negar la gravedad de la pandemia y oponerse a las medidas de aislamiento, Bolsonaro ha tratado de desviar la responsabilidad de las consecuencias económicas de la crisis (echando la responsabilidad a cuenta de los gobernadores y alcaldes que se
oponen a él), y también pretende ampliar el apoyo entre los sectores que están fracasando o teniendo pérdidas con el cierre de empresas, la caída de las ventas, etc.
Sin embargo, lo que ha logrado con este discurso es mantener su séquito de fanáticos y mostrarse a la mayoría de la población como un ignorante irresponsable que dice una cosa y luego al día siguiente su opuesto. La burguesía teme cada vez más el resultado de mantener al frente del país, a un líder tan incapaz, que echa gasolina a la situación, con una crisis colosal en marcha. El resultado, puede ser explosivo.
El apoyo y la participación del Bolsonaro en una protesta el domingo 19 de abril, en que las banderas que levantaban los pocos participantes, son el fin de las medidas de aislamiento, la defensa de la Dictadura, el AI-5* y la intervención militar. Todo esto, desencadenó una investigación en el Supremo Tribunal Federal sobre la organización y la financiación de las manifestaciones, que puede llegar al Presidente y a sus aliados.
Este caso se suma a la investigación de las fakes news, también en curso en el STF. Las solicitudes de impugnación hacen cola en el Congreso. Bolsonaro está en el aire, sin sustento popular de masas, teme la caída y ahora está tratando de acercarse al llamado «centro» del Congreso para bloquear el camino del impeachment .
Para protegerse de las investigaciones, y en un intento de obtener el apoyo del «centro» y sus políticos acusados de corrupción, Bolsonaro necesitaba un Director General de la Policía Federal y un Ministro de Justicia bajo su control, pero Moro es una estrella mayor, con sus propios planes. De este choque, el resultado fue la salida de Moro, acusando a Bolsonaro de interferir políticamente en la Policía Federal (PF) para sus intereses propios, agravando aún más la crisis y creando grietas en la base de Bolsonaro.
Ni en Sérgio Moro ni en Bolsonaro hay un lado bueno y un lado malo o menos malo. Que este conflicto sirva para desenmascarar y desmoralizar a ambos. Moro tiene vínculos directos con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos y, aunque lo niega, los planes electorales para 2022 están ciertamente en su horizonte.
Ahora Moro critica a Bolsonaro, pero tendría que empezar explicando por qué pasó 16 meses callado en este gobierno, mientras el Presidente se mostraba con sus relaciones de la milicia de Río de Janeiro para quien quisiera ver. De hecho, es hipócrita acusar a Bolsonaro de querer interferir políticamente en el PF. Primero porque no hay imparcialidad, ya sea en la procuraduría, en la Policía Federal, en el STF y en todos los brazos del estado burgués. En segundo lugar, porque Moro estaba a cargo de una clara operación política, Lava Jato, que utilizó la Policía Federal y el poder judicial, con una serie de medidas abusivas e ilegales para lograr sus objetivos políticos, lo que fue en parte revelado en el «Lava Jato» por el sitio web de Intercept Brasil.
Decir que el gobierno ya está acabado sería un apuro, aunque dé grandes pasos en esa dirección. Por otro lado, la salida de Moro del gobierno y su ruptura pública con Bolsonaro están llevando rápidamente a un reordenamiento político dentro de la clase dirigente. Si antes los sectores que controlan la gran prensa en el país eran críticos, pero preferían apoyar al gobierno porque veían en él un instrumento viable para aplicar las contrarreformas y medidas económicas de Paulo Guedes, ahora Bolsonaro ha perdido las condiciones para gobernar.
La Globo, confiando en Moro, hace agitación por el fin del gobierno de Bolsonaro. Los editores de los principales periódicos brasileños defienden el juicio político. Fernando Henrique Cardoso **, cuidadoso hasta esta semana de tocar el tema, ahora dice abiertamente que espera que Bolsonaro renuncie para ahorrarle al
país un largo proceso de destitución. Ciro Gomes entró el mismo viernes con una petición de destitución. Incluso el Partido Social Liberal, un ex partido de Bolsonaro, está presentando una petición de destitución.
La conferencia de prensa de Moro el viernes por la mañana y las «pruebas» que dio al Jornal Nacional con exclusividad para ser transmitidos por la noche, denota una obra ensayada entre Moro y Globo. ¿Por qué Moro no mostró las “pruebas» ya en la conferencia de prensa de la mañana? Actuó como solía hacerlo con las filtraciones de Lava Jato para el Globo, con el espectáculo mediático que construyó en torno a las incriminaciones recompensadas, escuchas, etc. Esto tiene un claro objetivo político. Y el Globo busca organizar una cohesión de los grandes sectores de la burguesía para terminar el mandato del Bolsonaro más temprano. Si antes no se lanzaron a esta tarea, fue también por falta de una figura de recambio para ponerla en carrera con este proyecto. Ahora tienen a su héroe.
A la izquierda, Lula, PT, PCdoB y también el PSOL, a pesar de estar atrasados en unirse a la consiga “Fora Bolsonaro», lo hacen en el sentido de proponer un camino de preservación de las instituciones burguesas, con el planteo de un gobierno de unidad nacional. Este es el significado de las caricias entre Doria y Lula, de la propuesta de Lula y FHC juntos en un escenario virtual el 1º de mayo, de los elogios de Flávio Dino (PCdoB) al vice general Mourão, etc.
Mientras tanto, la pandemia causa cientos de muertes al día en el Brasil (tal vez miles, por un gigantesco ocultamiento de la causa real de las muertes) y el sistema de salud está empezando a colapsar en varias partes del país, fruto de la congestión de la salud pública causado por los diferentes gobiernos al servicio de la burguesía, incluyendo, los de los ahora socios Lula y FHC.
La crisis es del régimen capitalista y el gobierno de Bolsonaro es la expresión más podrida de la decadencia de la burguesía. La Izquierda Marxista, que lanzó la campaña «Fora Bolsonaro», organiza en diferentes lugares los comités de acción «Fora Bolsonaro», luchando por el derrocamiento de este gobierno, pero no por una salida organizada por los sectores políticos que mandan en el país.
La renuncia de Bolsonaro le daría la presidencia a Mourão. Su destitución precipitaría nuevas elecciones, donde Moro podría lanzarse con gran unidad de la burguesía en su apoyo.
Luchamos por desarrollar este movimiento para derrocar al gobierno y abrir el camino para un verdadero gobierno obrero, sin jefes ni generales. Sólo la clase obrera en el poder puede reorganizar la sociedad, planificar la economía y aplicar las medidas de emergencia necesarias para hacer frente a las trágicas consecuencias de esta pandemia en todo el mundo. ¡Socialismo o barbarie!
*La Ley Institucional Nª 5, generalmente conocida como AI-5, fue un decreto emitido por la Dictadura Militar durante el gobierno de Artur da Costa e Silva el 13 de diciembre de 1968. El AI-5 se entiende como el acto que inauguró el período más oscuro de la dictadura y que concluyó una transición que estableció efectivamente un período dictatorial en Brasil.
**Fernando Henrique Cardoso (FHC), sociólogo, científico político, ex presidente de Brasil y dirigente del partido de derecha PSDB