El día Internacional de la Mujer es una fecha que se celebra en muchos países del mundo. Cuando las mujeres de todos los continentes, sin importar su condición social, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para celebrar su día. Pero, ¿realmente es un día para celebrar o un día para hacer conciencia?
El día Internacional de la Mujer es una fecha que se celebra en muchos países del mundo. Cuando las mujeres de todos los continentes, sin importar su condición social, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para celebrar su día. Pero, ¿realmente es un día para celebrar o un día para hacer conciencia?
El origen del día internacional de la mujer trabajadora se remonta a principios del Siglo XX, cuando empieza a consolidarse el modelo económico capitalista en el mundo y necesita validarse de una manera rápida, y empezar a producir. En febrero de 1909 se celebra en Nueva York el “Woman day”. Esta fue la primera celebración hacia las mujeres de carácter nacional, conmemorando la huelga de las trabajadoras textiles de 1908, cuando unas 15.000 mujeres salieron a las calles en un frío invierno, en lucha por mejores condiciones de trabajo. En noviembre de ese mismo año también, se movilizaron en el “levantamiento o revuelta de las 20.000”, mujeres trabajadoras de una textilera de fabricación de camisas, reconociéndose entre las luchadoras a Clara Lemlich y Rose Schneiderman.
En 1910 en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas se declaró el “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”, la cual reunió a más de cien mujeres de diferentes países, fijando como objetivos la igualdad de derechos, incluyendo el sufragio para las mujeres. Clara Zetkin realizó la propuesta apoyada por Rosa Luxemburgo, ambas fundadoras de la Liga Espartaquista alemana, luchadoras infatigables por los derechos de la mujer.
La primera celebración internacional se produjo en 1911, motivada por la proclamación de 1910 y tuvo particular fuerza en países como Austria, Dinamarca, Alemania y Suecia. Más de un millón de obreras y obreros participaron en actos públicos exigiendo el derecho de voto a la mujer, el derecho al trabajo y el fin de la discriminación en el empleo. Así la lucha por la emancipación de la mujer nacía como parte integral de los movimientos socialistas internacionales. Una semana después más de 140 mujeres trabajadoras mueren en un terrible incendio provocado por la inhumanidad del dueño de la fábrica textil “Triangle Shirtwaist Company” en Nueva York, donde se cerraban con llave las puertas para que las obreras no pudieran salir y así trabajen las horas que les correspondían. Este es el hecho que se conmemora en la actualidad, olvidando la organización y luchas anteriores pues la historia oficial ve este atentado como un hecho de violencia contra la mujer, pero sin enfatizar el carácter patriarcal y capitalista.
El 8 de marzo quizá, con más trascendencia fue en Petrogrado en 1917, cuando la celebración del día internacional de las obreras se convirtió en la chispa que hizo estallar la revolución de febrero y el derrocamiento de la autocracia zarista.
El capitalismo no discrimina, niños y niñas, mujeres y hombres caen en sus redes, con condiciones laborales y de vida paupérrimas. Por eso y más, es que afirmamos que en la lucha por igualdad de derechos para la mujer, desde sus inicios siempre tuvo un marcado carácter de clase y socialista, pero es muy importante reconocer que no sólo existen factores externos en la discriminación u opresión a las mujeres, sino que también existen los mismos factores, en el seno de las familias obreras producto de años y años de opresión.
Como explica Alan Woods en su artículo “La mujer y la lucha por el socialismo”,La opresión de la mujer no ha existido siempre. De hecho, la familia tal como la conocemos hoy en día no siempre ha sido así, sino que es una forma transitoria. El marxismo explica que surgió junto con la sociedad de clases, la propiedad privada y el Estado. La opresión de la mujer es tan antigua como la división de la sociedad en clases. Por tanto, su abolición depende de la abolición de las clases, es decir, de la revolución socialista.
La lucha de la emancipación de la mujer comienza con la pérdida de los miedos propios hacia el qué dirán. Por eso el 8 de marzo no es un día para celebrar, es un día para conmemorar y no dejar de luchar por nuestros derechos.