La crisis del gran capital nuevamente hace caer sus efectos sobre la clase trabajadora, los capitalistas son una clase parasita que vive a expensas de los trabajadores, se han beneficiado del sudor de miles de mujeres que se ven obligadas a vender su fuerza de trabajo en las fábricas en condiciones de la peor explotación con agotadoras jornadas a cambio de salarios de miseria que no alcanzan a cubrir las necesidades básicas y con pocas o ninguna prestación laboral.
La crisis del gran capital nuevamente hace caer sus efectos sobre la clase trabajadora, los capitalistas son una clase parasita que vive a expensas de los trabajadores, se han beneficiado del sudor de miles de mujeres que se ven obligadas a vender su fuerza de trabajo en las fábricas en condiciones de la peor explotación con agotadoras jornadas a cambio de salarios de miseria que no alcanzan a cubrir las necesidades básicas y con pocas o ninguna prestación laboral.
Esta forma de explotación no es nueva, en el pasado cuando estalló la primera guerra mundial las mujeres eran un tercio de los trabajadores industriales rusos y esta porción era aun mayor en la industria textil. La guerra hizo que esta porción aumentara en la medida que los hombres eran movilizados para ir al frente de batalla, fueron las mujeres las que llenaron este vacío, generando así la doble jornada entre la fábrica y la casa. Delegadas de la internacional socialista, de diversos países, en Dinamarca declararon el día internacional de la Mujer en 1910, las obreras rusas en 1917 conmemoraron ese día con manifestaciones masivas protestando contra la guerra, el elevado costo de la vida y la participación de Rusia en la primera guerra mundial, que fue una guerra de rapiña por la repartición del mercado mundial, consolidando el 8 de marzo como día internacional de la mujer.
Del mismo modo en otros países la situación de la mujer es completamente inhumana. El dominio absoluto del imperialismo y de las grandes multinacionales garantiza la extracción de hasta la última gota de plusvalía de las trabajadoras en el mundo que bajo la producción capitalista juegan un papel secundario y son consideradas mano de obra barata.
En Asia, África y América Latina las condiciones en las que viven las mujeres y sus hijos e hijas son mucho peores que las que viven en los países desarrollados. La falta de empleos dignos con salarios justos y prestaciones sociales además de cuestiones culturales provoca que, por ejemplo, en Asia el nacimiento de niñas se considere una desgracia. En países como la India, Pakistán y Afganistán las condiciones en que sobreviven las mujeres son de atraso y explotación.
El Salvador es uno de los países de América Latina donde los capitalistas dueños de las fábricas ven aumentar sus ganancias con mano de obra barata. Solo para el año 2007 la población económicamente activa fue de 2,320,946; de la cual 1,355,310 eran hombres, y 965,636 eran mujeres. A nivel nacional un 83.96% de la población económicamente activa labora en maquilas, de este porcentaje un 80.69% son obreras. Las largas jornadas acarrean debilitamiento físico en los trabajadores pero son las mujeres las más vulnerables a sufrir complicaciones serias de salud, peor aun en las trabajadoras embarazadas que con la carestía de la vida se ven obligadas a defender su empleo y exponerse a esto en muchos casos ocasiona abortos.
Los marxistas reconocemos que la incorporación de la mujer en la producción es una medida progresista y además la condición previa para su liberación y plena vida social. Los avances materiales deben facilitar la incorporación de las mujeres en todas las esferas sociales. Ahora bien, cierto es que tanto hombres y mujeres se ven sometidos a grandes presiones por el capitalismo, la situación de la mujer se ve aun mas agravada. Nuestras camaradas sufren la opresión social al lado de la carga familiar.
Camaradas, esto solo hemos de conseguirlo organizándonos en un bloque común con todos los trabajadores y trabajadoras del mundo. Somos una fuerza que puede impulsar grandes transformaciones de cara a una vida más justa. Reconocemos que la participación de las mujeres en la construcción de la organización es una tarea difícil por las presiones del trabajo y el hogar. Pese a estas dificultades debemos luchar junto a nuestros compañeros, nuestros intereses son los mismos. Estar claras en este punto nos aleja de cualquier tendencia, que alegando a la igualdad separen la lucha invocando que los intereses de las mujeres son distintos. No compartimos las ideas que enfrenten a mujeres y hombres, que divida a las mujeres del proletariado en su conjunto. Cualquier movimiento que fraccione es reaccionario y debemos combatirlo decididamente. La liberación de la mujer nunca será posible sin la emancipación de todas las clases oprimidas.
Sin un adelanto general de la economía y la cultura, sin una economía planificada, cambiar nuestra realidad de forma plena seria imposible. Es necesario organizarnos en los sindicatos y partidos más representativos de los trabajadores. En El Salvador debemos trabajar dentro del FMLN, este debe prestar gran importancia al trabajo entre las mujeres sin separar las estructuras partidarias en líneas de género.
Marzo de 2010