El parlamento burgués es en sí mismo una junta para administrar los negocios comunes de la burguesía, y en El Salvador eso es más que evidente cuando vemos que toda la legislación está diseñada para beneficiar a la oligarquía dominante, con políticas que facilitan la evasión y elusión fiscal, en otros casos la misma ley exonera de impuestos a la gran empresa, como es el caso de la industria ubicada en la zona franca. Esto demuestra que los diputados defienden intereses de clase definidos y son precisamente los intereses de la clase social a la que representan, es falso pensar que son neutrales o que buscan el bien común, ya que en una sociedad clasista eso es imposible.
La Asamblea Legislativa se ha convertido en un medio para enriquecerse, muchos diputados llevan múltiples periodos fungiendo durante años, y resulta llamativo ver cómo va creciendo el patrimonio de nuestros honorables diputados, quienes tienen el cinismo de decir que son los más mal pagados de Latinoamérica y que su salario no les alcanza. Las mayores contradicciones se ven en los departamentos de la zona norte del país que son considerados de extrema pobreza y con mayores niveles de analfabetismo; por ejemplo en Cabañas, según el periódico digital El Faro el diputado Carlos Reyes ostenta una fortuna considerable: “El diputado de Arena por el departamento de Cabañas ocupa el octavo puesto de este club de millonarios. Lleva en la Asamblea seis legislaturas, una como suplente y cinco como diputado propietario. Entre 2012 y 2015 pasó de tener un patrimonio de 850 mil dólares a declarar uno de 1.6 millones. Casi el doble en tres años”[1]. Esto contrasta con los salarios de hambre en su departamento y las altas tasas de desempleo, más teniendo en cuenta que dicen representar los intereses de esa población que sufre las consecuencias de la crisis mientras ellos se dan banquetes de reyes en la Asamblea Legislativa.
La pregunta que surge al ver estos datos es ¿de dónde sacan tanto dinero? Si bien es cierto tienen jugosos salarios, aritméticamente no dan una explicación razonable de dicha acumulación de dinero, una de las explicaciones que brinda el diputado Reyes es que alquila ciertas propiedades al Estado, entre ellas un edificio que ha arrendado a la PNC en Sensuntepeque por $2700 mensuales. Sin embargo, estas justificaciones no parecen tan convincentes por lo que la Sección de Probidad tiene abierto un expediente en su contra desde el año 2016 por presunto enriquecimiento ilícito.
Aquí podemos ver que personajes como este, que supuestamente van a contribuir con las instituciones del Estado al contrario salen lucrándose de ellas. Más de 360 puestos policiales, delegaciones y sub delegaciones son alquilados por la corporación policial, lo que representa un gasto anual considerable, que podría ser ahorrado si nuestros diputados se preocuparan por las condiciones de todos aquellos obreros que realizan el resguardo de la población en calidad de agentes de la PNC, sin embargo, la realidad es diferente y los actuales diputados están más interesados en renovar su palacio legislativo que en garantizar bienes inmuebles a las instituciones estatales que brindan un servicio a la población.
En las pasadas elecciones de alcaldes y diputados hubo un desinterés muy grande de los electores, y muchos de ellos se abstuvieron de emitir su derecho al sufragio y otro sector votó nulo; muchos lo hicieron de esta forma para dar un mensaje, dando a entender que no consideraban a los candidatos como opciones viables para ser los representantes de la población en el parlamento. Hay que decir que esto produjo un efecto contraproducente, dándole mayoría de diputados a la derecha, algunos aseguran que fue el resultado de la ingenuidad de la gente, cuando en realidad lo que representan este tipo de acciones colectivas es un despertar de la conciencia de las masas, que están cansados hasta el hastío de tener en la Asamblea gangueros y arribistas que no los representan en lo más mínimo, los cuales solo buscan la diputación para obtener el codiciado fuero que los vuelve inmunes para poder realizar “negocios” de dudosa procedencia.
¡Es necesario pasar de una democracia burguesa representativa a una democracia obrera participativa, donde los trabajadores tengan mayor poder de decisión!
[1] El Faro, El Salón Azul tiene un club de millonarios.