Harry Whyte
10 de mayo, 2018
Reproducimos aquí una carta que Harry White (un miembro del partido comunista británico) escribió a Stalin en mayo de 1934, en la cual planteó la pregunta: ‘‘¿Puede un homosexual ser considerado alguien digno de ser miembro del partido comunista?’’
En su momento, White (siendo homosexual) estaba trabajando en Moscú en el Moscow Daily News. Cuando escuchó sobre la nueva ley, le escribió una carta a Stalin preguntándole como podría justificarla. White señaló que la nueva ley anulaba todo el progreso que se había hecho en tales asuntos desde la revolución de octubre.
En la primera página de la carta, encontrada en archivos soviéticos, está una nota escrita por Stalin que dice:
‘’Archivar. Un idiota y un degenerado. J Stalin.’’
La carta de Harry White
Camarada Stalin:
El contenido de mi petición es brevemente el siguiente. El autor de esta carta, un miembro del partido comunista de Gran Bretaña, solicita una fundamentación teórica del decreto de marzo 7 [1934] del Comité Central Ejecutivo de la URSS sobre [la institución de] la responsabilidad penal por la sodomía. Puesto que él se esfuerza para abordar esta cuestión desde un punto de vista Marxista, el autor de esta carta cree que el decreto contradice por igual los hechos de la vida misma y los principios del Marxismo-Leninismo.
A continuación, un resumen de los hechos que se discuten en detalle en la carta adjunta:
- En general, la condición de los homosexuales bajo el capitalismo es análoga a la condición de las mujeres, las razas de color, las minorías étnicas y otros grupos que son reprimidos de una u otra manera.
- La actitud de la sociedad burguesa hacia la homosexualidad se basa en la contradicción entre:
- La necesidad del capitalismo por la “carne de cañón’’ y una reserva del ejército laboral (dando paso a la creación de leyes represivas en contra de la homosexualidad, ya que es considerada una amenaza a las tasas de natalidad);
- La creciente pobreza de las masas bajo el capitalismo (llevando al colapso a la familia de la clase trabajadora y un aumento en la homosexualidad).
- Esta contradicción se puede resolver solamente en una sociedad donde la erradicación del desempleo y el bienestar material constante de los trabajadores fomenta condiciones en las cuales las personas que son normales en un sentido sexual puedan contraer matrimonio.
- La ciencia confirma que un porcentaje insignificante de la población sufre de homosexualidad por naturaleza.
- La existencia de esta minoría insignificante no es una amenaza para la sociedad bajo la dictadura del proletariado.
- La nueva ley sobre la homosexualidad ha provocado las interpretaciones más diversas y contradictorias.
- La ley del 7 de marzo contradice fundamentalmente los principios básicos de la ley anterior sobre esta cuestión.
- La ley del 7 de marzo esencialmente exige “la nivelación’’ en el ámbito de la vida sexual.
- La ley del 7 de marzo es absurda e injusta desde el punto de vista de la ciencia, la cual ha probado la existencia de homosexuales por naturaleza y no tiene medios a su disposición para cambiar su naturaleza sexual.
Querido Camarada Stalin,
Aunque soy un comunista extranjero que no ha sido promovido aún al AUCP (b), [más tarde renombrado el PCUS, Partido Comunista de la Unión Soviética] pienso, sin embargo, que, a usted, el líder del mundo proletario, no le parecerá antinatural, que me dirija con una solicitud para arrojar luz sobre un asunto que, a mi parecer, tiene gran significado para un gran número de comunistas en la URSS y en otros países.
La pregunta es la siguiente: ¿Puede un homosexual ser considerado alguien digno de ser miembro del partido comunista?
La ley de responsabilidad penal por sodomía promulgada recientemente, la cual fue firmada por el Comité Ejecutivo Central de la URSS el siete de marzo de este año, aparentemente supone que los homosexuales no pueden ser reconocidos como merecedores del título de ciudadano soviético. Consecuentemente, se les debería de considerar incluso menos dignos de ser miembros del PCUS (b).
Puesto que tengo un interés personal en este asunto ya que yo también soy homosexual, hice esta pregunta a varios camaradas de la OGPU y del Comisariado Popular por la Justicia, a psiquiatras, y al camarada Borodin, el editor en jefe del periódico donde trabajo. [Nota: Mikhail Borodin, 1884-1951, fue el editor en jefe del Moscow Daily News. En 1949 fue arrestado y después desaparecido; puede que haya muerto en un campo de labor siberiano en 1951 o que le hayan disparado en 1949, dependiendo de la fuente]
Todo lo que logré conseguir de ellos fue un sin fin de opiniones contradictorias que muestran que entre estos camaradas no hay un entendimiento teórico claro lo que pudo haber servido como base para la aprobación de esta ley. El primer psiquiatra al que recurrí por ayuda con esta pregunta me aseguró dos veces (después de comprobarlo con el Comisariado de Justicia del Pueblo) que si los homosexuales son ciudadanos honestos o buenos comunistas, sus pacientes pueden ordenar sus vidas personales como les parezca. El camarada Borodin, quien expresó que él personalmente tenía una visión negativa de la homosexualidad, al mismo tiempo declaró que me consideraba un buen comunista, que se podía confiar en mí, y que podía llevar mi vida personal como quisiera. Un poco antes, cuando los arrestos de homosexuales recién comenzaban, el camarada Borodin no estaba dispuesto a verme como un posible criminal; no me consideraba un mal comunista, lo cual pude confirmar con el hecho de que me promovió en el trabajo al nombrarme jefe de redacción, que es el puesto de supervisión de mayor rango, con la excepción de los miembros del comité editorial. Un poco más tarde, cuando la versión de la ley del 17 de diciembre ya existía y antes del decreto del 7 de marzo, contacté la OGPU con relación al arresto de una persona con la que había tenido relaciones homosexuales. Me dijeron que no había nada que me incriminara.
Todas estas declaraciones dieron la impresión de que los órganos de justicia soviéticos no estaban enjuiciando la homosexualidad como tal, solamente ciertos homosexuales socialmente peligrosos. Si este es realmente el caso, entonces ¿existe la necesidad de la ley general?
Sin embargo, después que se emitió la ley el 7 de marzo, tuve una conversación con la OGPU en la cual me informaron que la ley sería estrictamente aplicada a cada caso de homosexualidad que saliera a la luz.
Con respecto a la falta de claridad que existe en este asunto, me dirijo a usted con la esperanza de que encontrará el tiempo para darme una repuesta.
Permítame explicarle esta interrogante como yo la entiendo.
En primer lugar, me gustaría señalar que veo la condición de los homosexuales ya sea de la clase trabajadora o trabajadores en si como análoga a la condición de las mujeres bajo el régimen capitalista y a la de las razas de color que son oprimidas por el imperialismo. Esta condición es similar de muchas maneras a la condición de los judíos bajo la dictadura de Hitler, y en general no es difícil verlo de forma análoga a la condición de cualquier estrato social sometido a la explotación y a la persecución bajo la dominación capitalista.
Cuando analizamos la naturaleza de la persecución a los homosexuales, debemos tener en cuenta que hay dos tipos de homosexuales: primero, están los que son homosexuales de nacimiento (además, si los científicos discrepan sobre las razones precisas de esto, entonces no existe desacuerdo de que ciertas razones profundamente arraigadas si existen); segundo, hay homosexuales que solían tener una vida sexual normal pero luego se convirtieron en homosexuales, a veces por la perversidad, o a veces por consideraciones económicas.
En cuanto al segundo tipo, la cuestión se explica relativamente fácil. Las personas que se hacen homosexuales en virtud de la depravación usualmente pertenecen a la burguesía, una serie de cuyos miembros llevan esta forma de vida después de que se han saciado con todas las formas de placer y perversidad que existen en las relaciones sexuales con mujeres. Entre los que llevan esta forma de vida por consideraciones económicas, encontramos miembros de la pequeña burguesía, el lumpenproletariado, y (tan extraño como pueda parecer) el proletariado. Como resultado de la necesidad material, que empeora particularmente durante periodos de crisis, estas personas se ven forzadas a recurrir a este método de satisfacer sus necesidades sexuales temporalmente en la medida en que la ausencia de medios los prive de la posibilidad de casarse o al menos contratar los servicios de prostitutas.
También están aquellos que se hacen homosexuales no para satisfacer sus necesidades, sino para ganar su sustento por medio de la prostitución (este fenómeno se ha extendido especialmente en la Alemania moderna). Pero la ciencia ha establecido la existencia de homosexuales por naturaleza. Las investigaciones han demostrado que los homosexuales de este tipo existen en proporciones aproximadamente iguales dentro de todas las clases sociales. También podemos considerar como un hecho establecido que, con leves desviaciones, los homosexuales en conjunto constituyen alrededor del dos por ciento de la población.
Si aceptamos esta proporción, se deduce que hay alrededor de dos millones de homosexuales en la URSS. Sin mencionar el hecho de que entre estas personas están sin duda aquellos que están ayudando a la construcción del socialismo, ¿puede ser realmente posible, como lo exige la ley del 7 de marzo, que tanta gente sea sometida a prisión?
Así como las mujeres de la clase burguesa sufren en un grado significativamente menor las injusticias del régimen capitalista (usted desde luego recuerda lo que Lenin dijo sobre esto), los homosexuales natos de la clase dominante también sufren de menos persecución que los homosexuales del entorno de la clase trabajadora.
Se debe recalcar que incluso dentro de la URSS existen condiciones que complican la vida diaria de los homosexuales y frecuentemente los coloca en una situación difícil. (Tengo en mente la dificultad de encontrar un compañero para el acto sexual, puesto que los homosexuales constituyen una minoría de la población, una minoría que es forzada a esconder sus verdaderas tendencias en un grado u otro).
¿Cuál es la actitud de la sociedad burguesa hacia los homosexuales? Incluso si tomamos en cuenta las diferencias existentes en este aspecto en la legislación de varios países, ¿podemos hablar de una actitud específica de la burguesía hacia esta pregunta? Sí, podemos hacerlo. Independientemente de estas leyes, el capitalismo está en contra de la homosexualidad en virtud de toda su tendencia basada en clases. Esta tendencia se puede observar a través del curso de la historia, pero se manifiesta con una fuerza especial estos días, durante el periodo de la crisis general del capitalismo.
El capitalismo, que necesita una enorme reserva de ejército laboral y carne de cañón para prosperar, considera la homosexualidad un factor que amenaza con bajar las tasas de natalidad (como ya lo sabemos, en los países capitalistas hay leyes que penalizan el aborto y otros métodos anticonceptivos).
Por su puesto que la actitud de la burguesía hacia el tema de la homosexualidad es típica hipocresía. Las leyes estrictas son la causa de pocas molestias para la burguesía homosexual. Cualquiera que esté familiarizado con la historia interna de la clase capitalista conoce los escándalos periódicos que surgen al respecto; además, los miembros de la clase dominante que se mezclan en estos asuntos sufren en un grado insignificante. Puedo citar un dato poco conocido a este respecto. Hace unos años, uno de los hijos de Lord y Lady Astor fue acusado de homosexualidad. La prensa inglesa y americana omitió informar este hecho, con la excepción del Morning Advertiser. Los dueños de este periódico son fabricantes de cerveza, y lo hicieron con el propósito de comprometer a Lord y Lady Astor, quienes se habían manifestado en contra de la legalización del alcohol. De esa manera, el hecho [de la convicción de Astor] se conoció gracias a las contradicciones dentro de la clase dominante.
Gracias a sus riquezas, la burguesía puede evitar el castigo legal que recae con toda su fuerza en los trabajadores homosexuales, excepto por aquellos casos donde los últimos se prostituían con miembros de la clase dominante.
Ya he mencionado anteriormente que el capitalismo, el cual tiene una necesidad de carne de cañón y una reserva de ejército laboral, intenta combatir la homosexualidad. Pero al mismo tiempo, al empeorar las condiciones de vida de los trabajadores, el capitalismo produce las condiciones objetivas para el aumento del número de homosexuales que deciden llevar esta vida en virtud de sus necesidades materiales.
Esta contradicción se refleja en el hecho de que el fascismo, que empleó el pederasta [Marinus] Van Der Lubbe como un arma en su provocación, al mismo tiempo reprimió brutalmente el movimiento de «liberación» liberal-intelligentsia de los homosexuales liderados por el Dr. Magnus Hirschfeld. (Véase el Brown Book, que cita el caso de Hirschfeld como un ejemplo del barbarismo anticultural de los fascistas). [Nota: Van Der Lubbe (1909-1934) fue el joven comunista del consejo holandés acusado de incendiar el Reichstag alemán el 27 de febrero de 1933, condenado a muerte y guillotinado en Leipzig en enero de 1934. Magnus Hirschfeld (1868-1935) fue un médico alemán, investigador sexual y defensor de la emancipación homosexual. The Brown Book of the Hitler Terror and the Burning of the Reichstag fue un libro publicado por el Comité Mundial para el alivio de las víctimas del fascismo alemán en 1933].
Otra reflexión sobre esta contradicción es la figura de André Gide, un escritor francés homosexual, líder del movimiento antifascista, y entusiasta amigo de la URSS. El público general en Francia sabe acerca de la homosexualidad de Gide ya que él ha escrito abiertamente sobre ello en sus libros. Y a pesar de esto, su autoridad entre las masas como simpatizante del Partido Comunista en Francia no ha cambiado. El hecho de que Gide se haya unido al movimiento revolucionario no ha afectado su crecimiento o el apoyo de las masas por el liderazgo del partido comunista. en mi opinión, esto demuestra que las masas no son intolerantes para con los homosexuales.
Al elogiar la ‘‘pureza de la raza’’ y los valores familiares, el fascismo ha tomado una postura aún más severa contra la homosexualidad que el gobierno anterior a Hitler. Sin embargo, dado que el fascismo destruye a la familia de la clase trabajadora, y promueve el empobrecimiento de las masas, esencialmente estimula el desarrollo del segundo tipo de homosexualidad que he descrito, es decir [la homosexualidad] por necesidad.
La única solución a esta contradicción es la transformación revolucionaria del orden existente y la creación de una sociedad en la cual la ausencia de desempleo, la creciente prosperidad de las masas, y la erradicación de la familia como unidad económica asegure condiciones en las que nadie se verá forzado a cometer pederastia por necesidad. En cuanto, a los así llamados homosexuales de nacimiento, por ser un pequeño porcentaje de la población no pueden amenazar la tasa de natalidad de un estado socialista.
‘‘Los resultados generales acerca del crecimiento de la prosperidad material han llevado a la conclusión que, mientras las tasas de mortalidad han crecido junto con la pobreza en los países capitalistas, en la URSS las tasas de mortalidad han disminuido y las de natalidad han aumentado. En comparación con los años previos a la guerra, la población en la URSS ha crecido por un tercio, en cambio en la Europa capitalista ha decaído en un diez por ciento. Hoy nuestro país con su población de 165 millones muestra el mismo incremento de la población que la Europa capitalista con su población de 360 millones. Como puede ver, también en este asunto aquí [en la Unión Soviética] es severo (risas)’’ (Informe del camarada Kaganovich sobre el trabajo del Comité Central de la AUCP (b) en la conferencia de la organización de Moscú – las cursivas son del camarada Kaganovich).
A pesar de las leyes inusualmente estrictas sobre el matrimonio que existen en los países capitalistas, la perversión en el ámbito de la vida sexual normal es significativamente más común en los países capitalistas que en la URSS donde las leyes sobre el matrimonio son mas más libres y más racionales que en el resto del mundo. Claro, sabemos que en los primeros años de la revolución algunas personas intentaron abusar de la libertad que daban las leyes soviéticas del matrimonio. Sin embargo, estos abusos no fueron detenidos por medidas represivas, sino por una educación política y cultural de base amplia, y por la evolución de la economía hacia el socialismo. Creo que respecto a la homosexualidad (del segundo tipo) una política similar resultaría la más fructífera.
No tenía la intención de convertir esto en un problema, de plantear teóricamente esta pregunta y de obtener una opinión definitiva del Partido. Sin embargo, en la actualidad, la realidad misma me ha obligado a hacer esta pregunta, y considero que es esencial para lograr una claridad general sobre este tema.
El camarada Borodin me ha indicado que el ser homosexual de ninguna forma disminuye mi valor como revolucionario. Él ha mostrado tener mucha confianza en mí al nombrarme jefe de redacción. No me trató como alguien que fuera o pudiera convertirse en un criminal. También señaló que mi vida personal no podría dañar mi estatus como miembro del partido y trabajador editorial, incluso en el menor grado.
Cuando le plantee la situación de los arrestos, una vez más, él (y la OGPU a través de él mismo) me aseguraron que en ese caso las razones [de los arrestos] eran naturalmente políticas, y de ninguna manera sociales o morales, aunque la variante de la ley del 17 de diciembre ya existía para ese entonces. Después de que hice la solicitud correspondiente a la OGPU, me dijeron: ‘‘No hay nada incriminatorio contra ti.’’ Cuando me enteré de la variante de la ley del 17 de diciembre, recibí respuestas similares de un número de personas. Cierto, el camarada Degot del comisariado de justicia de las personas dijo que la razón de la ley era que la homosexualidad pertenecía a la degeneración burguesa.
El psiquiatra especialista con el que hable sobre este asunto se negó a creer en la existencia de tal ley hasta que le enseñara una copia de ella.
A pesar de la existencia de una serie de interpretaciones incorrectas por parte de ciertos camaradas, es completamente obvio que, en el período anterior a la promulgación de la ley, la opinión pública sobre esta cuestión no fue en absoluto hostil para los homosexuales. Y esto no me sorprendió en absoluto.
Acepté los arrestos de homosexuales como un fenómeno completamente natural siempre y cuando las razones fueran de naturaleza política. Como ya he mencionado, todo esto estaba totalmente en línea con mi propio análisis de la pregunta (como se indicó anteriormente), y exactamente de la misma manera no contradecía el punto de vista expresado oficialmente por el público soviético. El camarada Borodin me señaló que no debería darle demasiada importancia al artículo sobre la homosexualidad en la Gran Enciclopedia Soviética porque (él dijo) su autor era homosexual y el artículo fue publicado durante un período en el que varias desviaciones todavía no habían sido expuestas. No pienso que deberíamos desconfiar de una historia del partido comunista si un comunista la escribió. Si en realidad un homosexual escribió este artículo, entonces todo lo que se requería de él era un enfoque objetivo y científico hacia la homosexualidad. En segundo lugar, conozco lo suficiente sobre la eficacia del control político soviético de la prensa que no puedo admitir la posibilidad de que un artículo con serias desviaciones pueda imprimirse en una publicación como la Gran Enciclopedia Soviética. Si esto es posible cuando se trata de artículos individuales en algún diario o periódico insignificante, entonces no es posible en la Gran Enciclopedia Soviética. En cualquier caso, pensé que era posible tener plena confianza en una publicación cuyos editores incluyen personas como Molotov, Kuibyshev y Pokrovsky (o incluso Bujarín, aunque merece menos confianza).
Sin embargo, desde el punto de vista que estoy defendiendo, el artículo en la Gran Enciclopedia Soviética no tuvo gran importancia. La actitud del público soviético a esta cuestión se expresó con suficiente claridad en la ley que existía hasta la aprobación de la ley del 7 de marzo. Si la ley no hubiese dicho nada acerca de este asunto, entonces las dudas quizás hayan existido anteriormente. Pero la ley de echo formuló una opinión: defendía los intereses de la sociedad prohibiendo la seducción y perversión de menores. No obstante, esto nos llevó a concluir que las relaciones homosexuales entre adultos no estaban prohibidas.
La ley, por supuesto, es dialéctica: cambia a medida que cambian las circunstancias. Sin embargo, es obvio que cuando se ratificó la primera ley, toda la cuestión de la homosexualidad se tuvo en cuenta como un todo (esto, en cualquier caso, es lo que uno podría pensar sobre la base de la conclusión que se deriva de la ley). Esta ley estableció que el gobierno soviético rechazaba por completo el principio de perseguir la homosexualidad. Este principio es fundamental en su carácter, y sabemos que los principios básicos no se modifican para alinearlos con las nuevas circunstancias. Alterar los principios básicos para tales fines significa ser un oportunista, no un dialéctico.
Soy capaz de comprender que las circunstancias cambiantes también requieren ciertos cambios parciales en la legislación, la aplicación de nuevas medidas para la defensa de la sociedad, pero no puedo entender cómo las circunstancias cambiadas pueden obligarnos a cambiar uno de nuestros principios básicos.
Visité dos psiquiatras en busca de una respuesta a la pregunta de si era posible ‘curar’ la homosexualidad -quizás lo siguiente le parecerá sorprendente. Admito que fue oportunista de mi parte (ahora, tal vez, se pueda perdonar), pero me incitó el deseo de encontrar una solución a este maldito dilema. Lo menos que quería hacer era contradecir la decisión del gobierno soviético. Estaba preparado para hacer cualquier cosa, aunque solo fuera para evitar la necesidad de encontrarme en contradicción con la ley soviética. Tomé este paso a pesar del hecho de que no sabía si los investigadores contemporáneos habían tenido éxito al establecer la verdadera naturaleza de la homosexualidad y la posibilidad de convertir homosexuales en heterosexuales, es decir, en personas que solo se involucran en el acto sexual con miembros del sexo opuesto. Si se estableciera tal posibilidad, entonces todo sería mucho más simple, por supuesto.
Pero, francamente, incluso si se estableciera esta posibilidad, no estaría seguro de cuán deseable sería, de hecho, convertir a los homosexuales en heterosexuales. Por supuesto, puede haber ciertas razones políticas que harían esto deseable. Pero me imagino que la necesidad de tal procedimiento de nivelación debe ser apoyada por razones inusualmente fuertes.
Es sin duda deseable que la mayoría de las personas fueran normales sexualmente hablando. Me temo, sin embargo, que este nunca será el caso. Y creo que los hechos históricos confirman mis miedos. Creo que se puede decir con certeza que la mayoría de las personas desean y seguirán queriendo una vida sexual normal. Sin embargo, dudo mucho de la posibilidad de que todas las personas se vuelvan completamente idénticas en términos de sus inclinaciones sexuales.
Le recuerdo que los homosexuales constituyen solamente un dos por ciento de la población. También debería de recordar que entre ese dos por ciento se encontraban personas excepcionalmente talentosas como Sócrates, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare, y Tchaikovsky. Estos son solamente aquellos de los que sabemos que son homosexuales. Pero ¿cuántas otras personas tan talentosas han existido entre los homosexuales que ocultaron sus verdaderas tendencias? No tengo intención de defender la teoría absurda de que los homosexuales pertenecen a una raza de superhumanos, que la homosexualidad y el genio son sinónimos, que los homosexuales, supuestamente, algún día se vengarán de la sociedad por sus sufrimientos al unirse para conquistar a los heterosexuales.
Las ‘Teorías’ de este tipo ya eran condenadas con desprecio considerable (como se lo merecían) por Engels en su carta a Marx del 22 de junio de 1869. En esta carta, Engels escribe sobre la «teoría» difundida por una camarilla de homosexuales burgueses alemanes que habían formado su propia organización especial. Engels caracteriza todo este asunto con el epíteto «puercos» (schweinerei en alemán).
Fue precisamente la ‘teoría’ política de la organización, no la orientación sexual de sus miembros, lo que despertó la ira de Engels. Esto se puede ver en su carta a [Friedrich] Sorge del 8 de febrero de 1890, donde escribe:
“Aquí se viene otra tormenta en un vaso con agua. Leerá en el Labour Elector acerca del alboroto provocado por Peake [?], Editor asistente de The Star, quien en uno de los periódicos locales acusó abiertamente a Lord Gaston de sodomía en relación con la escandalosa homosexualidad de la aristocracia local. Este artículo fue vergonzoso, pero solamente fue de una naturaleza personal; el asunto no era político.” [La traducción no es precisa y fue hecha del texto en inglés publicado en una revista comunista inglesa].
«El asunto no era político». El hecho de que Engels considere el caso de un miembro de la clase enemiga que fue acusado de sodomía y causó un escándalo en el mundo aristocrático como «apenas político» y «tormenta en un vaso con agua», es de gran importancia fundamental para nosotros. Si la homosexualidad es vista como un rasgo característico de la degeneración burguesa, entonces es correcto atacar sus manifestaciones individuales, especialmente durante un período en el que los escándalos homosexuales se generalizaron en el entorno aristocrático. Sin embargo, de la cita se desprende que Engels no consideraba la homosexualidad como una forma de degeneración específicamente burguesa. Lo atacó solo cuando (por ejemplo, en los casos que involucraban a Alemania) adoptó la forma política de una asociación de ciertos elementos burgueses. Cuando, por otra parte, el asunto no tenía connotaciones políticas (como en el caso citado anteriormente), Engels no encontró necesario atacarlo.
Supongo que ciertos tipos de talento (en particular, el talento en el ámbito de las artes) se combinan sorprendentemente con la homosexualidad. Esto debe tenerse en cuenta, y me parece que uno debe sopesar cuidadosamente los peligros de la nivelación sexual precisamente para esta rama de la cultura soviética, ya que en la actualidad todavía no tenemos una explicación suficientemente científica de la homosexualidad.
Me permitiré citar un pasaje del reporte del camarada Stalin al decimoséptimo congreso del partido:
“Cualquier Leninista sabe, si es un leninista genuino, que etiquetar en el ámbito de las necesidades y la vida personal diaria es un absurdo reaccionario digno de una secta primitiva de ascetas, no de un estado socialista organizado en la manera marxista, pues no se puede pedir a todas las personas que tengan necesidades y gustos idénticos, o que todos vivan sus vidas cotidianas de acuerdo con un solo modelo. […]”
Decir que el socialismo requiere el igualitarismo, la igualación y la nivelación de las necesidades de los miembros de la sociedad, la nivelación de sus gustos y sus vidas personales, que, según el marxismo, todos deben usar ropa idéntica y comer la misma cantidad de uno y los mismos platos, es equivalente a pronunciar banalidades y calumniar al marxismo «. (Stalin, Informe al XVII Congreso del Partido sobre el trabajo del Comité Central de la AUCP (b). Lenpartizdat, 1934, pp. 54-55. Las cursivas son mías – H.W.)
Me parece que este extracto del informe del camarada Stalin tiene una relación directa a la pregunta que estoy analizando.
Lo que es importante, sin embargo, es que incluso si uno busca este rango en el presente, es imposible lograrlo ya sea con métodos legislativos o médicos.
Cuando los dos psiquiatras que visité se vieron forzados por mis preguntas insistentes a confesar que existen casos incurables de homosexualidad, finalmente establecí mi propia actitud a la pregunta. Uno debe reconocer que existe la homosexualidad irreparable (todavía tengo que encontrar hechos que lo refutarían) y, por consiguiente, me parece que se debería reconocer como inevitable la existencia de esta minoría en la sociedad, ya sea una sociedad capitalista o incluso socialista. En este caso, uno no puede encontrar ninguna justificación para declarar a estas personas como responsables penales de sus rasgos distintivos, rasgos de cuya creación no tienen responsabilidad y que son incapaces de cambiar incluso si quisieran.
Por lo tanto, al intentar razonar de acuerdo con los principios del marxismo-leninismo, tal como los entiendo, al final he llegado a la contradicción entre la ley y las conclusiones que he seguido de mi línea de razonamiento. Y es precisamente esta contradicción la que me obliga a desear una declaración autorizada sobre esta cuestión.
Saludos comunistas,
Harry White
Información sobre el autor de la carta
Harry White. 27 años. Nacido en Edinburgh, Escocia. Hijo de un pintor de la clase obrera que recientemente adquirió su propio negocio. Educación secundaria. Periodista de profesión. Trabajó para el periódico de la burguesía hasta 1932. Trabajó en su tiempo libre para la revista de la URSS Friends Society, Russia Today (de 1931 a 1932). Se unió al Partido Laborista Independiente en 1927; el partido comunista de Gran Bretaña, en 1931. Asistió en la organización de células partidarias y organizaciones distritales en Fleet Street, el centro de la prensa británica. En 1932, fue contratado en el personal de Moscow News (Moskovskie Novosti). En 1933, fue nombrado jefe de la redacción de este periódico. Destacado como el mejor trabajador. La promoción a la AUCP (b) del Partido Comunista de Inglaterra [sic] se ha pospuesto hasta la finalización de la purga del Partido.
Los argumentos expuestos en la carta adjuntan fueron originalmente formulados por mí en una carta para el camarada Borodin, editor jefe del Moscow Daily News, con la esperanza de que él dirigiría la atención del camarada Stalin a la pregunta que planteo. No obstante, él consideraba imposible hacerlo. A parte de lo planteado en esta carta, la que envié al camarada Borodin también contiene ciertos hechos que me preocupan en lo personal y en general no tienen mucho que ver con el asunto en cuestión, pero que sin embargo considero necesario traer a su atención. Se ha presentado una copia de esta carta a la OGPU a petición de ellos, puesto que informé a un compañero de la OGPU sobre su existencia.
[AP RF (Archivo del presidente de la Federación Rusa), f. 3, op. 57, d. 37, l. 29-45; copia notariada. El texto original en ruso de esta carta se publicó en la revista Istochnik (5/6 (1993): 185-191).]Esta traducción en inglés de la carta de Harry Whyte a Stalin fue publicada en el libro ‘‘Moscow’’ por el artista Yevgenity Fiks.Nos gustaría agradecer a Ugly Duckling Presse, Brooklyn, New York, los editores, y Tom Campbell, editor en The Russian Reader, quien tradujo la carta de Harry Whyte del ruso al inglés, por su amable permiso para volver a publicar esta carta.
Una nota sobre el destino de Harry Whyte
Poco después de que escribió esta carta, Whyte dejó la Unión Soviética y regresó a Gran Bretaña donde se involucró en actividades solidarias con la causa de la República española contra Franco. Se decepcionó de la Rusia Stalinista y trabajó como periodista independiente para el Daily Express y el Daily Herald y luego para Reuters en Turquía, donde murió en 1960 a la edad de 53 años. Era una figura trágica, un miembro del Partido Comunista que creía que el partido estaba construyendo el comunismo y lamentablemente no entendió el proceso de degeneración burocrática. ¿Cuántos individuos como éste se perdieron en la causa de la lucha por un socialismo genuino debido a la degeneración estalinista? No se puede calcular ningún número, pero una generación entera se vio afectada.