La derecha encara las elecciones madrileñas del 4 de mayo con una campaña sucia contra la izquierda, bajo la consigna demagógica y mentirosa de “Comunismo o Libertad”. Y esto lo proclaman desvergonzadamente quienes hunden sus raíces en la dictadura franquista, que basó su dominación en el asesinato, encarcelamiento, torturas y exilio de obreros y activistas de izquierdas, que durante 40 años lucharon por las libertades democráticas en nuestro país.
No hay nada más mentiroso y falaz que oponer la libertad al comunismo, y asociarla en cambio al capitalismo.
Cuando a millones de trabajadores –los únicos que crean la riqueza y el bienestar social– se les impone ganar el pan, tener un techo, vestirse y acceder al ocio y la cultura, sólo si pueden vender su fuerza de trabajo a otra persona, a cambio de un salario ¿quién impone a quién las condiciones? ¿Quién ejerce libremente su voluntad?
Cuando a cambio de un salario ni siquiera puedes acceder a un techo, al ocio, a la cultura, a tener una familia, y sólo a malvivir ¿dónde está aquí tu libertad?
Para ejercer la libertad de prensa se necesitan millones de euros para pagar las máquinas, los edificios, los periodistas y los equipos ¿Quién dispone de estos millones, sino los grandes empresarios y banqueros? Ni siquiera organizaciones representativas que agrupan a millones de trabajadores, como los sindicatos y organizaciones de izquierdas pueden permitírselo.
¿Quién ejerce la libertad de mandar a la policía a golpear y maltratar a sus semejantes? ¿Los trabajadores, o los representantes del gran capital y del status quo?
Así que cuando hablamos de libertad, debemos añadir: Libertad… ¿para qué clase?
¿No es acaso toda esta libertad «burguesa» una mascarada que oculta la auténtica dictadura del gran capital?
Los burgueses entienden como libertad imponer su explotación a los trabajadores, y corromper y comprar a dirigentes de izquierdas, a funcionarios, jueces, periodistas, curas, policías y ministros. La clase obrera entiende como libertad su derecho a manifestarse, expresarse y organizarse, para defenderse y luchar por sus intereses de manera más eficiente. La burguesía no necesita “su” libertad garantizada bajo la forma de leyes, porque la ejerce directamente a través de su dominación de clase. Sólo la clase trabajadora, como clase oprimida, está obligada a conquistar la libertad en las calles e imponerla legalmente, precaria y temblorosamente, a través del legislador.
El comunismo aspira a abolir la explotación del hombre por el hombre, a que la riqueza social sea propiedad colectiva gestionada democráticamente, y que nadie deba pedir permiso ni humillarse ante otro para alcanzar el pan, el techo, vestirse y acceder al ocio y a la cultura, y formar una familia si así lo desea.
El comunismo aspira, por tanto, al mayor grado de libertad humana imaginable.
Y, levantando las banderas de Lenin y Trotsky, nos negamos a hacernos cargo de la caricatura burocrática y totalitaria que representó el estalinismo, levantado sobre el cadáver del Partido bolchevique. Eso fue el producto de una revolución que quedó aislada en un país pobre y atrasado, como Rusia, asediado por el capitalismo y arrasado por 6 años de guerras imperialistas y de saqueo. Para apreciar cuán poco tenía esta gente de comunistas baste decir que, finalmente, los herederos del sistema implantado por Stalin terminaron pasándose con armas y bagajes al capitalismo, y persiguen ahora a los comunistas con el mismo celo y saña que la derecha y los burgueses en Occidente, como estamos viendo en Ucrania, Polonia, Chequia, Hungría, o en la misma Rusia.
Pero hay más. Stalin sólo pudo imponer su dictadura librando una sangrienta guerra civil unilateral que culminó en el asesinato de decenas de miles de comunistas, incluyendo la casi totalidad del Comité Central del Partido bolchevique que organizó la Revolución Rusa de Octubre de 1917 y edificó la URSS.
Y ahora, permítasenos una pregunta muy simple: ¿contra qué sectores de la burguesía y del capital lucharon Mussolini, Hitler y Franco para imponer sus dictaduras capitalistas? ¿A cuántos burgueses asesinaron? Los empresarios, banqueros y terratenientes mantuvieron sus propiedades, y siguieron lucrándose con la explotación de los trabajadores.
La realidad fue la siguiente: mientras que Stalin se impuso aplicando el terror sobre la clase obrera, los pequeños campesinos y los cuadros más relevantes del Partido bolchevique; Mussolini, Hitler y Franco alcanzaron el poder CON LA AYUDA de los empresarios, banqueros y terratenientes con el fin de aplastar las libertades democráticas y al movimiento obrero organizado. El fascismo fue un hijo legítimo del capitalismo, mientras que el estalinismo fue un aborto totalitario, una degeneración burocrática dirigida contra el auténtico comunismo.
En el Estado español, las libertades democráticas fueron arrancadas por la clase obrera a través de una lucha heroica contra la dictadura totalitaria del franquismo, que estaba dirigida por los padres, tíos y abuelos de la actual derecha que representan PP, Ciudadanos y Vox.
Sólo la clase trabajadora y la izquierda pueden reclamar el patrimonio de la libertad y la democracia, no sólo en palabras, sino también a través de los hechos y del devenir de la Historia.
El capitalismo es Covid-19 y sus consecuencias dramáticas que estamos padeciendo; es cambio climático y desastres medioambientales; es opresión, saqueo de países pobres, guerras, miseria, y olas de refugiados; es decadencia moral y cultural, y barbarie.
Sí, sin duda alguna, el comunismo genuino, que no es más que otra manera de llamar al socialismo, es libertad; y es la única esperanza que tiene la humanidad ante sí para sobrevivir y evitar el colapso de nuestra civilización y de nuestra especie. De ahí que nuestro grito de guerra es, y será: Comunismo y Libertad.