Contribución de: Joel Avilés Flores
Es innegable el impacto actual que presenta la enfermedad del Covid-19 dentro del reajuste económico a nivel mundial en favor de la clase dominante multinacional y local, esta enfermedad pone en evidencia las precarias condiciones que recrea el sistema económico en su modelo neoliberal tanto en el sistema de salud como los demás servicios sociales ignorados por el gran capital, aún más acentuado en los países de Latinoamérica y concretamente en El salvador donde el sistema de salud es de los peores a nivel regional.
Ante este momento histórico las medidas políticas efectuadas por los gobernantes demuestran su verdadero rostro subordinado a los intereses económicos de núcleos empresariales criminales, nuestro país vive una dictadura económica desde hace siglos donde la voluntad del mercado liderado por la clase dominante sobre las poblaciones más empobrecidas y expoliadas desde la invasión castellana es la perpetuación de la misma explotación y desigualdad imperante que deja a la mayoría de la población sin acceso a los servicios más necesarios y básicos para su existencia material. Esta dictadura se proyecta con la hegemonía del poder cultural representado más que nunca bajo la influencia masiva de los medios de comunicación y redes sociales promoviendo el consumismo egoísta, proliferación de la ideología capitalista, expresión idealizada de los intereses de dominación psicológica de las masas y la desinformación en un mundo virtualizado lejos de la realidad social.
Sumado a esto, existe la dictadura como forma de gobierno caracterizada por suprimir derechos democráticos básicos, como libertad de expresión y pensamiento, ausencia e inoperancia de la ley que garantice los derechos de los ciudadanos y la ruptura del equilibrio entre los poderes del estado recayendo en un centralismo dirigido por un personaje o su grupo afín.
La dictadura aparece en momentos de crisis donde impera la confusión haciéndose necesario centralizar el poder autoritario limitando la acción política de los sectores mayoritarios que tienen el derecho a levantarse a exigir sus demandas. Pensar sobre dictaduras nos hace recordar el pasado sangriento en la memoria colectiva herida por el militarismo asesino del siglo XX y la guerra civil que tantas vidas masacró, sembrando dolor aún presente de distintas formas en la realidad salvadoreña, un recuerdo doloroso a quienes vivieron la dictadura militar de manera directa bajo la ley del fusil y la autoridad del miedo.
Hoy en pleno 2020, el gobierno de la república sistematiza el mismo objetivo de introducir en la población miedo asesino para cometer sus putrefactos intereses bajo el pretexto de combatir la enfermedad del Covid-19. Desde la toma del poder Ejecutivo por parte del presidente Nayib Armando Bukele demostró su obscena prioridad de fortalecer militarmente los cuerpos de seguridad mientras recortaba el apoyo hacia los programas sociales de beneficio al agro, salud, educación, entre otros.
En un fallido intento golpista conocido como 9F intervino y militarizó la Asamblea Legislativa por la única razón de no aprobársele un presupuesto millonario para seguridad, poco especificado e irregular, malinterpretando el derecho a la insurrección popular contenido en la Constitución de la República, llamado que no movilizó la cantidad de adeptos que esperaba para tal ocasión.
La mejor arma de su propaganda es la red social de Twitter, donde ordena a sus funcionarios acatar órdenes personales poco razonables, el discurso del presidente Bukele sigue un eje ubicándose como el único líder del pueblo en una imagen mesiánica, la responsabilización política dirigida a la oposición de su gobierno mediante mensajes de división social donde cualquier crítica argumentada es un atentado directo al gobierno y la población. Además la difusión de noticias polémicas sin especificaciones fidedignas, teniendo como resultado la persecución y estigmatización de cualquier persona que cuestione el accionar del gobierno por redes sociales, la misma imagen del presidente es la conformación del símbolo millenial, reflejo del podrido imaginario del capitalismo cultural de consumo, fanatismo a la imagen del gobernante en un pasionismo irracional por la mayoría de sus seguidores virtuales.
Desde la alarmante noticia del repunte de casos a nivel mundial por la pandemia del Covid-19, el gobierno salvadoreño, sin entablar diálogo con los sectores populares más vulnerables del país, tomó la abrupta decisión de cuarentena domiciliar obligatoria a nivel nacional, causando temor instantáneo en la población, causando desórdenes de personas que al momento abarrotaron los supermercados para acaparar utensilios de higiene e incluso productos que nada tenían que ver con la emergencia, de tal manera se evidenció el proyecto ideológico de manipular el pensamiento para el consumismo descontrolado ante el miedo generalizado contra la propia población. Las medidas dictatoriales aparecieron cada vez más con las siguientes medidas:
-Control Total: A través de la ruptura del orden constitucional, el ejecutivo se hizo con el aparente control absoluto de la emergencia irrespetando la actividad de las instituciones defensoras de los Derechos Humanos en el marco de atender la pandemia, el Gobierno monopolizó la <<versión oficial>> para presentar sus hechos interesados ocultando otros de mayor importancia, el 15 de abril se conoció la decisión por parte del presidente de omitir las resoluciones de la Sala de lo Constitucional que llamaba al Ejecutivo frenar las detenciones arbitrarias con que se procedió a detener cientos de habitantes sin especificaciones tan siquiera legales, transportándolos incluso hacia bartolinas y a los llamados centros de contención en un hacinamiento total, sin ningún protocolo de aislamiento.
La cuarentena domiciliar no garantiza una medida eficaz para aquellos hogares que no poseen las condiciones básicas para permanecer en casa, muchos de ellos sin agua potable y otros con la necesidad de trabajar considerando que el sector informal conforma el grueso de la clase trabajadora del país, la aparente solución por el gobierno fue una suspensión de pagos de servicios básicos o crediticios para pagarse posteriormente y una supuesta ayuda económica de trescientos dólares para los hogares más necesitados con fondos que serán pagados después de la pandemia por los sectores más empobrecidos ante la billonaria deuda adquirida. Tal plan improvisado generó que muchas personas se remitieran a los CENADE, institución que en voz del presidente era la encargada de solucionar los problemas en caso de no salir <<beneficiado>> cumpliendo los requisitos para el depósito, no obstante se negó la solución, el gobierno ordenó cerrar los CENADE y la presencia militar no se hizo esperar, incluso personas fueron roseadas con gas pimienta y otras detenidas, la respuesta del presidente Nayib Bukele fue una cándida disculpa como si se tratara de un asunto trivial, además de culpar a la población por no tener paciencia y por si fuera poco, inculpar a la <<oposición política>> de generar los disturbios. Es un hecho que la cuarentena beneficia indiscutiblemente a las grandes empresas de alimentos, supermercados y de envío, mientras las mayorías quedan a merced de la buena fortuna.
-Régimen de excepción: La militarización que se reforzó con el denominado Plan Control Territorial, permitió el despliegue de efectivos militares y policiales de una manera amplia, al aprobarse el régimen de excepción por algunos diputados de la Asamblea Legislativa con el eufemismo de Ley de suspensión de derechos constitucionales concretos, hizo de ésta una estrategia política de intimidación la cual tuvo consecuencias muy serias, cientos de denuncias a la Procuraduría de la Defensa de Derechos Humanos así como diversos casos de golpes a personas supuestamente incumpliendo las disposiciones de la cuarentena, llegando al colmo de un caso en San Julián donde un joven fue herido de bala, por elementos policiales que reclamaban dinero a cambio de dejarle pasar sin problemas el retén llevado a cabo en la zona, sin olvidar el allanamiento a casas de personas injustificadamente por autoridades y sin los mecanismos de salud correspondiente como se había planteado supuestamente por el Decreto Ejecutivo. Todo ello siguiendo las órdenes del presidente por cadena nacional de endurecer las medidas autoritarias sin considerar los derechos de protección a las personas que por ninguna manera debieran ser sometidas al capricho de las autoridades.
-Cercos militares: La dictadura comenzó implantando un llamado <<cerco sanitario>> en el municipio La Libertad con la excusa que numerosas personas estaban saliendo de sus hogares injustificadamente, el presidente en su característico pronunciamiento por Twitter ordenó el encierro de los habitantes aún con causas justificadas de salir de sus hogares, inició así el ensayo del cerco militar el 17 de abril. Como era de esperarse el día 20 de abril a las 6:00 am, buena parte de San Salvador amaneció sitiada por carros del ejércitos y centenares de efectivos armados en un <<cordón sanitario>> coordinado con el alcalde de San Salvador, paso restringido a empleados y usuarios de mercados, supermercados, bancos, farmacias y hospitales hasta el día 28, otra medida que pone en evidencia que las grandes empresas no se ven afectadas económicamente mientras que los pequeños, medianos empresarios y el gran sector informal sí. Este es un llamado simbólico del régimen ante la inminente crisis económica que se avecina, los cercos militares son la solución justamente cuando sectores populares empiezan a cuestionar las nefastas medidas ejecutadas. Aparte de los numerosos casos de unidades policiales amenazando por megáfono a la ciudadanía a no salir de sus casas por la noche, en el municipio de Nuevo Cuscatlán se implementó <<Toque de queda>> de 9:00pm a 5:00am aun cuando dicho mecanismo es ilegal al no estar vigente dentro del ordenamiento jurídico, ya que su uso era propio de los regímenes militares en el tiempo del conflicto armado para que los elementos paramilitares cometiesen todo tipo de crímenes contra la oposición política. Así mismo se presenta como la mayoría del aparataje estatal está al servicio del poder centralizado, PNC, FAES y demás elementos del gobierno siguen las órdenes de los tuits del presidente. Últimamente para garantizar el cumplimiento de estas medidas no basta el patrullaje de las unidades armadas sino el uso de drones y helicópteros que mantienen en zozobra a la población.
-Manipulación mediática: La publicidad del gobierno, pagada por la misma población, es utilizada para demostrar alarde de su poder, sembrar miedo y distraer al público de las infamias cometidas en vez de informar sobre las medidas urgentes que se necesitan. Mediante las cadenas nacionales el presidente Nayib Bukele presenta informaciones, estadísticas y ejemplos internacionales exagerados y poco sustentables para atemorizar al público, todo esto en la más descarada propaganda política para los comicios electorales del próximo año atacando públicamente todo cuestionamiento a su manera de hacer las cosas, haciendo uso del sentimentalismo religioso presente en la sociedad, todo el espectáculo político sucio se desenvuelve en la plataforma virtual manipulando oscuramente todo tipo de información instrumentalizándola para ejecutar la persecución política de opositores instando incluso a la violencia y odio, en lugar de mostrar el funcionamiento sanitario que hasta la fecha parece secreto de Estado. Recientemente el 23 de abril el autoproclamado líder dirigió un ataque contra la Asamblea Legislativa que con mayoría de votos superaba los decretos vetados por él sin argumento lógico referente al equipamiento necesario y obligatorio de los profesionales de la salud, la repatriación de cientos de salvadoreños varados en el extranjero y la incorporación de las medidas dadas por la Sala de lo Constitucional para garantizar el respeto a los derechos humanos tan violentados por el gobierno, publicando que se había detectado la posibilidad de presencia del virus en el recinto de la Asamblea, generando alarma a nivel nacional como presión descarada para suspender dicha superación de veto.
En síntesis, la dictadura gubernamental busca suprimir el pensamiento libre y la razón crítica a punta de fusiles, tanques y ataques digitales, el espectáculo político genera innumerables violaciones físicas (lesiones, heridos, etc.) y psicológicas (miedo social, ansiedad, histeria colectiva, odio instrumentalizado contra cualquier oposición) de manera masiva a los sectores populares más vulnerables del país. Esto es el inicio de una serie de medidas encaminadas a cumplir los más retorcidos intereses de una élite comercial a costa de sangre, golpe y dolor, jugando con las vidas de los más explotados por el sistema económico imperante utilizando el miedo cada vez en aumento para suprimir el accionar real de la población que pronto se verá en la necesidad de exigir sus derechos, la alimentación, frente a la oleada de desinformación condensada en las redes sociales con rumores y mentiras interesadas. La dictadura está y seguirá al servicio del gran capital salvadoreño e internacional.
En nombre de toda la población sufrida, vilipendiada por el viejo y nuevo abuso del poder dominante y la mano criminal del gobierno servil a la clase dominante condenamos las medidas nefastas, despóticas y dictatoriales, exigimos el respeto de la salud física y mental de todos los salvadoreños, en especial de los sectores empobrecidos, los encuarentenados en centros de contención, los recluidos en centros penitenciarios insalubres y los muchos trabajadores expuestos a toda clase de contagios. Teniendo en cuenta que la sociedad se encuentra dividida por los intereses de clase cada vez más evidentes y que la oligarquía misma se encuentra en disputa de poder y hegemonía económica instamos a los sectores populares, clase trabajadora, movimientos sociales, colectivos, comunidades, instituciones y al pueblo en general a organizarse tomando consciencia crítica contra el régimen criminal que utiliza la excusa de frenar la pandemia del Covid-19 para establecer una dictadura bajo nueva estética publicitaria así como engañadora y frente a la venidera crisis económica que amerita nuestra lucha con visión humana contra el miedo y la represión.