Estamos entrando en la tercera semana de paro nacional en Ecuador. Se está llegando a un punto crucial para el futuro del movimiento. La cuestión de quién manda se ha planteado pero no se ha resuelto. El impasse puede provocar cansancio y desmovilización. La policía reprime violentamente las movilizaciones, defendidas por los jóvenes en la primera línea, incluso con el uso de armas letales. Desde que inició el paro nacional ya son cinco muertos, ocho desaparecidos y 127 detenidos por lo menos.
El jueves 23 de junio, los manifestantes habían retomado la Casa de Cultura, donde en ese mismo día se celebraron nuevas Asambleas masivas. En las mismas se reafirmó el apoyo al paro, la exigencia de la suspensión del estado de emergencia, y de respuestas concretas para los 10 puntos de la agenda de la movilización. Después de la asamblea decenas de miles marcharon hacia la Asamblea Nacional. Allí hubo un intento de diálogo con el presidente de la Asamblea. El presidente Lasso, con la excusa de que tenía COVID, no ha recibido a los manifestantes.
Con las marchas hasta la asamblea nacional, en el mismo día, hubo un cambio de postura por parte del aparato de estado, probablemente porque temían que el movimiento tomara la asamblea nacional, como lo hicieron valientemente con las gobernaciones en las provincias de Tungurahua y Cotopaxi. En pánico el aparato estatal intensificó la represión y tuvimos dos muertos más en esta ola de violencia estatal.
#ParenLaMasacre
— CONAIE (@CONAIE_Ecuador) June 23, 2022
Mientras la manifestación llamaba a la NO VIOLENCIA la Policía y las FFAA ya tenían preparada la emboscada, muchas mujeres, menores y adultos mayores, quienes encabezaban la marcha fueron afectados, hay heridos, desaparecidos.#ParoNacionalEc2022 #Quito #CONAIE pic.twitter.com/3qJmj2jkNd
El Gobierno Lasso ha respondido con más represión, el ministro del interior, Patricio Rosero, habló abiertamente de aumentar la represión para sus comandados, autorizó el uso de munición múltiple y perdigones. El viernes 24 la policía atacó la Casa de Cultura mientras se celebraba una nueva asamblea y atacaron repetidas veces la Universidad Central de Ecuador por la noche, donde están alojados gente mayor y niños, utilizando grandes cantidades de gas lacrimógeno.
La brutal represión quería aplastar el movimiento y fue combinada con una campaña de desinformación en los medios que decían, falsamente, que las columnas campesinas empezaban a retirarse de la capital.
Desgraciadamente, la bancada parlamentaria de Pachakutik, el brazo político de la CONAIE, se sumó a esta campaña. En una rueda de prensa presidida por Marlon Santi, el coordinador nacional de Pachakutik, llamaron a que los manifestantes “regresaran a zonas de paz”, para que no muriera más gente. La prensa burguesa obviamente ha dado amplia publicidad a este comunicado para intentar desmovilizar el movimiento.
Los dirigentes de la CONAIE y las demás organizaciones convocantes se mantuvieron firmes, reagruparon fuerzas y explicaron que el paro continuaba. A la violencia brutal de las fuerzas “del órden” del viernes, que fue respondida con una batalla campal y barricadas, siguió una masiva marcha encabezada por las mujeres del movimiento el sábado 25.
Miles de mujeres en las calles #ElParoNoPara pic.twitter.com/nTXwnt5xwO
— CONFENIAE (@confeniae1) June 25, 2022
Asamblea Nacional discute moción de muerte cruzada
Mientras tanto, en la asamblea nacional, el partido de Correa, Unión por la Esperanza (UNES), con sus 47 diputados han abierto un proceso de muerte cruzada que exige la destitución del presidente de la República, y del Congreso y llama a nuevas elecciones. Era un intento de dar una salida dentro de los procedimientos parlamentarios para sacar al odiado presidente Lasso. Inmediatamente los partidos de la derecha declararon que se oponían a la moción, como era de esperar. Todos ellos son conscientes de que sería muy difícil volver a elegir un presidente de los partidos burgueses en unas nuevas elecciones, y cualesquiera que sean las diferencias que separan al PSC de Lasso, les une su común defensa del órden burgués.
Lo más escandaloso, sin embargo, fue la postura de la bancada de Pachakutik, que se supone ser el brazo político de la CONAIE en el parlamento, y que en un primer momento se pronunció contra la moción, es decir, ¡en defensa del presidente Lasso! ¿El argumento? Que la moción era una maniobra del correísmo y que ambos (UNES y el presidente Lasso) son igual de malos y no hay donde elegir.
Aceptemos por un momento que eso fuera cierto, si la moción de la UNES lograra los votos necesarios, el resultado serían nuevas elecciones a la Asamblea y presidenciales, en la que los diferentes partidos, incluyendo Pachakutik, se medirían. ¿Cómo pueden estar en contra de eso? Además, la moción de la UNES planteaba la destitución del presidente Lasso por haber aprobado el estado de emergencia y reprimido al movimiento del paro nacional convocado por la CONAIE. ¿Cómo puede justificar Pachakutik un voto contrario a esa moción?
De nuevo vemos como el sectarismo extremo de algunos dirigentes indigenistas contra el correísmo les lleva a aliarse con el banquero Lasso, como ya fue el caso en 2015.
Esta decisión escandalosa llevó rápidamente a una división de la bancada de Pachakutik y diez de los asambleístas se declararon públicamente a favor de la moción de muerte cruzada contra Lasso. La presión de las bases fue tal que al final la bancada de Pachakutik sacó un comunicado oficial llamando a todos los asambleístas del partido a votar a favor de la moción y contra Lasso. A pesar de eso, algunos asambleístas de la derecha del movimiento, como Salvador Quishpe, siguen insistiendo en desafiar esa decisión.
Al final del sábado 25 de junio, el gobierno de Lasso ha derogado el decreto de estado de excepción. Esto no es más que un intento cínico de restar legitimidad a la moción contra el gobierno, que se apoya justamente en la oposición al estado de emergencia. La represión contra el paro nacional, con o sin estado de emergencia, continúa. La única diferencia es que legalmente no se puede usar el ejército.
La moción contra Lasso en la Asamblea Nacional, que se está discutiendo y se debería votar el lunes o martes, tiene pocas probabilidades de que se apruebe. Según el reglamente se necesita una mayoría calificada de 91 votos. La Unes cuenta con 47 asambleístas y Pachakutik 25, con lo que si estos últimos votaran unidos, serían un total de 72. Las bancadas de la Izquierda Democrática (15) y del Partido Social Cristiano (14) ya han declarado su oposición. Obviamente la Bancada del Acuerdo Nacional del presidente Lasso votará en contra y queda por determinar el voto de los 11 independientes, que en cualquier caso no sumarían los 91 necesarios.
El camino a derrocar al odiado Lasso por la vía parlamentaria parecería estar cerrado por el momento.
El Fondo Monetario Internacional
Como muchas veces pasa, el FMI primero somete a un pueblo de un país dominado por el imperialismo a una política brutal de austeridad para que pague sus préstamos, lanzando los países en una convulsión social. Pero cuando el país entra en estado de insurrección, se presentan como personas razonables y se permite que se extienda la deuda y les ofrecen una cuantía a más para atender las demandas de los manifestantes.
El Gobierno ahora tiene una válvula de escape que es la liberación por parte del Fondo Monetario Internacional de mil millones de dólares para hacer algunas concesiones al movimiento. En realidad es muy poco para las necesidades del pueblo, y es poco probable que detenga la inflación. La crisis del capitalismo continúa presionando.
¿Qué hacer?
El gobierno de Lasso combina la represión con las concesiones parciales para tratar de aplastar o debilitar el movimiento que ha adquirido características insurreccionales. Ha derogado el estado de emergencia, ha anunciado concesiones en el pago de las deudas al Banco de la Nación y el domingo por la noche anunció una rebaja de los precios del combustible de 10 centavos por galón. Con estas concesiones parciales trata de que el movimiento pierda fuerza y legitimidad. Si consigue que el paro se termine, después volverá a pasar a la ofensiva, exactamente como sucedió después de los acuerdos que pusieron fin a la insurrección de octubre de 2019.
En estas dos semanas las masas ecuatorianas (campesinos, indígenas, obreros, mujeres, jóvenes, la gente de los barrios de Quito) han dado todo, y han demostrado disposición a luchar hasta el final. Falta una estrategia correcta para llevarlos a la victoria.
Lasso argumenta que el objetivo del movimiento es “desestabilizar la democracia” y que hay intenciones “golpistas”. ¡Qué cinismo! Su gobierno ha colapsado en todas las encuestas de opinión y trata de aferrarse al poder por la fuerza de la policía y el ejército. Ante un movimiento pacífico de protesta, el banquero Lasso responde con metralla y muertos. ¡Esa es su “democracia”!
La dirección de la CONAIE todavía se defiende de estas acusaciones de “golpismo” insistiendo en que no quiere tumbar el gobierno, y que la lucha es por los 10 puntos. Leonidas Iza, en el domingo 26, ha hecho charlas en diversos sitios en Quito, y en todas ellas lo dice claramente: «nosotros no venimos exclusivamente a botar a Guillermo Lasso, para que no se confundan, nosotros venimos por nuestra lucha, por nuestros diez puntos, por nuestras demandas».
🔴#ATENCIÓN | El presidente de la @CONAIE_Ecuador @LeonidasIzaSal1 dijo "nosotros no venimos exclusivamente a botar a @LassoGuillermo. Para que no se confundan, nosotros venimos por nuestra lucha, por nuestros diez puntos, por nuestras demandas".⬇️ pic.twitter.com/YT1O3nN0OD
— Radio Pichincha (@radio_pichincha) June 26, 2022
Leonidas Iza argumenta que si se consiguen los 10 puntos, entonces los compañeros pueden volver a sus provincias habiendo conseguido algo concreto, pero que si se trata solo de “fuera Lasso, fuera” y se consigue eso, se vuelve a las provincias y no se ha conseguido nada.
Esta manera de plantear las cosas es incorrecta.. El problema es el siguiente: el Gobierno no quiere conceder los diez puntos de la agenda del paro nacional. Por lo tanto, solamente se pueden conseguir los diez puntos derrocando al gobierno. Y además eso no es desestabilizar la democracia, sino justo lo contrario. Se trata de que la mayoría, obreros y campesinos, sea la que decida, y no un banquero presidente que solamente representa a un puñado de capitalistas al servicio del imperialismo y el FMI.
Se debería seguir los ejemplos en las provincias de Tungurahua y Cotopaxi, donde tomaron caminos insurreccionales. El miércoles ha caído la gobernación de Tungurahua con la toma del palacio de gobierno y el viernes 24 la gobernación de Cotopaxi también ha sido tomada por las masas que destituyeron al gobernador, y eligieron a un “gobernador del pueblo”. Ese es el camino a seguir. Esa es la democracia, pero no la democracia burguesa sino la democracia de los explotados, de los obreros y campesinos. Lo mismo se debería plantear para la Asamblea Nacional y la presidencia de la República.
A pesar de los argumentos de la dirigencia de la CONAIE, las bases movilizadas insisten: “Fuera Lasso”, en las calles, en las asambleas. Es lo que está escrito en los escudos de la primera linea cuando defienden las movilizaciones de la represión estatal. Derribar al gobierno no es un golpe es el deseo de la mayoría, que ha sufrido terriblemente en estos días de paro nacional, bajo la violencia estatal, que deja cinco muertos al menos.
Lo que está sobre la mesa es ¿quién manda en el Ecuador? ¿El pueblo trabajador movilizado o el banquero Lasso que recibe instrucciones del FMI?
Para satisfacer las demandas de los obreros y la juventud es necesario derribar a Lasso, y con él todo el sistema capitalista que representa. Ecuador es un país rico, en recursos naturales, en la capacidad productiva de sus hombres y mujeres, obreros y campesinos. Pero esa riqueza está en manos de una minoría privilegiada, una oligarquía capitalista sumisa al poder de las multinacionales que la usa para su propio beneficio privado, mientras el pueblo pasa penuria y hambre. Expropiando a esa minoría parasitaria, repudiando la deuda, y nacionalizando los recursos naturales, se podría usar toda esa riqueza en beneficio de la mayoría trabajadora, para resolver los problemas de vivienda, salud, educación y sustento. Para eso, la clase trabajadora debe tomar el poder.
Un Ecuador en manos de obreros y campesinos sería un poderoso faro que inspiraría las luchas de sus hermanos y hermanas de clase en Perú, Colombia, Chile, en todo el continente y más allá.
¡Fuera Lasso! ¡Que gobierne la mayoría trabajadora!