Por: Jaime Flores
El incremento de precios de los productos que conforman la canasta básica en El Salvador ha sido un duro golpe principalmente a la economía familiar de los salvadoreños más desfavorecidos, dado que la canasta básica es la aspiración nutricional mínima esperada, que hoy en día se aleja cada vez más de ese valor teórico de nutrientes que se espera suplir con dichos productos.
Recientemente el Diario de Hoy publicó los siguientes datos sobre la Canasta Básica en el país: El precio de la canasta básica de junio de 2024 fue el más alto de la historia de El Salvador, con $262.17, $5.61 más que en mayo, según datos del Banco Central de Reserva (BCR). En comparación con junio de 2023, el aumento es de $11.4, pues ese mes costaba $250.76. El alza interanual, por tanto, es del 4.5 %. Esta gran escalada se puede atribuir, en gran parte, al aumento en el precio de las verduras, pues, según datos oficiales del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), en apenas 12 días (entre el 14 y el 26 de junio) tuvieron un alza de hasta el 233 %”.
El impacto de este incremento general de precios en los alimentos de primera necesidad, como las frutas y verduras, granos, carnes, lácteos, etc., ha alcanzado a otras capas sociales como la mal llamada clase media que también ha expresado su inconformidad. Los elementos distractores como inauguración de fuentes públicas, remodelación de plazas, conciertos, eventos deportivos, Miss Universo y demás actos de show propagandístico han llevado a muchos hogares a ignorar momentáneamente la disminución en las cantidades o el incremento de sus presupuestos en el rubro de alimentación ilusionados de que estos eventos de talla internacional tendrán un efecto futuro en la economía nacional y así mejorarán la economía familiar.
En esta crisis sin precedentes, el sector más pobre de la población incluso ha tenido que disminuir el número de veces que comen en el día. Dado que el incremento de precios ha obligado a modificar cantidades y productos a consumir. Así lo revelaron algunos datos de una encuesta de la Universidad Francisco Gavidia publicado en la revista Factum en 2023: “La Universidad Francisco Gavidia (UFG) realizó la encuesta de macroeconomía: “Menos carne y más optimismo”. El 75 % de encuestados dijo que ha bajado el consumo de carne y el 32.2 % dijo que compra menos huevos. Las limitaciones no terminan ahí: un 23 % compra menos queso y un 2 % dijo que ya eliminó un tiempo de comida: el almuerzo”.
En general, el incremento de los precios de los productos y principalmente de los que conforman la canasta básica y canasta básica ampliada, es un efecto de la crisis sistémica del capitalismo que se profundiza con las absurdas guerras internacionales, la crisis climática, y los efectos de la recesión mundial causada por la pandemia mundial de 2020, que se suman a la ineficiente política de Bukele en El Salvador, quien lejos de rescatar la producción nacional e incentivar el agro ha profundizado su crisis. Está más que claro que Bukele en sus 6 años de gobierno no tiene ni por cerca un plan integral para proteger los intereses de la clase obrera de los embates de la crisis alimentaria.
Recientemente generó todo un alboroto, en una conferencia de prensa, donde demagógicamente denunció a los empresarios importadores, pero a la misma vez no propuso una política real que resolviera el problema. La inflación es un fenómeno propio del sistema capitalista y mientras la producción, comercialización y las importaciones estén en manos de los capitalistas es imposible que puedan garantizar nuestro derecho a la alimentación. Las absurdas declaraciones del presidente Bukele para que empresarios importadores bajarán sus precios son totalmente ineficaces para cambiar la situación y solo crean falsas ilusiones en las masas trabajadoras que siguen enfrentando los altos precios en los alimentos, nada ha cambiado desde aquella conferencia de prensa.
Por otro lado, el control limitado de mercados alternativos controlados por el Estado, una de las medidas del gobierno, es insuficiente para la demanda de la población, esto resulta ser un parche muy pequeño a un problema de grandes magnitudes y que solo sirve para promocionar una falsa realidad de resolver problemas por los medios de comunicación.
Mientras lo anterior se desarrolla en el espejismo de las redes sociales, la realidad de muchas familias en cuanto a la subsistencia se agudiza, desde los niños hasta los adultos mayores al verse afectada su alimentación, vulneran críticamente su salud y por consiguiente aumenta la demanda del sistema de salud pública, sistema decadente e insuficiente que en el último periodo ha tenido considerables recortes presupuestarios.
Como publicó El Diario de Hoy hace algunos meses, revelando datos de recortes en las instituciones estatales, la nota planteaba una lista de instituciones recortadas de la siguiente forma: “La institución que encabeza la lista, por mucho, es el Ministerio de Educación, con $163.8 millones. Salud ocupa el cuarto puesto, con una bajada de $11.3 millones. Estas dos son entidades con una vocación netamente social. Un recorte en los puestos de trabajo de estas se traduce en menor calidad de vida para los ciudadanos, según los especialistas”.
El gobierno se ha aferrado a las importaciones y ha enterrado prácticamente la agricultura de este país, pero existe otro gran problema y es que a nivel global se habla que se aproxima una crisis alimentaria lo cual en dicho escenario El Salvador sería completamente vulnerable y pondría en riesgo la vida por la falta de abastecimiento de productos alimenticios en la clase obrera.
Si a Bukele le interesara resolver el hambre del pueblo salvadoreño, invertiría en el agro nacional, utilizará la mano de obra desempleada, las tierras productivas y la inversión que se malgasta en la manutención del ejército, publicidad, etc., para invertir en un plan que inicie el rescate histórico del agro nacional y así empezar a construir la seguridad alimentaria que el pueblo necesita, sin embargo, nada de esto está ocurriendo. Bukele no pasa de una política bravucona en medios de comunicación que no resuelven absolutamente nada, mientras el pueblo padece el hambre que generan los grandes empresarios nacionales e internacionales.
La clase obrera tiene un gran poder en sus manos, de usar este poder organizadamente sus cadenas podrían ser rotas y su vida empezaría a cambiar, nadie puede venir a hacer la lucha que la clase obrera debe hacer, tarde o temprano tendremos que empujar colectivamente por los cambios que necesitamos. Nuestro país tienen extensas tierras ahora improductivas por la falta de iniciativa privada y estatal, irónicamente tenemos crisis alimentarias, sin que nadie haga nada, en un gobierno obrero a diferencia de un gobierno capitalista y reaccionario como el de Bukele, nuestra iniciativa no sería el lucro, sino saciar el hambre de nuestro pueblo, produciremos en favor de nuestros intereses como clase obrera y no en favor de las ganancias de los capitalistas. Solo la administración de las grandes tierras puestas a producir bajo un plan de subsistencia nacional para satisfacer nuestras necesidades puede empezar a resolver nuestro problema alimenticio, eso solo puede lograrse a través de la organización comunista y la lucha por un gobierno obrero.