El 22 de mayo, Pedro Sánchez anunció en el Congreso que el gobierno español reconocerá al Estado Palestino, conjuntamente con Irlanda y Noruega. La reacción de Netanyahu no se hizo esperar, retirando inmediatamente a sus embajadores en Madrid, Dublín y Oslo.
Reconocimiento del Estado Palestino
El reconocimiento del Estado Palestino por parte de estos tres países es sin duda un nuevo varapalo para Netanyahu y su gobierno. Conjuntamente con la solicitud de una orden de arresto a Netanyahu y Yoav Gallant emitida por el fiscal Karim Ahmad Khan de la Corte Penal Internacional, el gobierno de Israel se ve cada vez más aislado. Esto se suma a los rifirrafes públicos entre el imperialismo estadounidense e Israel, acontecimientos realmente inéditos en la historia reciente.
Pero como ya ocurrió cuando Biden paralizó un envío de bombas a Israel a mediados de mayo, la respuesta de Netanyahu ha sido clara y contundente: continuarán adelante con su “objetivo de destruir a Hamas”, lo que en realidad significa continuar con la sangrienta campaña de masacre en la Franja de Gaza. El Estado sionista de Israel, con su gobierno extremadamente reaccionario a la cabeza, está demostrando a los ojos de las masas del mundo el carácter del monstruo que el imperialismo occidental apoyó durante su creación y que defiende desde entonces.
Aunque el reconocimiento del Estado Palestino ha sido bienvenido por la Autoridad Palestina y Hamas, y aunque es un varapalo para Israel, hay que decir que 144 países de los 193 que forman las Naciones Unidas ya reconocen el Estado Palestino. El reconocimiento por parte de estos tres países simplemente suma a una lista que a pesar de la cantidad de países que la componen no ha cambiado un ápice la política de Israel.
El gobierno de Sánchez, que buscará sacar el máximo rédito de este reconocimiento, continuará manteniendo relaciones diplomáticas con Israel, incluso a pesar de la reacción de Israel de retirar su embajada. Es más, hace tan sólo unos días, el gobierno retiró su embajada de Argentina por unas declaraciones estúpidas de Milei sobre la mujer de Sánchez. Sin duda que Milei es un loco reaccionario, feroz y abierto defensor de los intereses capitalistas, pero el contraste de la acción del gobierno ante Milei y el genocidio en Gaza es más que llamativo, y demuestra el carácter real del reconocimiento del Estado Palestino por parte de Sánchez.
Porque además de no romper relaciones diplomáticas después de 7 meses de genocidio perpetrado por el sionismo, con más de 35.000 muertos, la mayoría mujeres y niños, el gobierno de Sánchez mantiene la venta de armas a Israel. ¿Qué dijeron desde el gobierno cuando salió a luz esta información? Que no era material letal, sino para “pruebas internas o demostraciones, en ningún caso para uso final, ni susceptible de ser utilizado en el conflicto.»
Pero la cosa no acaba ahí: en noviembre de 2023, el Estado Español representó el 52% del total de exportaciones de armamento de la Unión Europea a Israel. Las exportaciones de armas continuaron en diciembre. Incluso más, el gobierno no ha dejado de comprarle armas a Israel; desde Octubre, y a fecha de febrero de 2024, la suma ascendía a 705 millones de euros.
Como vemos, el reconocimiento del Estado Palestino realmente no le cuesta nada al gobierno. Equivale a un mero gesto, a postureo. Es más, Sánchez se aseguró en condenar sin paliativos a Hamas en la intervención en la que anunció el reconocimiento del Estado Palestino, una cuestión política esencial para el imperialismo occidental, para equiparar al oprimido con el opresor y así continuar su apoyo a Israel.
Con este movimiento, Sánchez intenta ganarse el apoyo de su base social y a la mayoría de la población que está a favor del reconocimiento del Estado Palestino. Además, busca postularse como político burgués serio y responsable, ya que la burguesía más inteligente está muy preocupada por las consecuencias que está teniendo en la conciencia de millones de oprimidos el genocidio en Gaza. Les alarma que la juventud se haya puesto en pie de lucha con las acampadas, que centenares de miles hayan salido a la calle a protestar, pero incluso les gusta menos que el imperialismo occidental está siendo expuesto por lo que es, un grupo de gangsters que se cubren con la defensa de la “democracia”, “la ley internacional”, “los derechos humanos”, etc. para en realidad defender políticamente y económicamente a su mejor aliado en la región, Israel.
La verdad es que la presión diplomática sobre los dirigentes sionistas que viene aumentando desde las últimas semanas tiene como objetivo intentar controlar al gobierno sionista y así evitar una extensión del conflicto en la región, y, sobre todo, la entrada decisiva de las masas en la escena mediante una nueva revolución árabe. En sus cálculos, las vidas de los palestinos cuentan bien poco, como lo han hecho las vidas de incontables millones de oprimidos a lo largo de la historia del capitalismo. Lo único que les importa son sus beneficios, esferas de influencia, mercados y fuentes de materias primas.
En realidad, en esto como en tantos otros asuntos (la ley mordaza, la contrarreforma laboral, la ley de vivienda), la política de Sánchez es la de gestos y palabras progres para cubrirse las espaldas, para continuar en los hechos con la política de defensa de los intereses del capitalismo, en casa y en la política exterior. Es precisamente por esto que el gobierno no ha roto relaciones diplomáticas con Israel, no ha roto relaciones militares, y sobre todo no ha roto relaciones económicas.
Y es que la burguesía española tiene un negocio suculento en Israel. En 2022, las empresas españolas obtuvieron un superávit de más de 1.100 millones de euros, y en 2023, de más de 930 millones. En la lista de empresas españolas se encuentran gigantes como Inditex, CAF, Naturgy, Tous, etc.
La timorata pretensión de presionar a estos grandes burgueses ha tomado forma a través del ministro de consumo, en manos de Sumar, mediante una carta en la que “exige medidas para evitar que la actividad de estas firmas contribuya a las ‘vulneraciones de derechos humanos’ que, señalan, el Gobierno de Benjamín Netanyahu está cometiendo en los territorios ocupados.”
Como era de esperar, la respuesta empresarial ha sido virulenta, por muy floja e insuficiente que haya sido la presión. Para estas damas y caballeros, “creadores de puestos de trabajo y riqueza”, ¡qué importa que los cimientos del Estado sionista de Israel descansen sobre la opresión brutal de todo un pueblo, y que sobre esta base, esté cometiendo un genocidio! Los negocios son los negocios.
La lucha por la liberación de Palestina es una lucha contra el imperialismo y el capitalismo
La existencia del sionismo israelita está indisolublemente ligado al imperialismo, empezando con el americano. El imperialismo, a su vez, es el producto orgánico del desarrollo histórico del capitalismo.
En la lucha internacional por la liberación de Palestina hay dos campos opuestos: las masas de la clase obrera y la juventud al lado de los oprimidos, y los grandes burgueses y sus gobiernos al lado de los opresores.
Como están demostrando los acontecimientos, la lucha de masas tiene un enorme poder, y está presionando al imperialismo y desenmascarándolo. Sólo podemos confiar en nuestras propias fuerzas para acabar con el genocidio en Gaza, pero para eso, debemos ir más allá.
En Palestina y en toda la región, sólo las masas serán capaces de conseguir el objetivo histórico de establecer una Palestina libre, luchando contra sus propias clases dominantes, que dicen apoyar de palabra la causa palestina para en la práctica mantener el status quo, y que les oprimen y explotan para enriquecerse y defender su poder. Por eso desde la ICR defendemos que el camino es el de la intifada, es decir, la revolución social para acabar con el capitalismo y el poder del imperialismo, en la región y también en Israel.
Nuestra responsabilidad aquí en casa pasa por luchar sobre la misma base contra nuestra propia clase dominante, que como vemos, tiene y defiende sus intereses en la región. Esta es una lucha internacional, de los oprimidos contra los opresores. Así, exigimos la ruptura inmediata del gobierno con Israel, el fin de las relaciones militares y la compra-venta de armamento y el fin de las relaciones comerciales.
Pero para esto nos basamos en la movilización social, y, por encima de todo, en el poder de la clase obrera. Son los trabajadores, mediante la huelga y el boicot en la producción, quienes realmente pueden hacerle daño ahí donde realmente le duele al capital, en su bolsillo.
Además de exigir el fin del genocidio y una Palestina libre y socialista, como parte de una Federación Socialista de Oriente Medio, exigimos acabar con la precariedad laboral, la subida de salarios, vivienda digna y asequible para todos, no pagar la deuda, inversiones en sanidad y educación, etc. En definitiva, exigimos acabar con la opresión y explotación de la minoría sobre la mayoría aquí en casa, luchando por la revolución socialista también en el estado español.