Por Roque Linares
En momentos en que se escribe este artículo la invasión del ejército Ruso a Ucrania sigue su curso, como una muestra que el sistema capitalista que domina los destinos de la clase trabajadora a nivel mundial vuelve a recurrir a las guerras como instrumento de extensión de su política por la disputa de mayores recursos naturales, materias primas, y territorios. El fenómeno de la guerra ha sido objeto de estudio de diversas corrientes políticas, y sociológicas, pero los únicos en dar una respuesta objetiva desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora, fueron los maestros del marxismo revolucionario, que nos abrieron el camino a una compresión de los objetivos de clase que persiguen las diferentes formas de guerra, en especial en el capitalismo, donde las guerras entre países imperialistas ocupan un lugar muy importante en su lucha por la repartición del mundo.
En este artículo nos proponemos ofrecer una explicación de uno de los grandes aportes de Lenin a la teoría del marxismo revolucionario, nos referimos al estudio del imperialismo, que ante los actuales acontecimientos a nivel mundial adquiera una mayor actualidad para comprender los verdaderos objetivos que se esconden en las guerras, y también en la hipocresía de los discursos de los países involucrados en estos conflictos, en especial cuando hacen una propaganda queriendo sembrar la idea que hay buenos y malos entres esas potencias, cuando es todo lo contrario, todos son una parte de esa lucha imperial por lograr la mejor porción de los territorios en disputa.
Nuestro país no es ajeno a esta realidad mundial, y veremos cómo a lo largo de la historia El Salvador también tiene su lugar en esta repartición del mundo como una nación dominada y sometida, a los mandatos de los países imperialistas que han ejercido su poder a lo largo de la historia de este país.
Los aportes de Lenin a la compresión del Imperialismo como fase del capitalismo
En sus diferentes elaboraciones Marx estudió detalladamente las leyes que rigen la economía y política del sistema capitalista, pero no alcanzó a ver su transformación en imperialismo. Podríamos decir que una de las mayores contribuciones de Lenin al marxismo revolucionario es el estudio y la caracterización de esta etapa particular, superior, del capitalismo en esta época. De este análisis de la realidad del capitalismo mundial van a derivar prácticamente todas las grandes estrategias del Leninismo.
Lenin sintetiza su análisis de la siguiente manera: “Hay que empezar por definir del modo más exacto y completo posible, lo que es el imperialismo. El imperialismo es una fase histórica especial del capitalismo que tiene tres peculiaridades: 1. El imperialismo es capitalismo monopolista; 2. capitalismo parasitario o en descomposición; 3. capitalismo agonizante. La sustitución de la libre competencia por el monopolio es el rasgo económico fundamental, la esencia del imperialismo. El monopolismo se manifiesta en 5 formas principales: 1) carteles, consorcios, y trusts. 2) situación monopolista de los bancos. 3) conquista de las fuentes de materias primas por parte de los trusts. 4) se ha iniciado el reparto (económico) del mundo entre los cárteles internacionales. 5) Ha terminado el reparto territorial del mundo (de las colonias)».
Todos estos elementos se han desarrollado en la actualidad en lo que se conoce hoy como “Globalización”, sin que haya cambiado cualitativamente el sistema imperialista: el dominio del mundo por parte de las empresas transnacionales que han aplicado toda sus políticas económicas aprovechando el impulso del modelo neoliberal, con 3 o 4 grandes transnacionales dominando cada una de las grandes ramas de la producción a nivel mundial ( petroquímica, automovilística, informática, de armamentos, alimenticia, etc.). Los bancos monopolizan el grueso de las ganancias de estas grandes empresas. Es por eso que uno de los ejes del modelo neoliberal en esta época imperialista, es la conquista de las fuentes de materias primas y el reparto del mundo colonial ya se han dado hace mucho tiempo y se acerca un nuevo reparto, para que las transnacionales dominen más directa y profundamente, los países coloniales y semicoloniales.
Lo que se nos presenta a la vista es la recolonización del mundo y la guerra en Ucrania es parte de ese proceso, ya que el imperialismo es un sistema de opresión mundial que somete a los países dependientes de las grandes potencias a una mayor estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la clase trabajadora del planeta por parte de un puñado de países “avanzados” al servicio de grandes empresas transnacionales y de un puñado de magnates que representan una pequeña minoría.
Para Lenin, este cambio de etapa del capitalismo en imperialismo representa también un cambio de época histórica: se da el paso de la etapa de la niñez del capitalismo (la libre competencia) de desenvolvimiento relativamente “pacifico”, a la fase adulta o senil de los monopolios, del imperialismo, una época de grandes enfrentamientos de clases, de guerras, y revoluciones.
Este sistema de explotación y opresión mientras se apoye en la propiedad privada de los medios de producción no puede prescindir de las guerras, que son un resultado natural de la disputa por mercados y materias primas. La fuerza de las armas es la que decide en última instancia las necesidades del sistema imperialista. Esto quedó más que demostrado con la primera y segunda guerra mundial, así como también con las diferentes guerras de invasión de esta época, Irak, Afganistán, Vietnam, Ucrania, etc, solo por mencionar algunas.
Lenin, en El Imperialismo, fase superior del capitalismo, demostró que había capitales excedentes en los centros imperialistas, llevando a una tendencia permanente de buscar ampliar la masa de plusvalía acumulada, promoviendo la exportación de capitales que extrajeran nuevas cantidades de plusvalía en los países atrasados y, con eso internacionalizando el capital financiero. Para él, esa era la fase monopolista del capitalismo.
Para Lenin, el capital financiero era la fusión del capital bancario monopolista en asociación con los monopolios industriales, bajo la dirección de los primeros. Por ello, la centralización del capital llegaba a niveles extremos en esa fase. El capital monopolista, superando el periodo de la libre competencia, cambia la forma de distribución internacional de la acumulación. Hasta mediados del siglo XX, cada país tenía por regla general su propio parque industrial y estaba centrado en determinados sectores o ramas productivas.
Hoy existe una acumulación mundializada, en que los capitales imperialistas llevan hasta el fin la previsión de Lenin sobre la exportación de capitales e incorporación de los mercados de todo el mundo. La división internacional del trabajo incorporó los mercados de tal forma que gran parte de la acumulación de capital se realiza con los beneficios obtenidos fuera del país para justo después ser incorporados a las empresas y bancos con sede en los centros. El caso más evidente es el principal imperialismo, los EE UU, que extrae inmensas masas de plusvalía por la explotación de la clase obrera en otros países, de los cuales el más evidente es China, haciendo que su crecimiento dependa cada vez más de la plusvalía extraída fuera.
Los análisis de Lenin hoy muestran toda su importancia y más todavía porque hubo una profundización de todas esas características: el capital financiero hoy dirige la economía y la gestión del Estado burgués. Como decía Marx, el Estado burgués es el comité de administración de los negocios de la burguesía. Cuando surgió, el neoliberalismo hacía un discurso contra el “exceso de intromisión del Estado” en los negocios, y con eso la política que proponía era la necesidad de cortar al máximo los gastos sociales y las inversiones estatales en la producción para poner el aparato y los recursos del Estado directamente a servicio del capital financiero, controlado por los bancos.
Las inmensas sumas canalizadas para el pago de las deudas públicas (externas o internas), las políticas de los bancos centrales, como los tipos de interés al servicio de la acumulación de los bancos y más recientemente la política de los déficits fiscales y comerciales sirvieron para sustentar la expansión del capital financiero de EE UU (con sus socios europeos) en todo el mundo. Las privatizaciones fueron otra medida para servir al capital monopolista, además de significar el saqueo por parte de las empresas imperialistas de parques productivos y riquezas minerales.
Ese conjunto de políticas hizo que la acumulación de capital se acelerase, pero en especial que la multiplicación del capital ficticio y el parasitismo del sistema llegasen al punto de comprometer la propia estabilidad económica y política de los mayores Estados imperialistas. En los últimos años, los gobiernos y los bancos centrales de EE UU y Europa fueron activos financiadores del capital especulativo y lo protegieron. Fueron, en última instancia, sus aseguradores.
Trotsky y el surgimiento del imperialismo norte americano
Mucho se está hablando de crisis o pérdida de la dominación imperialista de EE UU como un elemento político, reflejando la visión de una dominación basada en el consenso. Pero cuando hablamos de dominación imperialista, nos estamos refiriendo al predominio de un determinado imperialismo, basado en relaciones materiales que le dan la posibilidad de ejercer ese predominio. Hasta 1914, el primer país imperialista del mundo era Gran Bretaña. El imperialismo inglés dominaba el mundo gracias a varios elementos combinados: a) su mayor estructura productiva (aunque desde los inicios del siglo XX, los EE UU se aproximaban y les sobrepasaron en la industria antes de 1914). Inglaterra dominaba el mercado mundial, las colonias y el acceso a las materias primas. b) Era el centro mundial del capital financiero. c) Y era la mayor fuerza militar, que se traducía en su Marina de guerra, la mayor y más poderosa del mundo.
Trotsky analizó en varios textos, entre ellos La situación mundial, de 1921 en Europa y América, de 1926, el surgimiento del imperialismo norteamericano y como este pasa a disputar la hegemonía mundial a partir de la Primera Guerra Mundial.
Para Trotsky, las bases materiales de ese surgimiento fueron: a) el desarrollo de la producción material, la forma como se desarrolló una estructura productiva, b) el capital financiero americano asumiendo un papel internacional en el proceso de reconstrucción de Europa, penetrando en Alemania, Francia e Inglaterra, y c) el crecimiento de sus Fuerzas Armadas, en especial la Marina.
Trotsky llegó a prever una guerra entre EE UU e Inglaterra por la competencia entre el imperialismo dominante hasta entonces y el principal competidor emergente.
Pero las derrotas de la revolución Alemana dan lugar a un factor imprevisto, la vuelta a emerger del imperialismo alemán bajo la política fascista de Hitler, que intenta destruir el Estado obrero soviético, y lleva al enfrentamiento con los imperialismos inglés y francés y a amenazar el predominio norteamericano, lo que hace desencadenar la Segunda Guerra Mundial.
Ya a partir de la Segunda Guerra, con la derrota del nazismo, los EE UU salen victoriosos en su predominio, y subordinan a los demás imperialismos, sin contar que su superioridad tiene una diferencia cualitativa en relación a la potencia imperialista anterior.
En aquel momento era indispensable el pacto contrarrevolucionario con la burocracia soviética debido a la situación revolucionaria que vivía el mundo y la expropiación de la burguesía en un tercio de la humanidad. Por lo tanto, el orden mundial estaba basado en la colaboración contrarrevolucionaria entre EE UU y la burocracia soviética. Sin la colaboración de la ex URSS sería imposible evitar la revolución en Francia y en Italia, y reconstruir el capitalismo en Europa Occidental.
En la actualidad podemos ver una disputa comercial entre China, Rusia, por un lado, y EE UU por el otro, pero todavía no está en disputa quién podría ser el relevo de EE UU como principal imperialismo en el mundo, debido todavía al poderío militar que tiene el imperio yanki, y como ha quedado demostrado en la actual coyuntura, siguen teniendo gran influencia en la OTAN.
Una breve historia de El Salvador como peón en el ajedrez imperialista
El desarrollo del sistema capitalista en nuestro país ha sido marcado por el dominio de los diferentes países que han ocupado el puesto de principal potencia imperialista, después de la colonia española y de los procesos de independencia el imperialismo inglés fue el que se impuso con sus intereses.
Para explicar este proceso retomaremos brevemente los aportes de Rafel Menjívar en su libro: Acumulación originaria y desarrollo del capitalismo en El Salvador, ya que consideramos que es uno de los pocos esfuerzos teóricos de dar una explicación marxista a los orígenes del capitalismo en nuestro país.
Menjívar plantea tres periodos en el desarrollo del capitalismo salvadoreño, en relación con el avance de las potencias imperialistas: Uno que se extiende desde 1821 hasta la década del ochenta del siglo XIX donde Inglaterra primero y luego, aunque lentamente otros países Europeos establecen sus intereses económicos en relación a la acumulación originaria que daría nacimiento al capitalismo en El Salvador, con la extinción de las tierras ejidales y comunales, que diera paso a la gran propiedad privada de la tierra. Como dato importante por ejemplo la antigua estructura de ferrocarriles que existía en el país fue construida por Inglaterra.
Otro que se extiende, más o menos, desde la década de los ochenta del siglo XIX hasta finales de la décadas de los 30 del siglo XX, en esta etapa se comienza a dar un proceso de transición en el cual Inglaterra está sufriendo un desplazamiento como principal imperialismo, debido al ascenso de EE UU como potencia imperial.
Un tercero que estaría de 1946 en adelante donde se consolida la dominación y poderío del imperialismo norteamericano, que en el caso de nuestro país coincide con el proceso de industrialización.
En la actualidad, nuestro país sigue bajo el dominio imperialista de los EE UU, muestra de ello fue la intervención durante la guerra civil, financiando y manteniendo el ejército genocida, pasando a los años 90 con los gobiernos de ARENA que impusieron al pie de la letra las privatizaciones de los principales sectores estatales, junto con la dolarización, fue el paquetazo de reformas neoliberales dictadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, instrumentos del imperialismo norteamericano.
Los Tratados de Libre Comercio son otro de los instrumentos de dominación que el imperialismo ha utilizado en materia económica, a eso hay que sumarle la eterna e injusta deuda externa que en estos momentos bajo el régimen de Bukele llega a más del 90% del PIB.
Durante los dos gobiernos del FMLN la dominación imperial siguió su curso, en el gobierno de Mauricio Funes desarrollaron proyectos como los Fondos del Milenio y el Asocio para el Crecimiento. Asimismo, en una polémica decisión que fue apoyada exclusivamente por los partidos de derecha, a petición del presidente Funes, el congreso decide enviar tropas a Afganistán.
Tenemos un solo camino: Un programa de lucha antiimperialista
La liberación de las diferentes ataduras imperialistas de nuestro país vendrá de la mano de la lucha organizada de la clase trabajadora de nuestro país, que poco a poco debemos ganar consciencia, que no solo basta luchar por las injusticias que produce el capitalismo a escala nacional, esta lucha va unida a un programa que contenga consignas antiimperialistas, como las siguientes:
- No pago de la injusta e ilegítima deuda externa.
- Renuncia a todos los tratados internacionales económicos, políticos y militares hechos con los imperialismos yankee y europeo.
- La derogación de la Ley De Integración Monetaria y el cierre de la base militar yankee en Comalapa y en toda Centroamérica.
- La expropiación sin indemnización de las multinacionales que operan en el país.
Para lograr lo anterior la clase obrera necesita construir su partido revolucionario, desde el BPJ sección salvadoreña de la CMI, ponemos a disposición nuestras fuerzas militantes para llevar adelante esta tarea y luchar por todas estas reivindicaciones hasta alcanzar un gobierno de los trabajadores y el pueblo, que impulse la batalla por el Socialismo Mundial.