“Se le rompieron los velos que le ocultaban la verdad y la nueva verdad empezó a apoderarse de todo su ser. No fue inicialmente un cambio subjetivo, sino una transformación objetiva. Se le descubrió algo que antes no había visto, a pesar de su buena voluntad y de su pureza de intención, a pesar de sus horas de oración y de su ortodoxia repetida, de su fidelidad al magisterio y a la jerarquía vaticana. Vio algo objetivamente nuevo y esto lo transformó”.
“Se le rompieron los velos que le ocultaban la verdad y la nueva verdad empezó a apoderarse de todo su ser. No fue inicialmente un cambio subjetivo, sino una transformación objetiva. Se le descubrió algo que antes no había visto, a pesar de su buena voluntad y de su pureza de intención, a pesar de sus horas de oración y de su ortodoxia repetida, de su fidelidad al magisterio y a la jerarquía vaticana. Vio algo objetivamente nuevo y esto lo transformó”.
Estás fueron las palabras de Ellacuría cuando afirma el impacto que la muerte del padre Rutilio Grande ocasionó en el Arzobispo Arnulfo Romero, el cual fuera conocido como uno de los máximos defensores de la Libertad de expresión, del cese a la represión y el respeto a la vida de los pobres en la década de los 70’ y 80’. Pero tras de esto hay un legado histórico que estos dos sacerdotes influenciados por las corrientes de la teología de la liberación dejaron a las masas obreras y campesinas.
La década de los 70’ fue el apogeo de la teología de la liberación y del marxismo para analizar la sociedad. Estas teorías dieron el conocimiento necesario para la creación de una organización bastante fuerte y muy solida en las comunidades donde las condiciones materiales diarias eran más precarias y donde las condiciones estaban dadas para formar, una estructura de índole revolucionaria. Es así como se forman las Comunidades Eclesiales de Base (CEB). Siendo el
sacerdote Rutilio Grande uno de los primeros en incorporarse a este esfuerzo de cambiar la sociedad desde la perspectiva eclesiástica con bases marxistas.
El Salvador ha pasado por constantes cambios dentro del sistema capitalista dominante, y en los 70’ las condiciones de vida eran sumamente precarias, dando el empuje para que esto llevase a realizar esfuerzos colectivos de organizaciones sociales, sindicales, insurgentes y eclesiásticas. Por lo cual, cada una de estas tuvo su cuota de represión, en el caso de los movimientos eclesiásticos de base, fue la persecución y eliminación de piezas claves como el padre “Tilo” , Romero, Navarro y otros sacerdotes, monjas, sacristanes, líderes comunales y demás campesinos y obreros que se habían comprometido con las trasformaciones sociales y económicas de El Salvador. Todos ellos han dejado un legado histórico, de cómo la efervescencia de las masas organizadas hace temblar a un imperio, de que hay un mundo mejor por el que luchar y de cómo este episodio de la historia (décadas del 70 y 80) ha sido uno de los eslabones más fuertes en El salvador en su camino a la revolución socialista.
Cuarenta años después de la muerte del padre Tilo, y 37 años después de la muerte de Romero los organismos internacionales siguen imponiendo sus políticas en El Salvador, los movimientos eclesiásticos, sociales, sindicales están divididos, se ha perdido la conciencia de clase debido a la alienación social, el partido de los trabajadores no está defendiendo un programa acorde a los intereses de los explotados; tenemos un gobierno que a pesar de haber llegado al poder por las masas obreras, sigue sumiso ante las políticas internacionales. Por esto como organización con conciencia de clase, crítica, y que sigue en pie de lucha para las trasformaciones sociales y económicas es deber nuestro acercarnos a las obreras y obreros en las fábricas, a crear esa médula espinal con las campesinas y campesinos, acompañar las luchas de reivindicaciones laborales para las compañeros y compañeras, tomar la voz de lucha que está dormida de un pueblo organizado. Las condiciones que el país atraviesa en estos momentos son igual o peores que las de generaciones pasadas, la deshumanización, la alienación social, el desinterés político y la crisis económica, la falta de conciencia de clase son los problemas primordiales a superar, nuestra tarea consiste en recoger todo el legado de la antigua generación que entrego su vida por la causa, ese legado que desde su concepción idealista por el momento es el inicio de la construcción desde el plano de las ideas de un mundo mejor.
Debemos luchar para que la compañera tenga las mismas oportunidades laborales y pueda liberarse del patriarcado; para que el compañero pueda educar a sus hijos, sin vender hasta la última sonrisa en las fábricas; para que el hijo tenga una educación de calidad y no sea asesinado en el intento; para que el enfermo no muera por la falta de medicinas, para que el anciano no mendigue cansado y resignado; para que el parlamentarismo deje de ser un circo y se convierta en herramienta de lucha y decisión del pueblo. Para que podamos tener un país libre y soberano con la capacidad de poder solidarizarse con los obreros del mundo, pero más aún, para volver a construir un movimiento de masas que haga temblar al régimen establecido y que la perspectiva de tomar la sociedad y la producción bajo nuestra dirección, este nuevamente en el orden del día del movimiento obrero.