Hace 30 años, el 24 de marzo de 1980, mientras celebraba misa en la capilla del hospitalito, Monseñor Oscar Arnulfo Romero fue asesinado a balazos. Su nombramiento en 1977 como Arzobispo, había sido celebrado por la oligarquía, era su hombre, pero los años de su arzobispado estuvieron marcados por una profunda convulsión social y una represión de lo más brutal contra los campesinos y obreros que eran masacrados simplemente por organizarse y defender sus derechos. El asesinato en marzo de 1977 del sacerdote y amigo de Monseñor Romero, Rutilio Grande, junto con dos campesinos, uno apenas siendo niño y el otro un anciano, fue abriéndole los ojos.
Hace 30 años, el 24 de marzo de 1980, mientras celebraba misa en la capilla del hospitalito, Monseñor Oscar Arnulfo Romero fue asesinado a balazos. Su nombramiento en 1977 como Arzobispo, había sido celebrado por la oligarquía, era su hombre, pero los años de su arzobispado estuvieron marcados por una profunda convulsión social y una represión de lo más brutal contra los campesinos y obreros que eran masacrados simplemente por organizarse y defender sus derechos. El asesinato en marzo de 1977 del sacerdote y amigo de Monseñor Romero, Rutilio Grande, junto con dos campesinos, uno apenas siendo niño y el otro un anciano, fue abriéndole los ojos.
Rutilio Grande había jugado un papel muy activo en la organización de los campesinos en Aguilares, era un sacerdote comprometido que profesaba la teología de la liberación. No fue el único sacerdote que fuera asesinado por el gobierno militar de Carlos Humberto Romero y sus escuadrones de la Muerte. Podemos mencionar a Alfonso Navarro (11 de mayo de 1977), Ernesto Barrera Moto (28 de Noviembre de 1978), Octavio Ortíz (20 de enero de 1979), Rafael Palacios (20 de junio de 1979) y Alirio Napoléon Macías (4 de agosto de 1979).
Esta persecución contra la iglesia no era otra cosa más que la continuación de la represión al conjunto del pueblo salvadoreño, estos sacerdotes solían venir de las clases bajas y eran influenciados por los más pobres y humildes, era tal la brutalidad del régimen que el clero se dividió en líneas de clase, donde era lo más común ver a los sacerdotes de baja graduación luchando junto a los obreros y campesinos.
Incluso algunos de estos sacerdotes recibieron de forma negativa el nombramiento de Oscar Romero como nuevo Arzobispo de San Salvador. Era amigo personal de la oligarquía pero terminaría dando un giro de 180º.
Romero y el pueblo salvadoreño
Romero fue influido por un pueblo revolucionario y de su boca salieron las más firmes denuncias contra la represión, la injusticia social, contra los militares, escuadrones de la muerte y la oligarquía. Su programa de radio era escuchado atentamente por los más pobres del país y fuera de las fronteras de El Salvador, era además un medio de difusión donde se enteraban de las luchas aquellos sectores marginados que no tenían otro medio de información creíble. Defendió el derecho a que las masas a la organización, en alguna ocasión criticó a los campesinos que no estaban organizados y les dijo que era un pecado no luchar por sus derechos. Pero también llamaba a los sectores organizados a no caer en sectarismo, a que comprendieran que no todo el pueblo estaría organizado, criticaba el sectarismo y buscaba la unidad de las organizaciones de masas, saludó con gran alegría la unión de estas organizaciones cuando en Enero formaron la poderosa Coordinadora Revolucionaria de Masas.
Criticaba también la violencia de las organizaciones político militares o de las mismas organizaciones de masas, pero entendía bien y explicaba que esta era una respuesta ante la represión y no era comparable a la violencia ejercida contra el pueblo. Romero no era un socialista científico, creía en la conversión del hombre, incluso de sectores de la oligarquía, hacia un llamado a que no mantuvieran sus riquezas a costa de tanta explotación y represión, les decía que se quitaran los anillos sino querían que les cortaran los dedos o la mano. Sabía que se podría dar, y se dio, una respuesta muy dura de las masas contra los más ricos del país. Fue la voz de los sin voz, sus homilías eran los gritos reprimidos y denuncias de millones de obreros y campesinos explotados.
Ante las fuertes amenazas recibidas, Romero no detuvo sus denuncias, dijo que si lo asesinaban resucitaría en el pueblo salvadoreño y no se equivocó.
El pueblo recuerda a su mártir
Romero esta arraigado en el pueblo salvadoreño, este año ya hemos visto una gran cantidad de actividades que le rinden homenaje, grupos religiosos, pero también sindicalistas, organizaciones juveniles, populares, el propio FMLN y en esta ocasión hasta el propio parlamento y el presidente le han rendido tributo. Un nuevo disco con cantantes revolucionarios, libros, documentales, han aparecido para rendirle tributo.
El pasado sábado 20 de marzo se hizo la tradicional procesión de farolitos, miles de personas, con una gran asistencia de extranjeros, conmemoran así a este mártir del pueblo salvadoreño. En la plaza Gerardo Barrios al frente de la Catedral, se desplegó una enorme Manta de Romero, al lado se colocaron globos con gas helio de colores rojo y blanco, cada uno tenia una foto de un mártir. También se colocaron, rostros pintados de rojo y negro de importantes luchadores salvadoreños. Ente otros estaba Mélida Anaya Montes, dirigente magisterial de ANDES 21 de junio y fundadora de las FPL donde se conocería como Comandante Ana María; se encontraba también su compañero de lucha con quien al final de su vida tuviera algunas diferencias políticas, Salvador Cayetano Carpio, fundador de las FPL donde sería el comandante Marcial, en su tiempo también fue el principal dirigente sindical del país; la dirigente obrera Febe Elizabeth Ramírez, asesinada el 31 de octubre de 1980 entre otros más decoraban la plaza recordando la historia de lucha de nuestro pueblo.
Frente a la catedral se puso un templete donde se celebraría la misa, durante la misma cuando se mencionaba o aparecía en la pantalla gigante la imagen de Norman Quijano, alcalde de San Salvador por el partido ARENA, se escuchaban los abucheos de las miles de personas presentes. Cuando terminó el sermón miles de gargantas gritaban: “Queremos obispos al lado de los pobres, queremos obispos al lado de los pobres”. Una señora se acerco al puesto de libros que llevamos los compañeros del Bloque Popular Juvenil, hablando de la literatura revolucionaria terminó recordando el día en que se ofició la misa de cuerpo presente por el asesinato de Romero, en marzo de 1980. Fue una de las 50 mil asistentes, decía que ella estaba ahí presente cuando empezaron los disparos, la derecha no respetó ni la muerte de Romero y perpetuó otra masacre, es cierto cuando se dice que era como asesinar nuevamente a Romero al matar a su pueblo. Recordaba también como la limpieza municipal entraría con grandes chorros de agua para quitar la sangre regada en la plaza cívica y no dejar rastros. La memoria de la lucha revolucionaria y del Arzobispo que se puso al lado de los pobres aunque eso significara su muerte, sigue aun viva.
Cese a la impunidad: Derogación de la amnistía contra los asesinos del pueblo
El congreso salvadoreño aprobó declarar el 24 de marzo como el día de Monseñor Romero, esta medida no tuvo el apoyo de ARENA ni de PCN, este último era el partido en el gobierno mientras Oscar Romero fue arzobispo. Por su parte Mauricio Funes debelaría un mural en el Aeropuerto Internacional con pasajes de la vida del arzobispo y por primera vez en 30 años pidió perdón por parte del Estado por el magnicidio.
“Pido perdón por ese magnicidio perpetrado hace 30 años, pido perdón a la familia de Romero, mis más sinceras condolencias, también al pueblo salvadoreños que fue, es y será la gran familia de Monseñor Romero, así como a las miles de familias que fueron dañadas por este tipo de violencia inaceptable”, señaló el presidente Funes.
Esta declaración es sin duda importante, pero lo que debemos buscar es que no vuelvan a ocurrir crímenes semejantes, se debe luchar por depurar al Estado de los elementos reaccionarios y represores que estén inmiscuidos en las distintas estructuras como la policía, el ejército, los tribunales, etc. Se debe buscar castigo para los culpables del asesinato de Romero.
En diciembre del 2000 la comisión interamericana de derechos humanos hizo una recomendación al gobierno de eliminar la ley de amnistía aprobada en 1993 después de terminado el conflicto armado donde impide juzgar los atroces crímenes del pasado. Funes dijo que a él no le correspondía decidir eso sino al poder judicial. Funes no debe actuar como cuando estaban juzgando a Jesucristo y Poncio Pilatos simplemente se lavo las manos dejándole la decisión a otros poderes.
Esto nos parece un grabe error del presidente Funes, quien ha señalado su admiración a Romero, debe unir su voz a los reclamos de justicia por las cuales luchó hace 30 años el obispo mártir, esto no se trata de divisiones formales de poderes sino una básica y elemental defensa de la justicia. Aun cuando no le competa directamente al ejecutivo estas funciones, Funes debe abrir todos los canales para llegar a la justicia deseada y levantar su voz firmemente a favor de que se haga justicia.
Desde el BPJ consideramos que se debe eliminar la Amnistía contra los que cometieron asesinatos y torturas contra el pueblo para hacer una investigación exhaustiva del crimen a Romero y juzgar a los culpables, como un primer paso de justicia contra todos los crímenes de guerra perpetuados contra obreros, campesinos y estudiantes.
La oligarquía y su Estado fueron los culpables del asesinato
El periódico digital elfaro.net ha publicado una reveladora entrevista realizada por Carlos Dada donde el capitán Rafael Álvaro Saravia, presunto asesino de Romero, explica la complicidad entre distintos escuadrones de la muerte para realizar el asesinato. Señala que Roberto D’Aubisson, autor intelectual del asesinato, utilizó parte del equipo logístico de Mario Molina, hijo del expresidente Arturo Molina.
Rafael Saravia recose haber participado en la operación del magnicidio pero niega haber sido el ejecutor. La historia no es una suma de acciones de individuos, son fuerzas de clase vivas que chocan entre si aunque es verdad que los individuos pueden jugar un papel, en algunos momentos hasta determinante, pero lo hacen bajo las condiciones objetivas en las cuales se desarrolla.
Independientemente de quien haya sido el asesino practico, este fue un acto que obedecía al sentir de la burguesía y los militares más reaccionarios y anticomunistas. El miedo a la palabra de monseñor y su efecto en un pueblo organizado y en lucha revolucionaria fue lo que les hizo tomar esa decisión.
Se debe luchar por una sociedad donde se erradique la injusticia social, que era vista correctamente por monseñor como la causa de la violencia. En alguna ocasión monseñor dijo que el pueblo debe ser artífice de su propia sociedad, ya sea democrática, socialista o comunista. Construir una sociedad con justicia social pasa por que haya real justicia ante los crímenes cometidos contra el pueblo.
Monseñor habla nuevamente en la catedral
“Aquí no hay señales de muerte sino señales de vida”, esas fueron las palabras iniciales de la homilía celebrada en la cripta de la catedral el 24 de marzo de 2010 por parte del obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Samuel Ruiz quien ha apoyado y defendido a las comunidades zapatistas e indígenas más pobres de México.
La cripta de Monseñor estaba decorada con flores, pensamientos, fotos y cartas del pueblo. La gente que lo conoció, que iba a escuchar sus homilías a la catedral no podía contenerse las lágrimas. Había también dibujos de niños con su imagen. Existió una conexión, una interrelación dialéctica entre Monseñor y el pueblo salvadoreño que incluso hoy a 30 años de su muerte se hace presente. Nosotros los marxistas creemos que la única vida que tenemos es esta y no hay otra, pero en cierto sentido uno puede seguir viviendo, no es falso decir que Monseñor resucitó en su pueblo porque sus homilías tenían un fuerte contenido de clase, reflejaban el sentir de los obreros y campesinos que hoy mismo pasan hambre y luchan por una sociedad más justa.
Las palabras de Samuel Ruiz fueron profundas. “Aun recordamos a las madres que iban a las cárceles y los hospitales a buscar a sus hijos desaparecidos”, recordó los duros días de la lucha que derivarían en 12 años de guerra civil con un saldo 75 mil muertos. “No se trata de abrir viejas heridas que ya están cicatrizando, pero sería injusto hablar de Monseñor Romero sin hablar del pueblo por el que luchó”.
En cada momento era interrumpida la homilía por los aplausos del pueblo salvadoreño ahí presente, Samuel Ruiz reiteradamente señalaba lo injusto de este sistema político y económico que tiene que recurrir a Militares y paramilitares para reprimir al pueblo, que mantiene a millones en la pobreza y que están acabando con los recursos naturales del planeta. Fue claro al decir que de nada sirven gobiernos democráticos o de oposición sino acaban con la injusticia social que es la raíz del problema.
Una de las partes más emotivas fue cuando dijo: “Ustedes tuvieron el privilegio de conocer y convivir en persona con Monseñor Romero, pero desde hace 30 años con respeto les digo que Romero no les pertenece solo a ustedes es un ser universal que pertenece a toda la humanidad”.
Esta homilía nos trae a la mente al mismo mártir del pueblo asesinado hace 30 años, que por momentos parecía que se hacia presente. Romero es un mártir muy querido entre los miles que han sido asesinados por la derecha anticomunista de El Salvador, su mensaje que llamaba a luchar contra la injusticia social, contra la represión y el derecho de los campesinos y obreros a la organización sigue vivo. En el BPJ consideramos que nuevos vientos de cambio están soplando en El Salvador y América Latina, la derrota de la derecha en nuestro país hace un año es un paso importante para construir otro nuevo El Salvador, pero falta mucho para sentirnos satisfechos y ver la sociedad igualitaria por la que luchaba Romero.
Los primeros cristianos creían en una distribución equitativa de las riquezas viviendo en igualdad y comunidad, eso es posible en la actualidad bajo la condición de expropiar las grandes riquezas de la oligarquía y el imperialismo que bajo una economía planificada administrada democráticamente por los trabajadores puede conseguir una sociedad igualitaria, donde halla empleo, salario, educación, salud, alimentación para todos y con ello no tener necesidad de recurrir a asesinatos o robos violentos. El BPJ da su pequeña aportación a esta larga lucha de este pueblo heroico dejando en claro que no desfalleceremos hasta ver la sociedad con plena igualdad social por la que luchaba y dio su vida Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
San Salvador, 25 de Marzo de 2010