Las elecciones convocadas por el régimen golpista hondureño el 29 de noviembre vieron un aumento significativo de la abstención, a pesar de la dura represión del ejército y la policía. Pero el régimen no ha sido capaz de aplastar el movimiento de trabajadores, campesinos y jóvenes. Todo lo contrario, ahora son políticamente más conscientes, están mejor organizados y dispuestos a luchar contra la oligarquía.
Las elecciones convocadas por el régimen golpista hondureño el 29 de noviembre vieron un aumento significativo de la abstención, a pesar de la dura represión del ejército y la policía. Pero el régimen no ha sido capaz de aplastar el movimiento de trabajadores, campesinos y jóvenes. Todo lo contrario, ahora son políticamente más conscientes, están mejor organizados y dispuestos a luchar contra la oligarquía.
El presidente legítimo, Mel Zelaya, desde su refugio en la embajada brasileña, anunció que la abstención había alcanzado el 65 por ciento del electorado (superior al 44 por ciento de abstención en las elecciones de 2005), con cifras superiores al 75 por ciento en algunos distritos en el norte del país. El Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe anunció en una declaración oficial situaba la abstención entre el 65 y el 75 por ciento de los 4,6 millones de votantes registrados.
Las cifras oficiales emitidas por el Tribunal Supremo Electoral no se pueden tomar en serio, hablan de una participación del 61 por ciento, que sería superior al 56 por ciento que participaron en las elecciones anteriores de 2005. Para garantizar que conseguirían los resultados que querían, después de cerrar las urnas durante más de tres horas el recuento oficial se "interrumpió por fallo técnico del sistema".
Represión brutal
Este nivel de abstención se produce a pesar de la dura represión que vivió el país en los días previos al 29 de noviembre y el mismo día "electoral". Algunos comentaristas observaron que el domingo había "más botas que votos", debido a la cantidad de policía y soldados que había en las calles. El régimen de Micheletti ha reinstalado el decreto de "estado de excepción", que recorta severamente los derechos constitucionales.
Muchos de los barrios pobres y de clase obrera en la capital Tegucigalpa y en otras ciudades donde el movimiento de resistencia es más fuerte, estuvieron el día de las elecciones prácticamente militarizados. Fue el caso de las colonias Kennedy, La Paz, El Sitio, 3 de Mayo, 15 de Septiembre, El Pedregal, Río Grande, etc.,
En una conversación telefónica el sábado por la noche, un parlamentario de izquierdas y activista destacado de la resistencia, Tomás Andino, informó que docenas, sino cientos de activistas de la resistencia habían sido detenidos durante esa semana. La policía entró en las casas de la gente corriente buscando material contra las elecciones e incautaron pinturas y espráis. Muchos de los arrestados han sido acusados de "asociación ilegal".
Andino explicó cómo el ejército asaltó los locales de los diferentes sindicatos y organizaciones comunitarias en busca de propaganda anti-electoral. Fue el caso de la organización de base eclesiástica INESCO en San Juan Opoa, Copan. Los locales de Comal Rojo en Siguatepeque también fueron asaltados el sábado y el ejército incautó ordenadores y dinero. El mismo día de las elecciones estalló una bomba en el exterior de los locales del Centro de Derechos de las Mujeres en San Pedro Sula. Los locales de STIBYS, el sindicato de trabajadores de la bebida que ha sido la columna vertebral del Frente de Resistencia, fueron atacados con ametralladoras desde un coche en marcha.
Respecto a la emisora de radio opositora Canal 36, Andino informó que "el 80 por ciento del tiempo estuvo cerrada, porque el ejército está emitiendo una poderosa señal en la misma longitud de onda, particularmente cuando la emisora emite noticias u opiniones contra el gobierno de facto".
Andino nos dijo cómo la Resistencia había convocado lo que ellos llamaron "toques de queda populares", la gente se quedaría en casa y no iría a votar. Incluso en estas condiciones difíciles en San Pedro Sula hubo una manifestación de la resistencia, que se desarrolló bajo una gran represión policial en la que por lo menos dos personas resultaron seriamente heridas y hubo 49 detenidos. También resultó herido por la policía en esta manifestación un periodista de Reuters que intentaba cubrir las noticias.
Según fuentes del Frente de Resistencia hubo más de 74 registros policiales y militares sin mandato judicial en casas de diferentes activistas, más de 100 personas fueron detenidas sólo el día de las elecciones. Se trata de un clima en el que difícilmente se pueden celebrar unas elecciones democráticas.
Merece la pena mencionar que ala de derechas del partido Unificación Democrática, encabezada por César Ham, finalmente decidiera participar en las elecciones, sellando así su traición al movimiento de resistencia y su propio destino como fuerza legítima de izquierdas. Esta cuestión ha dividido por la mitad UD, con Tomás Andino y otros encabezando una fracción oponiéndose con firmeza a las elecciones.
El movimiento popular no ha sido aplastado
Un compañero que visitó Honduras pocos días antes de las "elecciones" fraudulentas informaba del ambiente que existe en las zonas obreras de la capital:
"La marea de la lucha obviamente se ha hundido un poco, pero el proceso revolucionario no ha sido aplastado. En todas partes a las que vas se ve la propaganda electoral arrancada. La resistencia está organizando el boicot en cada barrio, en la mayoría de ellos no hay en absoluto propaganda electoral. La clase dominante ha amenazado a los trabajadores con perder el empleo a menos que regresen al trabajo el lunes con la marca de tinta en el dedo, demostrando así que han votado. Varios supermercados grandes han realizado descuentos y ofertas a todo aquel que mostrara la tinta en sus dedos. La noche antes de abandonar el país, la jerarquía de la Iglesia Católica hizo una declaración en la que calificaba el no ir a votar como un pecado mortal.
"Por otro lado ha habido constantes provocaciones. El día que llegué explotaron varios artefactos explosivos en los concesionarios de automóviles del Grupo Ama y otras bombas pequeñas explotaron cerca del lugar donde se guardaban las urnas. Están preparando el ambiente que sirve para justificar una presencia aún mayor del ejército en la calle".
Está claro que el movimiento de las masas hondureñas no está aplastado. No han sido capaces aún de derrocar la dictadura, pero por otro lado régimen tampoco ha podido aplastar el movimiento de los trabajadores, campesinos y jóvenes. Todo lo contrario, los últimos cinco meses de lucha han representado una intensa formación política llena de lecciones ricas para el pueblo hondureño. Ahora son políticamente más conscientes, están mejor organizados y dispuestos a luchar contra la oligarquía.
El régimen de Micheletti quería utilizar estas elecciones para legitimarse, para adquirir respetabilidad "democrática". Querían atraer a Zelaya a un proceso negociador que fuera una farsa y que al final diese a EEUU la excusa que necesitaba para reconocer las elecciones del 29 de noviembre. Han conseguido parcialmente sus objetivos, ahora una serie de países (Perú, Colombia, EEUU y otros) que reconocerán la "legitimidad" de estas elecciones y al nuevo "presidente", el candidato del Partido Nacional, Pepe Lobo. Eso dará al régimen un cierto margen de respiro, eso significará la reanudación de la ayuda de EEUU de la que depende mucho el país. Brasil, los países del ALBA y otros parecen permanecer firmes en no reconocer estas elecciones.
Una de las tareas más importantes de los activistas del Frente de Resistencia es abrir una discusión para sacar las principales lecciones de los últimos cinco meses de lucha. Los altos niveles de abstención demuestran la fuerza real del movimiento de masas y pone la base para la continuación de la lucha contra la oligarquía y el capitalismo. Las masas hondureñas han dado un ejemplo de heroísmo, resistencia y disposición a luchar. Armadas con ideas y estrategia correctas pueden derrotar a la clase dominante hondureña como un primer paso hacia la extensión de la revolución a toda Centroamérica.
Los acontecimientos desde el golpe del 28 de junio han dejado claro que la clase dominante hondureña no puede permitirse ya ni siquiera las reformas más básicas a favor de los trabajadores. Frente a una población movilizada y consciente sólo pueden defender su sistema capitalista a través de la represión brutal. Al mismo tiempo eso significa que la lucha por la sanidad, educación, empleos y la reforma agraria sólo puede tener éxito si se lleva a cabo como una lucha por la expropiación de las posesiones de las 12 familias que compone la oligarquía hondureña, así como los intereses de las empresas imperialistas. Esto no se puede hacer con ilusiones en Obama, sino sólo a través de la lucha de los propios trabajadores y campesinos. Sólo ellos pueden transformar la sociedad y sólo mediante la lucha.
30 de noviembre de 2009