El criollo y multimillonario Ricardo Martinelli, dueño de la cadena más importante de supermercados del Panamá, de Televisora Nacional S.A., de DirecTV, de Ricamar, Gold Mills, Calox, Global Bank y Plastigol entre muchas otras, fue declarado vencedor de los comicios presidenciales del pasado 3 de mayo al haber contendido por el partido derechista Cambio Democrático (CD). Con 952 mil 333 votos (60% del total), frente a su principal contendiente, Balbina Herrera del Partido Revolucionario Democrático (PRD) que obtuvo 597 mil 227 votos (33%). El triunfo de la derecha en Panamá es contradictorio con los triunfos de la izquierda en naciones como Nicaragua con Daniel Ortega, Guatemala con el caso de Álvaro Colón y más recientemente El Salvador con Mauricio Funes, sin embargo dicho resultado no niega la tendencia que se vive desde hace unos años en Centroamérica caracterizada por una mayor efervescencia social y un importante ascenso del movimiento obrero, factores ambos que incluso ya se están haciendo notar de manera cada vez más decisiva en los diferentes procesos electorales.
El criollo y multimillonario Ricardo Martinelli, dueño de la cadena más importante de supermercados del Panamá, de Televisora Nacional S.A., de DirecTV, de Ricamar, Gold Mills, Calox, Global Bank y Plastigol entre muchas otras, fue declarado vencedor de los comicios presidenciales del pasado 3 de mayo al haber contendido por el partido derechista Cambio Democrático (CD). Con 952 mil 333 votos (60% del total), frente a su principal contendiente, Balbina Herrera del Partido Revolucionario Democrático (PRD) que obtuvo 597 mil 227 votos (33%). El triunfo de la derecha en Panamá es contradictorio con los triunfos de la izquierda en naciones como Nicaragua con Daniel Ortega, Guatemala con el caso de Álvaro Colón y más recientemente El Salvador con Mauricio Funes, sin embargo dicho resultado no niega la tendencia que se vive desde hace unos años en Centroamérica caracterizada por una mayor efervescencia social y un importante ascenso del movimiento obrero, factores ambos que incluso ya se están haciendo notar de manera cada vez más decisiva en los diferentes procesos electorales.
Antecedentes históricos
En Centroamérica los intereses de la burguesía han desangrado y llevado a la escisión a todo un pueblo que debería estar unido por sus lazos culturales. Panamá, último país sureño de la cintura de América, fue separado en 1903 de Colombia para beneficio de la oligarquía, y ha permanecido subyugado por los Estados Unidos por más de un siglo. En toda su historia contemporánea, jamás ha gozado de soberanía nacional y ha sido blanco de sucesivas dictaduras e intervenciones militares. La clase dominante no ha sido capaz de solucionar ninguno de los acuciantes problemas del país, hundiendo a una población de 3 millones de habitantes en la miseria y la desocupación.
Su principal centro económico, el canal situado en la parte más angosta del Itsmo, ha sido uno de los principales motores del desarrollo comercial del mundo al acortar las distancias marítimas entre el Atlántico y el Pacífico, mismo que ha arrojado cuantiosas ganancias a las potencias imperialistas, pero que irónicamente ha dejado al país con una deuda externa de 11 mil millones de dólares.
Dados los fuertes intereses económicos del imperialismo en la región, la política de los Estados Unidos ha sido más agresiva en Panamá que en otros países de América Latina y ha conseguido hacer de todos sus gobiernos, títeres dóciles al servicio del capitalismo norteamericano.
Un elemento clave para la historia de Panamá fue el golpe de estado de 1968, en el que el general Omar Torrijos instaló un gobierno burgués de corte populista y nacionalista, que consiguió la firma de los tratados con los Estados Unidos mediante el cual Washington estaba obligado a entregar el canal los panameños en 1999.
A partir de entonces se crea el PRD, partido de la burguesía nacionalista que consolida intereses económicos desde la burocracia del Estado y la cúpula militar. Estados Unidos, que siempre había apoyado dictaduras para aplastar a los trabajadores y los sindicatos, no contaba con que los regímenes militares pudieran salir de su control y convertirse en serios obstáculos.
En 1989, el general Manuel Noriega al frente de las fuerzas armadas se opone públicamente a la intervención de Washington en Centroamérica, declarando estado de guerra. Con ello desata la furia norteamericana, y con un gran despliegue militar George Bush logra aprenderlo y enjuiciarlo. Desde entonces los sucesivos gobiernos del PRD han contado con la aprobación de Estados Unidos y han sido cuidadosamente fiscalizados para no contravenir los intereses del imperio.
Las elecciones
El descalabro del PRD es producto del voto de castigo de los trabajadores contra la gestión de Martín Torrijos, que se ha dedicado desmantelar el sistema de seguridad social y ha lanzando desde finales de 2008, un ataque contra la Caja de Seguro Social (CSS) consistente en deslindar al Estado y los empresarios de su responsabilidad de financiar las prestaciones sociales.
Otro elemento importante en la victoria de la derecha fue que un sector importante de los sindicatos, encabezado por el Frente Nacional para la Defensa de los Derechos Económicos y Sociales (FRENADESO), llamó a la abstención al ver en Balbina Herrera parte del mismo proyecto de despojo y de alineación con la estrategia pro imperialista de seguridad de Álvaro Uribe en Colombia. La clase trabajadora harta de años de la política rapaz de capitalismo y de la represión del Revolucionario Democrático contra luchadores sociales y sindicalistas llamó no acudir a las urnas. Sin embargo con esta medida las cosas no han giraron a favor de los trabajadores. Con Martinelli en el gobierno, se sitúa a la cabeza del Estado la expresión más recalcitrante de la burguesía que ve en los sindicatos a sus principales enemigos.
La derecha ha ganado las elecciones capitalizando la abstención de los trabajadores, además de crear un discurso de histeria en la clase media a partir de los altos niveles de criminalidad y violencia provenientes del narcotráfico.
Panamá ante la crisis
Aunque Panamá ha sido en los tres últimos años el único país que ha mantenido tasas de crecimiento anual del 8% llegando a ser denominado el “dragón centroamericano”, no hay ningún motivo para pensar que será inmune a la crisis, como ya empieza a pregonar la burguesía. Puesto que depende en mayor medida del comercio exterior, es probable que enfrente una desaceleración producto de la recesión de las principales economías del planeta. Las perspectivas de crecimiento para este 2009 serán, probablemente, de un 4%, tasa elevada en comparación con lo esperado para Brasil, Argentina y México según informes del FMI.
Hasta ahora el crecimiento económico se ha sostenido gracias al proyecto de ampliación del canal de Panamá que empezó en 2007 y que ahora Martinell continuará. La inversión inicial 5.250 millones de dólares ha dado pie a lo que los economistas han denominado el “boom de la construcción”, que sólo el pasado año creció un 30,5%. Sin embargo esta medida pasajera no ha logrado abatir la inflación que ya esta arañando el 10%, y que pone al borde del abismo a la clase trabajadora. En un contexto de crisis la burguesía intentará una vez más cargar la crisis en las espaldas de los trabajadores.
La victoria de la derecha en panamá no tiene una base firme. Las relaciones sociales que le permitieron al PRD sostenerse en el poder por más de 20 años se han empezado a desmoronar con la entrada de Cambio Democrático al poder, anunciando la llegada de un periodo de convulsiones políticas aún más intensas. Como mensaje de bienvenida, los trabajadores agrupados en el FRENADESO calificaron de "enemigo" a Martinelli y han llamado a la organización desde las bases para enfrentar la crisis.
Los empresarios se han aprovechado del miedo de la pequeña burguesía ante la situación económica y la violencia del narcotráfico. Es probable que el capitalismo acentúe, como ya lo ha venido haciendo, la ruina progresiva de las clases medias, con lo que tarde o temprano el apoyo Martinelli se esfumará. Ahora bien, para que la crisis no la paguen los trabajadores es necesario que sus organizaciones adopten un programa socialista y se aglutinen en un frente que plantee la unidad en la acción para golpear a la burguesía un día a una misma hora. Es fundamental generar movilización desde los sindicatos, barrios y centros educativos planteando demandas propias, esto es: aumento salarial, ni un solo despido, nacionalización bajo control obrero de las empresas que se declaren en quiebra, etc, y rechazando la consigna de “unidad nacional” bajo la cual se esconden los intereses de los empresarios.
10 de mayo de 2009.