Por Socialist Appeal (CMI – Nueva Zelanda)
Un terremoto político sacudió a Nueva Zelanda la noche de las elecciones generales, y el Partido Laborista consiguió un segundo mandato con mayoría absoluta. Esta es la primera vez desde 1976 en la que un partido político ha obtenido tal mayoría, cuando se introdujo el sistema de voto MMP (representación proporcional mixta, donde se emiten dos votos, uno al candidato y otro al partido)
Esta elección es muy significativa en la política de Nueva Zelanda. Muestra el giro brusco hacia la izquierda dentro de la sociedad y la polarización que se está produciendo. De hecho, el único paralelismo con esta elección se remonta a las elecciones generales de 1938, durante la época de la Depresión, cuando el Partido Laborista fue reelegido, bajo el sistema del escrutinio mayoritario uninominal, es decir que ganaba el candidato que obtenía mayor cantidad de votos, con una distancia del 10,1 por ciento sobre el Partido Nacional. Esto permitió al gobierno laborista de Mickey Savage introducir el Estado de bienestar y otras reformas a favor de los trabajadores en su totalidad.
Efecto Ardern
Desafortunadamente, pocas comparaciones se pueden establecer entre la política del Partido Laborista actual y la del elegido en la década de 1930. El programa promete muy poco y no representa ningún cambio fundamental como a veces sugiere la retórica de Ardern. Como señalamos en otro artículo del pasado julio (Nueva Zelanda: presupuestos 2020, eliminación del COVID-19 y la nueva normalidad), no resolverá la actual crisis a que se enfrenta Nueva Zelanda.
El liderazgo de Jacinda Ardern durante la masacre ultraderechista de Christchurch, el desastre de la erupción volcánica de Whakaari y la pandemia, que ha liberado a Nueva Zelanda del COVID-19, ha sido recompensado con una mayoría absoluta. A los ojos de los neozelandeses de a pie, el liderazgo de Ardern durante la pandemia ha sido ejemplar. Los neozelandeses no son gente de corte insular y ven lo que está sucediendo en el extranjero, en el Reino Unido, Europa y Estados Unidos en lo que respecta a la pandemia. Los neozelandeses se consideran afortunados de que la estrategia del gobierno para eliminar el COVID-19 haya funcionado, algo de lo que parecen estar orgullosos.
El Partido Nacional
El Partido Nacional sufrió una gran derrota. Han perdido votos tradicionalmente conservadores en las zonas rurales y las ciudades de provincia. Líderes veteranos como, Gerry Brownlee o Nick Smith, perdieron sus escaños de Ilam (Christchurch) y Nelson, respectivamente, a favor de los laboristas. Sin embargo, estos políticos derrotados seguirán en las listas de diputados a menos que decidan dejar la política. A Brownlee se le vio francamente derrotado la noche de las elecciones tras conocerse los resultados de la votación.
El voto del Partido Nacional se desplomó debido al giro hacia la izquierda dentro de la sociedad. El Partido National jugó su política habitual de discursos en código sobre los problemas de la obesidad y la falta de vivienda (asociándose tanto con el partido Maorí como con Pasifika), ¡sin ningún efecto más que el de reducir su voto! Brownlee difundió noticias falsas sobre el gobierno, afirmando que ocultaba cifras de COVID-19 en agosto. Esto selló su destino y, también, el del Partido Nacional. Además, cuando el partido anunció su programa de austeridad sobre política económica, las cifras no cuadraron correctamente y los votantes no confiaron en ellas.
Las luchas internas abiertas en el Partido Nacional, que dieron como resultado tres líderes de la oposición desde principios de 2020, también desanimaron a los votantes, provocando que muchos de sus votantes potenciales cambiaran en masa al Partido Laborista o al ultraliberal ACT.
Nuevamente, los neozelandeses analizaron lo que estaban haciendo otros gobiernos de derecha en el extranjero. Esto también tuvo un efecto. La pregunta que sopesaron el común de los neozelandeses fue: ¿queremos elegir un gobierno de un Partido Nacional en conflicto y terminar con un caos como en el Reino Unido o Estados Unidos?
Nueva Zelanda Primero (NZF)
NZF no logró ganar un electorado suficiente ni superó el umbral del 5 por ciento para regresar al parlamento. Este partido conservador demagógico de derecha ha obtenido el resultado electoral que se merece. Por un lado, los votantes laboristas vieron a NZF como un freno de mano político a las políticas laboristas progresistas en el anterior gobierno de coalición liderado por los laboristas, y por otro lado, los votantes nacionales vieron como una traición la coalición de NZF con los laboristas en 2017. Sin duda, el giro hacia la izquierda de la sociedad jugó un papel importante en este merecido resultado electoral.
NZF se creó como un vehículo político para Winston Peters, que ahora tiene 75 años. Lo más probable es que el partido se marchite de la misma manera que lo hizo United Future cuando Peter Dunne fue derrotado por los laboristas en las elecciones generales de 2017.
El Partido Verde
El Partido Verde posicionó su política a la izquierda del laborismo y consiguió buenos resultados en el giro a la izquierda en términos electorales. Los Verdes ganaron en Auckland Central y tendrán 9 diputados en la lista. Es un logro importante para los Verdes, quienes no habían vuelto al parlamento desde 1999. El Partido Verde será una espina clavada en el costado laborista. Sin embargo, no podemos descartar que los laboristas intenten formar una coalición a pesar de su mayoría y dar al Partido Verde carteras ministeriales fuera del gabinete para intentar neutralizar la situación.
ACT
Una vez más, el Partido Nacional llegó a un acuerdo amistoso con ACT en el electorado de Epsom para no disputar seriamente el escaño, asintiendo y guiñando un ojo a los votantes nacionales para que apoyaran a ACT. A este partido le fue muy bien en las elecciones, no solo ganó en Epsom, sino que obtuvo el 8 por ciento de los votos totales. ACT tendrá 10 diputados. ACT es un partido ultraliberal de derecha que fue engendrado por los traidores laboristas que introdujeron la Rogernomics (basado en las políticas económicas de derecha seguidas por el entonces ministro de Finanzas de los laboristas, Roger Douglas) en Nueva Zelanda en los gobiernos laboristas de la década de 1980. La razón por la que ACT funcionó tan bien fue que algunos votantes nacionales los eligieron en el vano intento de reforzar el voto de derecha bajo el sistema MMP, de modo que se pudiera formar un posible gobierno de derecha. Obviamente, estos votantes calcularon mal y no entendieron la magnitud del terremoto político de la izquierda. ¡ACT implosionará en el parlamento y se producirán luchas internas entre este grupo «interesante» de ultraliberales de derecha!
El Partido Maorí
El Partido Maorí lidera el electorado maorí de Waiariki con 415 votos frente al Partido Laborista de Tamati Coffey. El resultado se decidirá por las votaciones especiales, realizadas por las personas que se hayan inscrito después de la jornada límite legal. El resurgimiento del Partido Maorí no es sorprendente, ya que el partido tiene una nueva capa de activistas jóvenes y ha presentado una plataforma política de izquierda. Cuando se suma al fracaso de los laboristas, a la hora de cumplir con los maoríes en el gobierno, en áreas como seguridad social, salud, justicia, vivienda y educación, el resultado no es sorprendente. Si el resultado sigue siendo el mismo, entonces el Partido Maorí tendrá un diputado, posiblemente dos si los votos del partido superan el 1,2 por ciento. Es una primera advertencia al Partido Laborista para escuchar a la clase trabajadora maorí (y, por extensión, a todos los trabajadores de Aotearoa).
Votos especiales
Los votos especiales beneficiarán a los partidos de izquierda y, posiblemente, aumentarán la mayoría laborista. Cabe señalar que hay una serie de escaños que el Partido National acaba de mantener y existe la posibilidad de que estos votos hagan que uno o dos electorados se vayan al Partido Laborista. Tal resultado no cambiará demasiado la aritmética de escaños del MMP, pero ciertamente los escaños en disputa irán a la izquierda a medida que su proporcionalidad se incremente según el sistema MMP.
Tsunami económico
Al estar en el Anillo de Fuego del Pacífico, todos los neozelandeses saben que es probable que se produzca un tsunami después de un terremoto de gran magnitud y que nuestra defensa civil debe estar preparada para tal eventualidad. Un tsunami económico se dirige hacia Nueva Zelanda después de este terremoto político de gran magnitud. Ya están aquí las primeras señales de advertencia, con el comienzo de una profunda recesión, el creciente endeudamiento público y el desempleo. El Partido Laborista tiene mayoría absoluta. Los líderes laboristas de derecha ya no pueden esconderse detrás de NZF y decir que no hay nada que puedan hacer.
Las políticas actuales de los líderes laboristas de derecha se refieren a la gestión del capitalismo. Por muy bien intencionados que sean estos líderes, esto inevitablemente significará arrodillarse ante los capitalistas y llevar a cabo la lógica del capitalismo, introduciendo una severa austeridad contra la clase trabajadora. Esto es exactamente lo que los votantes han rechazado de manera abrumadora en las elecciones generales.
Los economistas ya advierten a Adern de que el segundo mandato será más duro que el primero. Lo que realmente están diciendole es que la clase dominante exigirá al laborismo que lleve a cabo ataques contra la clase trabajadora. Como escribimos en julio, el gobierno después de las elecciones será un gobierno de crisis.
El gobierno laborista debe romper con el capitalismo, girar a la izquierda y adoptar políticas socialistas audaces que aborden los problemas a que se enfrentan los trabajadores. De lo contrario, la desilusión acabará instalándose entre las masas y allanará el camino para que la derecha recupere el poder. Las políticas socialistas audaces, como la nacionalización, el control y la gestión obrera, son las medidas de defensa civil que necesitan los trabajadores para sobrevivir y prosperar después de que el tsunami económico capitalista azote Nueva Zelanda.
Oposición laborista
La verdadera oposición a la dirección laborista de derecha no vendrá del Partido Nacional en el parlamento, sino de las bases revitalizadas del Partido Laborista y los sindicatos afiliados. Los líderes laboristas de derecha se verán sometidos a una enorme presión y tendrán dificultades para mantener la disciplina del grupo parlamentario debido a la gran cantidad de diputados. Los burgueses ya están sugiriendo que hay una falta de «experiencia» en el grupo parlamentario. Las contradicciones se intensificarán entre, por un lado, la presión de la clase dominante, transmitida a través de la dirección del partido y la de los sindicatos, y por otro lado, la presión de los trabajadores, a través de las bases del partido y los sindicatos, lo que afectará a los nuevos diputados. Esto ofrece grandes oportunidades para construir las ideas del marxismo en el movimiento obrero.
Sigamos avanzando fue el lema de las elecciones generales del Partido Laborista. Nosotros decimos, ¡Avancemos hacia el socialismo!