Por Javier Cabrera
Finalmente, Pablo Hasel ha sido detenido en la mañana del 16 de febrero por los Mossos d’Esquadra y conducido a la cárcel de Lleida. Desde hoy, Pablo Hasel se suma a la ya larga lista de presos políticos del régimen del 78, poniendo en evidencia una vez más el carácter profundamente antidemocrático y represivo del aparato del Estado español.
Desde primera hora de la mañana del día 15, Pablo Hasel permaneció en el rectorado de la Universitat de Lleida, acompañado de un buen número de activistas solidarios que fue creciendo conforme avanzaba la jornada. Estos establecieron un cordón alrededor del edificio y fortificaron el mismo para dificultar la entrada de la policía. El rapero ya había declarado en los días previos que no se iba a entregar voluntariamente y que tendría que ser detenido y conducido a prisión por la fuerza, como finalmente ha sucedido.
Para la jornada del 16 ya hay anunciadas numerosas concentraciones de protesta, sobre todo en Cataluña, a las que se irán sumando nuevas convocatorias en los próximos días y en otras zonas del Estado. Desde Lucha de Clases – Corriente Marxista Internacional animamos al conjunto de la clase trabajadora y la juventud a participar de las misma y extenderlas a todas las zonas para dejar claro que no vamos a dejar pasar como si tal cosa esta nueva demostración de la deriva represiva del régimen del 78.
La detención de Hasel llega en un momento crítico para el aparato del Estado español, cuando en pocos días se han encadenado una serie de acontecimientos que han mostrado a las claras su carácter reaccionario y que están provocando que el descrédito de las instituciones sea cada vez mayor, especialmente entre la juventud. Los sucesos de Linares de los días 12 y 13 de febrero han dejado aún más tocada la imagen de la Policía Nacional, que respondió con fuego real a una protesta contra la paliza que dos agentes de paisano propinaron a un vecino del municipio frente a su hija menor de edad.
La juventud linarense, una de las más afectadas por el paro, la falta de horizonte y la emigración de todo el estado, se enfrentó valientemente a los uniformados y ha dejado claro, para quien quiera escuchar, que la ciudad era un polvorín desde hacía tiempo por la situación económica y por los abusos cotidianos de policías como los que ahora están en prisión preventiva por estos hechos. La mayoría de los sindicatos policiales, con los reaccionarios ligados a Vox Jupol al frente, han tenido la osadía de cuestionar la medida de prisión preventiva para los dos agentes agresores, en una nueva muestra de desprecio a la población. Asimismo, la dirección de la Policía en Jaén nos quiere hacer creer que los disparos con munición de postas que enviaron a dos jóvenes al hospital fueron fruto de un desdichado error.
En Madrid, con una diferencia de dos días, la Delegación del Gobierno prohibió una concentración en defensa de lo servicios públicos (que finalmente se llevó a cabo no sin antes identificar a buena parte de los congregados) y permitió una manifestación en homenaje a la División Azul (las tropas españolas que lucharon en la Unión Soviética junto al ejército nazi integradas en las SS). Esta manifestación pasará a la historia de la infamia en el Estado español; por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el gran público ha podido escuchar en el Estado español un discurso abiertamente antisemita y negador del Holocausto. Las consignas que sólo se escuchaban en los locales de los grupúsculos nazis y en los conciertos semiclandestinos de RAC, ahora se oyen en la calle con total impunidad. El aparato del Estado parece estar engrasando sus resortes más violentos en previsión de un recrudecimiento de la lucha de clases una vez pase la emergencia sanitaria y la crisis económica golpee con toda su fuerza a las familias trabajadoras y a la juventud en particular.
A medida que los efectos de la crisis económica se vayan haciendo más evidentes, y a medida que la extrema derecha envalentonada ensaye nuevas provocaciones, más explosiones y movilizaciones de masas estarán a la orden del día. El régimen del 78 y el capitalismo español están sentados sobre un polvorín. Sólo hace falta una dirección política a la altura para encauzar toda esta rabia y frustración hacia la revolución socialista.