Una de las cosas que más caracteriza al nefasto e ilegitimo gobierno de Juan Orlando Hernández —JOH— son sus despilfarros millonarios que siempre son un duro golpe al pueblo hondureño.
Desde el año 2016 se aprobó el proyecto para la construcción del nuevo Centro Cívico Gubernamental (CCG) en el que se establecerán instituciones del Estado, dicho edificio es construido bajo el pretexto de mejorar la administración y brindar un mejor servicio a la pequeña cifra de dos mil personas que se tiene previsto que acudirán a diario al edificio. Dicho proyecto le costará al pueblo hondureño aproximadamente 203 millones de dólares es decir más de 4,900 millones de lempiras.
Es de suma importancia recalcar que el financiamiento de esta obra está en manos de once instituciones, entre ellas siete bancos (dos de capital extranjero) y cuatro entes de previsión que aprobaron a finales de noviembre de 2017 el préstamo de más de 155 millones de dólares, o sea más de 3,732 millones de lempiras, los cuales se pagaran a un interés anual del 8.25 %.
También es importante hacer hincapié que entre los organismos gubernamentales que se establecerán en la nueva mega estructura, no se encuentran instituciones cuya reestructuración es muy esencial para la ciudadanía como el Registro Nacional de las Personas, por dar un ejemplo.
Cinismo total
A mitad de la construcción del proyecto se reconsideraron los planes y se aprobó una ampliación del 100% a la obra, lo que antes serian 4.000m2 de construcción, pasaron a ser 8.000m2, otra jugada de la dictadura. Ahora la nueva ampliación del proyecto incluye otro edificio, el Palacio Gubernamental para el poder Ejecutivo, con un coste adicional de 8 a 12 millones de dólares, que se traducen de 192 a 288 millones de lempiras. En total el proyecto costará alrededor de 5,180 millones de dólares.
Al principio “se tenía previsto” que las instalaciones de Casa de Gobierno estarían en cuatro pisos de la torre uno del CCG. Pero la Guardia de Honor presidencial supuestamente hizo un análisis e insistió que ese lugar no era recomendable debido a los riesgos que existen para el presidente y fue así que optaron por la construcción de un edificio lujoso anexado del CCG, aunque es más que evidente que ese era realmente el plan inicial.
Indignación en muchos sectores
El descontento de la mayoría es más que evidente y cada vez la indignación se hace más grande, las políticas de la dictadura cada día son más catastróficas, de hecho, los mismos activistas de las bases del Partido Nacional han salido a protestar en contra del desempleo. Y mientras el nuevo, lujoso e innecesario edificio del presidente contará con las más modernas condiciones, edificios de hospitales mayoritariamente, centros de salud, colegios y escuelas están a punto de derrumbarse, y no solo eso, no hay medicinas, equipo médico, ambulancias, pupitres, aulas, merienda escolar, etc.
El gobierno a través de sus medios ha argumentado la construcción del CCG con el objetivo de mejorar las condiciones para atender a la ciudadanía, pero es una completa mentira, solo les importa acomodar a sus burócratas, pues si en verdad pensaran en el pueblo empezarían construyendo hospitales, reestructurando colegios, escuelas y centros de salud a nivel nacional. Es natural que sus políticas se basen en satisfacer sus intereses particulares, todas las decisiones que tomen serán para seguir hurtando al pueblo, nada garantiza que se trata de un proyecto limpio (aunque siga siendo innecesario).
Estos proyectos tradicionalmente solo han servido para endeudar al pueblo, lo que pintan como buenas obras resultan duros golpes a la clase oprimida un ejemplo de ello es el Trans 450 que nunca culminó la alcaldía del nacionalista Ricardo Álvarez, y al pueblo le toca pagar el millonario préstamo de 30 millones de dólares (720 millones de lempiras) al Banco Interamericano de Desarrollo, como de costumbre el nefasto proyecto está rodeado por muchísimas controversias de malversación.
Los marxistas no estamos en contra de la mejoría de la infraestructura del país, pero estamos en contra de dicho proyecto ya que se contrasta con la realidad en la que está sumido el pueblo hondureño, urge comida, salud y educación; se necesita apoyar otras instituciones de mayor relevancia que un palacio gubernamental; crear programas que beneficien a las mayorías, abastecer el hospital, reconstruir colegios y dar merienda escolar los niños; después de todo “antes de vestirse de lujos hay que comer”.