El 27 de febrero, la universidad se volvió a vestir de protesta. A las 8 de la mañana cientos de estudiantes hicieron un plantón exigiendo más seguridad, se alegaba, justamente, que la situación de los robos y el acoso es insoportable. Respecto al tema se han generado todo tipo de opiniones que oscilan entre pedir más guardias, impedir que ingresen vendedores ambulantes, contratar otra empresa e incluso desde afuera algunos medios corporativos hablan de insertar miembros del ejército al campus (que sería absolutamente nefasto). En este articulo queremos abordar este problema y plantear algunas ideas al respecto.
Primero hay que aclarar que el problema de los asaltos no es nada nuevo, es un problema que lleva años siendo un elemento presente en el día a día de los estudiantes, lo que si es cierto es que la situación se ha agravado en los últimos años, pero realmente desde hace mucho tiempo se denuncia todo tipo de agravios, desde robos de motocicletas hasta asaltos a mano armada. El fenómeno del acoso ha sido mucho peor pues es un monstruo gigantesco y, paradójicamente, invisible. Ha diario muchas alumnas sufren del hostigamiento no solo de los mismos estudiantes varones sino también de los maestros que en su posición de autoridad las fatigan con chantajes e insinuaciones sexuales. Es verdad que, al contrario de periodos anteriores que no existía un ente universitario al cual acudir para denunciar el acoso, hoy la universidad posee un sistema para imputar a los acosadores, sin embargo, la situación no ha cambiado ya que el sistema de denuncias se muestra ineficiente, la inseguridad sigue siendo el pan de cada día, las quejas siguen brotando y en general el fenómeno no parece menguar.
Asaltos en la universidad: ¿Quién tiene la culpa?
Los asaltos en universidad no se pueden entender como algo separado de las condiciones materiales a la que están sometidos los hondureños, es importante señalar que vivimos en el segundo país más pobre de américa latina y eso naturalmente se manifiesta de múltiples formas: violencia, asaltos, analfabetismo, etc… La delincuencia, como hija de la desigualdad, no es un tema de moralidad o cultura como prejuiciosamente se podría creer, día a día las personas se ven orilladas a delinquir para solventar problemas que son frutos realmente de una decadencia sistemática, incluso quienes lo hacen por drogas pues de fondo es un problema emanado de las relaciones de clase [1]. Con esto podemos afirmar que la delincuencia es proporcional al grado de opresión sistemática de un país. La sociedad al ser prohibida del progreso se envilece y degrada sus principios porque existe una razón objetiva de hacerlo, la desesperación de estar exiliados de oportunidades sanas de progresar los cohíbe y se lanzan al crimen buscando sacar adelante sus problemas.
Es verdad que el fenómeno como tal tiene una gran complejidad y se necesita un análisis más exhaustivo para abordarlo completamente, sin embargo, culpar del todo a los hechores por sus acciones de robo o hurto es ver muy limitadamente el problema, los marxistas tratamos de ver más allá de lo obvio, vemos las ramas, pero más al tronco.
Acoso y violaciones
El acoso se puede dar de hombre a hombre, de mujer a hombre, de mujer a mujer y de hombre a mujer, creemos que sería un error no enfocarse en este último ya que, si bien es cierto que debemos combatir cualquier forma de acoso, es este el más frecuente. Bajo el capitalismo la vida de las mujeres de la clase obrera es una gran tortura, nadie puede negar que bajo los constantes ataques sistemáticos viven literalmente en un infierno, a diario se enfrentan en todos los ámbitos a múltiples ataques que golpean su dignidad, la violencia parece recrudecerse cada día más, probablemente no exista una mujer que manifieste nunca haber recibido algún tipo de hostigamiento sexual, la universidad no es la excepción, aquí han ocurrido hasta violaciones y es repugnante saber que ni a este nivel, que se supone que están en un ámbito académico con profesionales y futuros profesionales, se salvan. Todo esto demuestra el terrible escenario en el que deben actuar las mujeres pobres, vemos que incluso en los lugares más “seguros” tienen miedo, no hay que imaginar mucho para darse cuenta que en otros espacios las cosas son mucho peores.
Sobre la manera de erradicar esta situación en un artículo anterior explicábamos: “La opresión de la mujer y todas las manifestaciones de violencia tienen su base en la sociedad dividida en clases, la última expresión de esta sociedad es el capitalismo y los problemas que las mujeres enfrentan solo podrán ser resueltos con la superación de este sistema. Es decir, solo acabando con el capitalismo y la división de clases en la sociedad se podrán de verdad erradicar la opresión que sufren las mujeres” [2]. Sin embargo, tampoco negamos que haya que luchar por una reforma universitaria, los marxistas vamos a luchar por cualquier reforma genuina que ayude a frenar esta ola salvaje de acosos, no nos contenemos por esperar a que llegue la revolución, pero siempre explicaremos que el fin de cualquier violencia de género (y otras opresiones) no se acabarán en este sistema.
Ante tanta inseguridad: ¡comités de autodefensas estudiantiles!
Nuestra lucha no debe descansar en la solicitud de más guardias y debemos, férreamente, oponernos a los argumentos reaccionarios de algunos medios que promueven llevar militares a la universidad ya que estos últimos servirán como órganos de represión en futuras luchas, tal y como ha sucedido en los colegios, los estudiantes debemos luchar por crear comités de autodefensa en la UNAH que sirvan para defender al estudiantado de los asaltos, así como promover algunas iniciativas como iluminar zonas del campus que en la noche parecen escenarios desolados donde en cualquier momento puede aparecer alguien para hacernos daño sin darnos cuenta. Debemos promover comités de mujeres que puedan hacerles frente a las situaciones de violencia y acoso. La seguridad de las mujeres no descansa en las reformas de las autoridades de la universidad, sino en su propia organización, esta debe ser una escalera que les permita alcanzar la plena igualdad, pero no la igualdad de estar al mismo nivel de los hombres en la sociedad actual, porque eso significaría aceptar la explotación que sufren los hombres pobres, debemos organizarnos en conjunto, como hijos de los explotados, luchando hombro a hombro contra el sistema. Estamos obligados a acabar con el capitalismo, que es al final de todo, la fuente de todos los males que sufrimos los hombres y las mujeres a diario.
Referencias:
Que vivan los estudiantes revolucionarios de Honduras y el mundo