El 18 de septiembre de 2009 hubo manifestaciones masivas en Irán que confirman que el movimiento contra el fraude electoral no está muerto. Este movimiento sacudió a la sociedad iraní y, aunque haya altibajos, continuará hasta que se derribe el denostado régimen actual. La cuestión clave para nosotros es el papel de la clase obrera y la necesidad de una verdadera dirección revolucionaria.
El 18 de septiembre de 2009 hubo manifestaciones masivas en Irán que confirman que el movimiento contra el fraude electoral no está muerto. Este movimiento sacudió a la sociedad iraní y, aunque haya altibajos, continuará hasta que se derribe el denostado régimen actual. La cuestión clave para nosotros es el papel de la clase obrera y la necesidad de una verdadera dirección revolucionaria.
La República islámica de Irán tiene una tarea dura ante sí. Se trata de un régimen contrarrevolucionario que ha sofocado una revolución… ¡bajo un disfraz “revolucionario”! Después de todo ¿cómo podría un régimen llamarse a sí mismo “revolucionario” y al tiempo justificar que impide a las masas conquistar las calles?
El 18 de septiembre las masas iraníes, en un movimiento muy inteligente, utilizaron el día de Quds (o Al Quds) –un día en el que habitualmente se actos patrocinados por el gobierno y a los que nadie va – para fomentar su revolución y continuar su lucha contra la república islámica. Fue la concentración de masas más grande vista en las calles desde que millones de personas se manifestaran después de las elecciones, un movimiento que encendió la revolución. Las manifestaciones del día de Quds probaron que la revolución está viva y avanza.
Quds es el nombre árabe de Jerusalén y “día de Quds”, el último viernes del Ramadán en el calendario árabe lunar, es una iniciativa puesta en marcha por Jomeini con el propósito de apoyar a sus seguidores fundamentalistas y a sus colegas anti-izquierdistas en la región, con el disfraz de “apoyo al pueblo palestino”. Los iraníes han visto siempre el fondo de este tipo de acciones y esa es la razón por la que el gobierno ha tenido generalmente dificultades para llenar las calles este día. ¡Pero en esta ocasión ha sido diferente!
En la semana previa a esta fecha la población estaba decidida a usar el día de Quds de 2009 (el 18 de septiembre) como escenario de sus protestas. Y eso es exactamente lo que sucedió. Dependiendo de los diversos informes que uno lee, el número de manifestantes en Teherán va desde los diez mil al millón y medio. Y esto a pesar de la advertencia muy clara que dieron los grupos militares del gobierno – los mal llamados “guardias revolucionarios” – que declararon que tratarían a todos los manifestantes como espías israelíes (la peor acusación que se puede hacer en Irán). Sin embargo, las protestas no se limitaron a Teherán sino que también hubo en todo Irán, incluyendo Tabriz, Qom, Esfahan, el Mashhad, Shiraz, Rasht, Booshehr, Ahvaz y Kermanshah.
Al contrario de lo que han intentado representar muchos de los medios de comunicación, en esta manifestación no todas las consigas era nacionalistas. Aunque algunos utilizaron el lema “no por Gaza, no por Líbano, doy mi vida por Irán”, de ninguna manera ésta era la consigna dominante. El lema dominante era: “¡Muerte al dictador!” Según los informes, en cierto momento miles de manifestantes llenaron la calle Valiasr, la principal avenida de Teherán que recorre gran parte de la ciudad, coreando “muerte al dictador”. Los analistas dicen que es bastante evidente que esta consigna no apuntaba sólo a Ahmadinejad, sino también a Jomenei, el Gran Dictador. Se podían escuchar consignas como: “Los cañones, los tanques, la tortura o la violación ya no nos pararán”. Éste nos recuerda un viejo lema revolucionario de los años 70 utilizado contra el régimen del Sha.
En lo que se debe insistir, sin embargo, es que una vez más las masas iraníes demostraron su valor y determinación ilimitados para hacer frente a este régimen criminal. En ese día de Quds los manifestantes incluso rodearon los camiones de las bandas militares. Mientras que los lacayos del gobierno gritaban “muerte a Israel” desde sus camiones, la gente respondía con “muerte a Rusia”, demostrando así su cólera contra las relaciones cordiales del gobierno ruso y el gobierno de Ahmadinejad.
Un detalle interesante fue el hecho de que también se escucharon algunas consignas contra Chávez, esto se debe a que, desafortunadamente, ha apoyado públicamente al régimen iraní. Ha salido en varias ocasiones apoyando a Ahmadinejad con la visión equivocada de que el régimen iraní es “antiimperialista”. La Corriente Marxista Revolucionaria venezolana ya advirtió que con esta posición incorrecta Chávez corre el riesgo de alejar a los partidarios naturales de la revolución venezolana en Irán – los trabajadores, la juventud, las mujeres – que componen las filas de los que han estado luchando contra el régimen reaccionario iraní en los últimos meses. [Véase solidaridad con el movimiento de las masas iraníes – declaración de la corriente marxista revolucionaria (Venezuela)]
Otro aspecto interesante fue que, frente al valor inmenso y la determinación de las masas aquel 18 de septiembre, la policía y los vándalos de Basij no atacaron a los manifestantes con sus asesinatos y palizas habituales. Su acción se limitó a usar el gas lacrimógeno y a arrestar a varios manifestantes. Está claro que su supuesta “clemencia” tiene su origen en el miedo a un enfrentamiento abierto con cientos y miles de personas en las calles y a provocar con ello un movimiento mucho más grande.
Luchas continuas
La atmósfera turbulenta es ahora evidente en cada parte de la sociedad iraní. En los últimos días de septiembre el gobierno finalmente permitió la reapertura de las universidades. Ahmadinejad no se atrevió a estar presente en la inauguración del nuevo año académico en la universidad de Teherán. En su lugar, envió al ministro de la ciencia, Kamran Daneshjoo, quién se encontró con centenares de estudiantes disconformes, reunidos delante de la biblioteca central de la universidad de Teherán coreando: “Muerte al dictador, tanto el líder como el doctor” (haciendo referencia al “líder supremo Jomenei” y al “doctor Ahmadinejad”) y, también: “los estudiantes prefieren la muerte a la humillación”. Los estudiantes se manifestaron por la universidad y se congregaron delante de la entrada en la avenida de Enqelab. Solamente la fuerte presencia de policía y guardias de seguridad evitó que los estudiantes unieran sus fuerzas con la gente que se había reunido en su apoyo fuera de la puerta de entrada.
El 2 de octubre las masas utilizaron incluso el partido de fútbol entre dos famosos equipos de Teherán, Persepolis y Esteghlal, para protestar contra el gobierno de Ahmadinejad. ¡El partido se jugó en colosal estadio de Azadi, con un aforo aproximado de 100.000 personas, incluso en el canal de televisión estatal se podían escuchar las consignas contra Ahmadinejad!
Las manifestaciones del día de Quds probaron un aspecto muy importante: nada puede devolver al régimen a la situación de los “buenos viejos tiempos” anteriores al 22 de junio. La población utilizará cada oportunidad que se le presente para llenar las calles. La “pesadilla” de la revolución acechará a la república islámica hasta que se derrumbe. Y es este hecho el que tiñe todos los próximos acontecimientos.
¿“Unidad del régimen”?
Antes vimos cómo los viejos líderes del ala “reformista” del régimen fueron juzgados en juicios espectáculo en Teherán por sus antiguos primos. Les obligaron a renunciar a todas sus ideas. En un acto claro de humillación, Sayid Hajarian – el principal ideólogo “reformista”, superviviente de una tentativa de asesinato y a quién se ha considerado siempre como una especie de mártir por los reformistas –, después de renegar de aquello que él proclamó una vez y de agradecer a sus “hermanos” por el lugar de su confinamiento (al que describió como más “agradable que una prisión”), fue liberado por fin la semana pasada.
Por otra parte, Mousavi y Karoubi, dos candidatos en las elecciones y “líderes de los reformistas”, han manifestado críticas sin precedentes al régimen que ellos mismos han contribuido a edificar. Sin embargo tuvieron el cuidado de agregar que su objetivo último es el “evitar la crisis” [léase: salvar al régimen], mientras siguen con sus críticas para no perder apoyo entre las masas; pero cuanto más avanza el pueblo en sus reivindicaciones, más minado está ese apoyo. En una declaración que disgustaría indudablemente a algunos que han puesto en peligro sus vidas luchando contra este régimen, Mousavi dijo que “nuestra exigencia es el cumplimiento total de la constitución y el regreso de la república islámica a sus principios éticos originales. Queremos la República Islámica, ni una palabra más, ni una palabra menos [parafraseando el refrán famoso de Jomeini]”, y continuó su discurso condenando a los que quieren ir “más allá del régimen” y romper las “estructuras”.
Podríamos decir, en general, que cuanto más ha progresado la revolución, más han aumentado las divisiones internas dentro del régimen. Sin embargo es Rafsanjani, el zorro del régimen, el “hombre de las crisis”, el que ha asombrado a sus aliados “reformistas” con un acto que revela que sus crudas maniobras políticas son, en verdad, imprevisibles.
Este acto asombroso sucedió en la 6ª Cumbre de la Asamblea de Expertos que está dirigida por Rafsanjani y que tiene la facultad constitucional de sustituir al líder supremo y elegir uno nuevo. Muchos especulaban con lo que esta asamblea pudiera hacer bajo la dirección de Rafsanjani para contradecir a Jomenei. Pero la Cumbre, en su declaración final y en su discurso de apertura, dio apoyo total a Jomenei, eso fue como verter un cubo de agua fría sobre todos los líderes “reformistas” que habían puesto sus esperanzas en Rafsanjani. La declaración final elogia al ayatolá Jomenei por su papel en “apagar el fuego de la conspiración y [controlar] los incidentes después de las elecciones”. La declaración continúa diciendo: “(Los miembros de la Asamblea de Expertos) una vez más declaramos nuestra lealtad al líder supremo de la revolución, ayatolá Khomeini…. Y declaramos que es el único candidato digno de guiar a la nación…” [Traducción del autor, BK].
El hecho de que esta declaración se leyera mientras Rafsanjani no se encontraba en la sala (abandonó la cumbre a primera hora del segundo y último día) significa simplemente que él intentaba no separarse totalmente de sus “hermanos reformistas” y no atraer más desprecio de la población. Su firma, sin embargo, sí estaba en esta declaración.
La demostración de “lealtad” a Jomeini por parte de la Asamblea de Expertos fue bienvenida rápidamente por el noble Líder Supremo. Utilizó su sermón del Eid-al-Fitr (final de Ramadán) para dar luz verde a Rafsanjani. Fue destacable que Rafsanjani y también Hassan Jomeini, el hijo del ayatolá Jomeini que ha estado mezclándose con el campo “reformista”, asistieran al sermón. Jomeini dijo que, mientras lo dicho por los reformistas acusados “sobre sí mismos” en los juicios públicos es aceptable, ¡no puede aceptar sus acusaciones contra “otros”! Está claro que con estas palabras quería decir que él está dispuesto a rechazar las confesiones de los líderes reformistas en los juicios sobre la participación de la familia de Rafsanjani en sus bien conocidas actividades ilícitas.
Estos acontecimientos exacerbaron a Karoubi quién escribió una furiosa carta a Rafsanjani cuestionando el propósito de tener una Asamblea de Expertos si sólo sirve para dar el “visto bueno” a Jomeini: “¿No sería mejor para esta asamblea se dejara sólo para el día que, Dios no lo permita, le algo suceda al Líder Supremo?”, preguntó él [Traducción del autor, BK].
De todo esto podemos concluir que las diversas fracciones dentro del régimen están haciendo todo lo que pueden para unirse frente a los movimientos masivos de la población que de nuevo pudimos presenciar el 18 de septiembre. Pero eso no significa necesariamente que acierten en este esfuerzo. Rafsanjani sabe muy bien que debe seguir el ejemplo de lo que Jomeini declaró abiertamente en su sermón de viernes, hace aproximadamente tres meses, que él se siente más cercano “al presidente” que a su “amigo revolucionario de hace cincuenta años”, es decir, Rafsanjani. Él, como otros reformistas, sabe bien que si el régimen tuviera fuerza suficiente para ocuparse firmemente de esta crisis, ellos se encontrarían entre sus primeras víctimas. Por lo tanto no debemos exagerar el grado de “unidad” dentro de este régimen. Aunque la alineación de Rafsanjani con Jomeini en la cumbre de expertos era inesperada, la desunión y la confusión todavía brillan en cada esquina de este régimen putrefacto.
¡Obama y Ahmadinejad van “de pesca”!
Hay un proverbio persa que se refiere a los que intentan “pescar en el lodo”, que significa abusar de una situación en su propio favor. Esto es una manera conveniente de describir el comportamiento reciente de Obama y del imperialismo de EEUU. Obama ha esperado claramente el momento correcto para revelar los detalles sobre las instalaciones nucleares en la ciudad de Qom. Lo hizo cuando estaba junto a Brown y Sarkozy en la reunión del G20 en Pittsburgh, para demostrar que ahora se ocupa del asunto con más seriedad que nunca. También ha hecho ya concesiones a Rusia anunciando el desmantelamiento de las bases de misiles estadounidenses en la República Checa, esto con el objetivo de asegurarse el apoyo ruso si él necesita infligir más sanciones sobre Irán.
Obama tiene varios objetivos en mente. Intenta ejercer presión sobre la debilitada república islámica – ahora bajo el fuego de una revolución – para “bajarle los humos” y que acepte la posición honrosa de ser un “aliado del Occidente”. Esto podría ser una piedra grande para Obama con la cual podría matar dos pájaros de un tiro, es decir, consolidar la nueva república islámica “aliada de occidente” y ayudar a sofocar la revolución al mismo tiempo, este último hecho le permitiría contar con un nuevo aliado en la región que sirva de apoyo para arreglar el lío terrible en el que el imperialismo estadounidense se ha metido en Afganistán y Oriente Medio.
Al gobierno de Ahmadinejad le encantaría esta perspectiva. Ahmadinejad ya ha dicho que él debería ser considerado un “amigo” por Obama. En un movimiento sin precedentes en los últimos treinta años, Saeed Jalili, negociador nuclear iraní, se encontró con William Burns, enviado de EEUU y “el Oficial del Servicio Exterior estadounidense de más alto rango”, como parte de las negociaciones de Ginebra.
Pero hay dos problemas que arruinarán este vínculo idílico entre Ahmadinejad y Obama:
La república islámica ha vinculado, durante mucho tiempo, su propia legitimidad a la “oposición al gran Satán” y se ha convertido en líder de la campaña de los fundamentalistas islámicos en contra del “mundo de la arrogancia”. Un giro repentino y estrechar las manos con el “gran Satán” desestabilizarían seguramente al régimen en sus raíces ideológicas y más tarde causarían nuevas divisiones en su seno.
El movimiento revolucionario que ha sacudido a la sociedad durante los últimos tres meses no se puede detener con estos acuerdos entre la clase dirigente. Las masas han entrado en las páginas de la historia y no serán repelidas tan fácilmente.
La república islámica está enredada en un callejón sin salida, político, económico y diplomático, mientras que Obama no puede hacer mucho realmente, por lo menos no tanto como él quisiera.
¿Adónde ir?
Hemos dicho en varias ocasiones que la debilidad de la revolución iraní ha sido hasta ahora la ausencia de participación activa y consciente de los trabajadores como clase. Aunque desde el principio atestiguamos protestas e incluso huelgas de los trabajadores, nunca se materializó una huelga general que detuviera las ruedas de la sociedad (a pesar de muchos llamamientos desde diversas partes de la sociedad).
Sin embargo, en el último mes hemos visto una intensificación de las luchas de los trabajadores que serán seguramente un factor importante en la revolución venidera. No es gratuito que Samare Hashemi, consejero muy cercano de Ahmadinejad, dijera la semana pasada en Kerman: “algunos de los jefes de la oposición, después del caos reciente, han intentado iniciar un sabotaje económico en diversos sectores tales como la industria, la agricultura y las finanzas. Esto podría provocar un sabotaje al interior del régimen” [traducción del autor, BK]. Sabemos muy bien a qué se está refiriendo Samare cuando habla de “sabotaje económico”. Se está refiriendo a las huelgas que están creciendo por todas partes en Irán.
El 3 de octubre, los productores de mango de Tapeh comenzaron nuevas protestas y se congregaron frente a las puertas de las oficinas administrativas. Exigen que se les paguen los salarios de los últimos dos meses. El 26 de septiembre los trabajadores automotrices de la fábrica Zagros en Boroujerd organizaron una manifestación después de tres días consecutivos sin cobrar sus salarios. Antes de esto, también vimos la huelga de tres días de algunos de los trabajadores de la fábrica de material textil de Kerep-Naaz, en la provincia de Kermanshah. Los patronos tuvieron que aceptar algunas de las demandas de los trabajadores y éstos amenazaron con ir a huelga otra vez si todas sus reivindicaciones no se cumplían. Ahora todos hablan sobre cómo se han levantado también “los trabajadores manuales”.
Irán está pasando por un momento decisivo. El movimiento popular está creciendo y busca cada oportunidad para afirmar su poder. Cada acto oficial se utiliza para expresar la cólera de la población. Las manifestaciones por el aniversario de la revolución de 1979 el próximo mes de febrero, indudablemente, de nuevo serán manifestaciones antigubernamentales. Los trabajadores y la población en general deben utilizar cada oportunidad para elevar la moral revolucionaria y recuperar la verdadera herencia de la revolución de 1979, debe perseguir acabar lo que la revolución de 1979 dejó inacabado: derribar el capitalismo iraní y establecer el dominio de los trabajadores.
Es necesario que la clase trabajadora actúe de forma decisiva y se coloque al frente del movimiento de protesta. La juventud particularmente debe mirar hacia a los trabajadores y unir el movimiento estudiantil con el de la clase obrera. Las demandas de los trabajadores en temas como “trabajo para todos”, y salarios y condiciones decentes, se deben unir a las del movimiento en general. Todo esto debe formar parte de la preparación, en una etapa determinada, de una huelga general de masas y total. Eso es lo que finalmente pondrá los clavos en el ataúd de este aborrecido régimen.
Si existiera un genuino partido revolucionario de la clase obrera, se podría acelerar todo el proceso. Han madurado todas las condiciones para el derrocamiento del régimen por medios revolucionarios. Pero la ausencia de una dirección revolucionaria de la clase obrera provoca lo que vemos actualmente, un movimiento que se levanta y después retrocede, pero cada paso sirve para aprender y prepararse para la siguiente etapa. Esto crea un vacío que desafortunadamente puede incluso ser ocupado por elementos tales como Mousavi, que en lugar de dirección utiliza su autoridad para paralizar el movimiento.
Todos los genuinos comunistas, socialistas y marxistas en Irán deben trabajar en pos de construir lo que hace falta: un partido revolucionario de la clase obrera. Sin embargo, las masas no se sentarán y esperarán a que tal partido aparezca. Se moverán por cualquiera de los canales disponibles. Hasta el momento en que la clase obrera, unida con otras capas sociales oprimidas como las mujeres y la juventud, desempeñe el papel que la historia ha reservado para ella en los acontecimientos que están por venir, desarrollos entonces la revolución iraní dará un importante paso adelante.
5 de noviembre de 2009