La crisis del coronavirus está exponiendo con claridad todos los defectos y contradicciones del sistema; y unos quizá más que los otros, como la anarquía del mercado. Esta se basa en la esencia misma del sistema capitalista, que no es otra que la producción de mercancías, y que se caracteriza por la interacción entre vendedores de mercancías y sus compradores.
Sin embargo, el capitalista individual que produce mercancías lo hace con la intención de darles salida en el mercado. A esto debe sumársele la competencia entre capitalistas, lo que fuerza a cada capitalista individual a producir más y más barato para hacerse con más compradores, otorgándole así un carácter más convulso y anárquico al mercado.
La carrera para hacerse con el botín de oro
Un ejemplo llamativo (y bárbaro) de las consecuencias de la anarquía del mercado en la producción es la lucha encarnizada que se está llevando a cabo para hacerse con el gran premio del momento: la vacuna para el COVID-19.
Es difícil saber con precisión cuántos laboratorios se han lanzado a la jugosa carrera, pero sí que podemos asegurar que son decenas. Y esta batalla no se está manifestando tan sólo a nivel mundial entre varios países imperialistas, cómo Estados Unidos y China, sino que también entre empresas dentro de los propios países. La sacrosanta competencia bajo el capitalismo muestra su cara más grotesca y repugnante ante la pérdida vital de tiempo, recursos y energía. Esto es tan evidente que incluso el mismísimo Trump afirmó en un Tweet ¡que es necesaria la cooperación y coordinación entre todo el G7 para hacer frente a la crisis y encontrar una vacuna!
Sin embargo, la motivación de todas estas grandes empresas sin excepción no es salvar las vidas de miles de personas, sino enriquecerse obscenamente a costa de esta crisis humanitaria. Dejemos que hablen por ellos mismos: “Cuando se convierte en una crisis de salud global, es fácil para las compañías como nosotros tomar decisiones de inversión… Existe una preocupación por el bienestar, los pacientes, la sociedad «, dice el Dr. Skovronsky. «Pero cuando surge por primera vez y hay cinco o 10 pacientes, ¿vale la pena distribuir recursos increíbles y costos financieros cuando nunca se le reembolsarán si el virus es contenido con éxito?” Con esta frase, la hipocresía repugnante de los burgueses y sus defensores sale a la luz con toda su fuerza.
Pero es que no se quedan ahí. Nuevamente, por las leyes que impone la anarquía del mercado, en este caso mediante la demanda y la oferta, algunas de estas empresas farmacéuticas ya se están aprovechando de la crisis para enriquecerse aún más: «Rising Pharmaceuticals, un fabricante genérico de cloroquina, casi duplicó el precio a $7,66 por píldora de 250 mg en los Estados Unidos en enero, conforme el brote de coronavirus se iba extendiendo en China». No hay moral que valga ante el gran poder seductor del dinero. O pongamos otro brillante ejemplo de este maravilloso sistema: la empresa farmacéutica Gilead extendió su patente para la droga Remdesivir, que se está probando para el coronavirus, para así asegurarse que mientras algunos miles de personas puedan morir, que como mínimo otros miles usen exclusivamente su producto.
Pero por encima de todos estos ejemplos dramáticos, hay que señalar que la culpa no es de este o ese burgués sin escrúpulos y codicioso, o de este o ese lacayo que busca mil y una fórmulas para justificarlos, sino que el problema es el capitalismo y la burguesía. Y esto es así porque el capitalista individual es prisionero de las leyes del mercado, ya que si este no se enriquece lo máximo que pueda (ya sea explotando más o, como hemos visto, aprovechándose de la crisis humanitaria), el competidor de al lado lo hará y de esta forma amenazará su propia existencia.
Consecuentemente, para acabar con toda esta codicia, falta de escrúpulos, egoísmo desenfrenado, malgasto de energía, sufrimiento, explotación, etc., no existe otra solución que la de acabar con el sistema en su conjunto de una vez por todas. En su lugar, los marxistas luchamos para crear una sociedad que produzca para cubrir las necesidades de todos, no para enriquecer a un puñado de super ricos. Luchamos por una sociedad basada en la planificación y la coordinación de la economía, es decir, una economía en la cual todos los laboratorios del mundo cooperaran y compartieran recursos para encontrar la vacuna para el COVID-19, evitando así el derroche de recursos y energía con la competencia, y acelerando drásticamente las posibilidades de poner fin a esta pandemia.
Para realizar esta tarea histórica debemos prepararnos, organizándonos y estudiando las ideas del marxismo- esta es la misión por la que estamos luchando desde Lucha de Clases, sección española de la Corriente Marxista Internacional. ¡Únete a nosotros para acabar con el capitalismo!